«Depende de este derecho primario, que es el destino universal de los bienes», ha dicho el Papa en la cumbre de la Conferencia Internacional del Trabajo.
El Papa Francisco ha querido participar en la 109 reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, organismo especializado de la ONU, que ha tenido lugar en Ginebra. Su Santidad ha intervenido de manera online, mediante un vídeo mensaje que ha publicado la Santa Sede.
“Esta Conferencia se convoca en un momento crucial de la historia social y económica, que presenta graves y amplios desafíos para el mundo entero”, comienza diciendo el Santo Padre.
Francisco recuerda las dificultades provocadas en el mundo del trabajo como consecuencia de la pandemia y resalta como, en todo el mundo, “hemos observado una pérdida de empleo sin precedentes en 2020”.
“Con las prisas de volver a una mayor actividad económica al final de la amenaza del COVID-19, evitemos las pasadas fijaciones en el beneficio, el aislacionismo y el nacionalismo, el consumismo ciego y la negación de las claras evidencias que apuntan a la discriminación de nuestros hermanos y hermanas “desechables” en nuestra sociedad”, insta el Papa.
“Por el contrario, busquemos soluciones que nos ayuden a construir un nuevo futuro del trabajo fundado en condiciones laborales decentes y dignas, que provenga de una negociación colectiva, y que promueva el bien común, una base que hará del trabajo un componente esencial de nuestro cuidado de la sociedad y de la creación. En ese sentido, el trabajo es verdadera y esencialmente humano. De esto se trata, que sea humano”, añade Su Santidad.
El Papa menciona entonces uno de los muchos casos “de esta filosofía del descarte que nos hemos habituado a imponer en nuestras sociedades”; ésta es, que “muchos migrantes y trabajadores vulnerables junto con sus familias, normalmente quedan excluidos del acceso a programas nacionales de promoción de la salud, prevención de enfermedades, tratamiento y atención, así como de los planes de protección financiera y de los servicios psicosociales”.
El Pontífice menciona las consecuencias que ha tenido la falta “de medidas de protección” frente al impacto del coronavirus, como el “aumento de la pobreza”, el desempleo, el aumento del trabajo infantil, etc…
Francisco asegura que “es misión esencial de la Iglesia” apelar a todos a trabajar conjuntamente, con los gobiernos, las organizaciones multilaterales y la sociedad civil, “para servir y cuidar el bien común y garantizar la participación de todos en este empeño”.
“Nadie debería ser dejado de lado en un diálogo por el bien común, cuyo objetivo es, sobre todo, construir, consolidar la paz y la confianza entre todos”, dice el Papa. “Los más vulnerables —los jóvenes, los migrantes, las comunidades indígenas, los pobres— no pueden ser dejados de lado en un diálogo que también debería reunir a gobiernos, empresarios y trabajadores”, afirma Su Santidad. Según Francisco, también es esencial “que todas las confesiones y comunidades religiosas se comprometan juntas”.
El Papa asegura que los sistemas de protección social “necesitan ser apoyados y ampliados” para asegurar “el acceso a los servicios sanitarios, a la alimentación y a las necesidades humanas básicas”. También debe garantizarse “la protección de los trabajadores y de los más vulnerables mediante el respeto de sus derechos esenciales, incluido el derecho de la sindicalización”. “O sea, sindicarse es un derecho”, incide el Santo Padre.
“La crisis del COVID ya ha afectado a los más vulnerables y ellos no deberían verse afectados negativamente por las medidas para acelerar una recuperación que se centra únicamente en los marcadores económicos. O sea, aquí hace también falta una reforma del modo económico, una reforma a fondo de la economía. El modo de llevar adelante la economía tiene que ser diverso, también tiene que cambiar”, asegura el Sucesor de Pedro.
Francisco alerta del peligro de ser atacados por un virus “peor aún” que el coronavirus: “el de la indiferencia egoísta”. “O sea, una sociedad no puede progresar descartando, no puede progresar. Este virus se propaga al pensar que la vida es mejor si es mejor para mí, y que todo estará bien si está bien para mí, y así se comienza y se termina seleccionando a una persona en lugar de otra, descartando a los pobres, sacrificando a los dejados atrás en el llamado “altar del progreso”. Y es toda una dinámica elitaria, de constitución de nuevas élites a costa del descarte de mucha gente y de muchos pueblos”, advierte el Santo Padre.
“La pandemia nos recuerda que muchas mujeres de todo el mundo siguen llorando por la libertad, la justicia y la igualdad entre todas las personas humanas”, dice el Papa, antes de citar el punto 54 de Amoris Laetitia.
Salir en mejores condiciones de la crisis actual “requerirá el desarrollo de una cultura de la solidaridad, para contrastar con la cultura del descarte que está en la raíz de la desigualdad y que aflige al mundo”. “Para lograr este objetivo, habrá que valorar la aportación de todas aquellas culturas, como la indígena, la popular, que a menudo se consideran marginales, pero que mantienen viva la práctica de la solidaridad”, dice.
“Cada pueblo tiene su cultura, y creo que es el momento de liberarnos definitivamente de la herencia de la Ilustración, que llevaba la palabra cultura a un cierto tipo de formación intelectual o de pertenencia social. Cada pueblo tiene su cultura y debemos asumirla como es”, añade.
El Papa recuerda a los empresarios “su verdadera vocación: producir riqueza al servicio de todos”. “A veces, al hablar de propiedad privada olvidamos que es un derecho secundario, que depende de este derecho primario, que es el destino universal de los bienes”, señala el Pontífice recordando la Doctrina Social de la Iglesia.
Dirigiéndose a los sindicatos Francisco señala que éstos “son una expresión del perfil profético de la sociedad”. “Los sindicatos nacen y renacen cada vez que, como los profetas bíblicos, dan voz a los que no la tienen, denuncian a los que “venderían al pobre por un par de chancletas”, como dice el profeta (cf. Amós 2,6), desnudan a los poderosos que pisotean los derechos de los trabajadores más vulnerables, defienden la causa de los extranjeros, de los últimos y de los rechazados”, explica.
“Claro, cuando un sindicato se corrompe, ya esto no lo puede hacer, y se transforma en un estatus de pseudo patrones, también distanciados del pueblo”, apostilla.
Les ofrecemos el discurso completo, publicado en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:
Señor Presidente de la Conferencia Internacional del Trabajo,
Estimados Representantes de los Gobiernos, de las Organizaciones de empleadores y de trabajadores:
Agradezco al Director General, señor Guy Ryder, quien tan amablemente me ha invitado a presentar este mensaje en la Cumbre sobre el mundo del trabajo. Esta Conferencia se convoca en un momento crucial de la historia social y económica, que presenta graves y amplios desafíos para el mundo entero. En los últimos meses, la Organización Internacional del Trabajo, a través de sus informes periódicos, ha realizado una labor encomiable dedicando especial atención a nuestros hermanos y hermanas más vulnerables.
Durante la persistente crisis, deberíamos seguir ejerciendo un «especial cuidado» del bien común. Muchos de los trastornos posibles y previstos aún no se han manifestado, por lo tanto, se requerirán decisiones cuidadosas. La disminución de las horas de trabajo en los últimos años se ha traducido tanto en pérdidas de empleo como en una reducción de la jornada laboral de los que conservan su trabajo. Muchos servicios públicos, así como empresas, se han enfrentado a tremendas dificultades, algunos corriendo el riesgo de quiebra total o parcial. En todo el mundo, hemos observado una pérdida de empleo sin precedentes en 2020.
Con las prisas de volver a una mayor actividad económica al final de la amenaza del COVID-19, evitemos las pasadas fijaciones en el beneficio, el aislacionismo y el nacionalismo, el consumismo ciego y la negación de las claras evidencias que apuntan a la discriminación de nuestros hermanos y hermanas “desechables” en nuestra sociedad. Por el contrario, busquemos soluciones que nos ayuden a construir un nuevo futuro del trabajo fundado en condiciones laborales decentes y dignas, que provenga de una negociación colectiva, y que promueva el bien común, una base que hará del trabajo un componente esencial de nuestro cuidado de la sociedad y de la creación. En ese sentido, el trabajo es verdadera y esencialmente humano. De esto se trata, que sea humano.
Recordando el papel fundamental que desempeñan esta Organización y esta Conferencia como lugares privilegiados para el diálogo constructivo, estamos llamados a dar prioridad a nuestra respuesta hacia los trabajadores que se encuentran en los márgenes del mundo del trabajo y que todavía se ven afectados por la pandemia del COVID-19: los trabajadores poco cualificados, los jornaleros, los del sector informal, los trabajadores migrantes y refugiados, los que realizan lo que se suele denominar el “trabajo de las tres dimensiones”: peligroso, sucio y degradante, y así podemos seguir la lista.
Muchos migrantes y trabajadores vulnerables junto con sus familias, normalmente quedan excluidos del acceso a programas nacionales de promoción de la salud, prevención de enfermedades, tratamiento y atención, así como de los planes de protección financiera y de los servicios psicosociales. Es uno de los tantos casos de esta filosofía del descarte que nos hemos habituado a imponer en nuestras sociedades. Esta exclusión complica la detección temprana, la realización de pruebas, el diagnóstico, el rastreo de contactos y la búsqueda de atención médica por el COVID-19 para los refugiados y los migrantes y, por lo tanto, aumenta el riesgo de que se produzcan brotes entre esas poblaciones. Dichos brotes pueden no ser controlados o incluso ocultarse activamente, lo que constituye una amenaza adicional a la salud pública [1].
La falta de medidas de protección social frente al impacto del COVID-19 ha provocado un aumento de la pobreza, el desempleo, el subempleo, el incremento de la informalidad del trabajo, el retraso en la incorporación de los jóvenes al mercado laboral, que esto es muy grave, el aumento del trabajo infantil, más grave aún, la vulnerabilidad al tráfico de personas, la inseguridad alimentaria y una mayor exposición a la infección entre poblaciones como los enfermos y los ancianos. En este sentido, agradezco esta oportunidad para plantear algunas preocupaciones y observaciones clave.
En primer lugar, es misión esencial de la Iglesia apelar a todos a trabajar conjuntamente, con los gobiernos, las organizaciones multilaterales y la sociedad civil, para servir y cuidar el bien común y garantizar la participación de todos en este empeño. Nadie debería ser dejado de lado en un diálogo por el bien común, cuyo objetivo es, sobre todo, construir, consolidar la paz y la confianza entre todos. Los más vulnerables —los jóvenes, los migrantes, las comunidades indígenas, los pobres— no pueden ser dejados de lado en un diálogo que también debería reunir a gobiernos, empresarios y trabajadores. También es esencial que todas las confesiones y comunidades religiosas se comprometan juntas. La Iglesia tiene una larga experiencia en la participación en estos diálogos a través de sus comunidades locales, movimientos populares y organizaciones, y se ofrece al mundo como constructora de puentes para ayudar a crear las condiciones de este diálogo o, cuando sea apropiado, ayudar a facilitarlo. Estos diálogos por el bien común son esenciales para realizar un futuro solidario y sostenible de nuestra casa común y deberían tener lugar tanto a nivel comunitario como nacional e internacional. Y una de las características del verdadero diálogo es que quienes dialogan estén en el mismo nivel de derechos y deberes. No uno que tenga menos derechos o más derechos dialoga con uno que no los tiene. El mismo nivel de derechos y deberes garantiza así un diálogo serio.
En segundo lugar, también es esencial para la misión de la Iglesia garantizar que todos obtengan la protección que necesitan según sus vulnerabilidades: enfermedad, edad, discapacidades, desplazamiento, marginación o dependencia. Los sistemas de protección social, que a su vez se están enfrentando a importantes riesgos, necesitan ser apoyados y ampliados para asegurar el acceso a los servicios sanitarios, a la alimentación y a las necesidades humanas básicas. En tiempos de emergencia, como la pandemia de COVID-19, se requieren medidas especiales de asistencia. Una atención especial a la prestación integral y eficaz de asistencia a través de los servicios públicos también es importante. Los sistemas de protección social han sido llamados a afrontar muchos de los desafíos de la crisis, al mismo tiempo que sus puntos débiles se han hecho más evidentes. Por último, debe garantizarse la protección de los trabajadores y de los más vulnerables mediante el respeto de sus derechos esenciales, incluido el derecho de la sindicalización. O sea, sindicarse es un derecho. La crisis del COVID ya ha afectado a los más vulnerables y ellos no deberían verse afectados negativamente por las medidas para acelerar una recuperación que se centra únicamente en los marcadores económicos. O sea, aquí hace también falta una reforma del modo económico, una reforma a fondo de la economía. El modo de llevar adelante la economía tiene que ser diverso, también tiene que cambiar.
En este momento de reflexión, en el que tratamos de modelar nuestra acción futura y de dar forma a una agenda internacional post COVID-19, deberíamos prestar especial atención al peligro real de olvidar a los que han quedado atrás. Corren el riesgo de ser atacados por un virus peor aún del COVID-19: el de la indiferencia egoísta. O sea, una sociedad no puede progresar descartando, no puede progresar. Este virus se propaga al pensar que la vida es mejor si es mejor para mí, y que todo estará bien si está bien para mí, y así se comienza y se termina seleccionando a una persona en lugar de otra, descartando a los pobres, sacrificando a los dejados atrás en el llamado “altar del progreso”. Y es toda una dinámica elitaria, de constitución de nuevas élites a costa del descarte de mucha gente y de muchos pueblos.
Mirando al futuro, es fundamental que la Iglesia, y por tanto la acción de la Santa Sede con la Organización Internacional del Trabajo, apoye medidas que corrijan situaciones injustas o incorrectas que afectan a las relaciones laborales, haciéndolas completamente subyugadas a la idea de “exclusión”, o violando los derechos fundamentales de los trabajadores. Una amenaza la constituyen las teorías que consideran el beneficio y el consumo como elementos independientes o como variables autónomas de la vida económica, excluyendo a los trabajadores y determinando su desequilibrado estándar de vida: «Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida» (Evangelii gaudium, n. 53).
La actual pandemia nos ha recordado que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren. Todos somos frágiles y, al mismo tiempo, todos de gran valor. Ojalá nos estremezca profundamente lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Ha llegado el momento de eliminar las desigualdades, de curar la injusticia que está minando la salud de toda la familia humana. De frente a la Agenda de la Organización Internacional del Trabajo, debemos continuar como ya lo hicimos en 1931, cuando el Papa Pío XI, a raíz de la crisis de Wall Street y en medio de la “Gran Depresión”, denunció la asimetría entre trabajadores y empresarios como una flagrante injusticia que concedía al capital mano libre y disponibilidad. Decía así: «Durante mucho tiempo, en efecto, las riquezas o “capital” se atribuyeron demasiado a sí mismos. El capital reivindicaba para sí todo el rendimiento, la totalidad del producto, dejando al trabajador apenas lo necesario para reparar y restituir sus fuerzas» (Quadragesimo anno, n. 54). Incluso en esas circunstancias, la Iglesia promovió la posición de que la cantidad de remuneración por el trabajo realizado no sólo debe estar destinada a la satisfacción de las necesidades inmediatas y actuales de los trabajadores, sino también a abrir la capacidad de los trabajadores para salvaguardar los ahorros futuros de sus familias o las inversiones capaces de garantizar un margen de seguridad para el futuro.
Así pues, desde la primera sesión de la Conferencia Internacional, la Santa Sede apoya una regulación uniforme aplicable al trabajo en todos sus diferentes aspectos, como garantía para los trabajadores [2]. Su convicción es que el trabajo, y por lo tanto los trabajadores, pueden contar con garantías, apoyo y potenciación si se les protege del “juego” de la desregulación. Además, las normas jurídicas deben ser orientadas hacia la expansión del empleo, el trabajo decente y los derechos y deberes de la persona humana. Todos ellos son medios necesarios para su bienestar, para el desarrollo humano integral y para el bien común.
