George Weigel aborda también la cuestión del momento con la publicación de un artículo, titulado “El autoritarismo liberal y la misa tradicional en latín”, en First Things.
“Permítanme empezar definiendo mi posición en las guerras litúrgicas.
Soy un hombre del Novus Ordo.
No estoy de acuerdo con que el Misal Romano promulgado por el Papa Pío V en 1570 haya sepultado el Rito Romano en el ámbar eclesiástico, de manera que permanezca para siempre (como dijo recientemente un amigo tradicionalista) como «la expresión más auténtica de la lex orandi de la Iglesia Romana». Si ese fuera el caso, entonces el Misal de 1962 de Juan XXIII, que se utiliza en las celebraciones del siglo XXI de lo que corrientemente se llama la «Misa tradicional en latín», no es para nada auténtico, ya que incorpora cambios en la liturgia promulgados por los Papas Pío XII y Juan XXIII.
Creo que la restauración de la Vigilia Pascual y la renovación del Triduo Pascual por Pío XII fueron desarrollos impresionantes del Rito Romano, como creo que el repertorio más rico de lecturas bíblicas disponible en la Misa de hoy fue otro logro importante del movimiento litúrgico de mediados del siglo XX.
No considero que el latín sea una lengua litúrgica «sagrada» y creo que es totalmente posible celebrar un culto digno y reverente en lengua vernácula.
Creo que la Constitución sobre la Sagrada Liturgia del Concilio Vaticano II enseñó verdades importantes, especialmente sobre el carácter escatológico del culto de la Iglesia como anticipación de la vida en el Reino de Dios, y estoy de acuerdo con su enseñanza de que el culto de la Iglesia debe realizarse con una «noble sencillez».
Creo que la sugerencia de algunos tradicionalistas litúrgicos de que la supervivencia del catolicismo exige la restauración de las antiguas oraciones al pie del altar, las antiguas oraciones del ofertorio y el antiguo último evangelio es ridícula: que es también como veo las afirmaciones de que la constitución litúrgica del Concilio y su aplicación inmediata fueron el resultado de una cábala de masones, comunistas y clérigos homosexuales.
Dicho esto, también creo que el reciente motu propio Traditionis Custodes, que revoca el generoso permiso del Papa Benedicto XVI para facilitar el uso de la Misa tradicional en latín en Summorum Pontificum de 2007, es teológicamente incoherente, pastoralmente divisivo, innecesario, cruel y un lamentable ejemplo del acoso liberal que se ha vuelto demasiado frecuente en Roma recientemente.
Summorum Pontificum fue un acto de solicitud pastoral para aquellos católicos que encuentran más eficaz dar culto según el Misal de 1962, en lo que Benedicto XVI describió como la «Forma Extraordinaria» del Rito Romano. También se esperaba que la experiencia más amplia de la Iglesia con esa Forma Extraordinaria condujera a una resacralización y ennoblecimiento del culto de la Iglesia según la «Forma Ordinaria» de la liturgia, el misal posterior al Vaticano II del Papa Pablo VI, revisado por el Papa Juan Pablo II. En mi experiencia, esa esperanza se estaba realizando, al tiempo que la tonta época en liturgia estaba llegando a su fin.
Es lo que he vivido durante tres semanas en Cracovia, mientras el seminario que dirigí allí -una reunión multinacional de católicos de seis países y culturas- celebraba el Novus Ordo con reverencia y devoción, utilizando el canto gregoriano para las partes ordinarias de la Misa y los cantos latinos tradicionales y los cantos contemporáneos de Taizé (tanto en latín como en inglés) como antífonas de entrada, ofertorio y comunión. La participación de la congregación de nuestro seminario en la liturgia fue, como esperaba el Vaticano II, «plena, activa y consciente»; también fue digna, reverente y en sintonía con lo sagrado.
En muchas parroquias americanas en las que se ha ofrecido la Forma Extraordinaria además de la más común Forma Ordinaria, la unidad de la Iglesia no se ha visto perjudicada. Que algunos defensores de la Forma Extraordinaria se creen el único remanente fiel de una Iglesia en decadencia es cierto, y su presencia en internet es deprimentemente frecuente. Pero es una calumnia empíricamente insostenible sugerir, como hace Traditionis Custodes, que ese complejo de superioridad divisivo (unido a un rechazo ideológico del Vaticano II) es la nueva normalidad para quienes desean rendir culto en las misas celebradas con el Misal de 1962. Los juicios romanos no deberían basarse en la histeria y las payasadas de la blogosfera católica.
