Beda el Venerable, el autor de la frase del escudo del Papa Francisco

Benedicto XVI Beda el Venerable
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‘Miserando atque eligendo’ es el lema episcopal del Papa Francisco, lema que conservó en el escudo de armas pontificio al ser elegido Papa. La frase corresponde a una homilía de Beda el Venerable, en la que el santo comenta el Evangelio de san Mateo y se refiere a la vocación del evangelista​:

“Vidit ergo Iesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi ‘Sequere me’”

“Jesús vio al recaudador de impuestos y, como lo vio a través de los ojos de la misericordia y lo eligió, le dijo: Sígueme”.

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Hoy queremos seguir rescatando las catequesis de Benedicto XVI sobre importantes personajes de la Iglesia y, en este caso, les ofrecemos la que impartió durante la audiencia general del 18 de febrero de 2009, donde el Pontífice alemán resumió, precisamente, la figura de san Beda el Venerable.

Natural del nordeste de Inglaterra, nacido a finales del siglo VII, Beda llegó a ser, según Ratzinger, “uno de los eruditos más insignes de la alta Edad Media”. Reflexionó sobre las Sagradas Escrituras, la historia de la Iglesia y también fue un insigne maestro de teología litúrgica.

Catequesis de Benedicto XVI sobre san Beda el Venerable:

Queridos hermanos y hermanas:

El santo del que hablaremos hoy se llama Beda y nació en el nordeste de Inglaterra, exactamente en Northumbria, entre los años 672 y 673. Él mismo cuenta que sus parientes, a la edad de siete años, lo encomendaron al abad del cercano monasterio benedictino para que fuera educado: «En este monasterio —recuerda— desde entonces viví siempre, dedicándome intensamente al estudio de la Sagrada Escritura y, mientras observaba la disciplina de la Regla y la tarea diaria de cantar en la capilla, para mí siempre fue dulce aprender, enseñar o escribir» (Historia ecclesiastica gentis Anglorum, v, 24).

De hecho, san Beda llegó a ser uno de los eruditos más insignes de la alta Edad Media, pues pudo acceder a los muchos manuscritos preciosos que le traían sus abades al volver de sus frecuentes viajes al continente y a Roma. La enseñanza y la fama de sus escritos le granjearon muchas amistades con las principales personalidades de su tiempo, que lo animaban a proseguir en su trabajo, del que tantos se beneficiaban. A pesar de enfermar, no dejó de trabajar, conservando siempre una alegría interior que se expresaba en la oración y en el canto. Concluyó su obra más importante, la Historia ecclesiastica gentis Anglorum con esta invocación: «Te ruego, oh buen Jesús, que benévolamente me has permitido acceder a las dulces palabras de tu sabiduría, concédeme, benigno, llegar un día hasta ti, fuente de toda sabiduría, y estar siempre ante tu rostro». La muerte le llegó el 26 de mayo del año 735: era el día de la Ascensión.

Las Sagradas Escrituras son la fuente constante de la reflexión teológica de san Beda. A partir de un cuidadoso estudio crítico del texto (nos ha llegado una copia del monumental Codex Amiatinus de la Vulgata, en el que trabajó san Beda), comenta la Biblia, leyéndola en clave cristológica, es decir, reúne dos cosas: por una parte, escucha lo que dice exactamente el texto —quiere realmente escuchar, comprender el texto mismo—; y, por otra, está convencido de que la clave para entender la Sagrada Escritura como única Palabra de Dios es Cristo y, con Cristo, a su luz, se entiende el Antiguo y el Nuevo Testamento como «una» Sagrada Escritura. Las circunstancias del Antiguo y del Nuevo Testamento están unidas, son camino hacia Cristo, aunque estén expresadas con signos e instituciones diversas (lo que él llama concordia sacramentorum).

Por ejemplo, la tienda de la alianza que Moisés levantó en el desierto y el primer y segundo templo de Jerusalén son imágenes de la Iglesia, nuevo templo edificado sobre Cristo y los Apóstoles con piedras vivas, unidas por la caridad del Espíritu. Y del mismo modo que a la construcción del antiguo templo contribuyeron también los pueblos paganos, poniendo a disposición materiales preciosos y la experiencia técnica de sus maestros de obras, así a la edificación de la Iglesia contribuyen apóstoles y maestros procedentes no sólo de las antiguas estirpes judía, griega y latina, sino también de los nuevos pueblos, entre los cuales san Beda se complace en nombrar a los celtas irlandeses y los anglosajones. San Beda ve crecer la universalidad de la Iglesia, que no se limita a una cultura determinada, sino que se compone de todas las culturas del mundo, que deben abrirse a Cristo y encontrar en él su punto de llegada.

