“Yérguese airoso en una de las cumbres de la sierra de Guadarrama, no lejos de la Villa de Madrid, el signo de la Cruz Redentora, como hito hacia el cielo, meta preclarísima del caminar de la vida terrena, y a la vez extiende sus brazos piadosos a modo de alas protectoras, bajo las cuales los muertos gozan el eterno descanso. Este monte sobre el que se eleva el signo de la Redención humana ha sido excavado en inmensa cripta, de modo que en sus entrañas se abre amplísimo templo, donde se ofrecen sacrificios expiatorios y continuos sufragios por los Caídos en la guerra civil de España, y allí, acabados los padecimientos, terminados los trabajos y aplacadas las luchas, duermen juntos el sueño de la paz, a la vez que se ruega sin cesar por toda la nación española. Esta obra, única y monumental, cuyo nombre es Santa Cruz del Valle de los Caídos, la ha hecho construir Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España, agregándola una Abadía de monjes benedictinos de la Congregación de Solesmes, quienes diariamente celebran los Santos Misterios y aplacan al Señor con sus preces litúrgicas”.
Así describía el Papa Juan XXIII la obra que se había construido en el Valle de Cuelgamuros, en una Carta Apostólica de 1960 con la que elevaba a Basílica Menor la iglesia que allí se encuentra.
Con “pleno conocimiento y con madura deliberación y con la plenitud de nuestra potestad apostólica, en virtud de estas Letras y a perpetuidad, elevamos al honor y dignidad de Basílica Menor la iglesia llamada de Santa Cruz del Valle de los Caídos, sita dentro de los límites de la diócesis de Madrid, añadiéndola todos los derechos y privilegios que competen a los templos condecorados con el mismo nombre. Sin que pueda obstar nada en contra. Esto mandamos, determinamos, decretando que las presentes Letras sean y permanezcan siempre firmes, válidas y eficaces y que consigan y obtengan sus plenos e íntegros efectos y las acaten en su plenitud aquellos a quienes se refieran actualmente y puedan referirse en el futuro; así se han de interpretar y definir; y queda nulo y sin efecto desde ahora cuanto aconteciere atentar contra ellas, a sabiendas o por ignorancia, por quienquiera o en nombre de cualquiera autoridad”, terminaba el Pontífice.
Hoy conocemos que el Gobierno de Pedro Sánchez atenderá la petición expresa de ERC para que la futura Ley de Memoria Democrática cambie el nombre del Valle de los Caídos por el de Valle de Cuelgamuros.
La intención del cambio de nombre, según señala la propia enmienda, es que el Valle de Cuelgamuros pase a ser un lugar de memoria histórica, optando por una resignificación que pretende hacer “pedagogía sobre las circunstancias de su construcción y su periodo histórico, para así fortalecer los valores constitucionales y democráticos”, recoge La Razón.
En este lugar, según la enmienda, “solo podrán yacer los restos mortales de personas fallecidas a consecuencia de la guerra, como lugar de reconocimiento, conmemoración, recuerdo y homenaje a las víctimas allí inhumadas”.
El emplazamiento escogido por Franco para construir esta obra monumental, que fue inaugurada en 1959, fue el valle de Cuelgamuros en el municipio de San Lorenzo de El Escorial. Por tanto, lo que pretende esta enmienda es que el monumento se llame como el accidente geográfico donde se encuentra ubicado.
Sin embargo, la Basílica, como el propio Papa bueno estableció, seguirá teniendo el nombre de Santa Cruz del Valle de los Caídos; al igual que la abadía que allí se encuentra, cuyo nombre es Abadía La Santa Cruz Del Valle De Los Caídos.
Con lo cual, podemos decir que nos encontramos ante otra medida propagandística del Gobierno de Sánchez, un maquillaje que no afectará, a no ser que la Abadía de Solesmes ―de la que dependen los monjes del Valle― o el Vaticano, decidan también cambiar el nombre, al corazón del monumento.
Ayuda a Infovaticana a seguir informando
El Caudillo erigió la basílica para la gloria de Dios y en sufragio por los difuntos, sin distinción de bandos, por lo que es un monumento que favorece la reconciliación, y que como tal, no requiere el revisionismo pseudo-histórico de quienes por odio a la fe, y resentidos por su ideología política, pretenden acabar con él.
Yo quiero ver, a la Conferencia Episcopal de España, salir en defensa de los que allí están enterrados, de un bando y del otro. También en defensa de la Abadía, ya que todo esto se está haciendo, por los enemigos de la religión católica, que lo único que quieren, es acabar con Cristo.
Creo que desde la Edad Media se llamaba Valle de Cuelgamoros. Luego pasó a Cuelgamuros. Pero seguirá siempre siendo el Valle de los Caídos. Y espero que a este felón que está destrozando todo lo bueno que hay en España, no le de tiempo a perpetrar esta fechoría del desmantelamiento del Valle.
¿Ignoran los peticionarios que lo de los Caídos se refiere a los de uno y otro bando y que se reza por todos ellos? La ignorancia es vencible, pero el odio cuesta más vencerlo, sobre todo cuando se está en posesión del demonio, que es lo que parece en tantos casos.
No lo ignoran, no. Pero seguro que no les gusta que se rece por ellos. Lo de que muchos están poseídos por Satanás, yo también lo creo… No es normal tanta maldad.
En la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos, tienen todo tipo de información sobre la historia de este monumento: libros, videos, artículos periodísticos… Y toda la documentación sobre los enterrados allí, conservándose los permisos de los familiares, tanto de un bando como de otro; que el rojerío afirma que los metieron allí a la fuerza, cosa que es mentira. Pero a esta gente no les interesa saber la verdad, ya que los perjudica.
No puede volver lo que nunca se fue. Pero cuando se trata de decir tonterías no hay espacio suficiente
Puestos a ponerle el nombre original, ¿será que no es políticamente correcto llamarle «de Cuelgamoros», como se llamaba hasta mediados del siglo XIX? Igual que los turcos se empeñan en negar el genocidio de los cristianos armenios, estos demócratas se empeñan en negar con sus actos el mayor genocidio de clérigos y religiosos cristianos de la historia, y la mayor persecución a la Iglesia en España desde la invasión musulmana. Reniegan del esfuerzo de reconciliación hecho durante la transición para dar rienda suelta a su revanchismo anticristiano. Esta clase de gente arruinan a los pueblos material y moralmente.
Debería haber dicho el mayor genocidio de clérigos y religiosos católicos de la historia, pues el de cristianos lo perpetraron los aliados soviéticos de esos genocidas, exterminando a unos cien mil sacerdotes ortodoxos.
Que se puede esperar de gentes tan indeseables….