Natalia Sanmartín: «La comunión en la mano es un caballo de Troya en la Iglesia»

Natalia Sanmartin comunión mano
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Traditionis Custodes y la Misa Tradicional, la comunión con la mano, el movimiento tradicionalista… Aprovechando el relanzamiento de su exitoso cuento de Navidad -ya va por su cuarta edición-, la periodista y escritora Natalia Sanmartín Fenollera, a la que hemos traído en más de una ocasión a estas páginas, responde a nuestras preguntas sobre todas estas cuestiones tan en boga en los últimos meses.

Hay quienes piensan, entre ellos algunos intelectuales católicos, que el tiempo que nos toca es el mejor tiempo posible para vivir. ¿Qué opina sobre esa afirmación?

Depende de cómo se interprete la frase. Todos vivimos en el tiempo en el que debemos vivir, porque todo nuestro ser, incluidas las circunstancias en las que hemos nacido, forman parte de la voluntad de Dios, así que en ese sentido no tengo problemas con la idea. Pero si ese “mejor” se extiende a la época en sí, a la idea es que esta es la mejor de las épocas, entonces no estoy de acuerdo. Es muy difícil juzgar el momento en el que uno vive, nunca hay perspectiva suficiente, pero me parece evidente que estamos inmersos en una época cada vez más oscura, hostil y brutal, aunque se defina a sí misma como tolerante y civilizada, en la que todo el orden cristiano se está derrumbando con enorme rapidez. Esta especie de veneno ha penetrado también en la Iglesia mediante una labor de desgaste, confusión y secularización que no ha comenzado hoy, pero que se está acelerando cada vez más. Es una crisis que tiene una característica inquietante, el hecho de que hay una enorme cantidad de gente que no la ve.

¿No es una visión demasiado pesimista o incluso desesperanzada?

Creo que es una visión dolorosa, sí, pero realista, y que no tiene nada que ver con la desesperanza, sino con abrir los ojos y ver dónde estamos y qué es lo que tenemos delante. Me parece fundamental asumir que vivimos en una cultura que no solo ha dejado de ser cristiana, sino que apenas es ya cristianizable, que no solo es indiferente a la fe, sino radicalmente hostil a ella. Pero esto no excluye la esperanza, porque nada de lo que sucede ni en el mundo ni en la Iglesia es gratuito; Dios lleva las riendas de la historia. A nosotros nos toca lo que siempre ha tocado a los cristianos, preservar lo que se nos ha dado, conservar la fe de los apóstoles, no una nueva fe, sino la fe que la Iglesia ha custodiado a lo largo de los siglos, y hacerlo para nuestra salvación y la de los que vengan detrás de nosotros.

Usted da una gran relevancia a la liturgia y ha hablado en muchas ocasiones de la misa tradicional, que está muy presente en este cuento de Navidad. ¿Qué relación hay entre fe y liturgia y por qué es tan importante?

La Iglesia enseña que lo que se reza es lo que se cree, por eso la liturgia ha expresado a lo largo de los siglos la fe milenaria de la Iglesia, lo que ésta siempre ha creído, y por eso es tan importante protegerla y preservarla. La liturgia se nos ha dado en primer lugar para rendir culto a Dios, pero también es una escuela de fe y de piedad para nosotros. Eso explica, y puedo decirlo porque lo he vivido personalmente, la fuerza de conversión que tiene la liturgia tradicional, el modo en que expresa las grandes verdades cristianas. Para mí la misa tradicional es inseparable de mi fe, descubrirla me trajo de vuelta a la práctica religiosa y puso luz donde las clases de religión, las catequesis y las convivencias escolares pusieron confusión. Su reverencia, su misterio, su riqueza y su fuerza enseñan con mucha más claridad que el mejor de los catecismos verdades eternas, como la presencia real, el valor sacrificial de la misa o la sacralidad del culto a Dios.

El motu proprio Traditionis Custodes del Papa Francisco ha limitado recientemente la misa tradicional. ¿Cómo ha recibido en su caso esa decisión?

Con estupor, con dolor y una enorme sensación de impotencia. Como la mayoría de los que amamos la liturgia tradicional, yo nací después de la reforma litúrgica y descubrí la antigua misa casi por casualidad, en la medida en que un cristiano puede creer en la casualidad. He madurado mi fe gracias a ella y gracias también a los esfuerzos del Papa Benedicto XVI, que quiso ponerla al alcance de todos los fieles como el tesoro de la Iglesia que es. Él recordó que lo que la Iglesia católica ha considerado sagrado en el pasado tiene que seguir siendo sagrado. Por eso, a poco que uno tenga presente el principio de no contradicción y no abdique de la razón, la primera reacción ante lo que está ocurriendo es como mínimo de incredulidad.

