En el día que la Iglesia Católica celebra la festividad del gran santo italiano Felipe Neri, repasamos algunas de sus frases más provechosas para la vida espiritual.
A continuación, algunas de sus frases más destacadas de Felipe Neri:
- Hay tentaciones, como las de la carne, que se vencen huyendo; otras, como las de la ira, resistiéndolas, y otras, como las de la vanagloria, despreciándolas.
- Cuando Dios envía tribulaciones a un alma, le da una prueba de grande afecto.
- El que se alegra de ser despreciado y se tiene por nada, es un discípulo perfecto de la escuela de Jesucristo.
- Entre las gracias que hemos de pedir a Dios, una de ellas ha de ser la perseverancia.
- No hay nada más peligroso en la vida espiritual que querer dirigirse uno a sí mismo.
- La ociosidad es una calamidad para el cristiano. Debemos siempre hacer algo, no sea que venga el demonio y nos haga caer en sus lazos.
- Nada ayuda al hombre tanto como la oración.
- Echémonos en brazos de Dios, y estemos seguros que si algo quiere de nosotros, nos dará fuerzas para hacer todo lo que desee que hagamos.
- Procura rechazar los escrúpulos, porque turban el alma y engendran la tristeza.
- Nada hay más desagradable a Dios, que un alma orgullosa de sí misma.
- No debemos aborrecer a nadie, porque Dios no viene a estar en un alma que no ama a su prójimo.
- En la Comunión debemos pedir la curación de aquel vicio a que estamos sujetos.
- El demonio, que es muy orgulloso, teme mucho la humilde confesión.
- Desprendamos nuestros corazones de las cosas de este mundo; digámonos muchas veces: ¿y después? ¿y después?.
- No seamos prontos en juzgar a los otros: pensemos primero en nosotros mismos.
- Para estar en paz con el prójimo, no pienses nunca en sus defectos naturales.
- No siempre nos conviene lo mejor.
- El siervo de Dios no debe querer recibir la recompensa de su servicio en este mundo.
- El que huye de una cruz, encontrara en su camino otra más pesada.
- Antes de ir a confesaros, bueno será pedir a Dios la buena voluntad de ser santo.
- Dios se complace en el alma humilde que cree no haber comenzado aún a hacer el bien.