El Papa Francisco ha recurrido a menudo a San Vicente de Lerins en busca de guía teológica. Recientemente, en un vuelo el pasado 29 de julio, Francisco dijo que Vicente de Lerins proporcionó una regla «muy clara e iluminadora» para el desarrollo doctrinal adecuado.
(First Things/Thomas G. Guarino) – Podríamos decir que San Vicente ha tenido una carrera teológica algo accidentada. Aunque su obra fundamental, el Commonitorium, fue muy popular cuando se redescubrió en el siglo XVI (después de haber estado perdida durante un milenio) y siguió siendo popular durante varios siglos después, fue cayendo gradualmente en desgracia. En base a su famosa frase «Sostenemos la fe que se ha creído en todas partes, siempre y por todos» (ubique, semper, et ab omnibus), Vincente de lerins llegó a ser considerado un rígido conservador, alguien con poca conciencia histórica.
Es esta una lectura errónea de la obra fundamental de San Vincente. Por eso mismo es alentador ver que el Papa Francisco no se ha dejado atrapar por esa errónea pero generalizada interpretación. Por el contrario, el Papa destaca precisamente aquellos aspectos del razonamiento teológico de Vicente que lo convierten en un autor clarividente. Porque el teólogo de Lerins es uno de los pocos escritores cristianos antiguos que aborda la cuestión de la evolución de la doctrina a lo largo del tiempo.
Cuando San Vicente escribió el Commonitorium en el año 434, algunos pensadores cristianos de la época se oponían al uso por parte de la Iglesia de términos como homoousios (consustancial) y Theotokos (Madre de Dios) que no se encontraban en la Biblia. Se opusieron expresamente a estas nuevas palabras por considerarlas ilegítimas. Pero Vicente argumentó que los nuevos términos eran correctos porque la doctrina cristiana crece necesariamente con el tiempo, al igual que una semilla se convierte en una planta y un niño en un adulto. De forma similar, estas nuevas palabras ayudan a desarrollar y aclarar el significado de las Escrituras. Vicente reconoce que todo lo necesario para la fe cristiana se encuentra in nuce en las Sagradas Escrituras. Pero también insiste en el crecimiento gradual y homogéneo a lo largo del tiempo.
A la pregunta «¿No hay progreso de la religión en la Iglesia de Cristo?», San Vicente responde: «¡hay un progreso sumamente grande!». Este progreso, sin embargo, debe ser siempre un avance de la fe y no una deformación de la misma. La doctrina se desarrolla de manera análoga a los seres humanos. Aunque una persona sufra muchos cambios desde la juventud hasta la vejez, sigue siendo la misma persona, la misma naturaleza. Hay un crecimiento orgánico y arquitectónico a lo largo del tiempo, tanto en los seres humanos como en la doctrina cristiana. Pero este progreso, sostiene Vicente, debe ser de un cierto tipo y forma determinados, protegiendo siempre los logros doctrinales anteriores de la fe cristiana. Un cambio no puede crear un significado diferente. Más bien, las formulaciones posteriores deben ser «según la misma doctrina, el mismo significado y el mismo juicio» que las anteriores.
Más adelante, en el Commonitorium, San Vicente hace un comentario citado frecuentemente por el Papa Francisco: «La doctrina cristiana también sigue esta ley del progreso. Se consolida a través de los años, se desarrolla con el tiempo, se refina con la edad». El Papa Francisco ha citado su pasaje preferido de San Vicente muchas veces desde su elección en 2013, incluyendo la encíclica Laudato Si. Tal vez sus observaciones más extensas estén en un discurso de 2017 sobre el Catecismo. Allí, el Papa afirma con valentía que la pena de muerte es «per se contraria al Evangelio». Y cita a San Vicente en defensa de esta posición, que implica, según el papa, reconocer el compromiso de la Iglesia con la dignidad humana inviolable. Se tratar de un «desarrollo armonioso de la doctrina».
El Papa Francisco pasa a hablar de la tradición de una manera que San Vicente de Lerins aprobaría, describiendo la tradición como una «realidad viva». Luego vuelve a invocar la «feliz formulación» de Vicente de que la doctrina cristiana está «consolidada por los años, ampliada por el tiempo, [y] refinada por la edad.» El Papa tiene razón en que ésta es una frase crucial. Pero si tuviera que aconsejar al Papa, le animaría a tener en cuenta todo el Commonitorium de San Vicente, no simplemente la selección que cita repetidamente.
