Tomás Moro, la conciencia y la defensa de la fe

Tomás Moro conciencia
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Hoy la Iglesia celebra a santo Tomás Moro, y por ese motivo nos gustaría recomendarles un libro. Se trata de ‘Tomás Moro. La luz de la conciencia’, un ensayo con tintes hagiográficos escrito por el académico italiano Miguel Cuartero Samperi y prologado, además, por el cardenal Robert Sarah.

El ensayo que nos regala Cuartero es muy recomendable porque es bien distinto a los cientos que se han escrito sobre Moro y, en esta época en que se promulgan leyes inicuas por doquier, hay pocas figuras históricas más relevantes que este mártir inglés.

Efectivamente, ‘Tomás Moro. La luz de la conciencia’ no es una biografía al uso. No encontramos en ella ni una sucesión de acontecimientos ordenados cronológicamente ni una abrumadora profusión de datos. Al contrario: los avatares existenciales de Tomás Moro aparecen entremezclados con sutiles reflexiones sobre la naturaleza y las exigencias de la conciencia, esa voz interior que, debidamente formada, nos impulsa a hacer el bien y evitar el mal, a elegir la virtud y rechazar el vicio.

La vida de Tomás Moro estuvo marcada por una continua sumisión a este eco de origen divino. De hecho, en la hora más oscura de su existencia, cuando tuvo que elegir entre la obediencia a un soberano cegado por la avidez de poder —Enrique VIII— y la lealtad al Dios que amaba, entre la ley humana y la ley divina, Moro obró como siempre había obrado. Aun sabiendo que al hacerlo firmaba su propia condena de muerte, siguió los dictados de esa voz que se alzaba desde las profundidades de su ser para advertirle de una verdad tan rotunda como incómoda: que más vale perder la vida que cometer una injusticia para preservarla.

En esta época en que los parlamentos han degenerado en fábricas de leyes injustas y en las que los hombres se someten con docilidad a las arbitrariedades del poder, el ejemplo de Tomás Moro se hace más necesario que nunca.

Un hombre íntegro, fuerte en la fe y fiel a su conciencia, que no dudó en servir a Dios antes que a los hombres hasta las últimas consecuencias. Santo Tomás Moro, mártir en el siglo XVI bajo el reinado de Enrique VIII, es una de las grandes figuras de la Iglesia. Su figura también la pueden encontrar en otro libro que presenta el sacerdote Charles P. Connor: ‘Defensores de la fe’, en el que aparece junto a otros ejemplos de vidas heroicas.

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Pequeña biografía

Tomás Moro nació el seis de febrero de 1478. Sus padres, John y Agnes Graunger More, le inscribieron en el colegio Saint Anthony de la calle Threadneedle de Londres. Tras dos años de vida universitaria en Oxford, comenzó sus estudios de Derecho en Lincoln’s Inn y la práctica de la abogacía en 1501. Tres años después entró en el Parlamento. Fue durante estos años cuando trabó amistad con Erasmo de Rotterdam.

Hombre de formación extraordinaria, Tomás Moro se caracterizaba también por su vida ascética. Solía llevar un cilicio, ayunaba y hacía penitencia, iba a misa a diario y leía fragmentos del oficio divino. Como señala el autor de ‘Defensores de la fe’ citando a Ronald Knox, Tomás Moro aunó lo mejor del Renacimiento sin perder, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, lo mejor del catolicismo.

Erasmo describe así la vida familiar en el hogar de Tomás Moro en una carta al obispo de Viena fechada en 1532, que Charles P. Connor recoge en su obra:

Moro había levantado su residencia a orillas del Támesis, no muy lejos. Era ésta una casa digna y apropiada, sin caer en una magnificencia que pudiera despertar envidia. Vive felizmente aquí con su familia, compuesta por su esposa, su hijo y su nuera, tres hijas y sus respectivos esposos y once nietos. Sería muy difícil encontrar a un hombre que sintiera un mayor afecto por los niños […]. En el hogar de Moro, se diría que ha renacido la Academia de Platón, salvo que en ella los debates eran acerca de la geometría y el poder de los números, mientras que la casa de Chelsea es una verdadera escuela de religión cristiana.