El catolicismo progresista se ha caracterizado típicamente por una vena autoritaria, una tendencia al acoso y la intimidación que ciertamente denota impaciencia y puede sugerir una falta de confianza en sus propuestas y argumentos. En el actual pontificado, esto ha llevado a una noción extrema de la autoridad papal que haría sonrojar al Papa Pío IX. Esta decisión no es algo bueno para toda la Iglesia universal y tendrá un importante efecto en la próxima elección papal.”
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Simplemente cruel.
Gracias por este comentario tan objetivo y ecuanime, George Weigel. Disfruto de sus libros y comparto sus conclusiones sobre el tema de la liturgia y el reciente motu proprio. Gracias!
Entonces reconoces que es necesario?
Lo que es absolutamente necesario es que tú dejes de verter tus sandeces aquí
Lo más esperanzador es lo que dice al final: «Tendrá un importante efecto en la próxima elección papal.» A ver si después del desastre de Francisco, por fin llega un cambio de línea, y recuperamos un pontificado acorde al Corazón de Cristo como fueron San Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Muy de acuerdo con Ud, sacerdote mariano.
Igualmente de acuerdo!
Por fin estoy de acuerdo en algo con usted. Aunque del texto, también me gusta lo que dice de la misa «novus ordo»: si no se celebra como es debido y si los que suelen asistir a esta forma de rito no lo hacen con la devoción debida no es por el rito en sí, sino por la poca unción de muchos de los celebrantes y, en general, por la falta de fe de la mayoría de los que participan en la misa dominical. Cuando uno va a misa diariamente, se da cuenta de que el ambiente que se respira en la misa es completamente diferente, para bien. No es cuestión de un rito u otro, como tampoco es cuestión de una lengua u otra.
Pretender que el misal de Pablo VI es ajeno a la desacralización y banalización de la liturgia que se ha producido desde su aprobación en 1969 es como pretender que el Vaticano II es ajeno a la confusión heretizante que se ha producido desde su celebración entre 1962 y 1965. La misa nueva bien celebrada, el Vaticano II bien entendido, son esfuerzos vanos, como arar en el mar, que se estrellan contra la realidad de más de 50 años. El misal de Pablo VI lleva dentro el germen de la imparable revolución litúrgica, porque está plagado de opciones (el sacerdote hará esto, o aquello otro, o una monición …), sin necesidad incluso de abusos (que por la misma opcionalidad favorece y son abundantísimos), e igual da para una misa en latín ad orientem (ultrarrarísimas) que para las habituales versiones en lengua, tono y gestos vulgares. No existe el rito de Pablo VI, existen las variopintas misas modernas.
Dios lo oiga Padre. Aunque con la clase de Obispos y Cardenales que ha nombrado el Papa Francisco, no me sorprendería que el próximo Papa sea masón, o comunista, o gay o todo esto junto, osea, el «falso profeta» en toda línea.
Muchas voces levantándose contra el motu propio. No sé por qué me da que nadie lo va a seguir, salvo los que odian la misa tradi. Que son los mismo que no tienen misa tradi en su diócesis. Por lo que repercusión: ninguna
Innecesario y cruel con BXVI y muchos catolicos de a pie, Bergoglio, misericordia….dime de que presumes y te dire de que careces
!!!! con la de problemas importantes que tiene el mundo y la Iglesia¡¡¡¡¡¡¡
Qué mal se ha portado con Benedicto, qué manera de humillarle… Este hombre no tiene corazón ni sentimientos. Ni respeto a Benedicto, un teólogo a quien no llega ni a la suela del zapato.
Cuando hasta el gurú juanpablista Weigel sale a la palestra contra el Mobutu Proprio, hay buenas posibilidades de que Francisco se haya equivocado y disparado un tiro en el pie. Cierto que como cualquier conservador que se precie, siempre temeroso de pasar por extremista, tiene que dedicar varios párrafos de exaltación de la revolución litúrgica del Vaticano II antes de opinar contra el Mobutu Proprio. Cierto que su defensa del Novus Ordo es hasta patética: con un grupo de amigos hemos celebrado un congreso en Polonia con misa moderna y todo fue muy reverente ¡incluso con algo de latín y gregoriano! Como si eso tuviera algo que ver con lo que los católicos llevan sufriendo más de 50 años en las parroquias por todo el mundo, al límite de lo insoportable (en palabras de Benedicto XVI). Con todo, no deja de ser buena noticia que hasta Weigel se oponga al Mobutu Proprio.
