Monseñor Georg Gänswein ha concedido una entrevista a Radio Vaticana en la que ha repasado los últimos momentos de Benedicto XVI y que compartimos a continuación:
Silvia Kritzenberger
Triste, conmovido, pero al mismo tiempo en paz. El arzobispo Georg Gänswein, Prefecto de la Casa Pontificia y secretario particular primero del cardenal Joseph Ratzinger y después de Benedicto XVI, está en los estudios de Radio Vaticano. Relata los últimos momentos de la existencia terrenal del hombre que sirvió a la Iglesia como Obispo de Roma de 2005 a 2013, antes de tomar una decisión histórica con su renuncia al papado hace casi diez años.
Miles de fieles rindieron homenaje a los restos mortales del Papa emérito. Ha pasado gran parte de su vida con él, ¿cómo vive este momento?
Humanamente, muy sufrido. Espiritualmente, muy bien. Sé que el Papa Benedicto está ahora donde quería ir.
¿Cuál ha sido el espíritu con el que Benedicto XVI ha vivido estos últimos días? ¿Cuáles fueron sus últimas palabras?
No oí sus últimas palabras con mis propios oídos, pero la noche antes de su muerte las oyó uno de los enfermeros que estaba de guardia. Hacia las tres: ‘Señor, te amo’. El enfermero me lo dijo por la mañana nada más llegar a la habitación, fueron las últimas palabras que realmente comprensibles. Normalmente, rezábamos las alabanzas delante de su cama: también aquella mañana le dije al Santo Padre: ‘Hagamos como ayer: yo rezo en voz alta y ud se une espiritualmente’. De hecho, ya no le era posible rezar en voz alta, estaba realmente cansado. Allí sólo abrió un poco los ojos -había entendido la pregunta- y asintió con la cabeza. Así que empecé. Hacia las 8 empezó a respirar cada vez con más dificultad. Había allí dos médicos -el Dr. Polisca y un reanimador- y me dijeron: ‘Tememos que ha llegado el momento que tenga que soportar su última lucha en la tierra. Llamé a las memores y también a la hermana Brígida, les dije que vinieran porque estaba agonizando. En ese momento estaba lúcido. Yo había preparado de antemano las oraciones de acompañamiento para el moribundo, y rezamos durante unos 15 minutos, todos juntos, mientras Benedicto XVI respiraba cada vez con más dificultad, cada vez veía que no podía respirar bien. Entonces miré a uno de los médicos y le pregunté: «Pero, ¿está agonizando?». Me dijo: ‘Sí, ha empezado, pero no sabemos cuánto durará.
¿Y luego qué pasó?
Estábamos allí, cada uno ha rezado en silencio, y a las 9.34 horas exhaló su último suspiro. Luego continuamos las oraciones ya no por los moribundos sino por los muertos. Y concluimos cantando «Alma Redemptoris Mater». Murió en la octava de Navidad, su tiempo litúrgico favorito, en el día de uno de sus predecesores: San Silvestre, Papa bajo el emperador Constantino. Había sido elegido en la fecha en que se conmemora a un Papa alemán, San León IX, de Alsacia; murió en el día de un Papa romano, San Silvestre. Les dije a todos: ‘Llamaré inmediatamente al Papa Francisco, él es el primero en saberlo’. Le llamé y me dijo: «¡Voy inmediatamente!». Luego vino, le acompañé al dormitorio donde murió y les dije a todos: ‘Quédense’. El Papa saludó, le ofrecí una silla, se sentó junto a la cama y rezó. Dio la bendición y se despidió. Esto ocurrió el 31 de diciembre de 2022.
¿Qué palabras de su testamento espiritual le han conmovido más?
El testamento como tal fue lo que más me conmovió. Elegir unas pocas palabras es difícil, debo decir. Pero este testamento ya se había escrito el 29 de agosto de 2006: la fiesta litúrgica del martirio de San Juan Bautista. Está escrito a mano, muy pequeño pero legible, en el segundo año de su pontificado. En alemán dice «O-Ton Benedikt», que significa «éste es Benedicto». Si tuviera un texto como tal, sin conocer al autor, lo habría reconocido. Dentro está el espíritu de Benedicto. Leyéndolo o meditándolo se ve que es suyo. Todo él está aquí, en dos páginas.
Es en síntesis una acción de gracias a Dios y a la familia …
Sí. Es una acción de gracias, pero también es un estímulo para los fieles, para que no se dejen llevar por ninguna suposición, ni en el campo teológico o filosófico ni en ningún otro. En definitiva, es la Iglesia la que comunica, es la Iglesia, Cuerpo de Cristo que vive, la que comunica la fe a todos y para todos. A veces, incluso en teología, si hay teorías muy iluminadas, o teorías que lo parecen, puede ser que al cabo de un año o dos ya hayan pasado. Es la fe de la Iglesia católica, esto es lo que verdaderamente nos trae la liberación y nos pone en contacto con el Señor.