Otro tema recurrente en san Beda es la historia de la Iglesia. Tras haberse interesado por la época descrita en los Hechos de los Apóstoles, repasa la historia de los Padres y de los concilios, convencido de que la obra del Espíritu Santo continúa en la historia. En las Chronica Maiora, san Beda traza una cronología que se convertirá en la base del Calendario universal «ab incarnatione Domini». Por entonces se calculaba el tiempo desde la fundación de la ciudad de Roma. San Beda, viendo que el verdadero punto de referencia, el centro de la historia es el nacimiento de Cristo, nos dio este calendario que interpreta la historia partiendo de la encarnación del Señor. Registra los primeros seis concilios ecuménicos y su desarrollo, presentando fielmente la doctrina cristológica, mariológica y soteriológica, y denunciando las herejías monofisita, monotelita, iconoclasta y neo-pelagiana. Por último, escribió con rigor documental y pericia literaria la ya mencionada Historia eclesiástica de los pueblos ingleses, por la que se le ha reconocido como «el padre de la historiografía inglesa».

Las características de la Iglesia que san Beda puso de manifiesto son: a) la catolicidad como fidelidad a la tradición y al mismo tiempo apertura al desarrollo histórico, y como búsqueda de la unidad en la multiplicidad, en la diversidad de la historia y de las culturas, según las directrices que el Papa san Gregorio Magno había dado al apóstol de Inglaterra san Agustín de Canterbury; b) la apostolicidad y la romanidad: a este respecto, considera de primordial importancia convencer a todas las Iglesias irlandesas celtas y de los pictos a celebrar unitariamente la Pascua según el calendario romano. El Cómputo que él elaboró científicamente para establecer la fecha exacta de la celebración pascual, y por tanto de todo el ciclo del año litúrgico, se ha convertido en el texto de referencia para toda la Iglesia católica.

San Beda fue también un insigne maestro de teología litúrgica. En las homilías sobre los evangelios dominicales y festivos desarrolló una verdadera mistagogia, educando a los fieles a celebrar gozosamente los misterios de la fe y a reproducirlos coherentemente en la vida, en espera de su plena manifestación al regreso de Cristo, cuando, con nuestros cuerpos glorificados, seremos admitidos en la procesión de las ofrendas en la liturgia eterna de Dios en el cielo. Siguiendo el «realismo» de las catequesis de san Cirilo, san Ambrosio y san Agustín, san Beda enseña que los sacramentos de la iniciación cristiana convierten a cada fiel «no sólo en cristiano sino en Cristo», pues cada vez que un alma fiel acoge y custodia con amor la Palabra de Dios, imitando a María, concibe y engendra nuevamente a Cristo. Y cada vez que un grupo de neófitos recibe los sacramentos pascuales, la Iglesia se «auto-engendra», o con una expresión aún más audaz, la Iglesia se convierte en «madre de Dios», participando en la generación de sus hijos, por obra del Espíritu Santo.

Gracias a esta forma suya de hacer teología, mezclando Biblia, liturgia e historia, san Beda tiene un mensaje actual para los distintos «estados de vida»: a) a los estudiosos (doctores ac doctrices) les recuerda dos tareas esenciales: escrutar las maravillas de la Palabra de Dios para presentarlas de forma atractiva a los fieles; y exponer las verdades dogmáticas evitando las complicaciones heréticas y ciñéndose a la «sencillez católica», con la actitud de los pequeños y humildes, a quienes Dios se complace en revelar los misterios del Reino; b) los pastores, por su parte, deben dar prioridad a la predicación, no sólo mediante el lenguaje verbal o hagiográfico, sino también valorando los iconos, las procesiones y las peregrinaciones. A estos san Beda les recomienda el uso de la lengua popular, como hace él mismo, explicando en northumbro el «Padre nuestro» y el «Credo», y prosiguiendo hasta el último día de su vida el comentario en lengua popular al Evangelio de san Juan; c) a las personas consagradas, que se dedican al Oficio divino, viviendo la alegría de la comunión fraterna y progresando en la vida espiritual mediante la ascesis y la contemplación, san Beda les recomienda cuidar el apostolado —nadie tiene el Evangelio sólo para sí mismo, sino que debe sentirlo como un don también para los demás-, sea colaborando con los obispos en las actividades pastorales de diverso tipo en favor de las jóvenes comunidades cristianas, sea estando disponibles para la misión evangelizadora entre los paganos, fuera del propio país, como «peregrini pro amore Dei».

