Los expertos de la ONU y las presiones abortistas al Tribunal Supremo

Aborto Tribunal Supremo EEUU
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(NBQ)- Tlaleng Mofokeng, relatora especial de la ONU sobre el derecho a la salud, ha pedido al Tribunal Supremo de Estados Unidos que apoye el aborto y derogue la ley de Mississippi que lo limita. Firman con ella la memoria escrita otros expertos de las Naciones Unidas vinculados a las sociedades de Soros y otras grandes fundaciones.

El relator especial de la ONU sobre el derecho a la salud, la doctora Tlaleng Mofokeng, le ha pedido al Tribunal Supremo de Estados Unidos, con una memoria firmada por otros «expertos» internacionales, que apoye el derecho al aborto en Estados Unidos y derogue las leyes de Mississippi y otros Estados que limitan el asesinato de inocentes.

Según Tlaleng Mofokeng, Estados Unidos amenaza el derecho al «aborto seguro» en todos los países del mundo. Mofokeng es uno de los muchos expertos, pagados en gran parte por la ONU y las fundaciones y lobbies proaborto, cuyo trabajo principal debería ser el de viajar por el mundo, reunirse con las autoridades locales y nacionales y defender los derechos humanos. En su caso, el derecho a la salud, no el aborto. A pesar de lo cual, en una memoria depositada en el Tribunal Supremo (como Amicus curiae), esta joven doctora sostiene que, al limitar el aborto, los Estados Unidos estarían violando los tratados internacionales sobre derechos humanos y, entre ellos, la convención contra la tortura, porque la ley de Mississippi (como las aprobadas en otros Estados) que limita el aborto obliga a una mujer a llevar su embarazo a término, independientemente del riesgo que ello implique para ella o su hijo. En pocas palabras: según la experta, llevar a término un embarazo es una tortura.

En una entrevista concedida a The Guardian el pasado 8 de noviembre, Mofokeng justificó su decisión de presentar la memoria escrita con el hecho de que los «tribunales estadounidenses se están enfrentando a una amenaza directa al derecho de abortar» y «cuando los Estados Unidos estornuda, el resto del mundo coge un resfriado. Por consiguiente, sabemos que políticamente lo que sucede en Estados Unidos […] tiene un impacto en otras partes del mundo». Está claro que las decisiones del Tribunal Supremo tendrán indirectamente una influencia a nivel mundial, igual que la tuvo en 1973 la sentencia Roe vs Wade en la liberalización del aborto en el mundo entero. La esperanza de ver mitigado el «derecho» al aborto y más respetados los de la madre y el el niño es vista como la mayor desgracia posible por quien debería dar consejos autorizados sobre nuestra salud a los jefes del mundo. De hecho, Mofokeng dice en la entrevista: «Si esta sentencia (Roe vs Wade) fuera derogada, tendría implicaciones catastróficas, no solo para Estados Unidos. Temo que anular la sentencia Roe alentaría los ataques mundiales a los derechos reproductivos, ya amenazados por los diversos «desafíos» planteados por el COVID-19 […]. Negar los abortos seguros y someter a las mujeres y las chicas a actitudes humillantes y a ser juzgadas en contextos de extrema vulnerabilidad y donde una oportuna asistencia sanitaria es esencial, equivale a tortura o maltrato».

Y nosotros nos preguntamos: ¿es casualidad que en su primer Informe a las Naciones Unidas, publicado el 16 de julio pasado, la relatora especial delineara «los desafíos que el COVID-19 ha planteado a los derechos reproductivos y como el colonialismo sigue influyendo en las políticas globales sobre reproducción, desde la esterilización a la prohibición del aborto»? ¡No! Demos un paso atrás: ¿quién es esta experta? En su 44 sesión, en julio de 2020, el Consejo para los derechos humanos de las Naciones Unidas nombró a la señora Mofokeng «Relatora especial sobre el derecho de todos al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental». Un título que, de por sí, es un programa propagandístico y un himno al despilfarro de los recursos internacionales.

Mofokeng, de 39 anni, ha sido elegida fundamentalmente porque apoya el acceso universal a la salud reproductiva (anticoncepción y aborto), la asistencia contra el HIV, los servicios para los jóvenes y la planificación familiar. Es miembro de los consejos de administración de Safe Abortion Action Fund, Global Advisory Board for Sexual Health and Wellbeing y Accountability International, todas ellas organizaciones abortistas financiadas por los ya conocidos magnates mundiales, en detrimento del no nacido. ¿Su experiencia? La tiene «en la formación de la defensa de los agentes sanitarios, y sus áreas de interés son la igualdad de género, la política, la salud materna y neonatal, el acceso universal a la salud, la asistencia post-violencia, la salud menstrual y la gestión del HIV en su país» y poco más, como se puede leer en su curriculum. Pero ¿cuáles son exactamente sus méritos?

Mofokeng colabora con la principal publicación de la Fundación Open Society de Soros (Project Syndacate). Además de Mofokeng, otros dos relatores especiales de la ONU -Tendayi Achiume (contra el racismo y la intolerancia), también citada en el Informe del ECLJ sobre las financiaciones de los expertos de la ONU por parte de grandes fundaciones internacionales (la Brújula habló de ello aquí), y Nils Melzer (contra la tortura)- han firmado la memoria para el Tribunal Supremo. Junto a ellos, Melissa Upreti, actual presidenta del Comité consultor de la misma Open Society, y gran parte del Grupo de trabajo de la ONU sobre la discriminación contra las mujeres: todos claramente «dependientes» de los magnates del aborto. Estamos ante una indebida y escandalosa presión que atenta contra la autonomía de juicio del Tribunal Supremo de Estados Unidos.

Publicado por Luca Volontè en la Nuova Bussola Quotidiana.

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana.