En el juicio en curso por presuntos delitos financieros, ayer el Cardenal Angelo Becciu descartó toda responsabilidad en la renuncia forzada de un auditor vaticano, que atribuyó a la voluntad del Papa.
En 2017 fue despedido repentinamente el primer auditor general del Vaticano, Libero Milone, al tiempo que se cancelaba una auditoría interna, una decisión que se atribuyó al entonces sustituto de la Secretaría de Estado, cardenal Becciu, que hoy se sienta en el banquillo y que ayer desmintió que fuera decisión suya. Becciu declaró en el tribunal que en junio de 2017 el Santo Padre le convocó en Santa Marta para comunicarle que Milone había perdido su confianza y pidiéndole que le llamara para pedirle su renuncia, una “tarea ingrata”, en palabras del cardenal sardo.
Hasta ahora, durante el juicio que se sigue en el Vaticano en torno a la compraventa de un bloque de apartamentos de lujo en Londres, Becciu se había negado a hablar sobre su participación en el despido de Milone, “por amor al Santo Padre”. Pero ayer aseguró haber obtenido de Su Santidad permiso para hablar con libertad, informa ACI Prensa.
El motivo del despido, dice, fue el mencionado en la nota de prensa emitida en su momento, según la cual Milone había “comisionado ilegalmente a una firma externa para realizar actividades de investigación sobre la vida privada de representantes de la Santa Sede».
Por su parte, Milone ha sostenido que fue acusado falsamente mediante un «montaje» y que al Papa le mantuvo ignorante “la vieja guardia», que «se sintió amenazada».

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