Nótese que San Vicente nunca habla positivamente de los cambios de rumbo. Un cambio de este tipo, para Vicente, no es un avance en la comprensión de la verdad por parte de la Iglesia; no es un caso de una enseñanza «ampliada por el tiempo». Por el contrario, estos cambios son el sello de los herejes. Son cambios que indicarían que todo el mundo incorporado a Cristo Cabeza de la Iglesia «habría errado, habría blasfemado, no habría sabido qué creer». Al condenar este tipo de cambios Vicente se refiere siempre al intento de cambiar o alterar las enseñanzas solemnes de los concilios ecuménicos. El de Lerins está particularmente preocupado por los intentos de revertir la enseñanza de Nicea, como sucedió en el Concilio de Ariminum (Rimini, 359 d.C.) que, en su propuesta de credo, eliminó la palabra crucial, homoousios.
También invitaría al Papa Francisco a invocar los saludables guardarraíles que San Vicente erige en aras de garantizar un desarrollo adecuado. Mientras que el Papa Francisco se queda con la frase de San Vicente dilatetur tempore («ampliada por el tiempo»), el de Lerins también utiliza la sugerente frase res amplificetur in se («la cosa crece en sí misma»). San Vicente sostiene que hay dos tipos de cambio. Un cambio legítimo, un profectus, que es un avance, un crecimiento homogéneo en el tiempo, como el de un niño que se convierte en adulto. Y un cambio impropio, que es una deformación perniciosa, llamada permutatio. Se trata de un cambio en la esencia misma de alguien o de algo, como que un rosal se convierta en meras espinas y cardos.
Referirse a esta distinción podría ayudar al Papa Francisco a mostrar cómo alguna enseñanza particular representa un verdadero profectus fidei.
Otro guardarraíl es la afirmación vicentina de que el crecimiento y el cambio deben ser in eodem sensu eademque sententia, es decir, según el mismo significado y el mismo juicio. Para el monje de Lerins, cualquier crecimiento o desarrollo a lo largo del tiempo debe preservar el significado sustantivo de las enseñanzas anteriores. Por ejemplo, la Iglesia puede ciertamente crecer en su comprensión de la humanidad y la divinidad de Jesucristo, pero nunca puede retroceder de la definición de Nicea. El idem sensus o «el mismo significado» debe mantenerse siempre en cualquier desarrollo futuro. El Papa Francisco rara vez, si es que lo ha hecho alguna vez, cita esta importante frase vicentina, pero cualquier intento de cambio debe demostrar que no es simplemente una alteración, o incluso una inversión de la enseñanza anterior, sino que de hecho está in eodem sensu con la que la precedió.
También aconsejaría al Papa que evite citar a San Vicente para apoyar cambios de rumbo, como con su enseñanza de que la pena de muerte es «per se contraria al Evangelio». La comprensión orgánica y lineal del desarrollo de San Vicente no incluye revocaciones de posiciones anteriores. San Vicente deposita su mayor confianza en el cuerpo unido de obispos que, juntos, dan testimonio de la fe cristiana en todo el mundo. El teólogo de Lerins probablemente sostendría que cambios tan profundos, especialmente los de posiciones antiguas, son mejor sancionados por un concilio ecuménico o, al menos, por el acuerdo general de todo el episcopado, aunque con el Papa al frente, dada la autoridad de su Sede.
A lo largo de su obra, San Vicente clama con San Pablo: «Oh Timoteo, guarda el depósito, evitando las palabrerías mundanas y las discusiones de la falsa ciencia» (1 Tim. 6:20). En su discurso de 2017, el Papa Francisco afirma que el depósito de la fe no es «algo estático». San Vicente estaría de acuerdo en que el depositum está vivo y en crecimiento, pero al mismo tiempo insistiría en que ese crecimiento debe estar profundamente relacionado con, y en continuidad con, la tradición dogmática anterior de la Iglesia.
Monseñor Thomas G. Guarino es profesor emérito de teología sistemática en la Universidad de Seton Hall y autor de Vincent of Lérins and the Development of Christian Doctrine.
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Pues, según san Vicente de Lérins, el viejo baboso con sus constantes cambios de rumbo en lo doctrinal, es todo un hereje. Ay, muy viejo baboso, que Dios te pille confesado.
Los modernistas, como los protestantes, eligen del supermercado de la Biblia y de los padres de la Iglesia lo que mas les conviene.
Y lo que no les conviene lo deforman. Son capaces de distorsionar a Santo Tomás de Aquino para permitir el culto a Satanás si eso les conviene.
Me parece un gran ar´ticulo de LA REDACCIÓN DE IV. Este tipo de artículos son los que dan nivel a un portal.
