El Santo Padre ha celebrado esta mañana, desde el Aeropuerto de Ndolo en Kinsasa, la Santa Misa ante un numeroso número de congoleños. Según medios oficiales del Vaticano, a la Misa han acudido más de un millón de personas.
La homilía del Papa ha estado focalizada en las tres fuentes de paz: «el perdón, la comunidad y la misión». Francisco también alertó a los congoleños sobre «el peligro que tenemos es seguir el espíritu del mundo en lugar del espíritu de Cristo».
De igual modo, dio unas recomendaciones, basadas en mirar a los pobres, «para no caer en las trampas del poder y del dinero, para no ceder a las divisiones, a las seducciones del carrerismo que corroen a la comunidad o a las falsas ilusiones del placer y de la brujería que llevan a encerrarse en sí mismos».
Les ofrecemos la homilía completa pronunciada por el Papa Francisco:
Esengo, alegría: la alegría de verlos y encontrarlos es grande; he anhelado mucho este momento, ¡gracias por estar aquí!
El Evangelio acaba de decirnos que también la alegría de los discípulos era grande la noche de Pascua, y que esta alegría surgió «cuando vieron al Señor» (Jn 20,20). En ese clima de alegría y asombro, el Resucitado habla a los suyos. ¿Y qué les dice? Ante todo, estas palabras: «¡La paz esté con ustedes!» (v. 19). Es un saludo, pero es más que un saludo: es un envío. Porque la paz, esa paz anunciada por los ángeles en la noche de Belén (cf. Lc 2,14), esa paz que Jesús prometió dejar a los suyos (cf. Jn 14,27), ahora, por primera vez, es entregada solemnemente a los discípulos.
La paz de Jesús, que también se nos entrega en cada Misa, es pascual; llega con la resurrección, porque antes el Señor tenía que vencer a nuestros enemigos, el pecado y la muerte, y reconciliar al mundo con el Padre; tenía que experimentar nuestra soledad y nuestro abandono, nuestros infiernos, abrazar y salvar las distancias que nos separaban de la vida y de la esperanza. Ahora, terminadas las distancias entre el cielo y la tierra, entre Dios y el hombre, la paz de Jesús se da a los discípulos. Pongámonos, pues, en su lugar. Aquel día estaban completamente aturdidos por el escándalo de la cruz, heridos interiormente por haber abandonado a Jesús, escapando; decepcionados por el desenlace de su historia, temerosos de acabar como él. En ellos había sentimientos de culpa, frustración, tristeza, miedo. Sin embargo, Jesús anuncia la paz mientras el corazón de los discípulos está lleno de escombros; anuncia la vida mientras ellos sienten dentro la muerte. En otras palabras, la paz de Jesús llega en el momento en que todo parecía haber terminado para ellos, en el momento más imprevisto e inesperado, cuando no había atisbos de paz. Así actúa el Señor: nos asombra, nos tiende la mano cuando estamos a punto de hundirnos, nos levanta cuando tocamos fondo.
Hermanos, hermanas, con Jesús el mal nunca prevalece, nunca tiene la última palabra. «Porque Cristo es nuestra paz» (Ef 2,14) y su paz triunfa. Por eso, los que pertenecemos a Jesús no podemos dejar que prevalezca en nosotros la tristeza, no podemos permitir que crezca la resignación y el fatalismo. Si a nuestro alrededor se respira este clima, que no sea así para nosotros. En un mundo abatido por la violencia y la guerra, los cristianos hacen como Jesús. Él, casi insistiendo, repitió a los discípulos: ¡La paz esté con ustedes! (cf. Jn 20,19.21); y nosotros estamos llamados a hacer nuestro y proclamar al mundo este anuncio profético e inesperado de la paz. Pero, podemos preguntarnos, ¿cómo conservar y cultivar la paz de Jesús? Él mismo nos señala tres fuentes de paz, tres manantiales para seguir alimentándola. Son el perdón, la comunidad y la misión.
