El escritor alemán Martin Mosebach, Premio Kleist 2002, achaca la hostilidad de Francisco contra la Misa Tradicional a una “venganza” contra su predecesor, Benedicto XVI, autor de Summorum pontificum, el motu proprio que ‘liberó’ la celebración del milenario rito romano.
En una entrevista concedida al dominical del diario Die Welt, el escritor dice entender que Francisco quisiera dar el paso que dio con Traditionis custodes (y que enfatizó en su respuesta a unas hipotéticas ‘dubia’ al respecto), pero “uno esperaría, por cortesía, que aguardara hasta la muerte de Benedicto; ahí es donde parece entrar en juego un elemento de venganza personal”.
Pero vengarse, ¿de qué? Según el escritor, Francisco no perdona a Benedicto «que con su libro sobre el sacerdocio a principios de 2020 influyera en el resultado del Sínodo de la Amazonía y estropeara la abolición, que realmente deseaba, del celibato obligatorio».
Fuera de las especulaciones de Mosebach, en su momento el libro del cardenal Sarah en el que intervino Benedicto causó un notable revuelo, más que nada por la oportunidad/inoportunidad del momento, y diversas fuentes cercanas al pontífice revelaron de forma anónima el disgusto del pontífice.
Mosebach cree que esta es la motivación última de Traditionis custodes, que viene a anular un motu proprio de su predecesor que solo tenían catorce años de vigencia y que era, dice el autor, asunto cercano al corazón de Benedicto”.
El escritor llama la atención sobre la contradicción de atacar la tradición, que es atacar el propio fundamento de la obediencia al Papa, estrictamente obligado a lo que la Iglesia siempre ha enseñado y hecho. «Cuando el Papa Francisco carga contra la tradición, ya no puede comprometer a los fieles a la obediencia. Sobre todo, está atacando la base sobre la que se asienta el papado. El rito tridentino no cayó del cielo, sino que creció históricamente».