Los ángeles de Sevilla

Hermanas de la Compañía de la Cruz de Sevilla Hermanas de la Compañía de la Cruz de Sevilla
|

(Luigi Piras en Il Timone)-Contemplativas en la caridad, modernas en la fidelidad a su carisma original. Así es como las Hermanas de la Cruz han conquistado un pueblo y atraído vocaciones

Andalucía es la más poblada y mayor de las diecisiete comunidades autónomas españolas, con más de ocho millones de habitantes. Es el sur ibérico, se trata de una tierra que fascina por la estratificación y profundidad de su cultura, así como por esa pasión gitana que dio origen a la magia del flamenco. Una tierra tristemente probada por el paro y el dolor de la pobreza, pero extremadamente orgullosa de su historia y deseosa de preservar su lado tradicional, con sus cofradías y la magnificencia de sus procesiones (que los españoles, a lo largo de los siglos, también llevaron al sur de Italia y al continente americano). Una tierra, este es el aspecto que aquí nos interesa, donde la fe ha encontrado mayor arraigo que en el resto de España, al menos según las estadísticas.

En la tierra, un trozo de cielo 

El centro de Andalucía, su ciudad principal para la vida eclesial también, es Sevilla, que, enclavada a orillas del Guadalquivir, muestra lo mejor de sí misma a los casi nueve millones de turistas que la visitan cada año. Se presenta, especialmente a los creyentes, con el esplendor de su catedral – en la que descansa Cristóbal Colón -, con la grandeza de la Giralda, el antiguo minarete convertido en la torre más bonita de España, junto las numerosas iglesias que adornan la ciudad, así como con las esmeraldas que embellecen el manto de Nuestra Señora de la Macarena, la venerada imagen de madera que recorre las calles de la ciudad en la Madrugá.

Pero si uno quisiera buscar el corazón espiritual de esta ciudad, tendría que dejar a un lado la Lonely Planet o la guía Touring, alejarse de las nobles calles del centro y de las históricas iglesias y dirigirse a una calle semianónima, la calle Santa Ángela de la Cruz, en el número 4. Aquí, si el buscador anónimo llegara a última hora de la tarde, dirigiéndose a la capilla ubicada en el edificio, se encontraría con una escena de otro tiempos: unas sesenta monjas con su hábito marrón y sus largos velos, veinte de ellas novicias, arrodilladas en el suelo en adoración a Jesús Eucaristía. El canto querúbico de las Vísperas tras el largo silencio, probablemente le daría la sensación de encontrarse, más que en otro tiempo, realmente fuera del tiempo, en una de esas situaciones en las que resplandecen las realidades espirituales que son la sustancia de nuestra fe. Una abertura en la tierra que deja entrever el Cielo.

Santa Ángela de la Cruz

Las monjas en cuestión son las Hermanas de la Compañía de la Cruz de Sevilla, para todos Hermanas de la Cruz, un instituto de derecho pontificio fundado en 1876 por Santa Ángela de la Cruz (1846-1932), nacida María de los Ángeles Guerrero González (nomen omen para un destino angélico), canonizada en 2002. María nació en Sevilla en el seno de una familia muy modesta pero rica en fe. Empezó a trabajar como jornalera cuando era poco más que una niña. Hacia el final de su adolescencia, intentó ingresar primero en las Carmelitas Descalzas y luego en las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, pero una salud incierta se lo impidió. Un día, a la edad de 25 años, mientras rezaba, vio a Cristo crucificado y junto a él otra cruz vacía, esperándola. Bajo la guía de su director espiritual, comenzó a esbozar las líneas generales de una congregación dedicada a la oración y la caridad, con la consigna de “hacerse pobre con los pobres para llevarlos a Cristo”, que pronto cobró vida. Fue una historia luminosa, pero, cabría pensar, similar a muchas otras de aquella época, la segunda mitad del siglo XIX, que vio una explosión de nuevas congregaciones femeninas. Sin embargo, la historia de las Hermanas de la Cruz presenta más de una singularidad.