San Beda, situándose en esta perspectiva, en el comentario al Cantar de los Cantares, presenta a la Sinagoga y a la Iglesia como colaboradoras en la difusión de la Palabra de Dios. Cristo Esposo quiere una Iglesia solícita, «bronceada por las fatigas de la evangelización» —aludiendo claramente a las palabras del Cantar de los Cantares (1, 5), donde la esposa dice: «Nigra sum sed formosa» («Soy negra, pero hermosa»)—, dedicada a labrar otros campos o viñas y establecer entre las nuevas poblaciones «no una tienda sino una morada estable», es decir, a insertar el Evangelio en el tejido social y en las instituciones culturales.

Desde esta perspectiva, el santo doctor exhorta a los fieles laicos a participar asiduamente en la instrucción religiosa, imitando a aquellas «insaciables multitudes evangélicas, que no dejaban a los apóstoles tiempo ni siquiera para tomar un bocado». Les enseña a orar continuamente, «reproduciendo en la vida lo que celebran en la liturgia», ofreciendo todos sus actos como sacrificio espiritual en unión con Cristo. A los padres de familia les explica que también ellos, en su pequeño ámbito doméstico, pueden ejercer «el oficio sacerdotal de pastores y guías», formando cristianamente a sus hijos, y afirma que conoce a muchos fieles —hombres y mujeres, casados o célibes— «capaces de una conducta irreprensible que, si se les acompaña oportunamente, podrían acercarse diariamente a la comunión eucarística» (Epist. ad Ecgberctum, ed. Plummer, p. 419).

La fama de santidad y sabiduría de que san Beda gozó ya en vida le llevó a recibir el título de «venerable». Así lo llamó también el Papa Sergio I, cuando, en el año 701, escribió a su abad pidiendo que lo hiciera venir temporalmente a Roma para consultarle cuestiones de interés universal. Después de su muerte, sus escritos se difundieron ampliamente en su patria y en el continente europeo. El gran misionero de Alemania, el obispo san Bonifacio († 754), pidió en muchas ocasiones al arzobispo de York y al abad de Wearmouth que hicieran transcribir algunas de sus obras y se las mandaran para que también él y sus compañeros pudieran gozar de la luz espiritual que emanaban.

Un siglo más tarde, Notkero Galbulo, abad de San Gallo († 912), reconociendo la extraordinaria influencia de san Beda, lo comparó con un nuevo sol que Dios había hecho surgir no desde Oriente, sino desde Occidente, para iluminar al mundo. Dejando aparte el énfasis retórico, es un hecho que, con sus obras, san Beda contribuyó eficazmente a la construcción de una Europa cristiana, en la que los diversos pueblos y culturas se amalgamaron entre sí, confiriéndole una fisonomía unitaria, inspirada en la fe cristiana.

Oremos para que también hoy haya personalidades de la categoría de san Beda, para mantener unido a todo el continente; oremos para que todos nosotros estemos dispuestos a redescubrir nuestras raíces comunes, para ser constructores de una Europa profundamente humana y auténticamente cristiana.

Catequesis publicada por la página oficial del Vaticano.

Leer catequesis anteriores:

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Comentarios
29 comentarios en “Beda el Venerable, el autor de la frase del escudo del Papa Francisco
  1. Lo de «miserando» es cierto, pues Dios nos mira a todos con misericordia, pero lo de «eligendo» no lo creo en el caso de B e r g o g l i o. No creo que Dios lo eligiera ni para obispo ni para pontífice. Lo eligieron hombres errados.