Veamos la primera fuente: el perdón. Jesús dice a los suyos: «Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen» (v. 23). Pero antes de dar a los apóstoles el poder de perdonar, los perdona; no con palabras, sino con un gesto, el primero que el Resucitado realiza ante ellos. Dice el Evangelio que Él, «les mostró sus manos y su costado» (v. 20). Es decir, les muestra las llagas, se las ofrece, porque el perdón nace de las heridas. Nace cuando las heridas sufridas no dejan cicatrices de odio, sino que se convierten en un lugar para hacer sitio a los demás y acoger sus debilidades. Entonces las fragilidades se convierten en oportunidades y el perdón en el camino hacia la paz. No se trata de dejarlo todo atrás como si nada hubiera sucedido, sino de abrir a los demás con amor el corazón. Esto es lo que hace Jesús. Ante la miseria de quien lo negó y abandonó, muestra las heridas y abre la fuente de la misericordia. No usa muchas palabras, sino que abre de par en par su corazón herido, para decirnos que Él está siempre herido de amor por nosotros.
Hermanos, hermanas, cuando la culpa y la tristeza nos oprimen, cuando las cosas no van bien, sabemos dónde mirar: a las llagas de Jesús, dispuesto a perdonarnos con su amor herido e infinito. Él conoce tus heridas, conoce las heridas de tu país, de tu gente, de tu tierra. Son heridas que queman, continuamente infectadas por el odio y la violencia, mientras que la medicina de la justicia y el bálsamo de la esperanza parecen no llegar nunca. Hermano, hermana, Jesús sufre contigo, ve las heridas que llevas dentro y desea consolarte y sanarte, ofreciéndote su Corazón herido. Dios repite a tu corazón las palabras que pronunció hoy por medio del profeta Isaías: «Lo sanaré, lo guiaré y lo colmaré de consuelos» (Is 57,18).
Juntos, hoy creemos que con Jesús siempre tenemos la posibilidad de ser perdonados y volver a empezar, y también la fuerza para perdonarnos a nosotros mismos, a los demás y a la historia. Esto es lo que Cristo desea: ungirnos con su perdón para darnos la paz y el valor de poder también nosotros perdonar; el valor de realizar una gran amnistía del corazón. ¡Cuánto bien nos hace limpiar nuestros corazones de la ira, de los remordimientos, de todo resentimiento y envidia! Queridos amigos y amigas, ¡que hoy sea el momento de gracia para acoger y experimentar el perdón de Jesús! Que sea el momento adecuado para ti, que llevas una pesada carga en el corazón y necesitas que te la quiten para poder volver a respirar. Que sea el momento oportuno para ti, que en este país te dices cristiano, pero cometes actos de violencia; a ti el Señor te dice: “Deja las armas, abraza la misericordia”. Y a todos los lastimados y oprimidos de este pueblo les dice: “No teman poner sus heridas en las mías, sus llagas en mis llagas”. Hagámoslo, hermanos y hermanas. No tengan miedo de quitarse el Crucifijo del cuello y de los bolsillos, de tomarlo entre las manos y llevarlo junto al corazón para compartir sus llagas con las de Jesús. Cuando regresen a casa, tomen el Crucifijo que tienen y abrácenlo. Démosle a Cristo la oportunidad de sanar nuestros corazones; pongamos en Él el pasado, todos los miedos y ansiedades. ¡Qué hermoso es abrir las puertas del corazón y del hogar a su paz! ¿Y si escribieran en sus habitaciones, en sus ropas, fuera de sus casas, esas palabras: La paz esté con ustedes? Muéstrenlas, serán una profecía para el país, serán la bendición del Señor sobre aquellos que encuentren. La paz esté con ustedes, dejémonos perdonar por Dios y perdonémonos unos a otros.
