La senda anticatólica de la sinodalidad

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(Eric Sammons/Crisis Magazine)-La Conferencia Episcopal  de los Estados Unidos acaba de publicar un informe con el burocráticamente pretencioso título de «Síntesis nacional del pueblo de Dios en los Estados Unidos de América para la fase diocesana del Sínodo 2021-2023». Esencialmente, es un informe de los obispos que resume los resultados de las «sesiones de escucha» sinodales del año pasado celebradas en las diócesis de todo el país.

Y es tan malo como te esperabas.

La mayor parte de las aportaciones recogidas consisten en bulos comúnmente repetidos que parecen venir directamente de las cancillerías diocesanas, no de la gente real que ocupa los bancos de las iglesias. Por ejemplo, una consulta sinodal informó de que:

La gente señaló que la Iglesia parece dar prioridad a la doctrina sobre las personas, a las normas y reglamentos sobre la realidad vivida. La gente quiere que la Iglesia sea un hogar para los heridos y rotos, no una institución para los perfectos. Quieren que la Iglesia se encuentre con las personas donde están, dondequiera que estén, y que camine con ellas en lugar de juzgarlas; que construya relaciones reales a través de la atención y la autenticidad, no de la superioridad.

Este pasaje plagado de clichés sólo tendría cabida en un departamento de marketing corporativo o de comunicación diocesana. Está lleno de tópicos (¿quién ha dicho que quería una «institución para los perfectos» o construir relaciones basadas en la superioridad?) y de un lenguaje sensiblero que impulsa una agenda blandengue respecto al pecado y fofa respecto a la doctrina.

También hay las típicas quejas sobre el poder. En una sección titulada «Corresponsabilidad», el informe afirma: «Muchos quieren que los dirigentes de la Iglesia se tomen más en serio los talentos y conocimientos de los laicos. Algunos expresaron la necesidad de utilizar Consejos Parroquiales y Consejos Pastorales Diocesanos más eficaces«.

Sí, justo lo que la Iglesia necesita: ¡mejores comités!

No es de extrañar que el informe haya tocado todos los temas previsibles, como fomentar la diversidad, lamentar la «marginación», superar el racismo, luchar contra el cambio climático, dar la bienvenida a las «personas LGBTQ+» y empoderar a las mujeres. Hay poca diferencia entre lo que dice este documento de la Conferencia Episcopal sobre estos temas y lo que encontrarías en un documento del programa de diversidad de una universidad pública promedio.

Para ser justos, el informe también señala que «se lamenta el acceso limitado al Misal de 1962» y que «la confianza en la jerarquía de la Iglesia es débil y necesita ser reforzada» (¡qué sutileza!). Pero en general, el documento se une a una larguísima lista de documentos anteriores de la Conferencia Episcopal que serán leídos por pocos y a los que les importará aún a menos.

Sin embargo, hay un problema mayor que todos los errores que se encuentran en este documento. Sí, el problema es que todo el proceso sinodal favorece institucionalmente la expresión y aprobación de la herejía y la inmoralidad, y este documento lo refleja. Pero honestamente, nos hemos acostumbrado a estas tonterías. Las descartamos automáticamente por considerarlas irrelevantes para la vida real de un católico. El verdadero problema es el presupuesto fatalmente defectuoso subyacente a este documento y a todo el proceso del «Sínodo sobre la Sinodalidad».

El supuesto que subyace a este proceso es que la Iglesia es una institución que se amolda a los deseos de sus miembros. El documento de la Conferencia Episcopal destacaba la afirmación: «La gente quiere que la Iglesia sea un hogar para los heridos y rotos, no una institución para los perfectos«. Esto supone que importa lo que la gente quiere. Pero lo cierto es que, en última instancia, no importa nada.

¿De verdad creemos que San Pedro y los apóstoles se sentaron a preguntar a todo el mundo lo que querían de la Iglesia? ¿Acaso San Agustín de Canterbury se presentó en la isla y realizó una encuesta sobre cómo incorporar el paganismo al cristianismo? ¿Hablaron los jesuitas del siglo XVI con los nuevos protestantes sobre sus quejas y luego trataron de remodelar la Iglesia según esos deseos?

