Durante el rezo del Ángelus de este pasado domingo, el Papa Francisco escogió del Evangelio para comentar la Bienaventuranza que dice «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos».
«¿Quiénes son los “pobres de espíritu”? Son aquellos que saben que no se bastan consigo mismos, que no son autosuficientes, y viven como “mendicantes de Dios”: se sienten necesitados de Dios y reconocen que el bien viene de Él, como don, como gracia. Quien es pobre de espíritu atesora lo que recibe; por eso desea que ningún don se desperdicie», dijo Francisco.
El Papa centró su reflexión sobre «un aspecto típico de los pobres de espíritu: no desperdiciar». El Pontífice señaló que «los pobres en espíritu buscan no desperdiciar nada. Jesús nos muestra la importancia de no desperdiciar, por ejemplo, después de la multiplicación de los panes y de los peces, cuando pide que se recoja la comida que ha sobrado para que nada se pierda (cfr. Jn 6,12). No desperdiciar nos permite apreciar el valor de nosotros mismos, de las personas y de las cosas».
El Obispo de Roma lamentó que se trata de «un principio a menudo desatendido, sobre todo en las sociedades más ricas, en las que domina la cultura del derroche y la cultura del descarte: ambas son una peste. Quisiera proponeros tres desafíos contra la mentalidad del derroche y del descarte».
El primer desafío, indicó el Papa, es el de «no desperdiciar el don que nosotros somos». «Cada uno de nosotros es un bien, independientemente de las cualidades que tiene. Cada mujer, cada hombre es rico no solo de talentos, sino de dignidad, es amado por Dios, vale, es valioso. Jesús nos recuerda que somos bienaventurados no por lo que tenemos, sino por lo que somos. Y cuando una persona se deja ir y se abandona, se desperdicia a sí misma. Luchemos, con la ayuda de Dios, contra la tentación de considerarnos inadecuados, equivocados, y de compadecernos a nosotros mismos», agregó el Santo Padre.
Francisco dijo que el segundo desafío es «no desperdiciar los dones que tenemos». «Resulta que en el mundo cada año se desperdicia cerca de un tercio de la producción total de alimentos. ¡Y esto mientras muchos mueren de hambre! Los recursos de la creación no se pueden usar así; los bienes deben ser custodiados y compartidos, de forma que a nadie le falte lo necesario. ¡No malgastemos lo que tenemos, difundamos una ecología de la justicia y de la caridad, del compartir!», señaló el Sucesor de Pedro.
El tercer desafío al que hizo mención el Papa fue «no descartar a las personas». «La cultura del descarte dice: te uso hasta que me sirves; cuando ya no me intereses o seas un obstáculo para mí, te tiro. Y se tratan así especialmente a los más frágiles: los niños todavía no nacidos, los ancianos, los necesitados y los desfavorecidos. Pero las personas no se pueden tirar, ¡los desfavorecidos no se pueden tirar! Cada uno es un don sagrado, y cada uno es un don único, a cualquier edad y en cualquier condición. ¡Respetemos y promovamos la vida siempre! ¡No descartemos la vida!», enfatizó Francisco.
Por último, el Papa Francisco lanzó varias preguntas para la reflexión personal: «¿cómo vivo la pobreza de espíritu? ¿Sé hacer espacio a Dios, creo que Él es mi bien, mi verdadera y gran riqueza? ¿Creo que Él me ama o me dejo ir con tristeza, olvidando que soy un don? Y también: ¿estoy atento a no desperdiciar, soy responsable en el uso de las cosas, de los bienes? ¿Y estoy dispuesto a compartirlos con los otros o soy un egoísta? Finalmente: ¿considero a los más frágiles como dones valiosos que Dios me pide que custodie? ¿Me acuerdo de los pobres, de quién está privado de lo necesario?».
Conflicto Israel-Palestina
Tras el rezo del Ángelus, el Papa dijo que «con gran dolor recibo las noticias que llegan desde Tierra Santa, en particular de la muerte de diez palestinos, entre los cuales una mujer, muertos durante las acciones militares israelíes de antiterrorismo en Palestina; y de lo sucedido cerca de Jerusalén el viernes por la noche, cuando un palestino mató a siete judíos israelíes y otro hirió a tres a la salida de la sinagoga».