Veamos ahora la segunda fuente de paz: la comunidad. Jesús resucitado no se dirige a los discípulos individualmente, sino que se reúne con ellos; les habla en plural, y a la primera comunidad le entrega su paz. No hay cristianismo sin comunidad, como no hay paz sin fraternidad. Pero, como comunidad, ¿hacia dónde hemos de caminar, hacia dónde hemos de ir para encontrar la paz? Volvamos a mirar a los discípulos. Antes de la Pascua, seguían a Jesús, pero pensaban de forma demasiado humana: esperaban un Mesías conquistador que expulsara a sus enemigos, que hiciera prodigios y milagros, que aumentara su prestigio y su éxito.
Pero estos deseos mundanos los dejaron con las manos vacías; es más, le quitaron paz a la comunidad, suscitando discusiones y oposición (cf. Lc 9,46; 22,24). Para nosotros también existe este riesgo; estar juntos, pero caminar por cuenta propia, buscando en la sociedad, y también en la Iglesia, el poder, la carrera, las ambiciones. Sin embargo, de ese modo, en vez de seguir al Dios verdadero, seguimos al propio yo, y terminamos como aquellos discípulos: encerrados en casa, vacíos de esperanza y llenos de miedo y decepción. Pero he aquí que en la Pascua encuentran el camino de la paz gracias a Jesús, que sopla sobre ellos y les dice: «Reciban el Espíritu Santo» (Jn 20,22). Gracias al Espíritu Santo, ya no mirarán lo que les separa, sino lo que los une; ya no irán por el mundo para sí mismos, sino para los demás; no para ganar visibilidad, sino para dar esperanza; no para obtener aprobación, sino para gastar su vida con alegría por el Señor y por los demás.
Hermanos, hermanas, el peligro que tenemos es seguir el espíritu del mundo en lugar del espíritu de Cristo. ¿Y cuál es el camino para no caer en las trampas del poder y del dinero, para no ceder a las divisiones, a las seducciones del carrerismo que corroen a la comunidad; a las falsas ilusiones del placer y de la brujería que llevan a encerrarse en sí mismos? El Señor nos lo sugiere de nuevo a través del profeta Isaías, diciendo «estoy con el contrito y humillado, para reavivar los espíritus humillados, para reavivar los corazones contritos» (Is 57,15). El camino es compartir con los pobres. Este es el mejor antídoto contra la tentación de dividirnos y mundanizarnos. Tener el valor de mirar a los pobres y escucharlos, porque son miembros de nuestra comunidad y no extraños a los que hay que eliminar de la vista y de la conciencia. Abrir el corazón a los demás, en lugar de concentrarlo en los propios problemas o vanidades personales. Recomencemos desde los pobres y descubriremos que todos compartimos la pobreza interior; que todos necesitamos el Espíritu de Dios para liberarnos del espíritu del mundo; que la humildad es la grandeza del cristiano y la fraternidad su verdadera riqueza. Creamos en la comunidad y, con la ayuda de Dios, construyamos una Iglesia vacía de espíritu mundano y llena del Espíritu Santo, libre de riquezas para sí misma y llena de amor fraterno.
Llegamos, en fin, a la tercera fuente de paz: la misión. Jesús dice a los discípulos: «Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes» (Jn 20,21). Nos envía como el Padre lo ha enviado a Él. ¿Y cómo lo envió el Padre al mundo? Lo envió a servir y a dar su vida por la humanidad (cf. Mc 10,45), a manifestar su misericordia por cada uno (cf. Lc 15), a buscar a los que están lejos (cf. Mt 9,13). En una palabra, lo envió para todos; no sólo para los justos, sino para todos. En este sentido, resuenan todavía las palabras de Isaías: «¡Paz al que está lejos, paz al que está cerca! […], dice el Señor» (Is 57,19). A los que están lejos, en primer lugar, y a los que están cerca; no sólo a los “nuestros”, sino a todos.
