El Greco y San José

Greco San José
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(La Nef)- En este fin de «año San José», tras haber abordado algunos rasgos de la personalidad del Patrono de la Iglesia universal a partir de la Natividad de Giotto y del José carpintero de Georges de La Tour, he aquí otros aspectos puestos en evidencia por El Greco (1541-164).

El San José con el Niño Jesús, del Greco, que se encuentra en Toledo, es una obra de finales del siglo XVI que testimonia el culto a san José, extendido y desarrollado en España, en esa misma época, por santa Teresa de Ávila.

Sobre este lienzo hay otro que representa la coronación de la Virgen en el cielo. Ambos cuadros, separados por el mobiliario barroco, están en el mismo eje. Desafían de manera muy audaz no solo la cronología, sino también los hechos, porque la Virgen elevada al cielo parece haber dejado en la tierra a José como tutor de Jesús, cuando la realidad es que José murió mucho antes del final de la vida terrestre de María. Dejar el cuidado de su hijo es, para una madre, la demostración suprema de confianza.

Estas dos obras están unidas por una abertura de luz característica del Greco; abertura del cielo y hacia la que se abalanzan unos ángeles que han penetrado en la atmósfera con tal desorden que se encuentran bocabajo. En su descenso llevan una corona de olivo, que corresponde a la corona de la Virgen, y esta corona de olivo está destinada a José, que, de esta forma, también participa de la gloria celeste, él, que tan bien asumió del Padre las prerrogativas de padre.

El «cielo de la tierra», si podemos llamarlo así, no es límpido, sino que está nublado, como en algunas obras de Tiziano; es un cielo que podríamos calificar de numinoso más que de luminoso. Los vivos colores -azul, amarillo y rojo-, como también los pliegues de las capas y las túnicas de José y Jesús, dan relieve y movimiento a las figuras hieráticas, realizadas por quién antes había sido pintor de iconos. La tierra propiamente dicha está representada por la ciudad de Toledo, en el fondo de la escena.

Un san José joven

Lo que asombra en el san José del Greco es que está representado como un joven. Estamos lejos de lo que será, por ejemplo, el José carpintero de Georges de La Tour, un José encorvado y lleno de arrugas. A menudo José es representado como un anciano para recordar, sin duda, la figura protectora del patriarca cansado por el peso de las responsabilidades que gravan sobre él. Puede ser que también haya un fondo de pudibundez que solo concibe la convivencia casta de una joven con un hombre si este ha alcanzado una edad respetable.

En realidad, nada en el Evangelio nos dice que José era un hombre mayor. Al contrario, en esa época, los judíos se casaban en cuanto salían de la adolescencia. Por eso el José del Greco es esbelto, erguido pero ágil, con el vigor de su edad. Así, no parece el abuelo sino el padre del niño que, en el cuadro, debe de tener 5 ó 6 años. Nos vienen a la mente los versos de Péguy: «Y Dios mismo joven a la vez que eterno»; es como si el carácter juvenil de José fuera un modo de participación en la virilidad de Dios.

La misma inclinación de cabeza de Jesús y de José nos habla de una coreografía que subraya la comunión y la intimidad de ambos personajes. El brazo izquierdo del Niño, que abraza a José, tiene el mismo sentido direccional que el brazo derecho de José, que no estrecha, sino que abre. Además, aunque en general se dice que el hijo es la prolongación del padre, aquí es el brazo de José el que representa la continuidad del brazo de Jesús. Tal es, según el papa Francisco, la paternidad casta de José: no busca retener, encerrar, ahogar, en una palabra, «poseer» al Niño Jesús, sino que le muestra el camino de la libertad.

Por último, en este cuadro observo que Jesús, aunque con el cuerpo girado hacia José, nos lanza a nosotros, que contemplamos esta obra, una mirada de connivencia, como si nos recordara esa protección.

Publicado por el padre Christian Gouyaud en La Nef

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana

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Comentarios
9 comentarios en “El Greco y San José
  1. Nada en el Evangelio nos dice que José era un hombre mayor. Al contrario, en esa época, los judíos se casaban en cuanto salían de la adolescencia. Por eso el José del Greco es esbelto, erguido pero ágil, con el vigor de su edad. Así, no parece el abuelo sino el padre del niño que, en el cuadro, debe de tener 5 ó 6 años. Nos vienen a la mente los versos de Péguy: «Y Dios mismo joven a la vez que eterno»; es como si el carácter juvenil de José fuera un modo de participación en la virilidad de Dios.

  2. Pensar que San José pudo ser «casto» por viejo,, es ofenderlo muchísimo, el fue casto por virtud y gracia de Dios, y porque tenía ante él a la pureza encarnada de la Santísima Virgen María,,
    Es claro que era joven y fuerte como lo pinta en su cuadro,
    sino, cómo defendería a su esposa cuando iban por el desierto, y con lo anciano que lo representan, no podría caminar ni de la sala a la cocina de su casa.
    Se dice que él es el catejon que terminará la protección que ejerce sobre la Iglesia, que ha detenido lo más que ha podido todos estos trágicos cambios..
    Pero acaba el año de San José,,
    Ya veremos que ocurrirá
    Hermoso San José,
    aumenta nuestra fe.

  3. La iconografía de un San José muy mayor proviene de los evangelios apócrifos, como mucha otra iconografía cristiana. También tiene algo de lógica pues murió mucho antes que la Virgen y Jesús (en toda la vida pública de Jesús, desde las bodas de Caná hasta la pasión, se nota que Jesús era huérfano de padre) y los matrimonios con diferencia de edad son comunes en otros pueblos y culturas.
    Según esos evangelios la virgen también era huérfana de niña, y fue criada en el Templo. Al llegar a la pubertad le buscaron un marido y los candidatos eran todos maduros. No sabían cuál elegir gasta que al pasar delante de José su vara floreció, lo que interpretaron como un signo divino.

    1. Bueno Sacapuntas, tengo entendido que pusieron un José muy mayor para evitar suspicacias, pero si en la actualidad hay más que antes.
      Ahí está la monja blasfema que piensa en sexo al pensar en ése matrimonio Santo.
      Y dice Ana Catalina Emmerick que San José hubo de morir joven aún por el futuro que le esperaba a su divino Hijo, pues no tenía la fortaleza de María para ver a Cristo muerto en la Cruz. También, pienso yo, que fue para que tuviéramos un intercesor a la hora de nuestra muerte, pues nadie pasó por el gozo de tener a Jesús de un lado y a María del otro,, anhelo que tiene el corazón para cuándo Dios disponga y nos llame.

  4. Es lógico pensar que además de enseñar a Jesús su oficio de carpintero quizá por o favor consiguiese para su hijo acceso a las Sagradas Escrituras en la sinagoga de Nazaret, una formación para rabino que podía ser costosa al menos en ciudades grandes. Con doce años Jesús conocía todas las Escrituras

      1. Podemos pensar en una formación de favor, no formal, porque para todos sus conciudadanos Jesús solo era el hijo del carpintero, no le vieron nunca como futuro rabino

        1. ¡El troll metido a exégeta bíblico, qué risa! Así que, Cristo se sabía las Escrituras porque San José le encontró un «enchufe» en la sinagoga de Nazaret… Si usted fuera católico sabría que Cristo es Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, es decir, el Verbo encarnado y consubstancial al Padre, por lo que no precisaba que nadie le enseñara las Sagradas Escrituras.

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