El Papa afirmó que «la espiral de muerte que aumenta cada día no hace otra cosa que cerrar los pocos destellos de confianza que hay entre los dos pueblos. Desde el inicio del año decenas de palestinos han muerto en los tiroteos con el ejército israelí. Hago un llamamiento a los dos Gobiernos y a la Comunidad internacional, para que se encuentren, enseguida y sin demora, otros caminos, que incluyan el diálogo y la búsqueda sincera de la paz».
Ucrania
El Papa volvió a renovar su llamamiento por la grave situación humanitaria en el corredor de Lachín, en el Cáucaso Meridional. «Estoy cerca de todos aquellos que, en pleno invierno, están obligados a hacer frente a estas condiciones deshumanas. Es necesario realizar todo esfuerzo a nivel internacional para encontrar soluciones pacíficas por el bien de las personas», señaló el Pontífice.
«¡Y ahora con gran afecto saludo a los chicos y las chicas de Acción Católica de la diócesis de Roma! Habéis venido en la “Caravana de la Paz”. Os doy las gracias por esta iniciativa, más valiosa este año porque, pensando en la martirizada Ucrania, nuestro esfuerzo y nuestra oración por la paz deben ser todavía más fuertes. Pensemos en Ucrania y recemos por el pueblo ucraniano, tan maltratado», añadió Francisco.
Viaje Apostólico al Congo y Sudán del Sur
El Papa recordó que mañana martes iniciará el viaje apostólico en la República Democrática del Congo y en la República de Sudán del Sur. «Doy las gracias a las autoridades civiles y a los obispos locales por las invitaciones y por los preparativos de estas visitas, saludo con afecto a esas queridas poblaciones que me esperan», dijo el Papa.
Sobre este inminente y arriesgado viaje, el Santo Padre subrayó que «esas tierras están probadas por largos conflictos: la República Democrática del Congo sufre, sobre todo en el este del país, por los enfrentamientos armados y por la explotación; mientras que Sudán del Sur, desgarrado por años de guerra, no ve la hora de que terminen las violencias constantes que obligan a tantas personas a vivir desplazadas y en condiciones de gran penuria».
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Francisco ha hablado sin mencionar la palabra aborto, sin argumentos, de una manera tan genérica que no concreta. De soslayo y para disimular. Francisco no combate el aborto, y su pasividad en el tema le convierte en cómplice.
«El tercer desafío al que hizo mención el Papa fue «no descartar a las personas». «La cultura del descarte dice: te uso hasta que me sirves; cuando ya no me intereses o seas un obstáculo para mí, te tiro. Y se tratan así especialmente a los más frágiles: los niños todavía no nacidos, los ancianos, los necesitados y los desfavorecidos. Pero las personas no se pueden tirar, ¡los desfavorecidos no se pueden tirar! Cada uno es un don sagrado, y cada uno es un don único, a cualquier edad y en cualquier condición. ¡Respetemos y promovamos la vida siempre! ¡No descartemos la vida!», enfatizó Francisco.»
Aquí el papa Francisco nos dice que hay que defender la vida desde su nacimiento hasta su muerte natural. ¡No al descarte!
Defiende la vida.
«hay que defender la vida desde su nacimiento hasta su muerte natural»
¿Cómo dice? Lo que usted afirma es la misma barbaridad que sostiene cualquier abortista. La vida humana hay que defenderla desde el momento de la concepción. ¿O acaso las mujeres embarazadas tienen en su interior una piedra, un geranio o un cocodrilo, que por arte de magia se convierte en un ser humano durante el parto? Medite usted la Visitación de Nuestra Señora a su prima Santa Isabel.
Se entiende que quería decir desde su concepción.
No, no se entiende. Y más cuando el propio Francisco excluye de su discurso a esos «niños» a los que no hay que «descartar» («asesinar» en español, palabra que él no ha utilizado JAMÁS, sustituyéndola, como mucho, por «homicidio», que es similar pero no igual, para quitarle gravedad y exculpar lo más posible a quienes lo perpetran, siendo en el caso del aborto un asesinato en toda regla y no un homicidio) cuando están en la primera etapa de la gestación:
«No digo una persona, porque se discute éso, pero un ser humano» (entrevista concedida a «American Magazine» en noviembre de 2022).
Es la enésima vuelta de tuerca que da para restar gravedad al aborto, como si moralmente éste fuera menos grave si se perpetra al inicio del embarazo. Vamos a ver: una vez concebido, ¿el ser humano en gestación no es persona desde el primer momento? Entonces, ¿qué es? ¿Una piedra, que luego se transforma en persona? ¿En serio se discute? ¿Quién lo discute?
¿Los proabortistas y quienes no son católicos? La Iglesia no lo discute, pues lo tiene bien claro: cuando la Santísima Virgen María visitó a su prima Santa Isabel, Nuestro Señor Jesucristo, recién concebido, ¿era ya una «persona»? ¿O el Verbo de Dios se unió hipostáticamente con una piedra hasta que ésta se convirtió por arte de magia, con el tiempo, en el niño que nacería más tarde? San Juan Bautista, del que en ese momento estaba embarazada Santa Isabel, ¿también era una piedra? Si es que no hay por donde cogerlo: no hay discurso o aclaración en que Francisco no cometa un error de bulto o diga un disparate, a ser posible contrario a la fe católica y el magisterio de sus predecesores, no importa del tema del que hable (y desgraciadamente habla de cualquier tema, generalmente sin tener ni idea, menos de lo que realmente debería hablar, de lo que seguramente tenga menos idea aún, o la idea que tenga sea errónea, para variar).
Muy buena explicación contra esas medias tintas bergoglianas, a que tiene acostumbrada a la población.
Tengamos ojo de no caer en esas sutiles trampas.
Siento mucho que os acordéis tan fácilmente de sus errores y no reconozcáis la cultura del descarte que está atacando a capa y espada.
Y no quiero extenderme mucho, pero cuando defiende la vida, desde su inicio hasta su muerte natural, que enlaza con la Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, por lo menos hay que reconocerle esa virtud.
Usted reconozca lo que le dé la gana. Yo no pienso reconocer tal cosa de quien habla de «descarte» para no emplear la palabra «muerte» (cultura de la muerte), que cuenta medias verdades, que emplea «homicidio» en vez de «asesinato» a propósito, y que tras afirmar una cosa, defiende la contraria, como es el caso de la abortista Agenda 2030, que no sólo apoya expresamente, sino que se lamenta de la tardanza en su implementación (incluyendo las medidas abortistas que contiene, que son uno de los puntos fuertes de dicha «agenda» de la cultura de la muerte). No, eso no es defender lo mismo que las Escrituras, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.
Asesinar es algo más grave que descartar. Es totalmente inapropiada la comparación.
Seguro que Bergoglio después pasará a pedir disculpas como lo hizo con sus dichos sobre la ideología de género ante el reverendo James Martin.
Sus palabras tienen el peso y la constancia de sus pensamientos más profundos.
Es que la Iglesia se ha ocupado tanto de poner gente capacitada, sabia y santa en la jerarquía que resulta obvio encontrarnos con Bergoglio gobernando la Iglesia.
Ellos pusieron al administrador infiel que rompe con la sucesión apostólica en la sede de Pedro diciendo Cristo no vuelve nunca, haremos de la Iglesia cosa propia y la salvaremos y la hundieron completamente.
Hay que reconocer que todas estas manifestaciones post mortem de que Benedicto renunció sólo prueban que no renunció a nada y el nivel moral de sus autores.
Todos unos cobardes estos sujetos que salen después de muerto Benedicto a hacerles decir cosas que nunca dijo tratando de congraciarse con Bergoglio.
Después de todos son estos mismos sujetos los que sabiendo que Benedicto no había renunciado a nada ocultaron la renuncia nombraron de facto a un administrador infiel que rompe con la sucesión apostólica en la sede de Pedro y lo llamaron papa por diez años.
Una vez muerto Benedicto recién allí se animaron a hablar y escribir sobre Benedicto lo que quisieron tuvieron diez años pero esperaron la muerte de Benedicto para hablar
¿quién podría creerles que no fuera un villano?
Bergoglín: se dice asesinar, no descartar. Tienes, a posta, menos expresión que el libro gordo de petete
Déjese de eufemismos, Bergoglio: se llama asesinar. Y a una persona indefensa, para más inri.
A los niños no nacidos abortados, no los descartan: los asesinan.