Plena fidelidad a los orígenes

En primer lugar, entre Sevilla y estas consagradas nació una relación como no ha ocurrido con ninguna otra realidad religiosa desde entonces hasta ahora. “Omnia vincit caritas” recordaba san Pablo a los cristianos de Corinto: las hijas de santa Ángela de la Cruz, saliendo al encuentro de los sufrimientos materiales y espirituales de las personas, entrando en los hogares más humildes para llevar ayuda y consuelo, se han ganado también la confianza y la estima general. Es fácil verlas caminando en misión por las calles de la ciudad, siempre de dos en dos como dice el Evangelio y como era costumbre para los religiosos. Una relación, la de Sevilla, pero también de Andalucía, con las Hermanas de la Cruz, que recuerda a la de los bengalíes con las Misioneras de la Caridad de Santa Teresa de Calcuta. La otra singularidad se refiere al modo en que el Instituto se ha mantenido fiel a sus orígenes y lo que ello ha generado. Santa Ángela escribió en 1925: “Y después de cien años, quien vea a una Hermana de la Cruz podrá decir: es como las primeras, el mismo hábito exterior y el mismo interior, el mismo espíritu de abnegación, el mismo sacrificio… sí, son realmente ellas: son Providencia para los pobres, dan de comer a los hambrientos, visten a los desnudos, buscan casa para los peregrinos, visitan a los enfermos, los limpian, los custodian, sacrificando su descanso”.

Orden próspera en vocaciones

Cien años después, ese deseo se ha hecho realidad. Y en gran parte por el mérito de la Madre María de la Purísima de la Cruz (1926-1998), nacida María Isabel Salvat Romero, que fue Superiora General de las Hermanas durante 21 años y fue declarada santa en 2015, apenas 17 años después de su muerte: la canonización más rápida después de la de Juan Pablo II. A diferencia de la fundadora, María de la Purísima nació en el seno de una familia culta y acomodada de Madrid y se consagróa los 18 años, en 1946. En 1977 fue elegida Superiora General, cargo que ocupó hasta su muerte. Guió a las Hermanas con dones de discernimiento y liderazgo. Resistió a la presión de quienes querían que las hermanas actualizaran un estilo juzgado preconciliar, eliminando prácticas ascéticas consideradas anticuadas, relajando la austeridad. Y atrajo bastantes críticas. Pero los frutos le dan la razón: hoy, en el desierto vocacional, las Hermanas son una de las pocas realidades que pueden calificarse como sanas y que suscitan vocaciones. Actualmente son aproximadamente 600 en 56 casas repartidas mayoritariamente por España, Argentina y también Italia, en Roma. En la misa de su beatificación, en el estadio de Sevilla el 18 de septiembre de 2010, el entonces Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Angelo Amato, dijo que podría considerarse a María de la Purísima como la “madre del postconcilio”, ejemplo de la verdadera renovación que quiso el Vaticano II: “Fidelidad a los valores, no a las modas, a la sustancia, no a las apariencias”. Y cuando al comienzo de su homilía se dirigió a sus hijas espirituales, en primera fila, estalló un aplauso espontáneo que duró siete minutos: el agradecimiento de un pueblo a estas mujeres que no buscaron la igualdad de oportunidades en la Iglesia, sino que simplemente, como María de Betania, eligieron y obtuvieron la mejor parte.

Publicado por Luigi Piras en Il Timone

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana

Ayuda a Infovaticana a seguir informando

Comentarios
4 comentarios en “Los ángeles de Sevilla
  1. Sí, fidelidad a los orígenes.

    Pero una corrección al artículo. Sólo atienden enfermas, no varones.

    Venerables a tope, pero el querer conservar hábito tradicional y la ascesis religiosa, no es óbice para modernizarse un poco en su tarea de asistencia a los enfermos, que ha cambiado. Unos estudios de enfermería no les vendrían mal.

    1. Eso no es cierto, les ayudo como laico perosnalmente. No se si puedo ponerle aquí un enlace de un documental de youtube: «Sor Ángela», busquelo y verá que atienden a personas mayores, mujeres y varones, a necesitados con alimentos, y a discapacitados, además de un orfanato que tienen (que este sí es femenino).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 caracteres disponibles