Benedicto XVI: Católicos y protestantes no pueden compartir la comunión

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Uno de los temas controvertidos que plantea el camino sinodal alemán y que sin duda se debatirá en el sínodo de la sinodalidad, la intercomunión con los protestantes, era misión imposible para el difunto Benedicto XVI, quien alegaba que lo impedían diferencias fundamentales.

En un ensayo publicado a título póstumo, ‘¿Qué es el cristianismo?’, el Papa Ratzinger responde a la pregunta, tan calurosamente debatida en los últimos años, de si es lícito que católicos y protestantes compartan la Eucaristía.

En este ensayo, parcialmente recogido previamente en un libro de 2020 escrito en gran parte por el cardenal Robert Sarah, Benedicto XVI denuncia que el Vaticano II “no abordó el cuestionamiento fundamental del sacerdocio católico por parte de la Reforma del siglo XVI». Esta es una «herida que ahora se hace sentir y que, en mi opinión, finalmente debe abordarse de manera abierta y fundamental». El ex Papa destaca que es un asunto «tan importante como difícil, porque de él pende todo el problema de la interpretación de la Escritura, cuya hermenéutica definió Lutero».

Benedicto XVI ve el error fundamental de Lutero al construir una contradicción insalvable entre el concepto de sacerdote en el Antiguo Testamento y el sacerdocio establecido por Jesús. Toda la construcción de Lutero se basa en el contraste entre la ley y el Evangelio, entre la justificación por las obras y la justificación por la sola fe. En verdad, sin embargo, la iglesia primitiva ya combinó el sacerdocio del Antiguo Testamento con los ministerios del Nuevo Testamento y no vio la justificación por la fe y por las obras como una contradicción.

Debido a sus fundamentos teológicos completamente opuestos, «es bastante claro que ‘Comunión’ y ‘Misa’ son dos formas de culto fundamentalmente diferentes, que se excluyen mutuamente por su naturaleza. Cualquiera que predique la intercomunión hoy debe recordar esto», escribe.

Con respecto a las disputas intracatólicas sobre el Sacrificio de la Misa, Benedicto señaló que en la reforma litúrgica posterior a 1969 «las tesis de Lutero jugaron implícitamente un cierto papel, por lo que algunos círculos podrían afirmar que el decreto del Concilio de Trento sobre el Sacrificio de la Misa había sido abolido tácitamente». Por lo tanto, expresó la suposición de que la dureza de la resistencia a la Misa Antigua se debía en parte al hecho de que algunos veían en ella una idea inaceptable de sacrificio y expiación en acción.

«Es obvio que el pensamiento moderno se lleva mejor con el enfoque de Lutero que con el católico”, llega a escribir Benedicto. “Porque la interpretación pneumatológica de la Escritura que usa el Antiguo Testamento como un camino hacia Jesucristo es casi inaccesible al pensamiento moderno, sin embargo, es claro que Jesús no pensaba en el sentido de una ‘sola fide’ radical, sino en el sentido de un cumplimiento de la ley y de los profetas. tarea de la nueva generación, la de crear las condiciones para una comprensión renovada de lo que he expuesto aquí».

El Papa difunto también critica algunos intentos actuales de diálogo entre cristianos y musulmanes, frecuentemente caracterizados por el «conocimiento inadecuado de las Sagradas Escrituras» de ambas religiones. Además, este diálogo es a menudo «estructuralmente erróneo».

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Comentarios
10 comentarios en “Benedicto XVI: Católicos y protestantes no pueden compartir la comunión
  1. El Papa Benedicto XVI era muy bueno, y daba luz frente a las tinieblas. Fue una lástima que, en los últimos diez años de su vida, escondiera el celemín bajo la mesa, en vez de iluminar desde lo alto como manda el Evangelio (Cfr. Lc 11,33)

    1. Tal vez no está vd. al tanto de todo por la sencilla razón de que no tenemos tiempo para todo. Pero se ha escrito después de la muerte de Benedicto cuales fueron sus motivos reales de renuncia: los médicos le habían dicho que por su estado de salud le quedaba un tiempo de vida corto. Además, él tenía claro -como muchos otros católicos, entre los que me cuento- que no quería repetir la experiencia final de Juan Pablo II. Esto le movió (tal vez hubiera otras causas) a renunciar. No esperaba ni él ni los médicos que durara tanto. Aunque personalmente creo que tiene su lógica: no es lo mismo dedicarse a cuidarse que tener que gobernar, trabajar, sufrir por el gobierno y por los otros etc.
      Si me pide vd. la fuente, dado todo lo que se ha escrito y he podido leer, no se la sé dar (Infovaticana, Infovaticana, blogs, etc.) pero ha estado escrito.

