Osoro a sus sacerdotes: «Nunca consintamos que entre lo que no es del Evangelio en nuestra vida»

Osoro seminaristas
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Aprovechando la reciente festividad de san Juan de Ávila, patrón del clero secular español, el arzobispo de Madrid dedica su carta de esta semana para dirigirse a ellos.

«Los sacerdotes hemos vivido el gozo del ministerio que este santo supo cantar tan bellamente con su vida, predicaciones y escritos. Nuestro ministerio nació en el Cenáculo junto con la Eucaristía y, como nos decía el Papa san Juan Pablo II en su última carta con ocasión del Jueves Santo, «la existencia sacerdotal ha de tener, por un título especial, forma eucarística», comienza diciendo el cardenal.

El purpurado afirma que «los sacerdotes en Cristo eucarístico podemos contemplar el modelo de un diálogo vocacional entre la libre iniciativa del Padre y la respuesta confiada de Cristo; los sacerdotes estamos destinados a perpetuar ese ministerio salvífico a lo largo de los siglos, hasta que el Señor vuelva. En la celebración de la Eucaristía es el mismo Cristo quien actúa en quienes Él ha escogido como ministros suyos, pues es Él quien nos sostiene para que, llenos de confianza y gratitud absoluta, eliminemos todos los temores».

Osoro asegura que  «en cuestiones importantes, es necesario volver al Evangelio para ver lo que dice el Señor. Y vemos cómo Él, en muchas ocasiones, se retiraba para orar. Para volver al fervor apostólico de los primeros, es bueno e importante que también nosotros hagamos lo mismo: necesitamos el retiro, necesitamos estar a solas con el Señor y desarrollar nuestra amistad con Él». El arzobispo le recuerda a sus sacerdotes que «este tiempo de encuentro con Él es también un tiempo de actividad pastoral, de tal modo que, sin este tiempo de intimidad, pierde hondura, eficacia y sentido la actividad pastoral. Ahí tenemos los escritos de san Juan de Ávila que nos ayudan a entender la unidad que existe entre relación íntima con Jesucristo y actividad pastoral».

Carlos Osoro hace hincapié en que la gente «no nos piden a los sacerdotes que seamos expertos en economía ni en política, ni en cualquier otro menester, aunque son buenos y necesarios para cuidar el mundo, construir la fraternidad y dar a la vida entre nosotros altura y densidad. A los sacerdotes nos piden que seamos expertos en sabiduría eterna que hace posible que los humanos nos llenemos de sabiduría para vivir y dar vida. Y para ello es necesario dejar que sea Él quien nos forme, de tal modo que, cuando tomamos en nuestras manos el Cuerpo y la Sangre del Señor para alimentar al Pueblo de Dios, sintamos el gozo del asombro, de la adoración, de la entrega total».

El cardenal incide en que «quienes hemos sido ungidos como sacerdotes, pidamos al Señor que nos enseñe a ungir el corazón de nuestros hermanos con un corazón de padres, de hombres cercanos a ellos, de hombres que nos brindamos a la familia humana en todo y para siempre, tanto cuando abrazamos a justos y pecadores como cuando repartimos todo y no nos guardamos nada».

Por otra parte, les dice a los sacerdotes que «tenemos que hacer posible que siempre nos tratemos como ungidos, en el trabajo y misión que realizamos por mandato del obispo, es decir, unidos, codo con codo y al servicio de los hombres, sabiendo que respiramos el mismo perfume que emana del Evangelio y que nos hace uno con Jesucristo. El Señor nos ungió para darnos como Él del todo, a todos, para todos, y nos solamente cuando las cosas marchan bien, sino también en las dificultades».

El cardenal les pide a sus curas una cosa más, que «nunca consintamos que entre lo que no es del Evangelio en nuestra vida. ¡Qué fuerza tiene saber que hemos de ungir a nuestro Pueblo en la fe bautismal que nos hace Pueblo de reyes, de sacerdotes y Pueblo de Dios! También hemos de ungir al Pueblo de Dios de esperanza, de esa que nace cuando nos ponemos en manos de Jesús, y no de nuestras opiniones o de quienes tratan de modelar a su manera la misión de la Iglesia que le ha sido encomendada a Pedro y sus sucesores, hoy el Papa Francisco».

«La unidad y la esperanza se cuidan con pequeños detalles como lo hizo Jesús: falta una oveja y Jesús sale a buscarla, se acaba el vino y Jesús hace su primer milagro… Lo que más le importa a Dios es que los sacerdotes seamos sus amigos, regalemos su presencia y mantengamos la fe, la esperanza y la caridad», concluye el arzobispo de Madrid.