En el motu proprio se habla de los fieles como nostálgicos de otros tiempos, pese a la juventud de una gran parte de los católicos de misa tradicional y el creciente número de vocaciones. ¿Se puede sentir nostalgia de una misa que no se conoció?

Es evidente que no. Y que basta con abrir los ojos para ver que esa descripción no se corresponde con la realidad. Tengo una relación muy estrecha con monasterios benedictinos, como Clear Creek o Le Barroux, que celebran la liturgia tradicional, me he encontrado con muchas personas de muy distintas procedencias, muy diferentes entre sí, en muy distintos países, que acuden a misa tradicional, algunos en sus parroquias, otros en monasterios y otros en lugares con presencia de institutos sacerdotales tradicionales, como es mi caso en Madrid. Hay una enorme cantidad de familias y de jóvenes, generaciones de católicos que ya han sido bautizados y educados en la antigua liturgia, escuelas, universidades, congregaciones y seminarios que aman y celebran esta misa, la misma que santificó a tantos grandes santos de la Iglesia. Y hay también un creciente número de seminaristas y sacerdotes diocesanos que quieren conocerla y celebrarla. Afortunadamente, la mayor parte de los obispos conocen que esta realidad y están siendo prudentes al aplicar el motu proprio en sus diócesis. Pero no hay duda de que vienen tiempos difíciles, que exigirán mucha oración, mucha fe y fortaleza.

¿Cree que Traditionis Custodis acabará con la misa tradicional?

Creo que hay un elemento importante que TC no ha tenido en cuenta. Los católicos tradicionales no pertenecen a ningún movimiento, no forman una organización, no es una realidad homogénea, no es una estructura que se puede disolver, hay todo tipo de personas entre ellos, como es propio de la Iglesia. Pero la mayor parte de ellas tienen algo en común: han sacrificado mucho por la misa, han pagado un precio alto por un tesoro que han encontrado enterrado en el campo, y están acostumbrados al esfuerzo. Mi experiencia es que una vez que conoces la misa tradicional no es sencillo volver atrás, no se vuelve atrás. Y en último término, las cosas son bastante simples si se miran con perspectiva: pese al daño y el dolor que ha generado el motu proprio, y las dificultades que vendrán, los cristianos nacemos y morimos, los pontificados comienzan y se acaban, pero la antigua liturgia de la Iglesia permanece. Ha sobrevivido a los siglos, y no dudo de que seguirá haciéndolo.

En una entrevista reciente, usted se ha posicionado en contra de la comunión en la mano. ¿Por qué?

Creo que la historia de la comunión en la mano es la historia de un caballo de Troya. Siempre me llama la atención que se hable tanto sobre las tensiones que vivió el Papa Pablo VI por la encíclica Humanae Vitae y tan poco sobre las que le produjo este conflicto y sobre el modo en que intentó reconducirlo. Durante su pontificado, él reafirmó la que sigue siendo la ley general de la Iglesia en este ámbito, la comunión en la lengua, y estableció un indulto, una excepción, para resolver el problema de algunas regiones donde la comunión en la mano se practicaba en abierta desobediencia a Roma, entre ellas Bélgica, Holanda y Alemania. La decisión le produjo mucho sufrimiento, porque no era partidario de la medida, como tampoco lo fueron la mayoría de los obispos que consultó antes de tomarla. Temía que hacerlo debilitase la fe en la presencia real de Cristo en el sacramento, un temor que él mismo confirmó más tarde y que le llevó a limitar el indulto, aunque no logró evitar que la práctica se generalizase. Lo terrible de todo esto es que lo que nació como una respuesta pastoral a una desobediencia se ha convertido en una práctica generalizada y hasta impuesta, como hemos visto en esta pandemia, en la que se ha aplastado de forma intolerable la piedad y los sentimientos religiosos de todos los fieles que comulgamos como prescribe la ley de la Iglesia.

¿Y qué supone personalmente para usted?

Para mí es una cuestión fundamental de adoración y de veneración a Dios. Si se cree no solo intelectualmente, sino también, por decirlo así, con las entrañas, que Cristo está realmente en el sacramento, la única actitud posible es postrarse de rodillas ante Él y recibirlo como hicieron los grandes santos, los mártires y la inmensa mayoría de los cristianos que nos han precedido.