Hermanos, hermanas, estamos llamados a ser misioneros de paz, y esto nos dará paz. Es una decisión; es hacer sitio en nuestros corazones para todos, es creer que las diferencias étnicas, regionales, sociales y religiosas vienen después y no son obstáculos; que los demás son hermanos y hermanas, miembros de la misma comunidad humana; que cada uno es destinatario de la paz que Jesús ha traído al mundo. Es creer que los cristianos estamos llamados a colaborar con todos, a romper el ciclo de la violencia, a desmantelar las tramas del odio. Sí, los cristianos, enviados por Cristo, están llamados, por definición, a ser conciencia de paz en el mundo; no sólo conciencias críticas, sino sobre todo testigos del amor; no pretendientes de sus propios derechos, sino de los del Evangelio, que son la fraternidad, el amor y el perdón; no buscadores de sus propios intereses, sino misioneros del amor apasionado que Dios tiene por cada ser humano.
La paz esté con ustedes, dice Jesús hoy a cada familia, comunidad, grupo étnico, barrio y ciudad de este gran país. La paz esté con ustedes. Dejemos que estas palabras de nuestro Señor resuenen, en silencio, en nuestros corazones. Escuchémoslas dirigidas a nosotros y decidamos ser testigos de perdón, protagonistas en la comunidad, personas en misión de paz en el mundo.
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Francisco sigue el espíritu del mundo en vez de seguir a Cristo. Por eso Francisco secunda las proclamas de la ideología globalista del nuevo orden mundial, tales como reinicio, gobernanza mundial, inclusión lgtbi, inmigración musulmana invasiva, miedo a un supuesto cambio climático, feminismo, etc.
Francisco está muy equivocado.
Habla de anuncio profético de paz y Francisco calla ante el mayor ataque a la paz que es el aborto.
Habla de la misión, pero Francisco rechaza el proselitismo, a pesar de que Cristo mandó hacer discípulos.
Habla de males que afligen a los hombres, pero Francisco se opone a la virtud de la santa resignación cristiana, a pesar de que Cristo dio buen ejemplo de resignación con sus palabras en Getsemaní: «No se haga mi voluntad sino la tuya» (Lc 22,42,)
Sólo un par de apuntes:
– Francisco no calla «el mayor ataque a la paz que es al aborto», puesto que aún creo que se puede leer en las noticias de este web como el Papa denuncia los abortos como reflejo (no es cita literal) de la «teoría del descarte» Decir que el papa calla respecto al aborto, sencillamente, es faltar a la verdad. Lo siento padre, pero así lo veo yo.
– En relación con el proselitismo, ya hubo un debate intensó en esta web sobre el tema.
– La santa resignación cristiana está bien, pero creo que hay que intentar salir de hoyo ¿no puedes? entonces, sólo entonces, te resignas y punto.
Es según lo veo yo.
«Francisco no calla «el mayor ataque a la paz que es al aborto», puesto que aún creo que se puede leer en las noticias de este web como el Papa denuncia los abortos…»
Claro que no calla: mandó emitir un comunicado oficial a su Secretario de Estado (Parolin) en el que se lamentaba de la tardanza en la implementación de la abortista Agenda 2030 (que también puede leerse en esta web).
¿Faltar a la verdad, dice? Las medias verdades son peores que las mentiras completas. No se puede defender lo indefendible.
Lo peor que puede hacer en este mundo un Papa, es autorizar a un legislador presidente de los EEUU, que considera derecho de las mujeres el aborto libre, a comulgar libremente como buen católico. Al delito de genocidio de los inocentes se le añade el del sacrilegio contra la Sagrada Eucaristía. Si este tío no está loco es que es el maligno en persona o alguno de sus acólitos. Que alguien le ponga una camisa de fuerza, por favor……..
Y siguiendo con su argumentación yo añadiría que la santa resignación que Jesucristo mostró en el huerto de los olivos era lógica pues había venido a cumplir la voluntad del Padre, mientras que ante una ofensa, una agresión o más en general ante un orden social injusto la resignación no contribuye a solucionar nada, sino todo lo contrario. ¿Para qué manifestarse en contra del aborto, por ejemplo?
Por tanto, estamos todos llamados a trabajar por la justicia: “bienaventurados quienes trabajan por la Paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5, 9).
A mi juicio, la injusticia nunca puede ser considerada como inevitable, a diferencia, p.e., de una enfermedad fatal diagnosticada a uno mismo, ante la cual la resignación sí sería virtuosa.
Mi comentario pretendía ser una continuación del de MDRenovado.
La resignación no significa no resistir el mal, sino, mientras se combate, aceptar el sufrimiento que comporta.
Por eso el Papa se equivoca al denostar la resignación, cuando los santos siempre la han defendido.
Cuando el Papa habla del aborto, lo hace sólo de soslayo, para disimular, pero con su actitud, Francisco está causando que el aborto continúe.
Habla de descarte y no de asesinato atroz. Igual que quienes hablan de interrupción. Hijos del eufemismo.
Además bergoglio dijo ya, muy al principio, que no había que hablar del aborto. Claro, le urgía el clima.
«…no podemos permitir que crezca la resignación y el fatalismo»
Asimila la resignación al fatalismo. Cuando a un cristiano se le habla de resignación se entiende que se le está hablando de resignación cristiana, y el foro es cristiano.
Resignación RAE: «Entrega voluntaria que alguien hace de sí poniéndose en las manos y voluntad de otra persona».
¿A qué nos invita Cristo cuando dice que cojamos la cruz de cada día y le sigamos, o que con nuestra paciencia compraremos nuestra salvación? Pablo, dice: «nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la esperanza no falla…»? «Porque en el fuego se prueba el oro, y los elegidos del Señor en el horno de la humillación» (Eclesiástico 2:5). Qué alguien le diga a este hombre que lea más el Evangelio y menos libros de autoayuda de psicólogos argentinos.
«Peligro de……. Espìritu del mundo… Espíritu de Cristo»
Típico de los impostores: denunciar aquello que ellos mismos hacen…
Terrible!!! Aquì hace lo mismo Pedro Sànchez!!!
Y se quedan tan anchos!!!
Es muy común de los progres-socialistas-comunistas utilizar el fenómeno psicológico de la «proyección» que se trata, ni más ni menos, que de achacar a los demás todo lo malvado que ellos hacen. También es un truco, pues así echando «lo malo» sobre el otro, pretenden hacer ver que como ellos lo denuncian, sólo ellos son los que hacen lo correcto… Bergoglio es muy dado a utilizarlo, ya lo hace tanto, que queda en evidencia su ideología…
Cierto Aliseya.
A ese tipo de comportamiento, el de Bergolio y Sanchez, también se le denomina con una sola palabra: Cinismo
Lo que es un peligro es seguir el espíritu del Papa Francisco.
Es necesario volver al Magisterio Pontificio de siempre, que es el auténtico.
RDC ……50 millones de católicos ……
España ….25 millones ….
¿Está usted sugiriendo que Francisco ha ido al Congo a poner remedio a que haya tantos católicos y lograr con su presencia reducir la cifra para equipararla con las europeas?
Por otra parte, ¿RDC quiere decir República del Congo? Porque si es así, le veo a usted un pelín desinformado: ese país no puede tener 50 millones de católicos porque la población total no llega siquiera a 6 millones de habitantes.
Y en cuanto a España, sí que sabe usted mucho de matemáticas: incluso según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), de finales de 2022, «cocinada» por su presidente, el socialista anticatólico (valga la redundancia) José Félix Texanos, el 56% de los españoles consultados se declara católico, lo que, teniendo en cuenta que en 2023 la población española es de más de 47,6 millones de habitantes, se traduce en casi 27 millones de católicos (sólo entre los consultados, porque si se tienen en cuenta todos los…
…bautizados en la Iglesia católica, la cifra se eleva considerablemente), no los 25 millones que dice usted (sólo se ha «confundido», como quien no quiere la cosa, en 2 milloncejos de nada, es decir, casi la mitad de la población del Congo.