La Iglesia católica y la Organización Internacional del Trabajo, respondiendo a sus diferentes naturalezas y funciones, pueden seguir aplicando sus respectivas estrategias, pero también pueden seguir aprovechando las oportunidades que se presentan para colaborar en una amplia variedad de acciones relevantes.
Para promover esta acción común, es necesario entender correctamente el trabajo. El primer elemento para dicha comprensión nos llama a focalizar la atención necesaria en todas las formas de trabajo, incluyendo las formas de empleo no estándar. El trabajo va más allá de lo que tradicionalmente se ha conocido como “empleo formal”, y el Programa de Trabajo Decente debe incluir todas las formas de trabajo. La falta de protección social de los trabajadores de la economía informal y de sus familias los vuelve particularmente vulnerables a los choques, ya que no pueden contar con la protección que ofrecen los seguros sociales o los regímenes de asistencia social orientados a la pobreza. Las mujeres de la economía informal, incluidas las vendedoras ambulantes y las trabajadoras domésticas, sienten el impacto del COVID-19 bajo muchos aspectos: desde el aislamiento hasta la exposición extrema a riesgos para la salud. Al no disponer de guarderías accesibles, los hijos de estas trabajadoras están expuestos a un mayor riesgo para la salud, ya que las mujeres tienen que llevarlos a los lugares de trabajo o los dejan sin protección en sus hogares [3]. Por lo tanto, es muy necesario garantizar que la asistencia social llegue a la economía informal y preste especial atención a las necesidades particulares de las mujeres y de las niñas.
La pandemia nos recuerda que muchas mujeres de todo el mundo siguen llorando por la libertad, la justicia y la igualdad entre todas las personas humanas: «aunque hubo notables mejoras en el reconocimiento de los derechos de la mujer y en su participación en el espacio público, todavía hay mucho que avanzar en algunos países. No se terminan de erradicar costumbres inaceptables, destaco la vergonzosa violencia que a veces se ejerce sobre las mujeres, el maltrato familiar y distintas formas de esclavitud […] Pienso en […] la desigualdad del acceso a puestos de trabajo dignos y a los lugares donde se toman las decisiones» (Amoris laetitia, n. 54).
El segundo elemento para una correcta comprensión del trabajo: si el trabajo es una relación, entonces tiene que incorporar la dimensión del cuidado, porque ninguna relación puede sobrevivir sin cuidado. Aquí no nos referimos sólo al trabajo de cuidados: la pandemia nos recuerda su importancia fundamental, que quizá hayamos desatendido. El cuidado va más allá, debe ser una dimensión de todo trabajo. Un trabajo que no cuida, que destruye la creación, que pone en peligro la supervivencia de las generaciones futuras, no es respetuoso con la dignidad de los trabajadores y no puede considerarse decente. Por el contrario, un trabajo que cuida, contribuye a la restauración de la plena dignidad humana, contribuirá a asegurar un futuro sostenible a las generaciones futuras [4]. Y en esta dimensión del cuidado entran, en primer lugar, los trabajadores. O sea, una pregunta que podemos hacernos en lo cotidiano: ¿cómo una empresa, imaginemos, cuida a sus trabajadores?
Además de una correcta comprensión del trabajo, salir en mejores condiciones de la crisis actual requerirá el desarrollo de una cultura de la solidaridad, para contrastar con la cultura del descarte que está en la raíz de la desigualdad y que aflige al mundo. Para lograr este objetivo, habrá que valorar la aportación de todas aquellas culturas, como la indígena, la popular, que a menudo se consideran marginales, pero que mantienen viva la práctica de la solidaridad, que «expresa mucho más que algunos actos de generosidad esporádicos». Cada pueblo tiene su cultura, y creo que es el momento de liberarnos definitivamente de la herencia de la Ilustración, que llevaba la palabra cultura a un cierto tipo de formación intelectual o de pertenencia social. Cada pueblo tiene su cultura y debemos asumirla como es. «Es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos del Imperio del dinero. […] La solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia y eso es lo que hacen los movimientos populares» (Fratelli tutti, n. 116).
Con estas palabras me dirijo a Ustedes, participantes de la 109 Conferencia Internacional del Trabajo, porque como actores institucionalizados del mundo del trabajo, tienen una gran oportunidad de influir en los procesos de cambio ya en marcha. Su responsabilidad es grande, pero aún es más grande el bien que pueden lograr. Por tanto, los invito a responder al desafío al que nos enfrentamos. Los actores establecidos pueden contar con el legado de su historia, que sigue siendo un recurso de importancia fundamental, pero en esta fase histórica están llamados a permanecer abiertos al dinamismo de la sociedad y a promover la aparición e inclusión de actores menos tradicionales y más marginales, portadores de impulsos alternativos e innovadores.