¿Cuál es el mensaje más fuerte de su pontificado?
Su fuerza reside en el lema que eligió cuando se convirtió en Arzobispo de Munich, citando la tercera carta de Juan: «cooperatores veritatis», es decir, «cooperadores de la verdad», lo que significa que la verdad no es algo pensado, sino que es una persona: es el Hijo de Dios. Dios se encarnó en Jesucristo, en Jesús de Nazaret, y éste es su mensaje: no sigas una teoría sobre la verdad, sino sigue al Señor. «Yo soy el camino, la verdad y la vida». Este es su mensaje. Un mensaje que no es una carga: más bien es una ayuda para llevar todas las cargas de cada día, y esto da alegría. Los problemas están ahí, pero cuanto más fuerte es la fe, más fuerte debe ser la fe para tener la última palabra.
El mundo nunca olvidará aquel 11 de febrero de 2013, el anuncio de su renuncia. Hay quienes siguen diciendo que no fue una elección libre o incluso que de alguna manera quería seguir siendo Papa. ¿Qué le parece?
Esta misma pregunta, se la he hecho yo mismo en varias situaciones diciendo: «Santo Padre, están buscando un dietrología sobre el anuncio del 11 de febrero después del consistorio. Buscan, buscan, buscan…». Benedicto replicó: «Los que no creen que lo que he dicho es la verdadera razón de la renuncia, no me creerán aunque ahora les diga: «¡Créanme, es así!». Esta es y sigue siendo la única razón y no debemos olvidarla. Me predijo esta decisión: ‘Debo hacerlo’. Fui de los primeros que intentaron disuadirle. Y me contestó secamente: ‘Mira, no te pido tu opinión, sino que te comunico mi decisión. Rezaba, sufría, tomó coram Deo’. Hay quienes no creen o hacen teorías, diciendo que ‘dejaría una parte pero se quedaría con otra’, etc.: todos los que dicen esto sólo hacen teorías sobre una palabra u otra y al final no confían en Benedicto, en lo que dijo. Esto es realmente una afrenta contra él. Por supuesto, cada uno tiene su voluntad, su libertad, y puede decir cosas con sentido o con menos sentido. Pero la verdad desnuda es ésta: ya no tenía fuerzas para dirigir la Iglesia, como dijo en latín aquel día. Le pregunté: «Santo Padre, ¿por qué en latín?». Él respondió: «Este es el lenguaje de la Iglesia». Los que piensan que pueden o deben encontrar alguna otra razón se equivocan. Comunicó la verdadera razón. Amén.
¿Qué aspecto le ha impresionado más estando cerca a Benedicto durante su larga etapa como emérito?
Casi diez años. Benedicto -ya como cardenal, ya como profesor- tenía un gran don. Muchos dicen humildad: sí, es cierto, pero también -esto quizá no era tan evidente- capacidad para aceptar cuando la gente no estaba de acuerdo con lo que decía. Como profesor, esto es normal: existe la confrontación, el discurso, la «lucha» entre diferentes argumentos. En este contexto también se utilizan palabras fuertes, pero sin herir nunca y, a ser posible, sin ser polémico. Otra cosa es cuando uno es obispo y luego Papa: predica y escribe no como una persona particular, sino como quien ha recibido el mandato de predicar y ser pastor de un rebaño. El Papa es el primer testigo del Evangelio, más aún, del Señor. Y allí vimos que sus palabras, las palabras del Sucesor de Pedro, no fueron aceptadas. Pero esto nos dice que el liderazgo de la Iglesia no sólo se hace mandando, decidiendo, sino también sufriendo, y esta parte de sufrimiento no fue poca. Cuando se convirtió en emérito, ciertamente toda la responsabilidad y todo el pontificado habían terminado para él.
¿Creía que viviría tanto después de su renuncia?