      1. Me parece una solemne estupidez lo que Vd. cuenta de los médicos y de su estado de salud. Resulta que ha durado casi diez años más y podía haber seguido como tal otros 10, o al menos 5 ó 6 más. También decían que Juan Pablo I estaba mal del corazón y por ello no renunció, más bien le «renunciaron» ¿ porque sabía demasiado y quería hacer limpieza? Y A Benedicto le apartaron porque molestaba demasiado para sus planes.

        1. Verá «poncho», las estupideces dependen de quién las considere y de su capacidad. Por ejemplo, predicar a Cristo, como bien escribe San Pablo era una «estupidez» o locura para los paganos, pero no, resulta que no lo era; era cuestión del recipiente, no de lo que se vertía en él. Además de eso, la falta de empatía en los diálogos, puede ser también signo de otras carencias. Recuerde que se ha dicho muy bien que la educación es la forma externa de la caridad y el lenguaje condicional suele ser una manera de buena expresión.
          Dicho esto creo que se erige en juez de los médicos pero, lo que dicen ellos y lo que comento yo sobre la duración , ambas cosas son bien creibles, aparte de documentadas como he comentado. ¿había o no, además de esa, otras razones? Si relee mi comentario verá vd. que dejo abierto a que pudiera haber, además, otras causas ¿cuál es la principal salud o las otras? Pues ni vd. lo sabe seguramente, ni yo tampoco. Y tampoco sabemos si se lo dijo a alguien o no.

  2. ¿De verdad hace falta qué un papa tenga que pronunciarse sobre esa obviedad? Debatir y tratar de justificar lo que, hasta que llegaron «eminentísimos teólogos como él», estaba claro hasta para un niño de siete 7 años que se había leído el Catecismo de Ripalda para hacer la primera Comunión, es tanto como darle visos de legitimidad. Si no hubieran empezado, él el primero, a organizar congresos ecuménicos en los que como decía Pío XI en Mortalium Animos: «ni la Sede Apostólica puede en manera alguna tener parte…y si lo hiciesen, darían autoridad a una falsa religión cristiana, totalmente ajena a la única y verdadera Iglesia de Cristo», e «invitar a discutir allí promiscuamente a todos, a infieles de todo género, de cristianos y hasta a aquellos que apostataron miserablemente de Cristo o con obstinada pertinacia niegan la divinidad de su Persona o misión»;
    Sigue…

    1. a llamar «hermanitos separados» a los herejes y excomulgar y llamar cimáticos a los que defienden la verdadera doctrina… no tendría que intentar después pegar los pedacitos del jarrón que él mismo rompió en gran parte. Como a la gallina de la anécdota de la penitencia que puso San Felipe Neri por un pecado de calumnia, ¿a ver quién le vuelve a poner ahora todas las plumas a la gallina? Lo repito de nuevo: con tanto intento por blanquearlo al final lo van a ennegrecer más.

      1. ¿Quién como Dios? Usted, al parecer, aunque solo en su papel de Juez supremo, no en los de Sabio, misericordioso, verdaderamente justo pues lee hasta lo más profundo del corazón…

        1. Debe haber meigas en la página. Contesté su comentario, se envió sin problemas, y ahora entro a ver si ha habido respuesta por su parte y el comentario no aparece. Es igual, se lo repito.

          No he entendido su comentario. Le pido perdón por mi torpeza y, si tiene a bien, le ruego me lo aclare.

    2. Tiene usted razón, Quién como Dios, que se hable de esa obviedad como un hito de Benedicto demuestra cómo está la Iglesia.

      En cuanto al «problema de la interpretación de la Escritura, cuya hermenéutica definió Lutero», él mismo, Ratzinger, podía haber tomado nota de las explicaciones que le dio Mons. Francesco Spadafora respecto a la asunción de la exégesis protestante en la Iglesia Católica por parte de la Pontificia Comisión Bíblica, de la que Ratzinger era presidente, además de Prefecto para la Doctrina de la Fe; pero, según cuenta el propio Spadafora, fue completamente ignorado.

      Pero no importa, lo pone en el “frontispicio” de esta página Web: “No hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado.” (Evangelio de San Lucas 8, 17).

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