Hoy les traemos una reflexión que el teólogo alemán Ulrich L. Lehner escribe en su libro ‘Dios no mola’. En el libro, que puedes comprar aquí y que les recomendamos vivamente, Lehner dedica una sección a explicar el sentido del arrepentimiento. Les dejamos con el texto:
El arrepentimiento no es una resaca
Dios no sólo castiga los pecados, sino que también ofrece la salvación y el perdón a quienes se arrepienten y vuelven a nacer en Él. Hoy en día se habla muy poco de los aspectos positivos del arrepentimiento. En cambio, muchos hacen bromas sobre las probables penitencias dolorosas de la Edad Media o sobre el “complejo de culpabilidad” de los católicos. Otros, que quieren ser supermodernos, incluso sugieren que el arrepentimiento es innecesario, que basta con hacer las cosas mejor la vez siguiente.
El arrepentimiento, sin embargo, no es el miedo a un posible castigo o el deseo de deshacer el pasado (algo imposible). Si esto es lo que significa el arrepentimiento para los cristianos, sería desde luego cobardía en grado sumo o sencillamente la incapacidad de ser responsables de nuestras acciones. El arrepentimiento no es una resaca moral, que sentimos después de que disminuyan las consecuencias deliciosas de una mala acción. Si el miedo o la teoría de la resaca fueran correctas, entonces el arrepentimiento sería un sinsentido, o incluso algo perjudicial.
La tradición cristiana concibió el arrepentimiento como una forma de autosanación del alma, una manera de recuperar sus poderes perdidos. «Es algo… más: es la función natural con la que Dios dotó al alma, para que esta pudiera volver a Él siempre que se alejara de Él». Creo que Max Scheler realmente tuvo aquí una gran percepción. Analizó en profundidad la razón por la que la gente tiene esta errónea comprensión del arrepentimiento, y se dio cuenta de que esta incomprensión surgía de las falsas ideas sobre la estructura de su vida espiritual.
Al recordar el pasado lo redimimos y liberamos el presente de su lastre. Es como si sacáramos de un río los residuos voluminosos que destruyen una presa y la convierten en un torrente peligroso. Si recordamos nuestras malas acciones, reducimos la presión moral y dominamos el pasado, que de otra manera determinaría nuestro futuro destrozando el cauce de nuestra alma. Como observa Scheler, «el arrepentimiento mata el nervio vital de la acción y la prolongación de la culpa. Arranca el motivo y el acto –el acto con su raíz– del centro vivo del yo, permitiendo que la vida empiece de nuevo». Obviamente, recordar no significa sólo tener la imagen mental del pasado, o una imagen de la acción pasada de la que nos arrepentimos. Recordar significa que nosotros, deliberada e intencionadamente, recuperamos algo del pasado en nosotros y lo evocamos. Esto nos permite juzgarlo y rechazarlo en el acto del arrepentimiento. Esta acción requiere la voluntad del arrepentido.
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Biografía del autor:
Ulrich L. Lehner nació en 1976, en Alemania. Estudió Filosofía en la Escuela de Filosofía de Múnich, y Teología en la Universidad de Múnich. Más tarde, cursó Historia. Sus áreas de especialización son la Historia moderna de la religión, la Ilustración, y la historia intelectual desde el Renacimiento hasta hoy. Actualmente, es profesor de Teología de Fundación Warren en la Universidad de Notre Dame y es miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes.
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El arrepentimiento choca de frente con el «todo es gratis, nada pasa», conlleva sacrificio y esfuerzo, y en el relato misericordítico todo es simpático y de buen rollo.
Correcto hidaspes. Resumiendo: hagan lío señores, hagan lío!
Hacer la vista gorda ,ante el
Asesinato del no nacido, tampoco.