Pido a los dirigentes políticos y a quienes trabajan en los gobiernos que se inspiren siempre en esa forma de amor que es la caridad política: «“un acto de caridad igualmente indispensable [es] el esfuerzo dirigido a organizar y estructurar la sociedad de modo que el prójimo no tenga que padecer la miseria”. Es caridad acompañar a una persona que sufre, y también es caridad todo lo que se realiza, aún sin tener contacto directo con esa persona, para modificar las condiciones sociales que provocan su sufrimiento. Si alguien ayuda a un anciano a cruzar un río, y eso es exquisita caridad, el político le construye un puente, y eso también es caridad. Si alguien ayuda a otro con comida, el político le crea una fuente de trabajo, y ejercita un modo altísimo de la caridad que ennoblece su acción política» (Fratelli tutti, n. 186).
Recuerdo a los empresarios su verdadera vocación: producir riqueza al servicio de todos. La actividad empresarial es esencialmente «una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos. Dios nos promueve, espera que desarrollemos las capacidades que nos dio y llenó el universo de potencialidades. En sus designios cada hombre está llamado a promover su propio progreso, y esto incluye fomentar las capacidades económicas y tecnológicas para hacer crecer los bienes y aumentar la riqueza. Pero en todo caso estas capacidades de los empresarios, que son un don de Dios, tendrían que orientarse claramente al desarrollo de las demás personas y a la superación de la miseria, especialmente a través de la creación de fuentes de trabajo diversificadas. Siempre, junto al derecho de propiedad privada, está el más importante y anterior principio de la subordinación de toda propiedad privada al destino universal de los bienes de la tierra y, por tanto, el derecho de todos a su uso» (Fratelli tutti, n. 123). A veces, al hablar de propiedad privada olvidamos que es un derecho secundario, que depende de este derecho primario, que es el destino universal de los bienes.
Invito a los sindicalistas y a los dirigentes de las asociaciones de trabajadores a que no se dejen encerrar en una «camisa de fuerza», a que se enfoquen en las situaciones concretas de los barrios y de las comunidades en las que actúan, planteando al mismo tiempo cuestiones relacionadas con las políticas económicas más amplias y las “macro-relaciones” [5]. También en esta fase histórica, el movimiento sindical enfrenta dos desafíos trascendentales . : El primero es la profecía, y está relacionada con la propia naturaleza de los sindicatos, su vocación más genuina. Los sindicatos son una expresión del perfil profético de la sociedad. Los sindicatos nacen y renacen cada vez que, como los profetas bíblicos, dan voz a los que no la tienen, denuncian a los que “venderían al pobre por un par de chancletas”, como dice el profeta (cf. Amós 2,6), desnudan a los poderosos que pisotean los derechos de los trabajadores más vulnerables, defienden la causa de los extranjeros, de los últimos y de los rechazados. Claro, cuando un sindicato se corrompe, ya esto no lo puede hacer, y se transforma en un estatus de pseudo patrones, también distanciados del pueblo.
El segundo desafío: la innovación. Los profetas son centinelas que vigilan desde su puesto de observación. También los sindicatos deben vigilar los muros de la ciudad del trabajo, como un guardia que vigila y protege a los que están dentro de la ciudad del trabajo, pero que también vigila y protege a los que están fuera de los muros. Los sindicatos no cumplen su función esencial de innovación social si vigilan sólo a los jubilados. Esto debe hacerse, pero es la mitad de vuestro trabajo. Su vocación es también proteger a los que todavía no tienen derechos, a los que están excluidos del trabajo y que también están excluidos de los derechos y de la democracia [6].
Estimados participantes en los procesos tripartitos de la Organización Internacional del Trabajo y de esta Conferencia Internacional del Trabajo: la Iglesia los apoya, camina a su lado. La Iglesia pone a disposición sus recursos, empezando por sus recursos espirituales y su Doctrina Social. La pandemia nos ha enseñado que todos estamos en el mismo barco y que sólo juntos podremos salir de la crisis. Muchas gracias.
[1] Cf. «Preparedness, prevention, and control of coronavirus disease (COVID-19) for refugees and migrants in non-camp settings», Interim Guidance, World Health Organization, 17 abril 2020, https://www.who.int/publications-detail/preparedness-prevention-and-control-of-coronavirus disease-(covid-19)-for-refugees-and-migrants-in-non-camp-settings.
[2] Cf. Carta Noi rendiamo grazie del Papa León XIII a Su Majestad Guillermo II, 14 marzo 1890.
[3] Cf. https://www.wiego.org/sites/default/files/resources/file/Impact_on_livelihoods_COVID- 19_final_EN_1.pdf
[4] Cf. Care is work, work is care, Report of “The future of work, labour after laudato Si project”, https://futureofwork-labourafterlaudatosi.net/.
[5] Cf. A los participantes en el Encuentro Mundial de Movimientos Populares, 5 noviembre 2016.
[6] Cf. A la Confederación Italiana de Sindicatos de Trabajadores (CISL), 28 junio 2017.
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Eso no es cierto, señor Bergoglio. La propiedad privada tiene todos los derechos. El que usted abrace el Marxismo y ahora también se haya hecho globalista no es motivo para que lo imponga en la Iglesia. Es más, no puede hacerlo, por muy papa que sea.
Si la propiedad privada es un derecho secundario, el Mandamiento : NO ROBARÁS, estaría demás….
¡qué sibilina afirmación!
No codiciaras los bienes ajenos.
NO es cierto.
Léase el catecismo.