En su cuento de Navidad una madre le explica a su hijo que la muerte no es el final, sino «un despertar». En un mundo que no quiere pensar en el misterio de la muerte, ¿tiene sentido tratar de explicársela a un niño?

Es cierto que la muerte es un misterio, pero también lo es que la revelación y la doctrina de la Iglesia arrojan luz sobre ese enigma, no es una realidad de la que no sepamos absolutamente nada. A mí me parece que en la educación de un niño cristiano la muerte tiene que ocupar su lugar, porque sin ella no se puede explicar qué es el hombre, por qué es como es y por qué debe ser redimido y salvado. ¿Cómo se explica la redención o el pecado original sin hablar de la muerte? Hay un temor natural a la muerte, pero creo que a un niño puede explicársele, en su lenguaje y poco a poco, lo que sabemos de ella y de lo sucede tras ella. Sin esa explicación, la vida humana es un rompecabezas sin sentido.

Su cuento de Navidad es un cuento sacramental, lo ha explicado en más de una ocasión. ¿Es posible contemplar el mundo de forma sacramental?

Simone Weil dice en uno de sus escritos que resultaría absurdo que cualquier iglesia, construida por manos humanas, esté repleta de símbolos, y que el universo no esté infinitamente lleno de ellos. Sólo hay que leerlos. Yo creo que es así y que esa es la manera correcta de contemplar la creación, el orden que Dios ha impreso en el mundo, el secreto de un mundo que vemos de espaldas, en esa imagen tan hermosa de Chesterton. El cuento de Navidad, que escribí para los benedictinos de Barroux, cuenta la historia de un niño que le pregunta insistentemente a Dios, durante tres años, si la Navidad existe, si es real, y de cómo Dios escucha y responde a esa voz.

En el cuento se reza, y se reza en latín. ¿Por qué?

Mi madre y mi abuela me enseñaron a rezar las letanías del rosario en latín, no los misterios, pero sí las letanías, y para mí es natural hacerlo así; rezarlas en vernácula me resulta extraño. También es lo más natural en el contexto del cuento, porque es la historia de un niño criado en un entorno católico tradicional. El latín sigue siendo la lengua de la Iglesia, es un idioma dulce y musical, con un significado que no cambia, y eso es parte de su belleza.

En el cuento vuelva a plantear la idea del alejamiento del mundo, de un mundo en el que cada vez es más difícil educar en el fe cristiana, pero del que pocos pueden separarse. ¿Cómo afrontar ese reto?

Es una pregunta muy difícil de responder. La Iglesia ha enseñado siempre que un cristiano debe tener una sana distancia con el mundo, vivir en el mundo, pero no pertenecer a él. Esto me parece muy evidente ahora, cuando la secularización, el error y la confusión han roto todos los diques fuera y dentro de la Iglesia. Hoy no basta con elegir un colegio católico o enviar a los niños a catequesis, porque muchos colegios católicos transmiten algo que ya no es posible considerar catolicismo, y lo mismo ocurre en un buen número de parroquias. Yo creo que son las familias, y en especial las madres en los primeros años, las que deben asumir esa función, las que deben inculcar y transmitir la fe. Un niño católico debería crecer en un entorno de piedad católica, con toda su fuerza, su poesía y su belleza, y con una liturgia que le acerque al misterio y la adoración.

¿En algún momento se propone evangelizar desde la literatura o esta idea está lejos de su pensamiento cuando escribe?

No me propongo evangelizar al escribir, sino simplemente hablar de cosas que me parecen buenas, valiosas y verdaderas, que son importantes para mí y creo que es importante defender, y son pocas. El cardenal Newman cuenta en sus diarios que nunca escribió una línea sin una razón, sin un motivo que en su opinión justificase hacerlo. Yo creo en ese principio, y trato de seguirlo.

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Comentarios
21 comentarios en “Natalia Sanmartín: «La comunión en la mano es un caballo de Troya en la Iglesia»
  1. Muchísimas gracias, Natalia Sanmartín por defender el principal tesoro de la Iglesia: La Santa Misa, la eucaristía, la comunión. Lo terrible de todo esto es que lo que nació como una respuesta pastoral a una desobediencia se ha convertido en una práctica generalizada y hasta impuesta, como hemos visto en esta pandemia, en la que se ha aplastado de forma intolerable la piedad y los sentimientos religiosos de todos los fieles que comulgamos como prescribe la ley de la Iglesia.

    Me gustaría preguntarle a Natalia ¿qué piensas de que el Opus Dei haya pasado de una comunión en la mano del 0% a casi el 100% en tan poquísimo tiempo, con la excusa de la pandemia, pero para quedarse, a pesar de que la mano está llena de virus y bacterias?