Aquí el ejemplo del tipo de personas que provocaron la traditionis custodes…
No sé si lo provocaron, pero que Francisco los utilizó para justificarlo, de eso no cabe duda. Un tanto ofensivamente, el texto de Weigel viene a denominarlos blogopayasos o blogohistéricos.
Pues parece que amenaza con escribir una segunda parte de la biografía.
Buenísimo articulo…
Pienso exactamente lo mismo pero nunca hubiera sabido expresarlo tan bién.
¡Menudas perlas! Se podría documentar un poco y ser menos ofensivo:
El Misal de 1962 no es «auténtico», dice. ¿En serio?
Culto digno y reverente en lengua vernácula… ¿Y? El CVII mandó que se hiciera en latín.
Cree que la Constitución sobre la Sagrada Liturgia del CVII enseñó «verdades importantes» ¿Alguna desconocida antes de que se promulgase?
Cree que el culto de la Iglesia debe realizarse con una «noble sencillez». ¿No es noble la Misa de origen apostólico oficiada desde época de San Gregorio hasta 1969?
La inmediatez de la aplicación de la constitución litúrgica del Concilio me temo que no se ha producido, ni inmediatamente, ni hasta el día de hoy.
Y llamar en bloque «histeria y «payasadas» a la blogosfera católica… Les gusta mucho generalizar a algunos «hombres del Novus Ordo», metiendo en el mismo saco opiniones y aspiraciones totalmente legítimas y de gente muy seria.
Hay varias cosas de las misas modernas que no me gustan, (a decir verdad, bastantes), pero eso de que nada más empezar aparezca un espontáneo a hacerme entender lo importante que son las lecturas de turno y lo atento que debo estar, me inflama. ¡Gracias hombre, qué sería de mi mente sin tu aclaración!
No creo que haya otro…
Esa división y suicidio espiritual que tiene 8 años ahí…moliendo pólvora está diseñada para eso.
El pueblo de Dios debe pedir iluminación porque la infección que hay en esos taburetes, hace imposible la acción del Espíritu Santo
Que yo ningunee el CVII a la vista de sus devastadores resultados, no significa que lo niegue, solo que ha sido devastador y así lo digo, por lo que poco se puede aprender de él. Al que le guste, que lo siga, yo tengo teologías precedentes que me sirven muy bien. Que la «noble sencillez» se ha convertido en vulgar ramplonería, lo digo sin ambages; que el idioma latino me permite seguir la misa participando en cualquier lugar del mundo, es de cajón; que la gente no se entera en las misas en latín sería verdad hace 200 años, hoy todo el mundo tiene su misal y sigue las distintas partes de la misa.
Que un paisano sin ordenar , o una paisana, quieran darme la comunión no lo concibo y, por último, que la música guitarrera postconciliar es espantosa y se basa en melodías de nanas, también lo afirmo.
A Weigel la influencia masónica en la reforma le parece risible, pero en la lista Pecorelli estaba su autor Mns. Bugnini que acabó desterrado en la nunciatura de Teherán.
George Weigel, autor del maravilloso libro “El coraje de ser Católico”, podría escribir hoy otro “La Vergüenza de ser Católico”.
Para evitar polémicas semánticas, aclaró que lo soy, no pienso dejar de serlo, y que espero la solución biológica a tanto mitrado NO CATOLICO
Reconozco, y aunque no fuese así, la hemeroteca rápidamente me denunciaría, que no me esperaba un ataque frontal de su santidad contra Summorum Pontificum, no mientras estuviese Benedicto XVI vivo. Pero así ha sucedido. Me equivoqué. Cierto que sabía el asco y el desprecio que sienten los modernistas por el rito extraordinario, pero no creí que llegase hasta el punto de romperle el motu propio a Ratzinger en su cara. Ese desprecio y odio a la Tradición ha sido tan poderoso en los corazones de los modernistas que han sobrepasado el límite de la caridad más elemental, no sólo hacia Benedicto XVI, sino hacia los fervientes y fieles católicos que siempre creyeron que la forma ordinaria de la misa era eso, ordinaria. Dios se merece lo máximo que desde nuestra pobre humanidad le podamos ofrecer y no un rito ordinario.
Lo ha explicado usted mejor que yo; suscribo totalmente sus palabras.