Y lo que dice el Papa Juan Pablo en Sollicitudo rei socialis. 31
He puesto las citas enteras, pero al no ser de la línea oficial de este medio, son censuradas
Se aconseja leer
catecismo 2402 y 2401
Sollicitudo rei socialis 31
Gaudium et spes 69
Se respeta, pero no se acata. Veo más acorde lo que dispone la DSI:
«Mediante el trabajo, el hombre, usando su inteligencia, logra dominar la tierra y hacerla su digna morada: « De este modo se apropia una parte de la tierra, la que se ha conquistado con su trabajo: he ahí el origen de la propiedad individual ».368 La propiedad privada y las otras formas de dominio privado de los bienes « aseguran a cada cual una zona absolutamente necesaria para la autonomía personal y familiar y deben ser considerados como ampliación de la libertad humana (…) al estimular el ejercicio de la tarea y de la responsabilidad, constituyen una de las condiciones de las libertades civiles ».369 La propiedad privada es un elemento esencial de una política económica auténticamente social y democrática y es garantía de un recto orden social…»
La secundariedad ni se establece ni se deduce.
Muy bien dicho. Además, para la constitución española, la propiedad intelectual es un derecho humano fundamental y PRIMARIO:
– el artículo 2 de la ley de propiedad intelectual dice que «la propiedad intelectual está integrada por derechos de carácter personal y patrimonial, que atribuyen al autor la plena disposición y el derecho exclusivo a la explotación de la obra, sin más limitaciones que las establecidas en la Ley»
La propiedad afecta a muchos derechos fundamentales: Libertad y Derechos de expresión, difusión e información, de creación, de enseñanza, al honor, a la intimidad y a la imagen, a la herencia, acceso a la cultura, protección de datos.
– El inciso 1.b del artículo 20 expresa la consagración constitucional del “derecho a la libertad de creación” o el “derecho a la libre creación intelectual”, y lleva implícita la protección de la propiedad intelectual como un derecho humano de la sociedad de la información.
Hidaspea dilo todo no sólo lo que te interesa.
El Compendio de DSI dice:
177. La tradición cristiana nunca ha aceptado el derecho a la propiedad privada como absoluto e intocable: « Al contrario, siempre lo ha entendido en el contexto más amplio del derecho común de todos a usar los bienes de la creación entera: el derecho a la propiedad privada como subordinada al derecho al uso común, al destino universal de los bienes ».372
Cita de JPII en Laborem exerces.
Exactamente lo que ha dicho Francisco.
Hay que leer toda la DSI, no solo lo que a uno le interesa.
Egge, ¿y quien dice de «no leer» todo eso?
Se lee y se acata, naturalmente.
NADIE dice que la propiedad sea absoluta.
Y que se instrumentalice para el bien común dice mucho de su carácter primario y natural, inherente a la dignidad de cada ser humano.
Mas que primario o secundario, es un derecho esencial y la materialización de un atributo de la personalidad como lo es el patrimonio, junto al nombre, el estado civil, domicilio y nacionalidad.
Alberto, cierto, es primario y es corolario lógico de la personalidad humana. La propiedad privada es la proyección del hombre sobre sus cosas. Es un atributo esencialmente humano. Somos dueños de nuestro trabajo y de esa manera nos proyectamos sobre la naturaleza y la transformamos.
Este tema hay que matizarlo y entenderlo bien, sobre todo porque ha sido usado por los partidos de izquierda para justificar el robo, expolio y ruina para millones de personas.
Además el clero está totalmente ayuno de formación económica, y tienen un cacao mental en estos temas, cayendo en posturas populistas de izquierda. No entienden que la mejor manera de eliminar la pobreza es creando puestos de trabajo, en vez de robar a los ricos para repartir su riqueza, que solo se consigue arruinar a los ricos, y que los pobres vivan de las limosnas del estado, que a la vez es usado por los gobiernos para controlar a la población. Por este motivo, el socialismo solo trae paro y miseria.
Por otro lado el clero actual, ha perdido el norte en otro aspecto: la caridad cristiana no consiste solo en solucionar los problemas materiales de la gente sino sobre todo las necesidades espirituales. Por esto, muchos quieren convertir la Iglesia en una ONG.
Por esto Francisco no entiende que fomentar la inmigración es populismo barato, y un desastre, ya que la gente quiere vivir tranquila en sus países de origen, pero para ello hay que exigir responsabilidad a los gobernantes de los países del tercer mundo, que suelen tener una grave corrupción endémica. Pero para un populista es más fácil culpar a Occidente de los males del mundo, en vez de exigir responsabilidades a gentuza como Maduro, Castro, o a los inmensamente ricos gobernantes de los países musulmanes, cuya población mal vive como puede.
Totalmente de acuerdo
A ver, es un problema de formulación liosa: El derecho de propiedad es secundario frente al designio Divino de destinar universalmente la tierra. Pero, como explica el Papa Leon XIII en Rerum Novarum, no hay oposición entre estos dos elementos (que no derechos);
6. (…) El que Dios haya dado la tierra para usufructuarla y disfrutarla a la totalidad del género humano no puede oponerse en modo alguno a la propiedad privada. Pues se dice que Dios dio la tierra en común al género humano no porque quisiera que su posesión fuera indivisa para todos, sino porque no asignó a nadie la parte que habría de poseer, dejando la delimitación de las posesiones privadas a la industria de los individuos y a las instituciones de los pueblos.
