La Iglesia necesita belleza

Misa de las américas
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(Maggie Gallagher en First Things)La semana pasada, la Misa de las Américas de Frank La Rocca debutó en el número 1 de la lista Billboard de música clásica tradicional, desbancando a John Williams del número 2. Algo loable para cualquier obra original de un compositor que no se apellide Pärt, MacMillan o Williams.

El sorprendente éxito de la Misa de las Américas, encargada por el arzobispo Salvatore J. Cordileone en 2018, forma parte de una tendencia más amplia de interés por la música que expresa la trascendencia. Pero también es algo más: la renovación del modelo católico de evangelización a través de la belleza sagrada.

El arzobispo Cordileone concibió la Misa de las Américas como una celebración conjunta a Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, patrona de Estados Unidos, y a Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de Méjico y de todas las Américas. Pidió al compositor Frank La Rocca que incorporara los himnos populares de México, especialmente La Guadalupana, y los elevara a la tradicional musical sacra de la Iglesia. La obra, que se estrenó en diciembre de 2018, atrajo tanto al famoso director de orquesta Richard Sparks (que recientemente ingresó en la Real Academia Sueca), como al productor discográfico Blanton Alspaugh, ganador de once premios Grammy. Ambos ayudaron a La Rocca a sacar una grabación de la Misa en Cappella Records el 23 de septiembre. 

William P. Mahrt, experto de música antigua y presidente de la Church Music Association of America, escribe que «la variedad, el ingenio, la pura habilidad compositiva y la idoneidad litúrgica han hecho que la Misa de las Américas esté destinada a convertirse en un clásico». En una nota dirigida al compositor, el profesor Michael Linton la calificó como «la mejor pieza de música litúrgica para misa desde Duruflé».

Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia ha dejado de desempeñar, en gran medida, el papel que tenía como committente de música litúrgica. Los compositores de música sacra se han encontrado que lo que se les pide mayormente son piezas musicales para salas de conciertos. Cuando dos generaciones de compositores ya no tienen la oportunidad de dominar el arte de componer para la liturgia, para el culto a Dios, nos estamos arriesgando a perder algo.

Por tanto, lo que ha conseguido el arzobispo Cordileone no es poca cosa. Ha reconocido que el poder de la belleza para moldear nuestras almas -para recordarnos que tenemos almas- está ausente en el esfuerzo católico por evangelizar. El arzobispo de San Francisco ha comprendido que había que hacer más para dinamizar «una cultura católica de las artes».

La Iglesia respondió a la Reforma invirtiendo en nuevas obras de arte, incluida la música sacra para la misa, que conquistó al público de las grandes catedrales. En el mundo actual de la música clásica, es difícil estrenar con éxito una obra nueva de un compositor relativamente desconocido. Conseguir una segunda representación es casi imposible. La Misa de las Américas, por el contrario, en menos de cuatro años se ha interpretado en San Francisco, Tijuana, Houston, Nueva Jersey, D.C., Nueva York y, más recientemente, en Roma. El segundo encargo del arzobispo Cordileone a Frank La Rocca, una Misa de Réquiem para los sin techo, sigue un camino similar. Se estrenó primero en San Francisco, antes de ser reutilizada para recaudar fondos para los refugiados ucranianos en Nueva Jersey. Está previsto que se interprete en Dallas el próximo año.

Cappella Records informa de que las ventas se han disparado tanto aquí como en el extranjero: «Estamos viendo signos de un gran interés por la Misa de las Américas también en los países de habla hispana, como corresponde a una Misa que propugna una unidad así», me dijo Mark Powell, director ejecutivo de la empresa. 

Los números son una cosa. Pero la Misa de las Américas también está tocando almas. «Como católico mejicano-estadounidense afianzado en el mundo de la música coral, nunca imaginé que pudiera ver mis dos mundos unirse tanto», escribió un joven músico a Frank La Rocca. «Nunca me imaginé que escucharía una pieza musical tan poderosa que, además, está impregnada del himno que mi difunta abuela me cantaba cuando era niño».

«La Virgen hace cosas increíbles», dijo el Arzobispo Cordileone. «Cuando soñé con honrarla bajo sus títulos de Nuestra Señora de Guadalupe y Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, nunca imaginé que esta sería la respuesta».

Maggie Gallagher es directora ejecutiva del Instituto Benedicto XVI para la Música Sagrada y el Culto Divino.

Publicado por Maggie Gallagher en First Things

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana

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Comentarios
4 comentarios en “La Iglesia necesita belleza
  1. Las Iglesias nuevas que se construyen las hacen feas a posta. No vale hablar de que «hay poco dinero», para el buen gusto y saber hacer tampoco hace falta tanto. A veces parecen salones de actos con una imagen o dos a lo sumo, con mesas si ornamentación, todo en plan estilo «protestantización» (que es a lo que creo que pretenden ir, que se pueda celebrar las «misas» de católicos y protestantes en el mismo sitio, y más lejos voy, querer que se celebren CONJUNTAMENTE, lo cual es herejía, pero a eso van).

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