Hace unos tres meses le dije: ‘Santo Padre, nos acercamos a mi décimo aniversario de episcopado: Epifanía de 2013, Epifanía de 2023. Debemos celebrarlo». Pero también significa diez años desde su renuncia. Algunas personas me dicen: ‘¿Pero cómo es que renunció diciendo que ya no tenía fuerzas y luego sigue viviendo diez años? Y él respondió: ‘Debo decir que soy el primer sorprendido de que el Señor me haya dado más tiempo. Pensé que un año como mucho, ¡y Él me dio diez! Y 95 es una buena edad, pero los años y la vejez también tienen su peso, incluso para un «Papa emérito». Y añadió: «Lo acepté y traté de hacer lo que había prometido: rezar, estar presente y, sobre todo, acompañar a mi sucesor con la oración. Y esto es muy hermoso. También recomiendo a algunos que tienen problemas con esto que relean lo que dijo Benedicto, agradeciendo al Papa Francisco en la Sala Clementina en el 65 aniversario de su ordenación sacerdotal. Finalmente, una vez le dije bromeando, no muy elegantemente: ‘Santo Padre, usted hizo la cuenta, sin el dueño del restaurante, (“Santo Padre lei ha fatto i conti senza l’oste) … Él respondió: ‘No hice ninguna cuenta: he aceptado lo que el Señor me ha dado’. Él me ha dado esto, debo agradecérselo. Esta es mi convicción. Otros pueden tener otras ideas, teorías o convicciones, pero ésta es la mía».
¿Cuál ha sido la mayor enseñanza para su vida y qué es lo que más echará de menos de Joseph Ratzinger?
La mayor enseñanza es que la fe escrita, la fe hablada y proclamada no es sólo algo que dijo y predicó, sino algo que vivió. Es decir, el ejemplo para mí es que la fe aprendida, enseñada y proclamada se convirtió en la fe vivida. Y esto para mí -incluso en este momento en que estoy sufriendo, no solo- es un gran alivio espiritual.
En su testamento, Benedicto escribió: «Si en esta hora tardía de mi vida miro hacia atrás, hacia las décadas que he vivido, ante todo veo cuántas razones tengo para dar gracias». ¿Era un hombre feliz y realizado?
Era un hombre profundamente convencido de que en el amor del Señor uno nunca se equivoca, aunque humanamente cometa muchos errores. Y esta convicción le dio paz y – se podría decir – esta humildad y también esta claridad. Siempre decía: ‘La fe debe ser una fe sencilla, no simplista, sino sencilla. Porque todas las grandes teorías, todas las grandes teologías se basan en el fundamento de la fe. Y éste es y sigue siendo el único alimento para uno mismo y también para los demás».
Gracias por estar con nosotros
Soy yo quien les da las gracias por esta invitación: he venido de muy buena gana y sé bien que el Papa Benedicto se ha sentido muy apoyado y también -si puedo decirlo así- querido, querido por lo que han hecho, y también rodeado de vuestro afecto.
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Coincido con Gänswein.
Es cierto que había un contubernio contra Benedicto XVI en la que se conoce como la «mafia de San Gallo», tal como reconoció el mismo cardenal belga Daneels. Y es cierto que hubo presiones para quitarse de enmedio al Papa Benedicto porque era de buena doctrina y celo pastoral, lo cual estorbaba a los grupos de poder del NOM infiltrados en el Vaticano, que querían encumbrar al pontificado a alguien afín a ellos como es Francisco. Pero en definitiva, la dimisión de Ratzinger fue, bajo presión, pero libre y voluntaria.
Del mismo modo que los mártires y los apóstatas actúan bajo presión extrema, pero libre y voluntariamente, y por eso reciben premio o castigo de parte de Dios, así también Benedicto XVI renunció bajo presión, pero su decisión fue libre y voluntaria.
Y desde luego considero que esa abdicación es una mancha en su expediente, sobre todo si consideramos que él sabía que abandonando a la grey, podía entrar un lobo que viniera a devorarla.
Precisamente por esa renuncia, si tuviera que calificar el pontificado de Benedicto XVI, hasta su abdicación le daría un 8, pero tras la misma he de reducir a un 6.
Exactamente es eso, Benedicto se ofreció libremente como mártir. Sobre si la decisión de un mártir es libre o forzada habría que debatir. Nadie elegiría morir martirizado si no existe un motivo de suma importancia que le lleve a ello. Sin duda podríamos decir: elegí libremente entre las únicas dos opciones que me daban: que me cortaran un brazo o me cortaran los dos.
En lo que no coincido es en el «abandono de la grey». Se ofreció como mártir precisamente para salvar de los lobos a la grey. Si lo consiguió o no el tiempo lo dirá, pero sin duda su pontificado, activo o en oración, cada vez está siendo más alabado por la verdadera Iglesia, que no por sus enemigos que se inclinan, como no, por Bergoglio.
Hace falta ser un ególatra y un soberbio muy pagado de sí mismo para atreverse a juzgar y calificar a Benedicto XVI,
Quién te has creído que eres para hasta puntuales como si fuera la llamada de un teleoperador?