11. Por lo tanto, cuando se plantea el problema de mejorar la condición de las clases inferiores, se ha de tener como fundamental el principio de que la propiedad privada ha de conservarse inviolable.
(sigo)
La formulación de la Doctrina de la Iglesia está clara. La del dicurso de Pp. Francisco, no, es lioso. Pero bueno, es lo que hay.
Alejandro, pero decir que la propiedad privada es derecho condicionado (como todos, por definición), no es lo mismo que afirmar que sea «secundario». Por ejemplo, mi derecho a escribir un libro, que es parte esencial de mi libertad y dignidad personal, tiene como límite el derecho a la intimidad de terceros; no puedo en el ejercicio de tal derecho contar la intimidad de otros. ¿Significa eso que mi libertad de expresión es «secundaria»? No, no lo es, de hecho es atributo natural para la dignidad que el acervo cristiano predica de toda persona. Simplemente, es un derecho que tiene límites, pero no es secundario.
Pues lo mismo con la propiedad privada.
Hidaspes, la propiedad privada es un derecho primario y humano fundamental.
«Por ejemplo, mi derecho a escribir un libro, que es parte esencial de mi libertad y dignidad personal, tiene como límite el derecho a la intimidad de terceros; no puedo en el ejercicio de tal derecho contar la intimidad de otros.»
Escribir es un derecho de propiedad (propiedad intelectual) como la intimidad.
Alvar, de acuerdo con usted.
Pero si no creís en los derechos humanos y los consideráis anticatólicos¿y ahora recurris a ellos?
Miguel, creer, lo que se dice creer, creo en Dios. Lo derechos humanos los respeto y defiendo.
Deje de inventarse cosas. Si carece de argumentos, haga un esfuerzo, pero no manipule.
No estoy de acuerdo; tu hablas sobre los límites de cada derecho respecto a los otros. Todos los derechos están «condicionados» por el limite donde se vulnera otro.
Pero en el caso de la propiedad privada en la DSI, su acotación no es una limitación en paralelo con otro derecho, sino una clara subordinación a un principio superior.
Es decir, nunca es un fin sino un medio para permitir llevar a cabo el principio superior del derecho universal de los bienes.
Así, lo dice JPII en Laboren Excerns y el compendio de la DSI.
Dice textualmente «subordinación», por lo tanto es de nivel secundario frente al primero.
Te puede no gustar, pero es así.
Egge, todo derecho se subordina a algo superior. Eso no lo hace secundario.
No se trata de gustos, sino de ser claros y precisos.
Si empezamos con ese tipo de matices conceptuales, válidos cuando interesan y lo contrario cuando no, entonces no nos vamos a entender nunca.
Si se lee lo que ha dicho Francisco, difícilmente se puede concluir que va en contra de la DSI.
Podría decirte que si, como todo lo contrario. Son matices que no aportan nada al mensaje fundamental: subordinación de la propiedad privada a un bien superior.
Tu claridad y precisión no me parecen tales; encuentro más preciso lo que ha dicho Francisco.
Egge, pues muy bien, a mí me parece mucho más clara y precisa la redacción de la DSI, más que las declaraciones pontificias.
Cuestión de gustos. No me parece que «secundario» sea exacto, e incluso me parece que puede inducir a personas poco formadas a confundir cosas, como por ejemplo, tomar la requisa coactiva socialista como caridad cristiana.
Que se aplique el cuento, que mucho predica y poco dar trigo y bien sermonea Fray Ejemplo.Renuncie Su Santidad a todos los bienes inmuebles que tiene en cartera el Vaticano (media Roma) y dónelo a los pobres en vez de tapar los pufos corruptos de la Curia. O ¿qué pasó con el óbolo de S. Pedro y las cantidades para obras misionales desviados a la Secretaría de Estado, los milloncetes de Australia amén de otros muchos escandalos bajo su pontificado? Hagalo y le creeremos.
Primero que aclaren el escandalo del inmueble comprado en Londres por 600 millones, por cuya compra se pagaron 13 millones en comisiones. y segundo que digan si es verdad la información sobre Francisco, según la cual dispone de una cuenta de 22 millones.
No hay nadie que lleve el viejito al Asilo de Ancianos ?
Si, que no hable más en su nombre y si lo que la Iglesia tiene escrito que es mucho y bueno.
¿Qué otra cosa es el Vaticano?
El Papa ha vuelto a incurrir en diversos errores. Es preferible no propagar el discurso de Francisco.
Conforme Padre. Pero es agotador, desalentador, estar sometiendo cada intervención o documento de este Papa al filtro de la sana Doctrina…
DA vergüenza, que se llame sacerdote. El Papa Juan Pablo II y el catecismo, dicen lo mismo que el Papa Francisco. Existe la propiedad privada pero es de rango inferior al bien común
Me hace muchísima gracia que estés todo el tiempo invocando a la “sagrada tradición” cuando te gusta, pero que te olvides de aquellos aspectos de la tradición que no te gustan, como lo que dicen los Hechos de los Apóstoles de lo que hacían los primeros cristianos con sus bienes.
Sota, lo que los apóstoles hacían con sus bienes lo hacían:
– Voluntariamente, no mediante expropiación o requisa.
– Con sus propios bienes, no con los del vecino.
Más gracia hace quien pretende hacer pasar la requisa socialista por caridad cristiana.
