«Aún son muchos los que creen que un Papa no puede equivocarse nunca»

«Aún son muchos los que creen que un Papa no puede equivocarse nunca»

Miguel Ángel Quintana Paz, filósofo que actualmente dirige académicamente el Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (ISSEP), y al que últimamente se le ve en los platós de TRECE TV, y al que hemos traído en alguna ocasión a estas páginas, ha escrito un artículo en The Objective en el que analiza la pocas veces entendida infalibilidad pontificia.

Para Quintana Paz, la idea «ridícula» de lo que es la infalibilidad pontificia «más de una vez asoma entre nosotros». «Aún son muchos los que creen que todo lo que diga un papa debe ser aceptado como parte esencial de la fe católica; o que un papa no puede nunca equivocarse; o que no es de buen fiel criticar aquello que haya expresado un papa», apunta.

Para el filósofo, todas esas creencias «son falsas». «La última, de hecho, la refutó el propio Francisco hace pocos años: «No es pecado criticar al papa», recordó a los obispos italianos, antes de animarlos a que hicieran eso mismo, criticarlo. No resultaba novedoso: santos como Pablo o Catalina de Siena ya lanzaron fuertes reproches a sus respectivos pontífices, sin que ello obstara para su santidad», escribe.

Quintana Paz recuerda que «siempre ha habido gente más papista que el Papa» y «es una pena que hoy alimenten en la opinión pública falsedades sobre lo que significa la infalibilidad pontificia para un católico».

El filósofo español asegura que la infalibilidad «no tiene nada que ver con que el papa tenga que ser considerado especialmente santo, puro o bienintencionado». También niega la creencia popular de que al Papa lo elige el Espíritu Santo: «Lo negó de modo explícito… otro pontífice, Benedicto XVI: «Hay muchos papas que el Espíritu Santo probablemente no habría elegido», afirmó cuando aún era el responsable máximo de la doctrina correcta (es decir, prefecto de la Doctrina de la Fe). Y aclaró (algo bueno de Ratzinger es que siempre aclara todo, como gran profesor que fue): el Espíritu Santo actúa como un buen maestro ante los cardenales, pero no «dicta» ni mucho menos al candidato», recuerda.

¿Cuándo es, pues, infalible el obispo de Roma?, se pregunta Quintana Paz. «El Catecismo de la Iglesia católica (891) nos recuerda que para ello deben cumplirse tres condiciones: 1) que el papa hable en nombre de la Iglesia, no desde un punto de vista personal; 2) que afirme que lo que dice no es modificable; 3) que el asunto sobre el que se pronuncia tenga que ver con la fe o la moral», responde el propio filósofo.

Como criticar al papa «es actividad del todo legítima para un católico que sepa de su fe», continúa, «no habría problema alguno en criticar lo que opine el sumo pontífice si se aventura por el campo de la economía o la política (o de la arqueología), pues nada impide que pueda resultar inexacto. O incorrecto. O una sandez».

El poder criticar las opiniones del Papa no significa «que sea legítimo volcar odio alguno contra el obispo de Roma cuando dice algo con lo que no concordamos»; y esto es por un «sencillo motivo», apunta Quintana Paz,  porque «no es legítimo volcar odio contra nadie».

«¿Por qué se produce tal pasmo entre algunos de nuestros compatriotas cuando alguien (un político, un intelectual, un periodista) de derechas critica al papa o, más en general, a la Iglesia católica?», se pregunta. «Este pasmo también tiene sus razones, ojo; pero creo que son motivos ya caducos. Y sería deseable avanzar hacia un diálogo en que, al igual que la jerarquía eclesiástica tiene derecho a señalar los errores que ve en políticas de cualquier tendencia, la recíproca también sea cierta. Esto es, los políticos de cualquier tendencia también puedan refutar lo que consideren errado entre los dirigentes eclesiales, papa incluido», afirma Quintana Paz.

«Aceptar esta verdad (católica) nos evitaría tanto escandalizadito que vituperó a Isabel Díaz Ayuso este otoño, solo porque la presidenta madrileña se sintió sorprendida por la declaración del Papa sobre la conquista de México» y la que se generó en su día Santiago Abascal, «cuando se refirió al romano pontífice como «ciudadano Bergoglio»… al comentar las opiniones de este sobre la necesidad de implantar una renta básica universal».

«¿Por qué esa incomodidad entre la propia derecha cuando uno de sus dirigentes critica al Papa? ¿Por qué también esas críticas parecen doler más a muchos católicos?», se pregunta Quintana Paz. El filósofo cree que se debe a dos motivos que revelan dos patologías de la relación entre la derecha y la Iglesia. La primera tiene que ver con la Guerra Civil: Es inevitable que estemos aún marcados por el hecho de que entonces uno de los dos bandos «se prodigó en la destrucción de lo católico», con lo cual la Iglesia terminó apoyando al otro bando, «por la simple peculiaridad de que no la masacraba». «Desde entonces es quizá inevitable que demos por supuesta cierta afinidad entre Iglesia y derecha en España», añade.

«No estaría mal, sin embargo, que ambos grupos acepten su plena autonomía. Que la Iglesia agradeciera los servicios de protección prestados por Francisco Franco (¿tal vez con alguna multitudinaria misa de Te Deum?), pero siguiese luego por el camino, ya iniciado por Pablo VI y su hombre en España, el cardenal Tarancón, de alejarse de una ideología concreta (en este caso, la de derecha). Y que las personas de pensamiento tendente a la derecha dejasen de ofenderse cuando la Iglesia dice cosas que no suenan derechistas, o cuando sus dirigentes critican al Papa o a los obispos por ello. Es bueno para la fe no estar identificada con una ideología; y es bueno para un movimiento político no atribuir autoridad absoluta a una jerarquía religiosa», escribe Quintana Paz.

«Ahora bien, aquí nos topamos con la segunda patología que entorpece unas relaciones saludables entre la derecha española y el mundo eclesiástico. Se trata del hecho (ya iniciado por Franco, pero prolongado luego por el centroderecha más moderado hasta hoy) de que las gentes no izquierdistas han «subcontratado» a la Iglesia para todo lo que tenga que ver con sus valores y cultura propios. Mientras la izquierda ha tenido siempre sindicatos, casas del pueblo, creadores, artistas, productoras de entretenimiento… dedicados a crear cultura izquierdista, la derecha lleva décadas renunciando a ello», señala el filósofo.

Puede leer el artículo completo de Miguel Ángel Quintana Paz aquí.

Quintana Paz: «Los católicos han conservado un sentido de la vida que merece preservarse»

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