En enero del 2022, en una entrevista concedida a Il Corriere della Sera, Massimo Camisasca, obispo emérito de Reggio Emilia, denunció que las acusaciones de encubrimiento de abusos contra Joseph Ratzinger cuando era arzobispo de Munich-Frisinga forman parte de una trama que procede de la propia Iglesia.
Camisasca aseguró que el episcopado mundial siente como un profundo escándalo la riada de casos de abusos sexuales a menores por parte de clérigos que han salido a la luz en las últimas décadas y de los que la propia Iglesia fue plenamente consciente durante la última parte del pontificado de Juan Pablo II.
Pero insistió el prelado en que si alguna figura se ha destacado en la incansable lucha por extirpar de raíz esta peste, ese ha sido Joseph Ratzinger, primero como prefecto para la Doctrina de la Fe y luego como Papa, Benedicto XVI. “Nadie ha hecho tanto como él”, aseguraba.
Entonces, ¿de dónde salen estas acusaciones difamatorias y sin base, que se han mantenido en silencio durante cuarenta años? Para Camisasca, la razón habría que buscarla en “la intolerancia de los sectores liberales de la Iglesia y de la sociedad, aquellos que se reflejan en las derivas del sínodo alemán. Los que nunca han aceptado el pontificado de Benedicto XVI”.
La despedida de Camisasca de Benedicto XVI
Este obispo italiano asegura en su escrito de despedida del Papa alemán, que «Joseph Ratzinger, en su larga vida, siempre ha intentado desde sus estudios teológicos, luego como experto en el Concilio Vaticano II, como profesor de teología, arzobispo de Mónaco, prefecto de la Congregación de la fe y finalmente Papa, sobre todo para comprender la época en que vivió, las principales corrientes filosóficas y culturales que lo animaron. Era cualquier cosa menos un «dogmático». Para él la Iglesia era un misterio que vivía en el tiempo, cuya comprensión no podía separarse en absoluto de un análisis comprensivo y crítico de la vida humana».
«Tanto Benedicto XVI como Joseph Ratzinger fueron hombres de palabra, concebida, escrita y hablada. Sus detractores han creado a su alrededor el mito de un hombre difícil, frío, inalcanzable. Él era todo lo contrario. Su prosa, ciertamente muy profunda, es realmente accesible a todo lector de cultura media», asegura Camisasca.
Este obispo italiano define a Ratzinger como «hombre de oración, de silencio y de estudio, mantuvo en diálogo con Dios el sentido de la inasequibilidad del Misterio y de su manifestación en la encarnación del Hijo de Dios. Las tres encíclicas sobre la caridad, la esperanza y la fe seguirán siendo el gran portal a través del cual leer toda su obra».