Los derechos humanos en China y el indecente silencio de la ONU

China online prohibidos
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Michelle Bachelet, ex presidenta de Chile y actual Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, visitó la zona de Xinjiang justo cuando se publicaban en Internet las pruebas del genocidio cultural de los uigures. No ha manifestado ninguna condena, al contrario: ha premiado a China por su compromiso.

Michelle Bachelet, ex presidenta de Chile y actual Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, visitó Xinjiang justo cuando se publicaban en Internet las pruebas del genocidio cultural de los uigures. No solo no habló de «genocidio», término que, como es lógico, normalmente se emplea con extrema precaución, sino que ni siquiera hizo referencia a la cuestión de los uigures. El sitio web del Alto Comisionado no ha publicado ningún informe hasta el momento en el que este artículo ha sido publicado. Todo lo que sabemos es que Bachelet «se reunió» con el presidente Xi Jinping por videoconferencia. Se intercambiaron varios cumplidos mutuos, aunque el jefe de Estado chino buscó la ocasión para echarles un pequeño sermón a los que van por ahí dando lecciones de derechos humanos.

El mensaje de Xi Jinping se vuelve grotesco cuando es comparado con la realidad de la China comunista. Como informa el sitio web del Ministerio de Asuntos Exteriores de Pekín, el presidente subrayó que, desde el primer día de su existencia, el Partido Comunista de China ha adoptado como misión principal la búsqueda de la felicidad del pueblo chino y el rejuvenecimiento de la nación china. (El Partido, ed) ha trabajado duro por los intereses del pueblo desde todo el siglo pasado”. Que este duro trabajo” haya provocado unos 35 millones de muertos (según estimaciones que excluyen las muertes de la gran hambruna de los años 50) es, aparentemente, algo natural. «No se puede hacer una tortilla sin romper algunos huevos» fue una frase atribuida a Lenin cuando explicó los millones de muertos que siguieron inmediatamente a la revolución.

Xi Jinping, tan generoso él, se ha dignado en admitir que, incluso hoy, China no es perfecta en cuanto a la protección de los derechos humanos. «En términos de protección de los derechos humanos, nadie puede pretender la perfección y siempre se puede mejorar. Sobre la base de la igualdad y el respeto mutuo, China está dispuesta a llevar a cabo activamente el diálogo y la cooperación en materia de derechos humanos con todas las demás partes para ampliar la comprensión mutua, reducir las diferencias, promover el aprendizaje mutuo, esforzarse por progresar juntos y avanzar, juntos, en la causa de los derechos humanos para mayor beneficio del pueblo en todo el mundo”. Parecerían frases sacadas de la página web de una ONG de derechos humanos, si no hubiéramos visto los Xinjiang Police Files, las decenas de miles de documentos sobre deportaciones, detenciones arbitrarias, internamientos en campos de reeducación de los que es víctima todo el pueblo uigur. Por no hablar de las muy recientes violaciones de los derechos a la libertad en Hong Kong, la continua persecución de los tibetanos, el probable inicio de una nueva persecución en las regiones chinas de Mongolia.

Xi Jinping, de hecho, encontró incluso la manera de rechazar el concepto de universalidad de los derechos humanos, que según el presidente chino tienen un contexto histórico, práctico y específico”. En la misma circunstancia, le dijo a Bachelet que ningún país necesita sermones” sobre el respeto de los derechos, cada uno trata el tema a su manera. Y Bachelet sabe muy bien cómo es tratado en China.

A pesar de todo, Bachelet, según la fuente oficial china, «expresó su admiración por los esfuerzos y los logros de China en la erradicación de la pobreza, la protección de los derechos humanos y la realización del desarrollo económico y social, y elogió el importante papel que desempeña China en el apoyo al multilateralismo, en su modo de hacer frente a los desafíos como el cambio climático y en la promoción del desarrollo sostenible en el mundo”. La Alta Comisionada de la ONU concluyó prometiendo una mayor cooperación con Pekín en la promoción de los derechos humanos en todo el mundo”.

Es comprensible la gran decepción de los activistas uigures por los derechos humanos. Las expectativas ya se habían reducido cuando, ante la inminencia del viaje, Bachelet declaró que no era posible realizar una inspección. Me parece una verdadera irresponsabilidad que la señora Bachelet haya reconocido su debilidad y haya declarado su falta de voluntad para investigar, una vez iniciado el viaje – escribe Kok Bayraq, activista uigur exiliado en EE.UU – Muchos uigures en el extranjero han hecho declaraciones y participado en manifestaciones, esperando obtener información sobre sus familiares desaparecidos. Ella debería saber cuál es el coste de estas acciones sobre sus familiares internados en campos y prisiones”.

Este es el enésimo caso en el que las instituciones internacionales rechazan condenar a China, a pesar de tener suficientes pruebas e indicios para, al menos, emitir una reprimenda y pedir una aclaración. La historia reciente de la República Popular es la de un régimen que prácticamente se ha salido siempre con la suya. Todo se le perdona. En el ámbito humanitario y demográfico, por ejemplo, la política del hijo único, con su violación masiva de los derechos de la mujer, nunca ha sido condenada por la ONU. Incluso se puso de manera no oficial como ejemplo a seguir en los países en vías de desarrollo. En el ámbito económico, China se incorporó a la OMC en los años 90, a pesar de no cumplir con sus estándares. En el ámbito sanitario, en tiempos mucho más recientes, China fue cuestionada por la OMS por guardar silencio sobre la primera propagación del Covid-19, una decisión fatal para todo el mundo.

Las razones de esta condescendencia (que no son solo económicas) solo las conocerán los historiadores del futuro. Aun así, Bachelet, en sus dos mandatos como presidenta de Chile, (2006-2010 y 2014-2018) reforzó las relaciones bilaterales con Pekín, recibió a Xi en visita de Estado, favoreció la apertura de los Institutos Confucio en el país y declaró que ella misma quería estudiar chino mandarín, ya que será la lengua del futuro.

Publicado por Stefano Magni en la Nuova Bussola Quotidiana

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana

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Comentarios
6 comentarios en “Los derechos humanos en China y el indecente silencio de la ONU
  1. Esto me recuerda aquel dicho, de pueblo y algunos pensarán que irreverente, que dice: el que tiene padrinos se bautiza y el que no, se queda moro (perdón, magrebí).

    Pues eso, que China tiene los padrinos más adecuados y poderosos y por tanto nadie osa.

    Como dice, los historiadores lo explicarán dentro de unos siglos.

  2. Michelle Bachelet es socialista, con eso ya está todo dicho. ¿Cuando a los socialistas les ha importado otra cosa que no sea su «religión»? Sencillamente asqueroso, porque en España además scialismo y comunismo son lo mismo. Las Un asquito, empezando por la Iglesia y sus contuber ios con el regimen di cho, permitiendo la persecución de los católicos y callando miserablemente.

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