Ya que presumes de biblia y evangelio porque no te aplicas el » no juzguéis y no seréis juzgados» y «con la medida que juzguéis se os juzgará»
«Hace falta ser un ególatra y un soberbio muy pagado de sí mismo para atreverse a juzgar y calificar…»
Y hace falta ser un simple para incurrir en el acto en lo mismo que se denuncia. O admite usted que está emitiendo un juicio sobre Sacerdote Mariano o que se lo ha cogido usted con papel de fumar al aplicar aquello de no juzguéis y no seréis juzgados.
De traca!!
Comparar el comentario sobre el anónimo «sacerdote Mariano» y el que hace sobre BENEDICTO XVI…… es muy, pero que muy fuerte
Tan anónimo como usted. Venga, dé ejemplo e identifíquese. Claro que no se pueden comparar ambos comentarios: el uno es una valoración subjetiva sobre alguien, y lo suyo el mismo ataque personal de siempre, con insultos incluidos, con otro nick. Menos aspavientos y menos rasgarse las vestiduras, que lo que le ha dicho «Quién como Dios» es totalmente cierto, como todos los lectores podemos comprobar.
Hace siglos se hubiera cortado las venas viendo las críticas que hacían los fieles a los papas de entoces. Dante, en «la Divina Comedia», pone en el infierno a los papas Anastasio II y Nicolás III; este último está enterrado cabeza abajo y sostiene una llama con los pies, mientras espera que Bonifacio VIII muera y le empuje hacia abajo para ocupar su lugar. Dante augura que Bonifacio durará poco cabeza abajo pues pronto será suplantado por Clemente V. Si ha estado usted en la iglesia de Santa María de la Concepción de Roma, habrá visto el maravilloso cuadro de Guido Reni «San Miguel Arcángel encadenando al demonio». ¿Sabía usted que la cara del demonio es la del Papa Inocencio X?, ¿que éste ordenó que se retirara el cuadro y los frailes que gobernaban la Iglesia le mandaron a hacer gárgaras? ¡En Roma, al Papa reinante, en el siglo XVII! La papolatría es cosa de los últimos cien años.
No tiene por qué calificar el pontificado de Benedicto XVI: nadie le obliga. Hacerlo, de hecho, me parece una supina estupidez. Eso, por no hablar de las expresiones que emplea: tras su renuncia «he de reducir su nota a un 6». Dígame si es usted párroco de alguna iglesia en Madrid e iré a alguna de las misas que celebre, para escuchar atentamente sus homilías. Luego, si le parece, le otorgaré la nota que me parezca justa. Eso sí, después de leer muchos de sus comentarios, me temo que me vería obligado, en cualquier caso, a ponerle un 2 (sobre 10, claro está). Y eso, siendo generoso. Haga el favor de comportarse con la dignidad que debe corresponder a quien, se supone, es un sacerdote. Y deje de considerarse juez, criterio de medida y vara de medir al mismo tiempo y todo en uno.
¿Y qué está usted haciendo, si no es juzgar? ¿A usted sí le obliga alguien? «Consejos vendo…». Lo que es ridículo es ponerse a valorar un comentario de otro comentarista en el que da una opinión subjetiva: ¿puede usted cambiar cómo valora Sacerdote mariano a BXVI? No. Pues su pataleta no sirve para nada entonces. Cuando el comentario verse sobre hechos objetivos y mensurables podrá discutirle o refutar lo escrito; pero es del género tonto discutir los gustos de alguien. Si le gusta poco o mucho ese Papa, como si le gusta poco o mucho jugar al parchís, ¿qué tiene usted que decir? Además, ya nos sabemos de memoria el mantra del «dígame quién es usted». Dígalo usted: nombre, apellidos, DNI o pasaporte, dirección, teléfono, email… Si no, mejor cállese. Una vez identificado también podremos ir a valorarle a usted, aunque la recurrente obsesión contra Sacerdote mariano ya dice bastante. Que ya nos conocemos, ¿verdad?
Buenos días.
Una cosa si ha quedado clara ya….el «sacerdote mariano» amigo del Papa Francisco,tiene a un escriba …o fariseo a su servicio.
Que los Reyes le hayan traído lo que a todas luces necesita.
También nos conocemos el mantra de llamar fariseo a quien le canta las verdades del barquero (otro ejemplo de no juzgar, por lo visto; y no sólo juicio, sino sentencia incluida: fariseo… porque lo dice usted). Así que, no se esfuerce, pues cada vez quedará usted peor (ya lo hace sin necesidad de esfuerzo alguno).
