El auge de los valores cristianos en Italia

Meloni Giorgia Meloni
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(Vincenzo Randazzo en 1Peter5)

La realidad italiana

Mientras me siento en mi salotto para escribir esto en mi apartamento de la Garbatella, el mismo barrio romano donde se crió Giorgia Meloni, fuera hay una especie de reunión política. No sé de cuál de los numerosos partidos italianos se trata, pero es una reunión bastante patética de unas 40 personas que llevan sombreros rojos y máscaras en una especie de asamblea callejera. Hay un tipo de aspecto bastante afeminado, incluso para los estándares europeos, gritando en un micrófono. Está el técnico de sonido en una pequeña mesa de mezclas. Veo a un par de personas con banderas arcoíris o «pace», como se llaman en Italia. El tipo que grita tiene a los que supongo que son su madre y los amigos de su madre algo así como apoyándole, y subrayo lo de «algo así». Está claro que ha invertido en su discurso, pero no está obteniendo muchos beneficios de su inversión.

Este tipo de asambleas lamentables son comunes en Italia.

La persona enfadada X, que está cansada del político Y, intenta malamente convencer a la persona cansada Z para que también se enfade. Este es el contexto en el que Giorgia Meloni ha subido a la escena como esperada primera ministra de Italia. Digo «esperada» porque, técnicamente, el primer ministro de Italia es elegido por el presidente de la República en función del número de votos obtenidos por los partidos o coaliciones (varios partidos que se ponen de acuerdo para presentarse juntos) en las elecciones parlamentarias.

Pero no quiero entrar en la anatomía de la hidra política italiana, que parece cuadruplicar sus cabezas burocráticas cada vez que uno cree entenderla.

Por el momento, solo hay que saber que Giorgia Meloni ha ganado las elecciones generales y que probablemente será la nueva primera ministra. También hay que saber que la mayoría de los votantes han votado a la derecha del centro, a partidos y coaliciones más conservadores. Meloni ganó dentro del complicado desorden de la política italiana contemporánea. Ganó dentro de un país que está cansado después de una larga pandemia de burocracia, en un país que se cuestiona su identidad con respecto a su papel dentro de Europa y su responsabilidad con su propio pueblo frente a una creciente población inmigrante y una baja tasa de natalidad y un debate sobre el aborto siempre presente (y ahora la guerra) dentro de su continente.

Creo que es justo decir que los italianos están políticamente cansados.

La participación de los votantes fue, según Rai News, la más baja registrada desde el referéndum institucional italiano de 1946. Probablemente esto explique en parte lo que he denominado las numerosas y «patéticas» asambleas de partidos que se ven por la ciudad. Nadie lucha en exceso por nada. Los italianos parecen saber que las cosas no están bien, y que el país se ha desviado. Meloni ha ganado, por tanto, en las elecciones con menos participación, con una pluralidad del 26% en el sistema de votación first-past-the-post de Italia.

Esta es una nota importante que deben entender los conservadores, porque ir por ahí diciendo que «la mayoría silenciosa en Italia ha despertado» no es exactamente correcto.

Ella en realidad tiene muy poco apoyo real, en términos relativos, de las generaciones más jóvenes, y muy poco de los trabajadores sindicalizados, que constituyen una gran parte de la mano de obra italiana. Reuters lo plantea así: la base de Meloni son los autónomos y los católicos. Los primeros son un grupo demográfico en aumento y los segundos, en disminución.

El significado de Meloni

Sin embargo, esta comprobación de la realidad que intento hacer no resta importancia a lo importante que puede ser el triunfo de Meloni para quienes estamos dispuestos a luchar por una sociedad construida sobre principios cristianos. Lo que ocurre con Meloni es lo siguiente: en una sociedad cansada que no sabe muy bien cómo decir lo que piensa y que es frágil para entenderse a sí misma y a su futuro, se ha alzado alguien cuya voz resuena en el pueblo. No es una mera cabeza parlante enfadada delante de un micrófono. Dice cosas con las que los italianos se sienten identificados. Las cosas de las que habla Meloni tienen sentido y afectan directamente a la gente de a pie. Y la forma en que dice estas cosas infunde en sus oyentes un sentimiento de orgullo.

