La Iglesia ortodoxa rusa en España y Portugal y la Conferencia Episcopal Española han hecho pública una Declaración conjunta por la Paz en Ucrania en la que apelan a «todos aquellos que tienen el poder de detener la violencia y la barbarie a que escuchen en su conciencia la voz de Dios, que rechaza el mal y la guerra, y llama a reconstruir la fraternidad universal».
No nos quejaremos de que estos esfuerzos de unidad y estas declaraciones de buenos deseos siempre parezcan ir con los asuntos que copan las portadas y abren los telediarios, más que con las luchas y aspiraciones propias de nuestra fe, así que aquí ofrecemos el texto íntegro de la declaración conjunta.
“Nuestras Iglesias se unen ante el dolor y el sufrimiento provocado a tantos hermanos nuestros ortodoxos, católicos y personas de todas las creencias, por la invasión de Rusia a Ucrania. Desde la segunda guerra mundial, Europa no se ha enfrentado a una catástrofe de tal magnitud como esta guerra «repugnante», que agrava la ya difícil crisis provocada por la pandemia de Covid-19. En este contexto desolador, nuestras Iglesias quieren recordar juntas las palabras de nuestro Señor Jesucristo, el Príncipe de la Paz: «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9).
En este tiempo de Cuaresma, en el que nos preparamos para celebrar el triunfo de la Vida sobre la muerte, invitamos a todos nuestros fieles a intensificar la oración por la paz en todo el mundo, especialmente en Ucrania, para que la luz radiante de la Pascua no quede oscurecida por las lágrimas de los que lloran a sus muertos, víctimas de la guerra.
Agradecemos los gestos de caridad hacia las víctimas de la guerra y la acogida generosa a todos los refugiados. La solidaridad con el hermano que sufre es expresión del consuelo y la misericordia del Padre celestial hacia todos sus hijos.
Apelamos a todos aquellos que tienen el poder de detener la violencia y la barbarie a que escuchen en su conciencia la voz de Dios, que rechaza el mal y la guerra, y llama a reconstruir la fraternidad universal.
Mostramos nuestro compromiso para seguir trabajando por la reconciliación entre los pueblos como auténticos pastores que desean ser instrumentos de paz y de comunión”.
Firman la declaración Néstor Sirotenko, arzobispo ortodoxo ruso de Madrid y Lisboa, y Francisco Javier Martínez, arzobispo de Granada y presidente de la Subcomisión Episcopal para Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso.
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Como bien dice el articulista, estas declaraciones siempre van unidas «con los asuntos que copan las portadas y abren los telediarios», y yo añado que eso es un mal criterio, pues fomenta la dependencia de la manipulación mediática.
De la declaración, lo de la «fraternidad universal» sobra, pues es un concepto masónico y no cristiano. Para los creyentes, la fraternidad es en Cristo y la da el bautismo.
También se observan imprecisiones en el texto como escribir «invasión de Rusia a Ucrania», pues hubiera sido mejor decir «conflicto en Ucrania», ya que existe una guerra desde el 2014, y hablar de invasión es controvertido.
Además es erróneo afirmar: «Desde la Segunda Guerra Mundial Europa no se ha enfrentado a una catástrofe de tal magnitud», ya que el aborto causa muchas más muertes que las dos guerras mundiales en un solo año, y porque ha habido otras guerras que han causado más muertes que la de Ucrania, como la de Vietnam, Corea, Ruanda y Burundi, Siria, etc.
Echo en falta en esa declaración, una oración por los caídos en la guerra de Ucrania y por todas las víctimas.
Por lo demás, me uno a la intención de rezar por la paz en Ucrania y en todo el mundo.
Las declaraciones institucionales de los cristianos
sobre el tema, deberían evitar los errores y partidismos, para que puedan ser aceptadas por todos.
Y además de los errores arriba señalados, observo que en la foto del artículo aparecen representantes judíos, evangélicos y musulmanes, y aunque esa foto es de archivo y no son los firmantes de esta declaración, sin embargo, recuerda el hecho de tanto afán de reunirse y rezar junto a religiones falsas para pedir la paz, cosa que nunca se había hecho en la Iglesia, y por no hacerlo, muchos cristianos derramaron su sangre. Pues como dice la Biblia: «Si alguno viene a vosotros y no trae esta enseñanza, no lo recibáis en casa ni lo saludéis.» (2 Jn 1,10)