| 12 agosto, 2021
El autor del libro ‘La sabiduría de los medievales’, Stefano Fontana, dialoga con Ester Maria Ledda, miembro del Observatorio Internacional Cardenal Van Thuan para la Doctrina Social de la Iglesia, sobre la figura de san Pablo, la filosofía cristiana y su importancia para el cristiano y la importancia de un libro así tanto en España como en Italia.
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Últimamente se está escribiendo mucho sobre el Medievo, he leído un libro muy bueno sobre esto: «El Nacimiento de la cultura cristiana» de Rubén Peretó Rivas. Tiene mucho sentido volver los ojos al Medievo por la situación en que estamos. Después de las invasiones bárbaras (¿os suena de algo?) y del tremendo empuje del arrianismo (¿os sigue sonando?) saber cómo respondió la Cristiandad es importante.
Por cierto, ambos libros están en Homo Legens.
Chesterton revaloriza totalmente al Medioevo, especialmente en Ortodoxia. Como que el Medioevo fue vilipendiado justamente por los protestantismos, que reinventaron la religión y la teología…
Es imprescindible enseñar a los católicos contemporáneos el diálogo entre fe y razón, fundamental. Sin la razón, la fe queda reducida a un aspecto emotivista o sentimental, no tiene anclaje en unas raices fuertes y que puedan difundirse entre los no creyentes.
Hoy la filosofía está tan muerta en nuestra sociedad como la fe católica. Y es que el liberalismo dominante (el modernismo si lo prefieren) se funda en el relativismo, en un perspectivismo en el cual la verdad se torna un mito, pero sin verdad la filosofía simplemente no tiene sentido, y es sustituido por la ciencia aparentemente empírica y los opinadores de tertulias de televisión.
Una de las coas que echo de menos en este libro y en otros que hacen recuento de la filosofía cristiana es hasta que punto determinadas corrientes de ese pensamiento católico son corriente erradas y han cooperado al surgimiento de la sociedad moderna anticatólica. Y entre esas corriente yo señalaría dos: la de un cierto empirismo cuyo representante mayor es Ockham, pero también de las filosofías que «bautizaron» a Aristóteles, cuando en el fondo Aristóteles lo que intenta es volver a una horizontalidad inminentita al pensamiento filosófico.
Otros de los errores lamentables de la filosofía católica fue ignorar a San Buenaventura, cristalización de la filosofía cristiana basada en Platón y que surgió en San Agustín como una explosión de luz. Y el hecho de que en los seminarios católicos se haya marginado a San Buenaventura sin duda ha colaborado a la horizontalidad de la filosofía católica de los últimos siglos.