Cuando Enrique VIII llegó al trono en 1509, el futuro del joven abogado parecía prometedor. Sus responsabilidades aumentaron con el paso del tiempo y en 1529 fue nombrado Canciller. A pesar del éxito que parecía acompañar a este nombramiento, Tomás Moro confió a su yerno que no podía enorgullecerse de la amistad del rey. “Si pudiese comprar un castillo de Francia al precio de mi cabeza, -argumentaba – no vacilaría en hacerlo”.

Tres años más tarde, Moro renunciaba a su puesto en la cancillería, tras iniciar Enrique VIII sus maniobras para hacerse con el control de la Iglesia de Inglaterra. El monarca logró que el Parlamento aprobara el Acta de Supremacía, que le presentaba como cabeza de la Iglesia de Inglaterra.

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La negativa de Moro a prestar juramento de adhesión al acta terminó con su encarcelamiento en la Torre de Londres, donde permaneció quince meses en los que dedicó sus días a la oración, la meditación y los escritos espirituales. Los frutos de este periodo se aprecian en una de las cartas que dirigió a su hija: “En realidad, Meg, estoy aquí tan bien como en mi casa, porque Dios, que me hizo un niño travieso, me guarda contra su corazón y me acaricia como a un pequeñuelo”.

Nueve días después de la muerte de san Juan Fisher, que, por cierto, también se le dedica un capítulo en el libro, Moro fue imputado y juzgado por traición en Westminster Hall. Durante el juicio, en el que fue declarado culpable y condenado a muerte, afirmó: “Vuestras Señorías deben comprender que, en las cosas de la conciencia, todo súbdito leal y bueno del rey tiene que pensar en conciencia y en su alma por encima de todas las cosas del mundo”.

Buen siervo del rey, pero sobre todo de Dios, Tomás Moro murió el 6 de julio de 1535. Fue beatificado en 1886, junto a otros mártires ingleses, y canonizado, junto a Fisher, en 1935.

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Comentarios
9 comentarios en “Tomás Moro, la conciencia y la defensa de la fe
  1. EN ESTOS TIEMPOS DONDE LA HUMANIFAD SE ARRODILLA ANTE EL NUEVO ORDEN LA FIGURA DE SANTO TOMAS MORO MUESTRA LA UNICA VERDAD. PRIMERO DIOS, AUNQUE TE MATEN EL CUERPO
    PERO TE ABRE LAS PUERTAS DE LA VIDA ETERNA JUNTO AL CREADOR

  2. El Papa debería aprender de la valentía de San Juan Fisher y Sto. Tomás Moro y denunciar los grandes males del mundo.

  3. Cuánto me me gusta.
    Cómo me gustaría conocerlo.
    Su santidad y felicidad la mezclaba con mucha alegría y buen humor.
    Pero donde hubiera vivido, , se vuelve a morir. Si su lealtad a la Iglesia le costó la cabeza, que de cabezas necesitaría ahora para pagar cada cosa mala que estaría viendo.
    Santo Tomas Moro.
    Pide por la Santa Iglesia,, que también ha perdido la cabeza, no dilata su cuerpo en derrumarse.

  4. La Iglesia católica, y entro ellos el primero bergoglio, en vez de dialogar con la iglesia anglicana, debería decirla que su origen está en el pecado del crimen y del adulterio. Qué iglesia es esa? La reina de la Inglaterra, es una mentira. Pobres ingleses, conducidos a la perdición

  5. COMO DESARROLLAR CONCIENCIA ESPIRITUAL
    Con el patinete eléctrico

    1- velocidad aconsejable 20 kms
    2- aceleraciones suaves y progresivas, igual máxima comodidad y seguridad
    3- ceder el paso a todos los peatones posibles en tú trayecto, igual a máximos actos de conciencia
    4- agradece a los conductores que te ceden el paso, igual a educación espiritual
    5- tu relajación y evolución será progresiva a más tiempo más actos de conciencia, igual a pura inteligencia.

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