El concepto de que todo el mundo se siente y comparta sus sentimientos sobre lo que quiere de la Iglesia es un concepto soberbio y moderno, totalmente ajeno al catolicismo y al anuncio del Evangelio. La misión de la Iglesia no es hacernos sentir felices, ni siquiera que nos sintamos bienvenidos. La misión de la Iglesia es salvarnos, y la única manera de hacerlo es si cambiamos nuestras vidas, no si cambiamos la Iglesia.

La Iglesia no es «una institución para los perfectos», pero es una institución cuya finalidad es hacernos perfectos (cf. Mateo 5,48). Eso significa que a veces nos llamará a la penitencia y al sacrificio. Nadie quiere esas cosas, y nadie las  va a pedir en una sesión de escucha sinodal. Pero nuestros deseos son irrelevantes. Lo que importa -lo único que importa- es lo que quiere Jesús.

La Iglesia no es una democracia; es una monarquía cuyo Rey es Jesús. Es a Él a quien deberíamos preguntarle: «¿Qué quieres?», no a un grupo de católicos urbanos de 60 años imbuidos de los falsos presupuestos egocéntricos de la cultura moderna.

Cuanto más avanza el proceso del Sínodo sobre la Sinodalidad, más obvio resulta que no sólo es una colosal pérdida de tiempo, sino que también está alejando a los católicos del Evangelio. Todo el concepto es fatalmente desacertado y debe ser resistido por los católicos. No esperamos que nuestros hermanos católicos reformen la Iglesia a nuestra imagen, sino que esperamos que Cristo nos reforme a su imagen con la ayuda de la Iglesia.

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Comentarios
10 comentarios en “La senda anticatólica de la sinodalidad
  1. Como bien dice el titulo de este artículo, el sínodo está marcando una senda anticatólica y por ello no debemos apoyarlo sino refutarlo.

  2. La redacción del documento de EEUU es muy pretenciosa al decir: “la gente quiere.” Con una participación en el sínodo que no llega ni al 1% de los católicos, no se puede afirmar que las respuestas expresan la opinión de la gente.
    Además, la mayoría de esas propuestas parecen sacadas de los textos del Papa Francisco, lo que refuerza la opinión de que todo este sínodo es un montaje para dar la excusa al Papa para implementar los cambios que desea realizar en la Iglesia. Unos cambios, por cierto, que se separan de la doctrina de la Iglesia a la que contradicen, y que por lo tanto los católicos no podemos aceptar y debemos combatirlos.

  3. Ay de aquellos que utilizan Mi Doctrina la cambian para satisfacer los intereses del espiritu del mundo cuyo príncipe es es padre de la mentira …ay de aquellos…ya están juzgados ….Alabado y Amado sea NS IHS sea por siempre Alabado y Amado .

  4. “La gente quiere que la Iglesia sea un hogar para los heridos y rotos, no una institución para los perfectos (1). Quieren que la Iglesia se encuentre con las personas donde están, dondequiera que estén, y que camine con ellas en lugar de juzgarlas (2); que construya relaciones reales a través de la atención y la autenticidad, no de la superioridad(3).”
    (1) “sed perfectos como es perfecto mi Padre celestial”: los heridos y los rotos tienen que salir, tienen que querer salir, con la ayuda de la gracia, de su situación: la Iglesia se encuentra con esa Petronas y les indica el camino que deben seguir: así lo ha hecho siempre, como su Fundador.
    (2) “en adelante, no peques más”: el Señor, que lee en los corazones, juzgó a la adúltera: la juzgó pecadora, no lo contrario; y le dio una nueva oportunidad: es lo que hace la Iglesia, mediante la administración del sacramento de la penitencia;
    (3) eso es lo que hace la Iglesia constantemente, llamando pecado al pecado: no engañando al personal.

  5. Esta Iglesia no pretende acompañar a los «enfermos que necesitan ayuda», como dice Jesús, para salvarlos.
    Esta Iglesia pretende incluir a TODOS y TODO es verdadero y aceptable, generando confusión…
    Basta recordar como los recasados, en adulterio, pueden comulgar sacrilegamente.

  6. Cuando cambiaron la misa por un churro también inventaron el bulo de que era la gente que lo pedía.
    Ellos mismos se creen sus propias mentiras, se autocitan de sus propios libros, se mandan mensajes a su propio correo y se descuelgan a sí mismos el teléfono.
    Es que dialogan con la pared y el eco ya les responde.
    Qué cabezas.

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