¿Pero qué dice Meloni? Quiero dejar que hable por sí misma. Meloni es la presidenta del partido Fratelli d’Italia, Hermanos de Italia. En un sistema multipartidista, el «tema» o lema de un partido es muy importante. Si eres un votante italiano y tienes varias decenas de partidos para elegir con políticos que ni siquiera son necesariamente leales a sus partidos, a veces lo único que puedes hacer para votar es recordar ese lema blasonado en un autobús o que no paran de gritar en la puerta de tu casa.

El lema del partido es «Dios, Patria y Familia». Es una frase que han recuperado de un héroe del republicanismo italiano, Giusseppe Mazzini. Mazzini es un nombre habitual en toda Italia. Cientos de plazas y calles llevan su nombre. Así que es un personaje histórico «positivo» generalmente aceptado. Para decirlo más claramente, mientras los medios de comunicación se empeñan en asociar al partido de Meloni con el villano de la narrativa popular, Mussolini, la filosofía política de Meloni está en realidad más obviamente enraizada con el personaje de la narrativa popular, Mazzini. A continuación, mi traducción de la respuesta de Meloni a la pregunta de un moderador del debate sobre el lema de su partido. Es de septiembre, justo antes de las elecciones generales. Cursiva añadida posteriormente.

Moderador: «Quiero seguir con el tema de la identidad de Hermanos de Italia: Dios, Patria y Familia. ¿No es una identidad que choca un poco con la modernidad? ¿No tiene un poco de sabor antiguo?».

Meloni: «Mire, yo me considero conservadora. Así que no pienso que un lema mazziniano como Dios, Patria y Familia, -porque hay que recordar que es un lema de Mazzini-, necesariamente choque con la modernidad. ¿Qué significa? Significa defender una identidad. ¿Qué identidad? La identidad de nuestra sociedad, la identidad europea. Significa que la familia es la base fundamental de nuestras sociedades, la principal red de seguridad social que tenemos. Significa que la patria y nuestra propia identidad nos une, ¡incluso aquí mismo [¡entre los que debaten y el moderador]!

Esto no significa que, al reclamar tu propia identidad, no vayas a dialogar con los demás. Mire: la palabra respeto viene del latín respicere: mirar dentro, profundamente, al otro. Y es cuando sabes quién eres que puedes mirar profundamente al otro. La patria es fundamental. La familia es fundamental y también, en mi opinión, la identidad religiosa es fundamental. ¡Más allá de lo obvio!

Porque incluso nos lo enseñan, entre otras enseñanzas -en el cristianismo-, en el valor de la laicidad del Estado. No se trata de imponer a alguien lo que uno cree. Se trata de recordar que los valores cristianos están sintetizados en nuestra civilización.

Creemos en la solidaridad porque nos la enseñó el cristianismo; creemos en la laicidad del Estado porque nos la enseña el cristianismo; en el respeto, porque nos lo enseña el cristianismo, etc. etc. No creo que haya que ocultar esta identidad para tener respeto por los demás. Eso en cambio es lo que cree la izquierda y en la paradoja de quitar los crucifijos de las aulas de nuestras escuelas en Europa y luego aceptar que barrios enteros estén en manos de la sharia islámica; francamente no lo entiendo.

Ahora bien, independientemente de que lo que dice Meloni aquí esté en consonancia con la enseñanza católica, no se puede negar que lo que dice es concreto, sobre todo si se compara con la alternativa. ¿Qué alternativa? Pues más de lo mismo, que no es lo que quieren los italianos. Y aunque no todo el mundo haya votado a Meloni, el clima político italiano es conocido por el hecho de que la gente pasa a apoyar a sus líderes políticos. En efecto, Meloni es muy querida en general, especialmente por las mujeres. Su retórica es franca y con gritos de guerra que enfatizan el poder en la tradición dentro de la cultura italiana.

