El cardenal Zuppi sale en defensa de Benedicto XVI

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Ha sido un ataque deleznable, pero les ha salido mal. La maniobra para manchar el legado del Papa Emérito a cuenta del informe sobre pedofilia clerical encargado por la Archidiócesis de Munich-Frisinga (Cardenal Marx) solo ha servido para que brille mejor su impecable actuación en este sentido, como defienden cada vez más voces, como la del cardenal Matteo Zuppi.

“Encomendarse ‘sólo’ al juicio de Dios puede convertirse en una forma de escapar del reconocimiento de los errores frente a otros hombres y mujeres”, sostiene el Arzobispo de Bolonia, el popular cardenal Matteo Zuppi, con respecto a laya celebre carta de Benedicto XVI sobre los abusos, en una entrevista concedida al diario italiano La Stampa. “Joseph Ratzinger, en cambio, armonizó los dos aspectos en su respuesta: la responsabilidad hacia la humanidad en los tiempos y lugares en los que tenía posiciones de liderazgo dentro de la Iglesia, y la relación con Dios».

«Espero que se entienda en su altura, universalidad, mientras que hoy es mucho más fácil pensar que el único criterio que importa es el subjetivo. Y el individualismo generalizado en nuestras sociedades, donde sólo existe el yo. En Ratzinger, por otro lado, coexiste el impulso de ponerse delante de los hombres y abandonarse con confianza al juicio final de Cristo. Por supuesto, reconoce que «al mirar hacia atrás en mi larga vida puedo tener razones para el miedo y el miedo», pero también dice que se siente «con un alma feliz porque confío firmemente en que el Señor no es solo el juez justo, sino al mismo tiempo el amigo y hermano que ya ha sufrido mis propias insuficiencias y, por lo tanto, como juez, él es al mismo tiempo mi abogado». Un pasaje –incide Zuppi– para ser leído y releído».

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Comentarios
19 comentarios en “ El cardenal Zuppi sale en defensa de Benedicto XVI
  1. La verdad es tozuda y no hay quien pueda con ella. Sólo el tiempo puede retrasar su presencia pero tarde o temprano aflora y aplasta la mentira.

    «con un alma feliz porque confío firmemente en que el Señor no es solo el juez justo, sino al mismo tiempo el amigo y hermano que ya ha sufrido mis propias insuficiencias y, por lo tanto, como juez, él es al mismo tiempo mi abogado».

    Precioso testimonio de humildad y abandono en Dios. Qué maravilla!!!

    1. Estás muy equivocada. Cristo no es, ni mi amigo, ni mi hermano.
      Es la segunda persona de la Santísima trinidad. Es nuestro Maestro, nuestro Abogado y nuestro intercesor ante Dios Padre.

      1. Claudio

        Sí! Jesús es Dios, como usted dice, y también abogado, maestro e intercesor.Dice usted bie,.
        Pero también es amigo y también hermano. Personalmente le veo como esposo, que también lo es.

        Que sea nuestro hermano y amigo no significa q nos igualemos a Él. Por ejemplo: somos hermanos porque somos hijos del Padre, pero nosotros sólo somos hijos adoptivos y sólo en Cristo somos hijos.

        Estos títulos son fe católica, no me los he inventado yo, Claudio. Sta. Teresa de Jesús hablaba de Cristo como amigo y le hablaba con confianza.Llegó a decirle un día q no le extrañaba q tuviera tan pocos amigos.Ve? le hablaba con confianza.

        Cristo es Dios pero es un Dios cercano.Nosotros no somos nada pero Él dió la vida por nosotros y Él mismo dijo: no hay amor más grande q el que da la vida por sus amigos.

        Bendiciones

        1. Además Claudio, la frase de mi comentario donde habla de cristo como amigo y hermano no es mia sinó de Benedicto XVI. Si lee el artículo verá como lo dice él

          1. «Sta. Teresa de Jesús hablaba de Cristo como amigo y le hablaba con confianza»

            Santa Teresa de Jesús se dirigía a Él como «Vos» (que no es el «vos» que actualmente emplean los argentinos), «Su Majestad» o «Vuestra Divina Majestad». No sé qué tratamiento le habría dado si no hubiera tenido confianza… Desde luego, no «Jesús» a secas, como si fuera su primo (y como hace alguien que yo me sé). Hablarle con confianza no implica no reconocer, incluso en el tratamiento dado, la infinita distancia que nos separa de Él.

  2. Durante la semana pasada hemos asistido al proceso de lapidación del Papa Benedicto XVI por parte no solamente de los medios de comunicación sino también, y esto es lo más triste, de los obispos alemanes, con la anuencia del Vaticano y el silencio de la enorme mayoría de los obispos del mundo. Nunca le perdonaron que él, el teólogo más brillante que dio Alemania en el siglo XX, haya sido conservador, haya criticado la reforma litúrgica y haya sido un hombre piadoso y de fe católica. Ellos preferían a Rahner, a Küng o a Lehmann, pero el que brilló fue Ratzinger, y ahora, anciano y enfermo, se lo están haciendo pagar.

