(UCV)- El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, exhortó a una «renovación de la conciencia» para acabar con el hambre en el mundo, al tiempo que subrayó que «dar de comer al hambriento es un mandato del Evangelio que verdaderamente nos interpela». Así lo indicó en la sesión inaugural del III Congreso Pobreza y Hambre: Educación y Tecnología en el contexto de la pandemia, organizado por la Universidad Católica de Valencia (UCV): “Las cifras son escalofriantes. Ante esta situación hay que apelar, llamar una y otra vez a la responsabilidad de los hombres; no podemos cerrar nuestras entrañas a las necesidades de los demás, sobre todo de los más débiles».
Por ello, remarcó la invitación del papa Francisco a «no pasar de largo y vivir el Evangelio del amor”, porque es el Evangelio “quien nos lleva a servir a la persona humana y servirle, además, buscando el bien común, el bien de todos. Que la Iglesia sea el hogar donde todos sean acogidos y servidos en la misma mesa”.
Por su parte, el canciller de las pontificias academias de las Ciencias y de las Ciencias Sociales, Marcelo Sánchez Sorondo, hizo un llamamiento “a los líderes del mundo” para que acepten su “sagrada responsabilidad” ante la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Deben reconocer que 75 años es tiempo suficiente para cumplir lo que el mundo prometió a la sombra del Holocausto y la Segunda Guerra Mundial. Nuestra tarea más sagrada es evitar otro episodio de autodestrucción, ya sea por guerra o por devastación medioambiental”.
“Estamos llamados a realizar un nuevo inicio, de alguna manera un ‘reset’ para usar el vocablo del Foro de Davos, una reprogramación, pero alternativa a la visión intramundana, aquella que pone al hombre como medida de todas las cosas. Un ‘reset’, pero no a partir de la falsa creencia de los poderes fuertes mundanos según la cual sólo el hombre salva al hombre, sino bajo el mensaje de las bienaventuranzas de nuestro señor Jesucristo, que es ‘el camino, la verdad y la vida’. El virus más poderoso que nos azota es el ateísmo de masa y la apostasía silenciosa”, expuso.
El Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, PMA y FIDA, Fernando Chica, que participó de manera online, centró su intervención en la lucha que desempeña la Santa Sede contra el hambre. Así, señaló que “la pandemia del coronavirus COVID-19, ha puesto de manifiesto una vez más que sus secuelas y catastróficas consecuencias económicas agravan las diferencias existentes en el mundo. Siempre son los indigentes los que cargan con la peor parte, tanto en los países ricos como en los de renta baja”.
“Más de 690 millones de personas en el mundo están pagando el precio de la pandemia al seguir pasando hambre. Después de haber disminuido constantemente durante una década, el hambre está aumentando al 8,9 % de la población mundial. Los recursos humanos, los conocimientos sobre tratamientos y suministros, así como los bienes no comerciales y espirituales debían y deben ser compartidos, sobre todo con los países más necesitados. Entre aquellos se encuentran en particular la vacunas”, dijo.