Quintana Paz: «Los católicos han conservado un sentido de la vida que merece preservarse»

Quintana Paz neocatólicos Miguel Ángel Quintana Paz
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Miguel Angel Quintana Paz, filósofo que actualmente dirige académicamente el Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (ISSEP), y al que últimamente se le ve en los platós de TRECE TV, ha escrito un artículo en The Objective en el que analiza las diferentes tendencias que, a su juicio, intengran lo que él ha denominado «nueva derecha».

Según Quintana Paz, esta nueva derecha estaría conformada por nuevos conservadores, los llamados rojipardos y los neocatólicos. El artículo completo merece la pena pero, debido a la temática de esta página, por su interés, les ofrecemos el extracto en el que el filósofo escribe sobre los nuevos católicos:

«Hay un trauma que atraviesa a nuestra jerarquía católica en los últimas cinco décadas. No es, contra lo que pudiera parecer, el trauma de haber sido masacrados por la izquierda durante nuestra guerra civil, hará más de 80 años. Es el trauma de haberse lanzado en brazos del otro bando para protegerse. Desde el pontificado de Pablo VI y su hombre en España, el cardenal Tarancón, la Iglesia parece penar de continuo por haber apoyado al católico Francisco Franco. Con alguna excepción (el enfrentamiento a Rodríguez Zapatero, más visible en los arzobispados que en las parroquias), esa clave explica nuestro catolicismo reciente.

Pero algo se está moviendo hoy nuevo. No en el escalafón del cardenalato, es cierto, donde el arzobispo de Barcelona sigue tuiteando para que no tiremos bolsas al mar y sigue celebrando cada jornada mundial que marque la ONU. O donde su homólogo madrileño apoya el 8-M. No nos referimos tampoco al jefe de todos ellos, un papa que se entrevista con Jordi Évole (sin citar a Dios ni una sola vez) y Yolanda Díaz (para hablar de «la reforma laboral»), pero cuesta pensar que hiciera lo mismo con Jiménez Losantos o Santiago Abascal.

No. Más allá de todos estos venerables señores mayores, educados en los traumas citados de los años 70, señores que convivieron con la teología de la liberación y el esfuerzo por hacer la fe «implícita» (esto es, no hablar mucho de Dios), hay una nueva ola de pensadores que no se resigna a que el catolicismo se refugie en los colegios concertados y los salones parroquiales. Es lo que hemos llamado neocatólicos.

Lo primero que debe entenderse de este grupo es que no defiende algo así como hacer obligatoria la fe al resto de sus compatriotas. Poco sabría de cristianismo quien pretendiera hacer de la fe, un don, algo imperativo.

Entre los neocatólicos, de hecho, hay todo tipo de personas. Los hay que llevan toda la vida en grupos eclesiales; los hay que viven la religión de forma más recogida. Los hay de misa diaria; los hay que se han metido en catequesis para confirmarse o, incluso, bautizarse, pues su familia no se lo facilitó. Hay quien aprecia más en el legado cristiano sus riquezas estéticas; hay quien anda apasionado sobre todo por sus cumbres en lo intelectual.

Pero, más o menos creyentes, mejores o peores feligreses, todos están convencidos de algo: es buena la forma de vida católica, la Catholic way of life. Y España no puede entenderse sin esa herencia. Los católicos han conservado un sentido de la vida que merece preservarse. Un modo de tratar al otro como persona (esto es, valioso, pero también responsable de sus actos); un respeto de la pluralidad (siempre que esta no derive en hacer de cada individuo un átomo disgregado); un gusto por las fiestas y los ritos que nos acomunan; una civilización inmensa, en suma, que como todo lo precioso se debe conservar.

Los neocatólicos coinciden con los rojipardos en su preocupaciones sociales, que al fin y al cabo recoge la Doctrina Social de la Iglesia. Pero no creen, a diferencia de sus mayores, que la mentalidad progre sea una buena aliada para tales empeños. Atrás quedaron ya los tiempos de los curas obreros: en un mundo, el actual, donde cada vez cuesta más vivir lo sagrado, los decrecientes sacerdotes que nos van quedando bastante tienen con celebrar lo divino. «La tierra, que antes desbordaba de hermosa vida humana, / se ha vuelto casi como un hormiguero», decía Hölderlin, y los neocatólicos sufren similar temor. Por eso, también con el poeta alemán, prefieren un clero que, en vez de Greta Thunberg o la reforma laboral, les recuerde que «cercano está el Dios».

No son, pues, meapilas (de hecho, alguno compartirá en Twitter memes poco ecuménicos de las cruzadas), pero tampoco activistas que se tomen la Iglesia como una ONG más. Son simplemente intelectuales cautivados por la potencia de las catedrales medievales, de San Agustín y Santo Tomás de Aquino, de los poemas de San Juan de la Cruz y la personalidad de Santa Teresa de Ávila. Son neocatólicos que creen que todo eso ayuda a darle sentido a la vida, en tiempos de ansiolíticos y suicidios. Y por ello se resisten a cortar los vínculos con todo lo que ha sido la Cristiandad. Y ahí se nos asemejan a la tercera comunidad de derechistas que aquí traeremos: los nuevos conservadores».

Puede leer el artículo completo de Miguel Ángel Quintana Paz ‘Rojipardos, neocatólicos y nuevos conservadores: qué piensa la nueva derecha en España’ en The Objective, pinchando aquí.

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Comentarios
1 comentarios en “Quintana Paz: «Los católicos han conservado un sentido de la vida que merece preservarse»
  1. No son, pues, meapilas (de hecho, alguno compartirá en Twitter memes poco ecuménicos de las cruzadas), pero tampoco activistas que se tomen la Iglesia como una ONG más. Son simplemente intelectuales cautivados por la potencia de las catedrales medievales, de San Agustín y Santo Tomás de Aquino, de los poemas de San Juan de la Cruz y la personalidad de Santa Teresa de Ávila. Son neocatólicos que creen que todo eso ayuda a darle sentido a la vida, en tiempos de ansiolíticos y suicidios. Y por ello se resisten a cortar los vínculos con todo lo que ha sido la Cristiandad.

    TRES PREGUNTAS ¿QUIENES SON? ¿DÓNDE ESTÁN? ¿NO ESTARÁ QUINTANA CONFUNDIENDO SUS DESEOS CON LA REALIDAD?

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