Presidente del Instituto Juan Pablo II: no se debe privar a las parejas gays “de la bendición de Dios”

Philippe Bordeyne Philippe Bordeyne, presidente del Instituto Teológico Pontificio Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia
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Philippe Bordeyne, presidente del Instituto Juan Pablo II de Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, ha defendido las bendiciones para las parejas del mismo sexo, argumentando que “nadie puede ser privado de la bendición de Dios”.

Sigue la conversión del Juan Pablo II en lo diametralmente opuesto a lo que pretendía su fundador, esta vez con una nueva defensa por su presidente, monseñor Philippe Bordeyne, de la bendición a las parejas del mismo sexo, que ya consideró recientemente ilícita la Congregación para la Doctrina de la Fe con el placet papal.

Bordeyne habló para la versión inglesa de La Croix , el diario no oficial del episcopado francés para negar que el hecho de bendecir suponga respaldar lo que se bendice, ya que “su función no es validar una práctica”. Simplemente, añadió, una bendición es simplemente “una oración dirigida a Dios, para alabar a Dios, para pedirle ayuda y protección a Dios. Se refiere a las personas, y posiblemente también a los objetos en su relación con las personas”.

Bordeyne respondió a las preguntas planteadas en relación con la declaración de 2021 de la Congregación (ahora Dicasterio) para la Doctrina de la Fe (CDF) de que las bendiciones entre personas del mismo sexo son «ilícitas». Si bien no tomó una postura explícita en su contra al rechazar directamente la nota, pareció socavar la enseñanza católica contenida en la declaración de la CDF. Afirmó que quienes hacen una solicitud de bendición -insinuando que sería para uniones del mismo sexo- también podría ser una «solicitud de reconocimiento dirigida a la comunidad o institución», que podría tomar la forma de «una apelación». , una protesta, o incluso un reclamo”. “Uno pide a Dios lo que no ha podido obtener de la Iglesia”, afirmó. “Detrás de la solicitud de una bendición, a menudo existe la misma sed de inclusión”, continuó Bordeyne.

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Comentarios
27 comentarios en “Presidente del Instituto Juan Pablo II: no se debe privar a las parejas gays “de la bendición de Dios”
  1. La Misericordia, divorciada de la Verdad, no es Misericordia sino relativismo diabólico.

    Las bendiciones deben abordarse con seriedad, no con ligereza o en un contexto de rueda de prensa.

        1. Estará satisfecho Mendoza el de la UCAM de haberse quedado con el Instituto Teológico Juan Pablo II para meter en él toda esta «abominación a los ojos de Dios» (como clamaba él mismo en las graduaciones antes de convertirse al francisquismo). Los creyentes ya le han retribuido con una deserción casi total de matrículas en el, pero éste será además el legado por el que será recordado.

    1. Dios no puede bendecir lo que es un atentado contra Su Creación, lo que es abominación ante Sus Ojos.
      Querer obligar al Altísimo a bendecir lo que es un pecado mortal es ya lo último que un sacerdote de la Iglesia católica puede hacer.
      Y aquí sigue sin pasar nada.
      ¿De verdad creen Uds. que seguir callando ante estos atropellos es lo que Dios quiere de Uds.?
      La pregunta se la hago a los eclesiásticos que aman a Cristo y le siguen.
      Estamos en guerra abierta, señores, si no responden y salen en defensa del Bien, la Verdad y la Vida, no tienen derecho a ser tenidos
      por sucesores de los apóstoles. Dios sacará apóstoles de las piedras, no les quepa duda.

