Tomko, el «papa rojo» que defendió a los católicos chinos

Tomko
|

El cardenal eslovaco Josef Tomko, que sirvió a la Iglesia en circunstancias muy delicadas hasta el dossier Vatileaks, ha fallecido a 98 años de edad. Durante sus largos años como prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos se distinguió por su lúcida firmeza en las relaciones con China. Muy cercano a Juan Pablo II, fue el primero en quererlo en los altares.

(Nico Spuntoni en la Nuova Bussola Quotidiana) -«¡Encomiendo mi alma a la misericordia de Dios para que pueda ver el Rostro de Cristo en el abrazo del Padre! Que el Espíritu me lleve a esta Santa Montaña». Estas son las últimas palabras del testamento espiritual del cardenal Jozef Tomko, fallecido la semana pasada a los 98 años. Las escribió el 27 de febrero de 2007, pero entretanto vivió otros quince años para convertirse en el  más veterano miembro del Sacro Colegio. Algunos pasajes del escrito fueron leídos por el cardenal decano Giovanni Battista Re durante el funeral celebrado en la basílica de San Pedro.

El último cardenal eslovaco será enterrado, tal y como había solicitado, en la cripta central de la catedral de Košice, tras una segunda misa de funeral que será celebrada por el cardenal checo Dominik Duka. El arzobispo emérito de Praga le rindió homenaje, recordando los años en los que dirigió la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, convirtiéndose en el prelado de la antigua Checoslovaquia que ha alcanzado el más alto cargo en la historia de la Iglesia. En su testamento espiritual, el propio Tomko describió esos dieciséis años como «papa rojo» (como se apoda a los prefectos de la Congregación) como «el período más hermoso y largo de mi vida», durante el cual realizó un «servicio que cautivó completamente mi corazón y al que dediqué todas mis energías» para la «construcción y el crecimiento del Cuerpo Místico de la Iglesia». Una carta que destila amor por la Iglesia y gratitud por San Juan Pablo II, con quien colaboró «en una armonía casi espontánea de ideas, alegrías y sufrimientos».

En el momento de escribir esto creía que estaba cerca de la jubilación, sin imaginar que en los años siguientes Benedicto XVI -cuya elección había acogido «con gran alegría»- le confiaría una de las tareas más delicadas de su larga carrera: cuando estalló el Vatileaks en 2012 fue llamado a formar parte de la comisión encargada de descubrir quién y qué estaba detrás de la filtración de documentos internos confidenciales a los medios de comunicación. El papa Ratzinger le otorgó a él y a sus compañeros Julián Herranz y Salvatore De Giorgi un mandato pontificio a todos los niveles para investigar no solo la filtración, sino también la conducta inmoral y delictiva dentro de la curia. Ocho meses de interrogatorios al más alto nivel al final de los cuales se redactaron actas que terminaron en el voluminoso dossier entregado por Benedicto XVI a su sucesor inmediatamente después del cónclave de 2013.

Un expediente que resurgió con fuerza unos meses después, en junio de 2013, cuando Francisco habló explícitamente de un ‘lobby gay’ en la curia durante una audiencia privada con los responsables de la Confederación Latinoamericana de Religiosos y Religiosas, diciendo a los presentes que «es verdad, está ahí, hay que ver qué podemos hacer». Tras estas palabras, la mente de los iniciados se dirigió inmediatamente a las indiscreciones sobre el informe elaborado por la comisión de tres cardenales, según el cual había un capítulo entero titulado precisamente a la «red gay».

Pero la figura del cardenal Tomko está vinculada sobre todo al pontificado de Juan Pablo II, el santo  al que amaba porque fue capaz de permanecer «durante más de un cuarto de siglo en el pedestal del mundo, poniendo la fe y no a sí mismo en el centro del escenario». Además, el cardenal eslovaco fue el principal defensor de la apertura inmediata de su causa de beatificación hasta el punto de recoger firmas entre los cardenales durante las congregaciones generales previas al cónclave de 2005. El papa polaco quiso que fuera secretario general del Sínodo de los Obispos, luego prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, y en este cargo se encontró manejando el delicado expediente chino. Fue él quien en 1988 emitió la directiva -deseada y aprobada por Wojtyla- que ha pasado a la historia como los «Ocho Puntos» sobre las relaciones entre la Iglesia clandestina y la Asociación Católica Patriótica China, en la que se pedía evitar la comunión sacramental con los miembros de las comunidades fieles a Pekín. En la carta, dirigida a los obispos de todo el mundo, a la vez que recomendaba la «caridad fraternal», el prelado eslovaco pedía que se advirtiera a quienes visitaran China que evitaran un comportamiento que pudiera sugerir un reconocimiento implícito de la legitimidad de la Asociación Patriótica.

El combativo cardenal Joseph Zen, de 90 años, a punto de ser juzgado por apoyar la causa democrática en la ex colonia británica, dijo en el pasado que su nombramiento episcopal se debía a Tomko, que animó a Juan Pablo II a hacerlo. En cuanto a la cuestión china, el obispo emérito de Hong Kong ha dicho que el entonces prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos demostró ser «un hombre muy equilibrado que adoptó una línea dura para defender a la Iglesia de la persecución, al tiempo que se mantenía abierto a la razón» y logró obtener del gobierno mejores condiciones para los católicos chinos que las que se verían después de él.

La prueba del gran amor y celo pastoral de Tomko por los católicos chinos queda reflejada, en particular, en una homilía de hace veintidós años con motivo del 50º aniversario de la emisión de Radio Vaticano en chino: «Han sido ciertamente 50 años difíciles para la Iglesia en China. Ha sido una época de agitación política y social, pero también de duras persecuciones contra diversas religiones, especialmente contra la Iglesia católica, acusada de no ser suficientemente china, de no ser suficientemente fiel a ese gran pueblo. Se intentó desprenderla de su centro vital que garantiza su catolicidad, de la Roca sobre la que Jesucristo quiso construir ‘su’ Iglesia. Un nuevo gran muro ideológico iba a aislar a esa Iglesia del resto de la Iglesia universal dirigida por Pedro. En este ambiente, a menudo impregnado de miedo, la Iglesia en China ha pasado por ‘fuego y agua’, pero no ha desaparecido, ni ha disminuido, sino que ha madurado en la cruz y crece en número y en valentía en la fe».   

Publicado por Nico Spuntoni en la Nuova Bussola Quotidiana

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana

Ayuda a Infovaticana a seguir informando

Comentarios
3 comentarios en “Tomko, el «papa rojo» que defendió a los católicos chinos
  1. Lo que San Juan Pablo II y Tomko construyeron en China (junto con otros como el cardenal Zen), Francisco lo ha deshecho de un plumazo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 caracteres disponibles