La Iglesia Católica de Estados Unidos se ha convertido en un desierto vocacional. Cinco de sus 34 diócesis no ordenarán un solo sacerdote este año. Llamémosle “primavera eclesial”.
Hace un par de semanas, informa Church Militant, el arzobispo de Detroit, Allen Vigneron, que presidirá la Conferencia Episcopal el próximo año, anunció a los fieles que, por primera vez en generaciones, su archidiócesis no ordenará a un solo sacerdote. Vigneron se encarga de dejar claro que no es su culpa, que es parte de un fenómeno generalizado. No, nunca es su culpa; pedir perdón se deja para aquellas cosas que uno no ha hecho, ‘pecados’ de moda que han cometido sus predecesores.
En total, las 34 diócesis ordenarán cien sacerdotes: hagan la cuenta. Según un estudio reciente, durante el último medio siglo (1970-2020) ha habido una enorme caída del 60 % en el número de sacerdotes en los Estados Unidos. Lo único que salva a la Iglesia estadounidense del estado de emergencia absoluto es que, después de todo, cada vez hay menos católicos que servir, menos fieles que vayan a Misa y frecuenten los sacramentos, así que la caída en picado de las vocaciones se nota menos.
Si el inminente sínodo no es un mero mecanismo para diluir la responsabilidad de cambios sísmicos en la disciplina de la Iglesia y tal vez de su doctrina moral, este lamentable estado de cosas debería copar su agenda. Estudiar seriamente las causas, sin miedo a lo que se pueda encontrar, buscar remedios reales y no retóricos. Pero no: por lo que sabemos de las declaraciones y documentos previos, se insistirá en ahondar en las mismas recetas que nos han traído hasta este yermo y se insistirá en la visión de una ‘Iglesia Potemkin’ que solo existe en la imaginación de añosos jerarcas que aún viven mentalmente en el inmediato postconcilio.
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Cinco diócesis de EEUU no ordenarán ningún sacerdote este año… pero luego se prohíben las ordenaciones sacerdotales tradicionales, que es donde sí hay vocaciones. Si la vocación la suscita Dios, ¿por qué hay proporcionalmente más (y en algunos casos ni siquiera proporcionalmente, sino numéricamente hablando) en los movimientos e institutos tradicionales que en el novus ordo? ¿No se lo han preguntado estos ‘pastores’ que nos desgobiernan? ¿O no creen que las vocaciones sean cosa de Dios? (si es que creen en Dios).
Acabamos de leer la noticia en esta misma web de lo acaecido en un monasterio benedictino tradicional, donde hay más candidatos al sacerdocio que en estas diócesis estadounidenses. Pero mejor que no se oficie misa en él, antes de que ésta sea en el Rito Romano tradicional. Y así está la Iglesia hoy: ayer ante el precipicio y hoy dando un paso adelante (con el camino sinodal, por ejemplo). Hacia el abismo, vaya.