Si la «dimisión» fue hecha bajo presión –¡y vaya que lo fue!– sólo los ignorantes, necios, tontos u ocultadores dolosos lo niegan, la supuesta dimision no fue libre, con lo cual, fue nula. En todo sistema jurídico los actos viciados gravemente en la voluntad, no son válidos y en muchos casos lo son «iuris et de iure».
Benedicto XVI fue un gran cooperador de la verdad, y su renuncia nos dejó sin esa defensa de la misma, por lo que la Iglesia lleva diez años inmersa en una apostasía creciente, que requiere urgentemente un cambio de rumbo para recuperar la ortodoxia. Lamentablemente esto no lo va a hacer Francisco, por lo que es urgente que abdique, para que se convoque un cónclave que nombre un buen pontífice capaz de confirmar a los hermanos en la fe de la Iglesia.
En cuanto al tema de si fue voluntaria o no la renuncia, coincido con los que opinan que sí lo fue. Benedicto XVI dimitió porque se sentía falto de fuerzas debido a su delicada salud resquebrajada por la edad. Esto no niega que hubiera una trama contra el Papa alemán, y es posible que sin ese acoso, desobediencia y desplante de muchos, Benedicto hubiera aguantado más tiempo, pero en definitiva tiró la toalla porque quiso.
También intuyo que, ante el desastre de Francisco, seguramente el Papa Benedicto XVI se arrepintió de haber renunciado.
Sacerdote Católico, dice usted muy acertadamente:»Esto no niega que hubiera una trama contra el Papa alemán, y es posible que sin ese acoso, desobediencia y desplante de muchos, Benedicto hubiera aguantado más tiempo, pero en definitiva tiró la toalla porque quiso.»
Con lo que está usted diciendo: Coincido con los que opinan que la renuncia fue voluntaria, pero no coincido del todo.
Me reitero: Benedicto eligió libremente entre que le cortaran las piernas a la Iglesia o le cortaran la cabeza, y en su «renuncia» optó «libremente» por lo primero ofreciendo sus piernas.
Los tiempos de la Iglesia no son los tiempos del mundo. La renuncia de S.S.Benedicto XVI, que no abdicación, cuesta entenderla desde un prisma puramente mundano, pero no desde una visión sobrenatural. Dentro de unas décadas el «pontificado» del sr. Bergoglio podría declararse nulo de pleno derecho como ha sucedido en los supuestos de los llamados antipapas, y será más fácil entender una realidad que, en cualquier caso, nos trasciende.
Excusatio non petita, accusatio manifesta.
¿no pedida? La pregunta es: «Hay quienes siguen diciendo que no fue una elección libre o incluso que de alguna manera quería seguir siendo Papa. ¿Qué le parece?» Está contestando a lo que le preguntan.
De verdad, muchos de ustedes se han instalado en una constante paranoia. Solo ven complots y maquinaciones en cada gesto y palabra.
La «non petita» está en la pregunta, en forzar la respuesta que obviamente no va a generar un caos dentro de la Iglesia.
Coincido con Giorgeta totalmente
Benedicto XVI hizo muy bien en renunciar. Si uno se ve imposibilitado e incapaz de desempeñar una muy importante labor, lo correcto es apartarse y abandonarse a la Divina Providencia. Puede que en otras cosas estuviera desacertado, pero en su dimisión acertó plenamente. Un 10 para Benedicto XVI.
¿Y qué tiene que ver la la Divina Providencia con «abandonarse»? Casualmente, sólo los heterodoxos que ni siquiera querían que fuera elegido alaban que renunciase. El resto, o bien lo lamentaron o, como mucho, lo aceptaron (no les quedó otra). Ya veríamos si también le habrían alabado si en vez de Francisco hubieran elegido a un Pío XIII. No se lo cree nadie.
Por otro lado, dice usted que «si uno se ve imposibilitado e incapaz de desempeñar una muy importante labor, lo correcto es apartarse y abandonarse». ¿Nos explica, entonces, por qué no lo hace Francisco, ya que sigue el criterio que usted ha dado, y por qué no lo pide usted? Porque no leo en su comentario que, como Francisco es incapaz de desempeñar su labor, debería renunciar. ¿Debemos deducir los lectores que usted valora a BXVI con un 10 por renunciar y con un 0 a Francisco por no hacerlo? Ande, sáquenos de dudas.