Meloni es, creo yo, como realinear el gobierno con los valores culturales de una nación. Italia es una nación. Italia es una nación de gente de familia. Italia es una nación de gente piadosa. Cuando muchos italianos escuchan esto, es como si recordaran tiempos mejores y entonces pueden ver lo mucho que se han alejado. Por eso resuenan las palabras de Meloni. En cuanto a cómo lo dice, su claridad, competencia y humor ante las críticas le dan la talla de un juez casi bíblico.

De hecho, a riesgo de ponerme teológico, no puedo evitar pensar en ella a la luz de esos personajes femeninos fuertes que tenemos entre los santos, como Catalina de Siena, que hizo que los clérigos de su época parecieran enclenques con sus paseos diarios por la mañana a la basílica de San Pedro. O pienso en Débora, que regañó a Barak por ser demasiado débil para aceptar su llamada a luchar contra Sísara. «El camino por el que vas no te llevará a la gloria, porque el Señor venderá a Sísara en manos de una mujer».  La pusilanimidad de Barak fue arreglada por Dios con la magnanimidad de Débora. Barak fracasó, Débora tuvo éxito. Barak es olvidado, Débora es recordada. Meloni habla con el estilo de Débora.

¡Por eso inspiramos tanto miedo! ¡Porque no queremos ser números! ¡Defenderemos a Dios, la patria y la familia! ¡Las cosas que tanto disgustan a esta gente! ¡Porque no seremos esclavos! No seremos meros consumidores.

Estas son las palabras de esta mujer. Parece hablar directamente al corazón. Giorgia Meloni tienes grandes desafíos ante sí cuando asuma su nuevo cargo, y aunque Dios es el juez al final, creo que es justo decir que su victoria es una victoria para los valores cristianos en Italia.

 

Publicado por Vincenzo Randazzo en 1Peter5

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana

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Comentarios
8 comentarios en “El auge de los valores cristianos en Italia
  1. Mazzini era carbonario, miembro de una secta anti cristiana que confabulaba (y sigue conspirando, en la figura de sus sucesores los judeomasones) contra la Iglesia. Es muy probable que el «Dios» que citan en su lema no se corresponda a Cristo. La misma Meloni ha afirmado estar a favor del pase sionistario, no tener nada contra la actual ley del aborto y es firme partidaria del atlantismo y europeismo globalista. Qué tan cristiana puede ser la máxima líder del PP italiano?

    1. ¿Alguien ha hablado o le importan «los valores cristianos» de esta señora? Si promueve el bien, frente a una oposición que promueve abiertamente el mal, lo que haga con su vida privada es cosa suya (ya dará cuentas a Dios). Entre un Trump protestante o ateo que cancela la financiación pública del aborto y nombra jueces provida, y los «catolicísimos» Biden y Pelosi que se rompen los cuernos para financiarlo, difundirlo y criminalizar a los provida, la elección de un católico es sencilla y obvia. Venir con el cuento de lo que el político hace en su casa no cuela: nadie le da su voto para que haga o deje de hacer algo determinado con su vida personal, sino en el ejercicio de su función pública.

  2. El.triunfo de Meloni es una victoria para los católicos, pues es la mejor defensora de las virtudes cristianas.
    Tenemos que votar a este tipo de líderes, que son los únicos que nos pueden sacar de las inicuas políticas del NOM.
    Por eso, la mejor opción para el voto católico es Meloni, Abascal, Orbán, Duda, Trump, Bolsonaro, y los que son como ellos.

    1. Mejor defensora de los valores cristianos una señora que vive en fornicación? Eso significa que, si es de derecha, cerramos los ojos y pasamos de sus antivalores, ¡hasta Trump! Sale beneficiado y casi canonizado con el doble rasero que manejan ustedes. Oye sacerdote, un poco de coherencia y de seriedad por favor. La fe y la moral no deben ser ideologizadas. Tú como sacerdote debes estar al servicio de la verdad, no de ideologías políticas.

  3. Solo aclarar que el cristianismo nunca enseño la laicidad del Estado, con su consiguiente separacion Iglesia Estado.
    Supongo que se refiere a la separación Falsa iglesia conciliar – Estado, eso sí, ni el Estado no quiere ni verla

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