Hace pocos días tuvo lugar la primera peregrinación tradicional de España, organizada por Nuestra Señora de la Cristiandad. Uno de los capítulos que participaron en ella han resumido lo vivido esos días tan especiales.
La llegada a Oviedo del Capítulo de Nuestra Señora de las Victorias podría ser contada como un pequeño periplo de los que aparecen en las novelas de aventuras. Hubo un momento en el que llegamos a dudar que fuésemos a reunirnos todos. Un coche amenazando con averiarse, otro buscando donde comprar material necesario que se había olvidado en Madrid y otros grupos dando vueltas por Oviedo esperando que llegaran los jefes de capítulo con las últimas instrucciones.
Finalmente nos pudimos reunir todos y pasar esa primera noche en un polideportivo carbayón.
Nos levantamos antes del amanecer para estar con tiempo en el primer punto de encuentro, la plaza de la catedral, donde se repartieron los materiales de identificación y los libros del peregrino mientras entrábamos ordenadamente por capítulos desdoblando nuestras enseñas y estandartes. Allí ofrecimos la peregrinación a Nuestra Madre, la Virgen de Covadonga, y le pedimos amparo como confiados hijos que somos; aunque, en casos como el nuestro, se notó que nos tenía bajo su manto desde que nos inscribimos.
Hubo una predicación por parte de uno de los sacerdotes asistentes, y la bendición de la imagen de la Santina. Tras ello, iniciamos la marcha bajo el sol asturiano que a tantas generaciones de católicos españoles ha alumbrado. Entre vivas a la patria, a Nuestra Madre y a su Santísimo Hijo llegamos a la primera parada. Allí tras comer algo y avituallarse de agua continuamos la marcha, esta vez con las familias. Aquello se llenó de niños, dando testimonio fortaleza física y espiritual acompañándonos hasta la hora de la comida.
A media tarde llegamos al campamento donde cada capítulo iba buscando sus bultos y un lugar donde asentarse en el prado mientras la organización montaba las carpas en las que se celebrarían tanto la misa solemne como las misas privadas.
Tras la misa nos retiramos, para que tanto el capítulo como nuestras banderas fueran bendecidas por nuestro capellán, e ilumináramos nuestro presente con la luz de la gloriosa Historia de nuestro país con la historia de un santo, una efeméride y un fragmento de la batalla de Covadonga.
El domingo nos despertamos con la Cantiga Nº 100 Sancta Maria,Strella do dia, anécdota que ha quedado en el recuerdo de muchos peregrinos. Y tras un rápido desayuno y dejarlo todo recogido, nos volvimos a poner en marcha. Ese día se paró a comer en el Santuario de Virgen de la Cueva, en Infiesto; el entorno y la ermita seguían un esquema similar al de Covadonga, se hacía tangible la proximidad de nuestra meta.
Al finalizar la jornada, acampamos en un colegio, en Sevares. Gracias a la ayuda de nuestro coche escoba, pudimos tener el campamento ya casi montado y prepararnos para la celebración.
Era el día de Santiago Apóstol, y la misa fue celebrada por el padre Raúl Olazábal, del ICRSS. Era patente el fervor, a pesar del cansancio de los peregrinos. Los sacerdotes no dejaban de confesar, y había siempre alguno celebrando su misa privada. Todo recordaba a los tiempos pretéritos, cuando el catolicismo gozaba de buena salud. Pero sabiendo que eso estaba pasando hoy, y no era una cosa del pasado.
Finalmente, llegó el último día, y antes de empezar a caminar, escuchamos la misa votiva de Ntra. Sra. De Covadonga en el mismo lugar que el día anterior, la explanada de la iglesia de Sevares. Tras desayunar, comenzamos los que serían los últimos pasos hacia la casa de Nuestra Señora en Covadonga. Como los días anteriores, pero añadiendo el cansancio acumulado de dos intensas jornadas previas, llegamos a Cangas de Onís, con un despliegue de banderas, estandartes y cánticos. Nuestro capítulo fue acompañado por la voz potente de nuestro capellán, don Eduardo Guzmán, que entonó las Letanías de los Santos.
Tras distribuirnos en cuatro puntos de la población, los capítulos pudimos comer y descansar brevemente. Antes de subir a la Santa Cueva, nos reunimos todos los peregrinos en la plaza de la iglesia de Cangas de Onís. La gente se quedó impresionada de ver allí a cientos de peregrinos juntos en alegre unión por Cristo.
Caminamos un par de horas, y finalmente entramos en el santo lugar de Covadonga. La emoción era patente. Frente a la basílica, según llegaban todos, nos arrodillamos y entonamos el Laudate, Mariam. Se pueden ver vídeos que ya circulan por Internet de ese momento de fervor, que quedará grabado en las retinas de muchos.
La peregrinación terminó con una adoración al Santísimo Sacramento, mientras predicaba un joven padre dominico, y se realizó la consagración a Nuestra Madre Santísima.
Tras esto, llegó el momento de las despedidas. Algunos se volvían directos a sus tierras de origen, otros dormíamos en Oviedo antes de partir. Pero todos llenos de Cristo en el corazón, con la certeza de haber sido partícipes de algo grande que será bueno para la Iglesia y para España.
Desde el Instituto Lepanto, con nuestro capítulo N.S. de las Victorias, seguiremos trabajando, en la medida que Dios nos lo conceda, por estas intenciones que se tenían en la peregrinación, que al final no dejaban de ser la nuestras también.
+AMDG+
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Según he leído, los jóvenes dieron vivas a Francisco. No comprendo tal actitud. Me parece el producto de una especie de angustia vital que intenta reafirmarse de esa forma miope y servil. Francisco ha ejercido voluntariamente de bulldozer contra la única fe que tenemos, desde el día en que salió al balcón de San Pedro a dar las buenas noches. Nadie puede insultarle ni faltarle al respeto, por lo mismo que tampoco merece ser exaltado como no se exalta lo que te aparta de tu bien. La actitud más cristiana y decente hacía su figura debe ser, creo, la buena educación y la naturalidad.
Yo solo escuché algún Viva el papa: sin Pios, Benedettos ni Pacos. Lisa y llanamente Viva el papa.
…manque pierda.
Decir viva el Papa, es decir viva el papado, no te equivoques. Independientemente de quien sea el Papa.
También podría haber sido el momento de decir Viva el Aquinate, Vivan los padres del Concilio de Nicea o Viva Arfe el de la custodia. Pero yo quisiera ver un gran evento dedicado a Dios en el que el verdadero protagonista fuera el Señor. Como me consta que había antes.
Lo que más hubo fueron vivas a Cristo Rey. También vivas a Nuestra Señora y a España. Hubo algún viva al papa, pero no escuché ningún viva a Francisco. Nada que ver con el culto a la personalidad que son las JMJ.