    1. Pues yo sí creo q lo ha elegido Dios:
      1° pq confío plenamente en q la Iglesia la dirige el Esp.Santo.
      2° pq, a pesar de los errores q haya podido cometer, si me fijo en lo q ha hecho en general, lo q observo es q ha llevado o está llevando a la Iglesia a dar un salto: de una forma de vivir la fe basada en un cumplimiento de la ley casi ascéticamente a otra q prioriza el encuentro con Cristo al cumplimiento de la ley pq sabe q sin la gracia la ley mata. Sin la gracia no podemos vencer el pecado. Y que es importante saber entregarnos a la acción del Espíritu en nosotros para q él nos transforme.

      En el encuentro con Cristo a todos se nos revela nuestra miseria claramente pq Él es la luz q nos ilumina.Y ante la luz nuestra oscuridad queda al descubierto. De ver la nuestra brota la misericordia hacia la ajena.

      1. El cumplimiento de la ley a rajatabla puede llegar incluso a enorgullecernos.El encuentro con Cristo siempre conduce a la humildad de ver nuestra nada.

        El amor al prójimo sólo puede brotar de ver q no somos mejores.A veces somos peores. Muchas veces.

        Antes no entendía al Papa, ahora está cambiando en concepto q tenía de él.

          1. ACS sigue pareciendo que sus opiniones son católicas y de acuerdo con el Magisterio, pero no lo son.
            La religión de Jesucristo no es una sensiblería de lo que yo siento o lo primero que se me pasa por la cabeza. Es mucha meditación, sacrificio de uno mismo y camino de la Cruz. Y no amamos al prójimo porque sea mejor o peor que nosotros, sino que amamos al prójimo porque Dios antes lo ha amado y porque lo ordena en su Ley.

      2. ¡Cómo no iba usted a llevar la contraria! Al Papa no lo elige el Espíritu Santo. En vez de fingir un «papismo» del que carece, crea a Benedicto XVI, que cuando era aún cardenal lo explicó perfectamente:

        «Yo no diría que el Espíritu Santo elige al Papa, pues no es que tome el control de la situación sino que actúa como un buen maestro, que deja mucho espacio, mucha libertad, sin abandonarnos […] Hay muchos Papas que el Espíritu Santo probablemente no habría elegido […] El papel del Espíritu Santo hay que entenderlo de un modo más flexible. No es que dicte el candidato por el que hay que votar. Probablemente, la única garantía que ofrece es que nosotros no arruinemos totalmente las cosas».

        «lo q observo es q ha llevado o está llevando a la Iglesia a dar un salto»

        Sí: al precipicio. Sólo hay que ver cómo contradice todo el Magisterio anterior. Los 265 Papas anteriores debían de estar equivocados, ¿no?

      3. El salto al que tú haces alusión, es cierto… paro hacia la perdición.
        ¿Por qué no comparas las catequesis de Benedicto XVI y la cháchara de Bergoglio?
        El Espíritu Santo no tiene nada que ver aquí, porque si él hubiera inspirado a esta «iglesia», hubiera progresado en la fe.

  2. Se me ocurren mejores lemas para el escudo de Francisco, tales como: «Cambiando la doctrina», «Caminando con la ideología del mundo», «Construyendo otra Iglesia «, «Con todas las religiones», «Callado ante los peores males», «Dialogando con una parte», «Islamizando Europa», «Liando a las almas», etc. Creo que estos lemas definirían mejor el actual pontificado.

    1. Y ya que estamos, podría cambiar también el escudo, y poner, debajo de la mitra, una pachamama, rodeada por los símbolos de las principales religiones, y una bola del mundo con las letras NOM.

  3. Yo le pido a Dios incesantemente que me muestre la Verdad si acaso estoy equivocada. Él sabe, porque me conoce mejor que nadie, que busco la Verdad, siempre la he buscado. Y siempre la he encontrado en nuestra santa iglesia católica. Pero en honor a esa Verdad, diré que el papa Francisco me confunde, me hace dudar de muchas cosas, me llena el alma de oscuridad y desasosiego. En un primer momento, cuando fue nombrado, me gustó, pensé: mira un papa sencillo y humilde como nuestro Señor. Y le di muchas gracias a Dios. Pero desperté de ese bello sueño al ver todas las tinieblas en que ha sumido a la iglesia de Jesucristo.Y al ver que pretende congraciarse con el mundo, en lugar de con Dios. Hay una profecía católica que dice: cuando la iglesia y el mundo sean uno, habrán llegado los últimos tiempos. Y eso creo que es lo que está sucediendo en nuestro tiempo. Que el buen Dios me perdone si estoy equivocada, le pido luz para disipar mis dudas.