      1. Tienes toda la razón, Neila, Dios no puede bendecir esa abominación. Al igual que en las apariciones de Garabandal, Jacinta, una de las 4 niñas de dichas apariciones, cuenta, en el último Libro de José Mª Zavala «los últimos tiempos ya están aquí», una anécdota que le sucedió en una de las apariciones de la Virgen.
        «Ese día, varios matrimonios que estaban presentes, me pidieron que la Virgen bendijera sus anillos de casados y así lo hice, devolviéndoselos después a cada una de ellas. Pero curiosamente hubo una pareja a la que no se los quiso bendecir. Yo se los devolví y se lo comenté; «a Vds. no se los ha querido bendecir, no me ha dicho el porqué». Cuando me di la vuelta le escuché al «marido» decir: » ¿será porque no estamos casados?».
        Dicho esto, si la Virgen no quiso bendecir a una pareja, supuestamente creyentes, sin estar casados, mucho menos a una pareja de homosexuales, a los cuales Dios abomina (la homosexualidad)

  2. Con la lògica diabòlica de este hereje, seria posible también bendecir a los adulteros, poligamos, pederastas, mafiosos, asesinos, etc. porque «a nadie se le puede privar de la bendicion de Dios»

    1. La bendición que se da en misa la recibe cada fiel individualmente y en cuanto congregación (no va a ir el cura uno por uno). Nada que ver con bendecir a una pareja como tal, que sólo se hace en el sacramento del matrimonio (cosa imposible entre dos personas del mismo sexo).

  3. Instituto Juan Pablo II, ¡quién te ha visto y quién te ve! Que le cambien el nombre, por favor. Juan Pablo II estará retorciéndose en su tumba.

    El otrora instituto ortodoxo, en el que daba gusto escuchar doctrina sana (fui alumno), se ha convertido, por obra y gracia de Francisco, en un aquelarre de herejes. Y la razón de esta defenestración está clara: sus profesores fueron muy críticos con Amoris Laetitia, y Francisco se los cargó a todos y puso a esa ralea que ahora está al cargo.

    Diálogo, sinodalidad y misericordia, le llaman.

  4. Legalizar, en el mundillo civil, o bendecir , en el eclesiástico, son las formas de aprobación de algo.
    La gente dice si el sacerdote lo bendice es bueno y querido por Dios.
    Y se invierte todo como con el anticristo y su falsa religión.

  5. Rm 1,26-27: «Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío.»
    1 Cor 6,9-10: «¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales…heredararán el Reino de Dios.»
    1 Tim 1,9-11: «…Para los prevaricadores y rebeldes, para los impíos y pecadores…adúlteros, homosexuales y para todo lo que se opone a la sana doctrina.»
    Judas 7: «Y lo mismo Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, que como ellos fornicaron y se fueron tras una carne diferente, padeciendo la pena de un fuego eterno.»
    Efesios 5, 5-6:
    «Sépanlo bien: ni el corrompido, ni el impuro, ni el que se apega al dinero, que es servi

  6. Por más que tipos como ese se esfuercen en retorcer los argumentos, esas bendiciones sirven en realidad para reivindicar y aceptar tácitamente lo que Dios abomina. De hecho, suelen formar parte de toda una parodia de boda tradicional. Esa creciente obsesión por el sexo contranatura no viene ni puede venir de Dios, como no sea que se tenga por dios a Satanás. Lo digo por los que van diciendo que Dios los ha hecho así.

  7. Entonces Sr. Monseñor el sexto mandamiento lo prohibimos verdad?. Así que según Ud Monseñor, Dios bendice a las parejas que viven entre sí los actos homosexuales.

    Porque no se va Ud a la Iglesia protestante de Lutero, a la Anglicana de Enrique VIII y deja de confundir a los catolicos con el riesgo de mandarlos al infierno con Ud ?

  8. Cierto clero ha decidido apostatar y pretende que todos apostaten por obediencia.
    Esto con el Santo Oficio no pasaba porque rápidamente lo solucionaba.
    Los infiltrados se delatan y nadie hace nada.
    Han perdido toda autoridad.

    1. Y tanto que no pasaba. Cómo que a la Inquisición no le dolían prendas en trincar a un Arias Dávila o a todo un Bartolomé de Carranza, por muy ilustres y poderosos arzobispos que fueran, si tenía vehementes indicios de que habían incurrido en graves delitos religiosos.

  9. Francisco y Bordeyne están aliados para demoler la doctrina moral católica. No debemos hacerles caso, sino combatirles, para estar con Cristo y por el bien de las almas.

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