  2. Es un caballo de Troya que, junto con los demás (retirada de reclinatorios y de todo signo de verdadera y humilde devoción, destrucción de la belleza litúrgica y religiosa, deformación moral de catecúmenos, novios y penitentes…), ha entrado en la ciudadela como en «La Eneida»: empujado entre cantos de júbilo por el propio estamento eclesiástico, hasta la náusea de hoy.

  3. Que bueno es leer a Natalia Sanmartín y poner las cosas claras. Comparto plenamente su planteamiento sobre la Misa apostólica tradicional y sobre el caballo de Troya que es la comunión en la mano. Dios te Bendiga y existo en tu nueva obra!

    1. Un dato muy importante sobre el asunto que no ha citado Natalia Sanmartín: el Papa San Pío V, que codificó la Misa Tradicional, promulgó una bula en la que estableció que esta Misa era para siempre y que nadie tenía derecho a restringirla en modo alguno. Por tanto, las disposiciones de Traditionis Custodes son nulas, en cuanto restringen la celebración de la Santa Misa Tradicional y no deben ser obedecidas, más bien deben ser desobedecidas y sólo hacen falta sacerdotes y fieles dispuestos a esta necesaria labor de resistencia.

  4. Todo esto se encuentra descrito en los protocolos masónicos, pero la meta que persiguen es abolir la Eucaristía para que pueda manifestarse el anticristo.
    Daniel 9,27 y 12,11.
    2ª Tes 2.
    Apocalipsis 13 y 14.
    Catecismo 675.
    Non Nobis.

  5. Qué manía con limpiar la imagen de Pablo VI diciendo que el pobre hombre sufría mucho. Los que sufrieron mucho fueron todos los sacerdotes que se murieron de pena amargados porque Pablo VI les prohibió la misa que juraron defender en el juramento antimodernista que Pablo VI también juró, a pesar de los anatemas de Trento que excomulgan a quienquiera que sea el que lo haga y no de manera disciplinar como dicen algunos sino a través de cánones que canonizan a perpetuidad, como el canon de la Biblia (ningún papa puede añadir o quitar libros de la biblia), o el de la misa. Podría haber condenado la práctica de la comunión en la mano tal y como la Sagrada Tradición enseña. No lo hizo porque no quiso. Porque en vez de remitirse a transmitir la Tradición, que es el oficio papal, se dedicó a inventar nuevas doctrinas con nuevos cultos, cosa condenada por San Pablo.

    1. Gracias Uno por tus comentarios. Clarifican. Hay mucha gente alejada de la iglesia por estos nefastos seres, hay que decirles que hay asquerosos y pérfidos infiltrados en las estructuras, pero están y fueron excomulgados automáticamente por actuar en contra de la doctrina y la moral católicas, así que No pertenecen a la Iglesia, vistan como vistan.

  6. Hace tiempo que no leía contenido de calidad en Infovaticana. Normalmente sólo leo los titulares, pero me aburre el resto de los artículos. Pero esta entrevista es de alta calidad, y un gran estímulo para la Fe.

  7. Que bien se expresa esta mujer. Transmite esa serenidad y paz auténticamente cristianas, como del que viene de fuera del mundo.
    Y es que viviendo en la tradición y especialmente, durante la misa tradicional, uno abandona este mundo.

  8. Natalia, que el Señor te bendiga y te aumente Su Luz que ya tienes.
    Pueden no creer, la Madre de Dios, «Maria Inmaculada inmersa en la Trinidad», este dice la Divina Señora ser su nombre; no para de trabajar entre nosotros, nos ve a todos al mismo tiempo, sin ser Dios, ¿como es posible Señora? «por estar Inmersa en Dios, os veo a través de Dios».
    María Santísima Dice : » Desde San Pedro hasta el presente, cuando una mano, no ungida con el Sacramento del Orden Sacerdotal toca a Dios en la Eucaristia, Jesús se retira».

    1. Yo comulgo de rodillas y en la boca pero no estoy de acuerdo con usted, no sé de dónde saca eso que supuestamente dijo la Virgen María y en qué contexto lo dijo pero es sabido que en tiempos de persecusión la Iglesia consintió la comunión en la mano, obviamente que fue siempre la excepción no la regla, pero de ahí a decir que Jesús se retira del pan consagrado es demasiado: sería decir que San Tarcisio murió en vano, ya que lo mataron cuando llevaba la comunión a un enfermo y el no era sacerdote era un niño.

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