¡Dame almas!

«¡Dame almas!» es la historia del cardenal Merry del Val, una de las figuras más deslumbrantes de la Iglesia del siglo XX, a través de cuya figura podemos conocer los momentos más tensos del siglo y las intimidades más internas del Vaticano.

Merry del Val era de antepasados irlandeses católicos, y como tal dio la batalla contra el protestantismo anglicano. Pero ante todo era español, por lo que defendió ante el Vaticano las tradiciones y los privilegios de los países hispanos.

Pero nuestro cardenal libró una batalla mayor aún: la lucha contra las herejías modernas y modernistas que se extendían por el interior de toda la Iglesia Católica.

Nombrado arzobispo titular de Nicea por el papa León XIII, Merry del Val fue el secretario del cónclave de 1903, que eligió al mismísimo Papa Pío X, todo un estandarte de la lucha contra estas desviaciones. Posteriormente, fue su mano derecha como Secretario de Estado del Vaticano.

Sus cargos le permitieron formar parte de la complicada diplomacia de su época, como el sionismo o la Primera Guerra Mundial, hasta el punto de que firmó un concordato con Serbia solamente cuatro días antes de que allí mismo fuese asesinado el heredero austriaco Francisco Fernando, evento que desencadenó el gran conflicto.

Pero, a pesar de sus numerosos títulos, Merry nunca ambicionó el poder, sino que dedicó gran parte de su tiempo a la educación y apostolado de niños en el barrio popular del Trastévere. De hecho, popularizó la «letanía de la humildad» para huir del éxito y la fama:

«Líbrame, Señor del deseo de ser alabado, honrado, aplaudido, preferido a otros, consultado y aceptado, del temor a ser humillado, despreciado, reprendido, calumniado, olvidado, ridiculizado, injuriado, rechazado, Concédeme, Señor, el deseo de que otros sean más amados que yo, que otros crezcan en consideración y yo disminuya, que otros sean alabados y de mí no se haga caso, que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil, que otros sean preferidos a mí en todo, que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda. De ser desconocido y pobre, Señor, me alegraré. Que no se me pida mi opinión, que se me deje el último lugar, que no me hagan cumplidos, que me reprueben a tiempo y a destiempo, bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia, porque suyo es el Reino de los Cielos».

No se pierdan este libro escrito por el monseñor Alberto José González Chaves, Doctor en Teología Espiritual y capellán de Benedicto XV. Un verdadero Merry del Val de nuestro tiempo.

¡Dame almas!