    1. Qué bonito Carmen!

      Dios siempre da luz cuando se la pedimos.Y sobre todo con esa humildad con la q lo hace usted.

      Gracias por compartirlo. Me uno a su oración por todos nosotros.🙏🙏🙏

      Dios la bendiga

      1. Yo alucino. Escribe Carmen:

        «…el papa Francisco me confunde, me hace dudar de muchas cosas, me llena el alma de oscuridad y desasosiego […] cuando fue nombrado, me gustó […] Pero desperté de ese bello sueño al ver todas las tinieblas en que ha sumido a la iglesia de Jesucristo.Y al ver que pretende congraciarse con el mundo, en lugar de con Dios»

        Y le contesta ACS: «Qué bonito Carmen!»

        ¿En serio le parece «bonito» que el Papa suma en tinieblas a la Iglesia o que llene el alma de Carmen de oscuridad y desasosiego? Lo suyo no es normal.

      2. ACS, no de deje engañar. De humilde, nada, qué más quisiera yo. Mi peor defecto creo que es el orgullo, sostengo una lucha encarnizada contra este defecto que es fuente de muchos males. Pero la gracia de Dios me asiste, y no deja que me domine. Pero ahí está, hasta intentando viciar las obras buenas que por gracia de Dios puedo hacer. Antes sufría mucho por eso, pero ahora me dejo en las amorosas manos de Dios y le digo: Mira Señor, Tú me conoces, he vuelto a caer, perdóname y ayúdame para que en adelante no te ofenda más. Pongo de mi parte todo cuanto puedo, pero es la gracia la que me sostiene y ayuda para caer las menos veces posibles. Tenemos a nuestra disposición el hermoso sacramento de la penitencia, cuando nos arrepentimos de corazón, el Señor lava todas nuestras culpas y nos deja impecables.

        Muchas gracias. Dios te bendiga a ti también y a todos nuestros hermanos.

    2. Concluyó su obra más importante, la Historia ecclesiastica gentis Anglorum con esta invocación: «Te ruego, oh buen Jesús, que benévolamente me has permitido acceder a las dulces palabras de tu sabiduría, concédeme, benigno, llegar un día hasta ti, fuente de toda sabiduría, y estar siempre ante tu rostro». La muerte le llegó el 26 de mayo del año 735: era el día de la Ascensión.

  4. Tal vez Francisco no sea más que una pobre víctima dada la gente de la cual se rodea, lo ignoro, pero no deja de ser una posibilidad. Sea como sea , por los frutos los conocereis, y yo no veo más que densas tinieblas, confusión, incertidumbre, oscuras pretensiones de ver lo bueno como malo, y lo malo como bueno, aplauso del mundo hacia un engendro de nueva iglesia que quiere sustituir a la verdadera y eterna iglesia de nuestro Señor Jesucristo. Me reitero: Perdóname Señor si estoy en un error, y dame luz para descubrir la Verdad.

  5. ¿QUIÉN ES BERGOGLIO? ENTREVISTA A JOSÉ A. QUARRACINO

    Muchos han sugerido que Francisco quiere colaboradores que sean chantajeables y controlables. ¿Tiene elementos que confirmen esto?

    Lamentablemente, sí. Y a todo nivel, sumado al hecho de que siempre se rodeó de personalidades mediocres, sumisas y serviles. Porque el liderazgo de Bergoglio, más que de dictador como lo ha caracterizado Henry Sire, es típicamente despótico, no admite el disenso ni la independencia de criterio.

    1. ¿Como en la época en que fue el Provincial de los jesuitas argentinos?

      Se ha mencionado mucho el hecho del enfrentamiento que tuvo Bergoglio con los jesuitas, después que terminaba su labor como provincial de la Compañía. Lo que pocos o muy pocos cuentan, por razones de discreción y decoro quizás, es que los que más lo enfrentaron fueron los que habían sido sus colaboradores o compañeros de su liderazgo en la Orden. Algunos de ellos muy amigos de él, que lo respetaban mucho y lo querían.