Francisco está haciendo lo que muchos no quieren: tomar las riendas de la Iglesia en un momento en que nadie serio quiere hacerlo, y en que muchos Judas están a la expectativa de conseguirlo, y alguno lo conseguirá. En diez años de Pontificado no se ha abolido el celibato sacerdotal, no se ha admitido el sacerdocio femenino, no ha cambiado oficialmente la doctrina católica sobre la homosexualidad o el divorcio (por muchas vueltas que se le den a Amoris Leticia o a supuestos comentarios privados del Papa, que a mí ya me traen sin cuidado). Y….. me atrevo a decir que cuando Francisco ya no esté y venga el siguiente, lo cual hará felices a muchos insensatos, el siguiente muy probablemente traerá todas estas cosas que no ha traído Francisco.
¿Estoy defendiendo a Francisco? bueno, relativamente. En cualquier caso, a Francisco prefiero no ponerle nota, no me parece oportuno.
Veo que no tiene la más mínima intención de responder a las preguntas que le he hecho. No hace falta: hay silencios muy elocuentes.
«Francisco está haciendo lo que muchos no quieren…»
Sí, dejar la Iglesia como un erial, como el caballo de Atila.
«…tomar las riendas de la Iglesia»
¿Ahora se llama así a contradecir a todos sus predecesores (cuando no al mismo Cristo), a soltar disparates, a dar un carguito a heterodoxos de toda laya y apartar (si es clérigo) e insultar (si es laico) a los católicos que profesan íntegramente la fe católica? Pues casi mejor que suelte las riendas, habida cuenta de que le queda grande el cargo y no cumple con su cometido.
«En diez años de Pontificado no se ha abolido el celibato sacerdotal, no se ha admitido el sacerdocio femenino…»
No, si todavía tendremos que darle las gracias y todo. Sobre todo por no hacer en 9 años y pico (aún no lleva 10 años) lo que no tiene ninguna potestad para hacer aunque…
…viviera mil años (no es que no quiera: es que no puede).
«…por muchas vueltas que se le den a Amoris Leticia…»
Usted lo ha dicho: por mucho «Amoris laetitia» que escriba (o enmiendas que le haga al catecismo) queriendo cambiar la fe de la Iglesia y la moral católica, ésta no ha cambiado… porque no puede cambiar. Pero ese documento oficial finge que puede y lo ha hecho, lo cual es mentira.
«…cuando Francisco ya no esté y venga el siguiente, lo cual hará felices a muchos insensatos, el siguiente muy probablemente traerá todas estas cosas que no ha traído Francisco»
Cruzaremos ese puente cuando lleguemos a él (vamos, que si pasa, ya nos quejaremos entonces). Pero dudo que el siguiente Papa o los próximos 1.000 Papas cambien lo que no pueden cambiar (aunque quisieran). Podrán engañar, pero no cambiar algo que es imposible cambiar y para lo que no tienen potestad alguna. ¿Se imagina que algún Papa quiera establecer…
…que La Tierra sea el planeta del Sistema Solar más cercano al sol, por delante de Mercurio? ¿A que no podría? Pues hay cosas que los heterodoxos deberían meterse en la cabeza: que ni los Papas, ni nadie, puede cambiar la fe católica, pues la Verdad no cambia ni puede cambiar, aunque no les guste.
«….a Francisco prefiero no ponerle nota, no me parece oportuno.
Pues no se corte: aunque de 0 a 10 le pusiera un 11, no iba a cambiar la realidad y dejar de ser incompetente para el cargo. No le ponga nota: simplemente sea coherente y dígale que aplique su teoría (la de usted) y se vaya.
Pues eso: no tiene potestad y además no lo ha intentado, porque Amoris Leticia es un documento melifluo, ambiguo, etéreo, que no dice cosa clara y lo deja todo a la calenturienta mente de cada cual (no de la mía, que no me intereso mucho por esas cosas). Pero la ambigüedad y la confusión no las ha inventado Fracisco, y son abundantes en los documentos oficiales de la Iglesia desde que en 1961 (si no me equivoco) comenzó un famoso Concilio. Y tiene usted toda la razón en algo: yo contesto a lo que me da la gana, y lo que no, pues nada, estamos de acuero en algo, para que vea.
«…no tiene potestad y además no lo ha intentado»
Naturalmente que no tiene potestad. Y no sólo éso: es que es material y metafísicamente imposible hacerlo (ni él, ni nadie). Pero sí, ya lo creo que lo ha intentado (hacer creer que se puede hacer): en «Amoris laetitia», por ejemplo, donde no sólo ha intentado engañar, sino que lo ha hecho (pese a lo cual la fe y la moral católicas siguen sin cambiar, pese a lo declarado en ese documento, que es falso (no ambiguo), e incompatible con ellas.