    Lo que me ha llamado poderosamente la atención es la especial virulencia de la prensa contra el Papa Benedicto, desde Google que ya no lo llama “Papa Emérito” sino “Ex Papa”, hasta las cadenas televisas más pretendidamente serias.

  3. Quizás sea mi imaginación, pero el odio que hay detrás no es humano; es un odio más profundo y ancestral. Y de un modo descarado, estos representantes de Mordor se ponen al servicio del cardenal Marx —casi un nuevo Saruman— que exige un profundo cambio en las estructuras de la Iglesia, cambio del que Benedicto XVI —casi otro Gandalf— es aún y a pesar de sus años, el principal dique de contención.

    Me da la impresión que estamos a las vísperas de una persecución muy fuerte de la Iglesia en la que sus instituciones sufrirán mucho, y muchas de ellas ciertamente desaparecerán. La Iglesia como institución tal como la hemos conocido y como existió durante mucho más de un milenio está en un proceso de disolución y no falta mucho para que quede reducida casi a la nada. Permanecerá, claro, la Iglesia como cuerpo místico de Cristo; los creyentes que logren conservar la fe y cuya esperanza no desea destrozada por aquellos mismos cuyo oficio era alimentarla.

  4. Es oportuno volver a la profecía pronunciada en 1970 por el Dr. Joseph Ratzinger, profesor de la Universidad de Ratisbona, ciudad en la que él y todos sus enemigos creían que iba a terminar sus días:

    No necesitamos una iglesia que celebre el culto a la acción en las “oraciones” políticas. Eso es muy superfluo, y en consecuencia, se derrumbará por sí misma. De la crisis de hoy surgirá también esta vez una iglesia del mañana, que habrá perdido mucho. Se quedará pequeña y, en gran medida, tendrá que volver a empezar desde el principio. Ya no podrá llenar muchos de sus edificios que fueron construidos en tiempos de prosperidad. Debido al número de sus adherentes, perderá muchos de sus privilegios en la sociedad. Diferentemente a como fue en el pasado, se presentará con mucha más fuerza como una comunidad opcional, a la que sólo se puede entrar por decisión propia.

  5. Seguramente encontrará nuevas formas de labor pastoral y ordenará como sacerdotes a cristianos de confianza, que también tendrán otros trabajos. Pero, como antes, también serán imprescindibles los sacerdotes a tiempo completo.

    El futuro de la Iglesia no vendrá de los que sólo siguen las recetas. No vendrá de aquellos que sólo quieren elegir el camino fácil. De los que evitan la pasión que engendra la fe y llaman a todo lo exigente falso y obsoleto, tiránico y legalista. Para ponerlo de un modo positivo: el futuro de la Iglesia, esta vez como en todas las crisis anteriores, será modelada y renovada por los santos. Por personas que no se quedan en meras palabras; personas que serán modernas pero tendrán profundas raíces en la plenitud de la fe.

    Pero a pesar de todos estos cambios que podemos imaginar, la Iglesia decididamente encontrará de nuevo lo que es su propia esencia en lo que siempre fue su corazón: la fe en el Dios Uno y Trino, y la fe en Jesucristo.

  6. Será una iglesia hacia dentro, que no se empeñará en cuestiones políticas, y no coqueteará ni con la izquierda ni con la derecha. Redescubrirá su propio ser en la fe y en la oración y volverá a experimentar a los sacramentos como un servicio divino, y no como un problema de diseño litúrgico. A la Iglesia todo esto le costará mucho trabajo, porque el proceso de cristalización y clarificación cuesta mucho esfuerzo. Se convertirá en una iglesia pobre, una iglesia de la gente pequeña.

    El proceso será largo y difícil. Pero después de la prueba de este dejarse llevar, brotará una gran fortaleza de una iglesia que se ha tomado en serio lo que es y que se ha simplificado. Porque los habitantes de un mundo totalmente planificado se sentirán indeciblemente solos. Cuando Dios haya desaparecido de en medio de ellos, sentirán toda su terrible indigencia. Y entonces descubrirán la pequeña comunidad de creyentes como algo completamente nuevo.

    1. Como una esperanza que echa raíces en ellos, como la respuesta que siempre han estado buscando en secreto, como un hogar que les da vida y esperanza más allá de la muerte. Caminante-Wanderer.

  7. No se las intenciones de algunos en salir en defensa de un papa integro y pastoral como pocos, pero lo que me extraña es que no hayan salido en trpmba es como si ya que Dios no lo llama ellos quisieran con disgusto y sin sabores adelantarle la hora Dios siga teniendo piedad de este gran papa que no sabemos valorar

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