      ¿Por qué ese enfrentamiento posterior?

      Nunca se supo. Sí se sabía que eran personas serias, con su personalidad, no manipulables ni chantajeables.

  6. ACS sigue pareciendo que sus opiniones son católicas y de acuerdo con el Magisterio, pero no lo son.
    La religión de Jesucristo no es una sensiblería de lo que yo siento o lo primero que se me pasa por la cabeza. Es mucha meditación, sacrificio de uno mismo y camino de la Cruz. Y no amamos al prójimo porque sea mejor o peor que nosotros, sino que amamos al prójimo porque Dios antes lo ha amado y porque lo ordena en su Ley.

    1. Juan de Barcelona,

      No se trata de sentir pero cuando el Esp.Santo nos hace sentir es pq la cercania es grande y en esa cercanía se nos revela Dios como luz q nos revela nuestra oscuridad.Aprendemos a conocerle pero, sobre todo a conocernos. Nos vemos tan miserables y sin embargo Dios no nos hace sentir humillados sino amados.

      Sin este auto conocimiento, aunque intentemos amar , por amor a Cristo y a su ley , siempre juzgaremos al prójimo. Pero cuando ,a la luz de Cristo, nos vemos » un poco» ( pq sino no podríamos soportarlo) como somos dejamos de vernos mejores q los demás. Nos compadecemos de ellos como Dios se compadece de nosotros.Les vemos iguales. Somos lo mismo.Dejamos de juzgar pq no nos vemos dignos, y si lo hacemos después nos avergonzamos y arrepentimos.

      Porque digo q de aquí surge el amor? Pq si nos vemos superiores no es amor. Pq el amor cristiano es en la » verdad»de nuestra miseria.

      Bendiciones

      1. Totalmente de acuerdo con el resto de su comentario.

        Creo q con lo q acabo de comentar también estaremos de acuerdo pq creo q antes no me había explicado bien. No me resulta facil.

        Bendiciones

        1. «No se trata de sentir pero cuando el Esp.Santo nos hace sentir…»

          No se trata de decir tonterías, pero cuando se dicen tonterías… Se lo ha dicho hidaspes alguna vez: ¿no cree que muchas de sus sensaciones, revelaciones y demás gaitas pueden venir del Maligno? Si fueran de Dios no se pasaría el día con ese espíritu de rebeldía, llevando la contraria a todo y soltando herejías a troche y moche. También como le dijo María, yo que usted me buscaría un exorcista.

  7. Quién te crees Tú para decir que sus «sensaciones» proceden del Maligno?
    Lo que viene de Dios es lo que nos hace ser rebeldes, rebeldes a la mentira, al mundo cuando se equivoca, y sobre todo ser fieles a Cristo, no a este u a otro papa u obispo, cuando dice las palabras que nosotros deseamos escuchar.
    Soltando «herejías»?, y eres tú quien decide cuando otra persona dice «herejías» nada menos?. Ella expresa su opinión, con mayor o menor acierto, y desde luego con bastante menos de la mitad de la soberbia con la que tú pretendes darnos lecciones de fe y de moral.. Olvídese de dar «consejos» que nadie le ha pedido y que tan solo son los insultos con los que califica a todo o a todos los que no comulgan con Vd.
    Un saludo cordial

    1. No comprende lo que lee, como siempre le digo: que las «sensaciones» pueden venir del Maligno se ha visto a lo largo de toda la historia de la Iglesia, con falsas ‘revelaciones, milagros, interpretaciones de la Revelación’… Pero, quien ha dicho la frase citada ni siquiera ha comentado en este artículo. Así que, ¿a quién dirige su perorata? En cuanto a quién decide qué es herejía: cualquier bautizado que conozca su fe. Todo lo que sea contrario a la fe católica es una herejía, que la RAE define así: «En relación con una doctrina religiosa, error sostenido con pertinacia» (lo que hace ACS y usted).

      «Olvídese de dar «consejos» que nadie le ha pedido y que tan solo son los insultos con los que califica a todo o a todos los que no comulgan con Vd»

      Dar buen consejo a quien lo necesita y corregir al que yerra son obras de misericordia. Y seguiré haciéndolo con quienes no comulgan con la fe católica, que es lo que usted no traga.

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