Las guerras litúrgicas se han convertido en guerras doctrinales

guerras litúrgicas
|

(Crisis Magazine/Eric Sammons) – En las últimas décadas, muchos católicos han evitado cuidadosamente las «guerras litúrgicas» dentro de la Iglesia y, francamente, no les culpo. Con demasiada frecuencia estas batallas implican mucha tensión y poca luz. Católicos contra católicos en algo que puede llegar a ser desagradable y a veces incluso personal. Es mejor simplemente mantener la cabeza baja, soportar en silencio cualquier abuso litúrgico en tu parroquia y seguir adelante.

Debido a esta extendida actitud, muchos católicos tampoco se han interesado mucho por los esfuerzos del Papa Francisco para restringir y finalmente eliminar la misa tradicional en latín. No les afecta directamente y parece que tiene que ver con cuestiones que están por encima de su nivel. De nuevo, es mejor mantener la cabeza baja.

El problema es que el esfuerzo por eliminar la misa tradicional en latín es solo uno de los aspectos de una guerra múltiple del Papa contra la supuesta amenaza del «tradicionalismo». Por la razón que sea, Francisco parece creer que el tradicionalismo es uno de los problemas más acuciantes de la Iglesia hoy en día y que hay que enfrentarlo enérgicamente.

Ahora bien, el fiel católico medio podría decir: «Pero yo no soy tradicionalista, asisto a la Forma Ordinaria y estoy a gusto con el Vaticano II, así que ¿qué me importa a mí?» Sin embargo, las recientes declaraciones del Papa muestran que este ataque al «tradicionalismo» en la Iglesia es mucho más profundo que el apego a los antiguos ritos: afecta directamente a la doctrina de la Iglesia.

La semana pasada, en el avión de regreso de Canadá (siempre es en un avión, ¿no?), le preguntaron al Papa sobre los esfuerzos para socavar la Humanae Vitae y cambiar la prohibición absoluta de la Iglesia contra la anticoncepción artificial. Su respuesta fue reveladora. En lugar de limitarse a decir que esta enseñanza no cambiará porque no puede hacerlo, se lanzó a otra diatriba contra el tradicionalismo:

“Pero sabed que el dogma, la moral está siempre en un camino de desarrollo, pero de desarrollo en el mismo sentido… creo que esto es muy claro. Una Iglesia que no desarrolla su pensamiento en sentido eclesial es una Iglesia que retrocede y este es el problema actual de tantos que se llaman tradicionales. No son tradicionales, son “indietristas”, van hacia atrás, sin raíces… “Siempre se ha hecho así”, “el siglo pasado se hizo así”. La actitud retrógrada es un pecado porque no avanza con la Iglesia y en cambio la tradición, alguien dijo (creo que lo dije en una de las intervenciones) la tradición es la fe viva de los muertos. En cambio estos indietristas que se llaman tradicionalistas es la fe muerta de los vivos… El indietrismo va hacia atrás y la actitud retrógrada siempre se cierra”.

En otras palabras, pensar que la enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción artificial no puede «evolucionar» es ser un «tradicionalista» que tiene «la fe muerta de los vivos» (y aunque hay mucho juego de palabras aquí, «evolucionar» significa esencialmente «cambiar» en este contexto, ya que una prohibición moral absoluta de la anticoncepción artificial sólo puede cambiarse a no serlo). La Humanae Vitae es simplemente «cómo se hacía el siglo pasado».

Así que, a los ojos del Papa, no tienes que asistir a la misa tradicional en latín, ni siquiera tienes que preocuparte un poco por la liturgia, para ser un «tradicionalista»; simplemente creer que la Iglesia no puede cambiar sus enseñanzas morales fundamentales te convierte en uno.
Ahora todos somos tradicionalistas.