El difícil inicio de curso de Osoro en Madrid

Cardenal Osoro Valle de los Caídos
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Hace unos días, “El cojo de Calanda” se refería, en la página amiga Germinans Germinabit, a Osoro calificándole como “el fracasadísimo Osoro”.  La sección madrileña de los lanceros de España está recibiendo constantes noticias del desastre en el que se encuentra la diócesis de Madrid. Sobre todo en este inicio de curso que algunos llaman pastoral y que mejor habría que calificar como agónico.

No hace muchos días, los Servicios de Prensa y Propaganda del Régimen, perdón, del Arzobispado de Madrid, bien regados de dinero por cierto, publicaron la noticia, con fotos abundantes, del consejo episcopal madrileño en la Catedral de Valencia. En una de las imágenes se podía ver al cardenal Osoro abrazándose fuertemente con el cardenal Cañizares. Cuidado, don Antonio que usted no está para muchos amarres.

Lo que no publicaron fueron las fotos del resto del viaje. Las visitas de Osoro y su troupe a Manresa y Loyola, invitados por el P. Elías Royón, que es el embajador de la Compañía de Jesús en el arzobispado de Madrid. Otros lo llamarían “la cuota”. No, por Dios, que nadie piense que Osoro está en manos de los jesuitas, del P. Arana, del P. Royón. Ni mucho menos.

Fíjense hasta qué punto el arzobispo de Madrid quiere mantener la distancia con los jesuitas que, después de un nada fácil consejo episcopal, ha dado aparente marcha atrás a su idea de que la formación de los agentes de pastoral, antes llamados evangelizadores, de la diócesis de Madrid sea encomendada a los jesuitas. Un programa detallado con temas y ponentes con sabor y olor a Comillas.

Osoro estaba empeñado en que los jesuitas se hicieran cargo de la formación de los agentes de pastoral de las parroquias madrileñas. Antes se llama Escuela de Agentes de Pastoral, ahora se podría llamar Escuela de discípulos misioneros… de los jesuitas.

Pero parece que la propuesta sólo le cayó bien a su obispo auxiliar José Cobo y a los palmeros de turno. Se dice incluso que al vicario mano izquierda del arzobispo, Josito, no le hacía mucha gracia.

Quienes sufren la inclemencia madrileña afirman que la diócesis está paralizada. El clero, cada uno a lo suyo, sin una dirección efectiva. Las cuentas, bajo mínimos, intentado rascar euros a las parroquias. Mientras el arzobispo se permite viajes por España. Incluso apoyar económicamente un sarao de políticos de tercera para normalizar a la izquierda bolivariana y para que su Eminencia el cardenal Parolin venga a Madrid y se dé cuenta de que aquí no pasa nada.

El caos es monumental. Hasta en los consejos episcopales dedican horas y horas a tratar asuntos de hace años, que llegan ahora a la mesa por el desgobierno que rige en la secretaría del arzobispo. Algo sabido de todos los que llaman para invitar al arzobispo a la fiesta de turno.

La historia no termina aquí. Parece que el volcán sobre el que se asienta el arzobispado de Madrid puede entrar en erupción en los próximos días. Se podría llevar por delante a algún vicario. Y no para obispo.

 

Diego Lanzas