Sin embargo con toda buena intención de los redactores, creo que todos estaremos de acuerdo en que Bergoglio, o mejor dicho su escribidor de camara, sea el Trucho u otro mariachi, no se apoyan en este Santo por el criterio lógico y razonado que expone INFOVATICANA, sino justo por todo lo contrario.
Para mi la interpretación de IV es la única posible, pero estoy seguro que la de los mamporrerillos de Bergoglio es justo la contraria.
¿O es que acaso han olvidado como en la Amoris si mal no recuerdo, Bergoglio, ese intento fallido de ser el Trucho, hacía decir a Santo Tomas nada mas ni nada menos lo contrario de lo que decía?
El crecimiento de la Fe tan evidente en el caso que expone el Santo sobre TEOTOKOS, u otros varios es de una lógica aplatante. Ese crecimiento no deforma ni modifica un apice de la Doctrina, sino que la desarrolla………se ne acaba….
… la desarrolla. Como cuando San Pablo corrigió a Pedro sobre los gentiles y la circuncisión. Ese desarrollo es siempre lógico y natural, y … sencillo. Los retorcimientos, como la moral situacional que desde hace mucho tiempo se trata de colar para justificar cualquier aberración como la Amoris Laetita son artificios ingeniería moral, pero muy pobre, porque en realidad cuando mira con lógica aristotelica y con limpieza de espiritu se ve la mentira en seguida. Y que se separan rápidamente del que vuestro si sea si…. Bergoglio va a citar a San Vicente de Lerins, va a dejar caer lo de desarrollo de la Fe como si fuese una evolución, que no desarrollo que es completamente diferente, pero que es lo que el busca. Y ese comentario lo van a replicar todos los obispos y curas corruptos que no son pocos por desgracia, así como muchos comentaristas y mcs, y a la masa poco informada de catolicos que incluso…..
…entre los practicantes es bastante extensa, les va a quedar que el PAPA dice que la Fe se desarrolla, y que evoluciona, algo que parece igual pero que no lo es, y luego eso se solapa con dejar hacer a los alemanes en temas de LGTBI, DIVORCIOS, ETC, es decir, la AMORIS llevada a la practica pero con ganas y en masa. Y la idea que va a quedar es que bueno, si lo dice el PAPA y varios obispos, y los demas no dicen nada salvo los cuatro de los DUBIA que ya son tres…. y si todo el mundo lo hace y sigue yendo a la Iglesia… pues no sera malo…. Es corrupción por la vía de hecho. La doctrina no se cambia oficialmente, sino que se corrompen las costumbres en la practica hasta que nadie tiene en cuenta la Doctrina, pero además diciendoles que hacen bien. Es lo que desde hace años llamo la herejía perfecta, por parte de ese amigo de LUTERO Y MELENCHON, y de tantos facinerosos y asesinos.
San Vicente de Lerins sí que sería considerado un rígido hoy en día, porque nunca habría estado de acuerdo en la “evolución” del dogma.
San Vicente habla del desarrollo del dogma, no evolución. Evolución lleva implícito cambio, dejar de ser una cosa para ser otra; desarrollo, sin embargo, es algo que progresa pero que no ha dejado de ser lo que era. Por eso, debe haber “progreso de la fe, no cambio”; la fe debe permanecer “siempre en su género, es decir, en el mismo dogma, en el mismo sentido y en la misma significación (in eodem scilicet dogmate, eodem sensu, eademque sententia).” Y más adelante señala: “y no tolere variación alguna de lo ya definido (Cap. XXII)”. Es decir, se pueden decir palabras nuevas, pero no cosas nuevas (Cap. XXII).
El Papa Francisco, con frecuencia, tergiversa las palabras de los santos, para pretender dar autoridad a sus opiniones. Lo ha hecho con Sto. Tomás de Aquino, con San Agustín, con San Vicente de Lerins y con otros. Precisamente San Vicente previene contra la «permutatio», que es el error en el que está cayendo el Papa, por lo que Francisco está desautorizado por los mismos a los que cita.
El comentario de Sergi es gratuitamente ofensivo. El de sacerdote mariano, en cambio, no lo es.
¿Cómo se logra amar al Papa?
¿Cómo amamos a nuestro párroco, obispo, Papa?
¿Cómo amamos a nuestros enemigos?
De eso nada.
Si a ti te llamaran viejo baboso te sentirías ofendido. Alfonso tiene razón. No hace falta ofender a nadie. La Verdad es suficiente.