En cuanto a que usted conteste lo que le dé la gana, o nada en absoluto, está en todo su derecho. ¡Faltaría más! Aunque no hacía falta. Ya le he dicho que hay silencios más que elocuentes. Con palabras no podría haber dejado más clara su respuesta, que era la esperada (las preguntas eran más bien retóricas).
Por supuesto, nadie, que sepamos, apuntó con un arma a su cabeza…
Sin embargo, el escenario de presión creado a su alredor, que fin tendría a la vista?
En uno de los vídeos de Watileks, se ve, Benedicto XVI, señalando una puerta, y dicho muy triste:»de esa puerta para afuera, el Papa no manda nada».
Voy a volver a repetir lo que he dicho en otro comentario. Este señor, quizá tratando de ensalzar a Benedicto XVI (no quiero pensar que intentando congraciarse con quienes hoy detentan el poder en la Iglesia y siempre lo han rechazado por considerarle un obstáculo para su desviaciones), ¡lo va a desinflar como si fuera un globo! A quienes piensan que el Papa, como dijo el Señor a San Pedro, debe ser el primero, como siervo fiel y prudente al que ha puesto al frente de su casa, en esperarle en el día y la hora que no sabe cumpliendo fielmente su cargo, decirles que se bajó de la cruz y que realmente ha apoyado a Bergoglio, es dejarlos huérfanos ante la heterodoxia. Benedicto se caería así del altar ante quienes piensan que había rectificado sus posturas modernistas de juventud. ¿Cómo comprender su apoyo a quien sabía que se desvía, y desvía a no pocos, de la doctrina de la Santa Madre Iglesia? ¡Mejor que se ponga un bozal y se esté calladito!
Quizá algo más de eso sabía su traductor, que le ayudaba en todos sus discursos, que ha sufrido un desgraciado óbito al día siguiente de la muerte de Benedicto,!!!vaya por Dios!!!.
Pero es igual, las cheerleaders del todo va bien, los católicos bienpensantes no querrán enterarse de nada. Es evidente de Benedicto suf´ría presiones que le impedian ejercer y contra las que él mismo no tenía fuerza para oponerse (sede impedida).Y la única forma que tanto él como Juan Pablo II eran los viajes para sacudirse de encima la masonería vaticana y hablar con lo fieles sin su filtro. Y él no hizo otra cosa que hacer oficial ese impedimiento, aunque solo en aquello que no podía ejercer, el ministerium, pero no el munus. . Dijo la verdad, pero no toda la verdad. Nunca quiso ser papa, lo suyo eran las bibliotecas y el silencio.
Los masones, por otro lado, tambien necesitaban una dimisión inválida y que Bergoglio fuera un falso papa, para que el espiritu Santo no tuviera nada que ver con él.
Además el estatus inválido de la dimisi´ón no depende de la voluntad de Benedicto sino de datos objetivos como la corrección del Latin del documento (muy deficiente) y la existencia de presiones, igualmente demostrables. La percepci´ón de libertad de Benedicto o no, no importa en absoluto. Ni siquiera importan sus intenciones. El Derecho no se basa en sentimientos subjetivos, sino en datos comprobables. Si no, sería imposible el Derecho mismo.
Totalmente de acuerdo -Si, soy yo-. Con el matiz de que, personalmente creo que, Benedicto sabía perfectamente lo que hacía, y lo hizo por La Iglesia.
Quizá algo más de eso sabía su traductor, que le ayudaba en todos sus discursos, que ha sufrido un desgraciado óbito al día siguiente de la muerte de Benedicto,!!!vaya por Dios!!!. Pero es igual, las cheerleaders del todo va bien, los católicos bienpensantes no querrán enterarse de nada. Es evidente de Benedicto suf´ría presiones que le impedian ejercer y contra las que él mismo no tenía fuerza para oponerse (sede impedida).Y la única forma que tanto él como Juan Pablo II eran los viajes para sacudirse de encima la masonería vaticana y hablar con lo fieles sin su filtro. Y él no hizo otra cosa que hacer oficial ese impedimiento, aunque solo en aquello que no podía ejercer, el ministerium, pero no el munus. . Dijo la verdad, pero no toda la verdad. Nunca quiso ser papa, lo suyo eran las bibliotecas y el silencio.
Los masones, por otro lado, tambien necesitaban una dimisión inválida y que Bergoglio fuera un falso papa, para que el Espiritu Santo no tuviera nada que ver con él. La masonería ya había introducido a Pablo VI en el papado pero éste se rebeló contra la masonería al final de su pontificado, en una lucha de la que todavia desconocemos los detalles pero sin duda fue el Espiritu Santo el que impidió que Pablo VI fuera un Bergoglio hasta el final.