Siga usted trolleando y proyectando en sus deposiciones sus malos deseos, en vez de meterse con los números, pues no se le dan a usted muy bien. Escribir tampoco, dicho sea de paso: ni letras, ni números (vamos, que está usted condenado al trolleo irremediablemente; o si no, a dibujar).
Aclaración: acabo de caer la cuenta de que no se trata de la República del Congo, sino de la República Democrática del Congo, que son dos países diferentes. Y éste último sí tiene más población (99 millones). Dicho lo cual, lo dicho anteriormente no varía: incluso aunque hubiera allí 50 millones de católicos, éstos representarían tan sólo la mitad de la población, frente al caso de España, cuyas cifras he dado más arriba. Así que, la comparación de ambos países arroja que, proporcionalmente a su población, hay menos católicos en la RDC que en España. ¿Era éso lo que quería usted destacar, troll? Porque, si no, sigue usted siendo una nulidad en matemáticas (incluso después de aclarada la confusión de países de mi primer comentario).
Y una corrección de erratas: donde dice: «José Félix Texanos», debe decir: «José Félix Tezanos».
RDC población 95,89 millones (2021). Número de católicos 50 millones = 52,14%.
España población 47,42 millones (2021). Número de católicos 25 millones = 52,72%.
¡Gana la banca!
Si aplica la población que estiman algunos en el Congo en el 2022 (108 407 721 millones), aún mayor diferencia.
– RDC: 99.010.212 habitantes (datos de la ONU, 2022).
– España: 47.615.034 (datos del INE, 2022).
Si en RDC hay 50 millones de católicos (según el troll), estos supondrían exactamente el 50,5% de la población. En cambio, la entrada «Iglesia católica en la República Democrática del Congo» de Wikipedia, con cifras de 2021, dice que el número de católicos era de aproximadamente 30 millones de personas, es decir, el 30,3% de la población.
En España, en cambio, hay casi 27 millones de católicos declarados (concretamente 26.664.419 personas, según las cuentas de Tezanos tras una encuesta; bautizados seguramente superen los 35 millones), que suponen el 56% de la población.
Exactamente lo que ya había dicho previamente.
El porcentaje de católicos en ambos países quedaría así:
España: 56% según el CIS.
RDC: 30,3% según Wikipedia (1)
(1) 50,5% según datos del troll.
La manipulacion de la información, en algunas fuentes de este portal, llega a ser indignarse. El Papa Francisco ha celebrado la Santa Misa ante más de un millón de fieles congoleño y para el redactor de esta noticia, esa cantidad se ha convertido en un «numeroso grupo de personas». Lamentable
Vaya, otro nick «nuevo» con la misma cantinela. Si no le gusta la página, ¿qué hace usted aquí?
Bueno, al grano: así que, ¿nada menos que «más de un millón» han ido a la misa de Francisco? ¿Los ha contado usted a todos? Igual se le ha escapado alguno cuando le ha fallado el conteo con los dedos y se ha pasado usted a hacerlo con el ábaco. Desde luego, en las imágenes de ayer de la explanada del aeropuerto de Ndolo en Kinsasa no había más de un millón de personas ni de broma. Y en el Estadio de los Mártires de Kinsasa, su última parada en el Congo, hoy mismo, sólo caben 80.000 personas (más o menos las mismas que suelen juntar los macro conciertos de pop y rock cuando se hacen en estadios de todo el mundo, y bien apretaditos, no como en misa). En cualquier caso, si ha ido mucha gente, ¿qué? ¿Es una nueva estrategia vaticana, vaciar de fieles Occidente y reemplazarlos con africanos (que en algún momento también disminuirán, porque el…
…proselitismo «es muy malo»)? Con otra visita suya seguro que consigue reducirlos a la mitad, que debe de ser el objetivo de la visita, porque por donde pasa no vuelve a crecer la hierba, como el caballo de Atila.
«El peligro que tenemos es seguir el espíritu del mundo en lugar del espíritu de Cristo»
¡No me lo puedo creer, le ha traicionado el subconsciente y ha dicho la verdad! Está claro que en la oración el sujeto es el plural mayestático.