Al contrario que los católicos al uso, los masones satanistas, que invocan a Lucifer, si creen en el Espiritu Santo y las fuerzas espirituales. Por eso lo primero que hacen es quitar las cruces y cerrar toda institución donde se reza.
Me parece vergonzoso que se le de una puntuación a sus comportamientos, que solo Dios sabe los porqués de las mismas.
El responsable de los desastres y las situaciones que nos «descentran» tiene un nombre:Bergoglio, el del «lio» constante.
La decisión pudo ser libre, pero coaccionado estaba y no recuerdo quien contó que estando en su despacho dijo:mi autoridad acaba a partir de la puerta (no son palabras literales. Digo libre, porque sopesaría todo con prudencia. Eso sí lo manifestado por su secretario es cierto. Podemos remontarnos a su incidente con el Card. Sarah, su credibilidad para mi está tocada.
Desde el 2013 el único papá legítimo era Benedicto:permaneció en el Vaticano (no huyó), vestía de blanco, con anillo, bendición apostólica y firmando como PP. Se había vuelto loco?,:no. Retuvo el
munus, por eso es Gloria olivae (el aceite es la gloria del olivo).
Los hechos transcurridos en estos 10 años son tozudos. Bergoglio es un antipapa o algo peor
«Me parece vergonzoso que se le de una puntuación a sus comportamientos, que solo Dios sabe los porqués de las mismas».
Si aplicáramos al pie de la letra el sólo Dios sabe la Iglesia no hubiera podido canonizar nunca a nadie, del mismo modo que no se podría condenar nunca a nadie por un delito de no haber testigos presenciales del mismo. Es obvio que, atendiendo a las obras, al carácter, el comportamiento habitual de una persona… se puede admitir una valoración que, en todo caso, nunca estará segura de posible error. Es el absurdo de llevar al extremo el no juzgar. Si no juzgo el comportamiento de otra persona no puedo saber si tengo que apartarme de esa persona o si me es de provecho moral su amistad.
Además, Benedicto XVI está claro que merece un 10 en su decisión de dimitir, yo lo veo claro. Seguro que también en otras cosas. Me parece loable su actitud de reconocer como Papa a su sucesor, de no criticarle públicamente (tampoco lo ha elogiado mucho, que yo sepa, y no sabemos lo que haya podido hacer en privado). Estas cosas las critican personas que me parece que tienen un poco nublada la inteligencia, pero Benedicto XVI tenía una categoría intelectual y moral muy por encima de sus críticos
Ningún Papa merece ningún 10 por dimitir porque eso no es ningún mérito derivado del cargo (que se acepta de por vida). Que ciertas circunstancias aconsejen o permitan que lo haga no lo convierte en algo meritorio. Y en cuanto a las críticas razonadas y razonables que se hagan a alguien, sea a BXVI, a Belén Esteban o al Lucero del Alba, no restan «categoría» alguna a nadie, ni intelectual, ni mucho menos moral: el intelecto no se lo da uno a sí mismo, por lo que ser inteligente tampoco es meritorio (habrá que dar gracias a Dios por serlo y punto), y uno tampoco cumple mejor con la moral pecando de omisión y callando cuando sus conocimientos y conciencia le impelen a corregir los errores de otro (por ese otro y por aquellos a quien pueda llevar a error). Como ve, las generalizaciones a veces no sirven para nada, ni demuestran lo que uno quiere. Y no olvide: ningún Papa está libre de pecar o de equivocarse (salvo al definir «ex cathedra»).
EXACTO!
Me refiero a su primer comentario
Una renuncia bajo presión no es una renuncia en libertad. Y hubo grandes presiones vaticanistas para que el Papa Benedicto renunciara.
Esa es exactamente la cuestión
Que si sede impedida, que si renuncia inválida, que si esto que si lo otro.
Creo en las palabras de Benedicto y creo en las palabras de Gänswein.
¿Por qué iban a mentir los dos?
Si fuera cierto que Benedicto se retiró para salvarnos de los lobos, menudo plan irse cuando los lobos atacan.
Ninguno de los dos miente: todos vimos en directo como renunció sin que nadie estuviera sosteniendo una pistola sobre su sien. Lo cual no quiere decir que no hubiera más razones que las dadas, que no tienen por qué ser mentira, pero tampoco toda la verdad, pues ni el uno ni el otro estaban obligados a explicarlo todo, de haber algo más (sobre todo si iba a traer más perjuicios que beneficios). Así que, o no había nada más, o, de haberlo, es bastante improbable que nos enteremos, por lo que es una pérdida de tiempo marear la perdiz. Al menos con lo que se sabe de cierto hasta ahora.