Sota de bastos: cuidado que hay un Troll, que usurpa el nombre de UNO, por eso aparecen mensajes contradictorios.
Son sorprendentes algunos comentarios. Pio XII en 1941 ya declaró en un radiomensaje que el derecho universal al uso de los bienes -destino universal de los bienes- es un derecho originario, es decir, no derivado del derecho positivo ni ligado a las contingencias históricas. Es un derecho natural, inscripto en la naturaleza del hombre, inherente a la persona humana y prioritario a cualquier intervención humana, a calquier ordenamiento jurídico, a cualquier sistema socieconómico. «Todos los demás derechos, sean los que sean, comprendidos en ellos los de propiedad…a ello [destino universal de los bienes] están subordinados, no deben estorbar, antes al contrario, facilitar su realización, y es un deber social grave, y urgente hacerlos volver a su finalidad primera», afirmó Pablo VI en Populorum Progressio. Prodría citar a varios papas que mantienen este criterio permanente de la Iglesia católica y que Francisco recordó en su discurso.
Excelente aclaración.
Seguro que, de niño, cuando hacia fiestas de cumpleaños invitaba a toda la clase. Como no le gusta la cultura del descarte… Lo que no sabemos qué pensaría su mamá al ver la casa llena de niños. Porque claro, a veces hay que descartar, digo yo, si no igual no puedes meter a todos en tu casa.
Eso no es descartar.
La propiedad privada es tan secundaria para la religión que nada menos que DOS mandamientos hacen referencia a la misma: «No robarás» y «No codiciarás los bienes ajenos». El amor al prójimo obliga a respetar su vida, sus posesiones y todo tipo de bienes que posea. Si se niega al prójimo el derecho a la propiedad se incurre automáticamente en el daño al prójimo, porque su derecho a la propiedad, al ser secundario, puede ser conculcado. Es imposible cumplir el mandamiento de amor al prójimo y no considerar sagradas sus propiedades y bienes de todo tipo. Esto lo entienden mejor los comunistas que muchos cristianos. Si el comunismo ha sido un archienemigo tradicional de la Iglesia se debe, justamente, a la sacralidad de la propiedad del prójimo. El mundo está lleno de países que han alcanzado la plenitud de la justicia social, la igualdad social, el reparto equitativo de la riqueza… y la absoluta miseria de sus pueblos.
¡Excelente, Sir Peter!
En la Sagrada Biblia, hay innumerables pasajes que nos ayudan a discernir respecto a que la propiedad privada está mandada por Dios, aún frente a los avatares de la vida (Levítico) y la codicia y expropiación por parte de las autoridades (1ro de Reyes):
«10.El año cincuenta será para ustedes un año santo, un año en que proclamarán una amnistía para todos los habitantes del país. Será para ustedes el Jubileo. Los que habían tenido que empeñar su propiedad, la recobrarán…»
(Levítico, 25:10)
Y el Libro de Reyes 1, capítulo 21, sobre la expropiación de la viña y muerte ordenada por el Estado, del legítimo propietario, Nabot. Y la maldición divina que cae y se cumple sobre el rey Acab y la reina Jezabel.
El Papa condena la codicia y la avaricia de algunos que creen que todo le es debido ….
Vale.
Que empiece por decírselo a la Rothschild y los demás «Guardianes del Capotalismo Inclusivo» con los cuales se ha aliado.
Estos son una treintena de altos ejecutivos, llamados los Guardianes del Capitalismo Inclusivo, que representan a empresas con más de 2.000 millones de dólares (unos 1.651 millones de euros al cambio actual) de capitalización y que emplean a 200 millones de trabajadores en 163 países,
Creo q es mucho más claro y cercano a la realidad la frase de JP II: “la propiedad privada tiene una gran hipoteca social”. Deja claro el derecho de propiedad privada y su relación con la colectividad: servicio a la misma
Más claro todavía: Sollicitudo rei socialis 31. Para alimentar a los pobres, se pueden vender hasta las propiedades de la Iglesia
¿Se han enterado los pobres de que la propiedad privada es secundaria? Lo digo porque a lo mejor no les gustaría. Los pobres tienen sus sueños y la posibilidad de comprarse una casita es uno de ellos, pero como detrás vienen más pobres habría que decirles que lo desechen porque el ideal es que todo el mundo sobreviva pero nadie tenga nada.
Así es, María Jesús; globalismo puro y duro. Lo que tanto le gusta a Francisco.
Tal cual.
La propiedad privada es garantía de la autonomía de la persona humana, sobre todo frente al avance totalitario del Estado.
Al relativizarla, se absolutiza el poder del Estado frente a la persona humana. Globalismo totalitario puro y duro.
Sobre la presión tributaria y la esclavización impositiva para financiar el dispendio del Estado y su burocracia (que cada día vive mejor), no ha dicho una palabra.
Stork, ¡qué aguda y bien planteada su reflexión!
En efecto, la justa y pertinente queja por la «colonización ideológica» se da de bruces con el estímulo al crecimiento monstruoso de los mecanismos de injerencia estatal. Si hay intromisión invasiva del político en lo que es propio de la familia es porque tal político se beneficia de una mentalidad en que el Estado es el «padre» de todos.
Esa afirmación de Don Jorge es la base sobre la que se pretende crear una sociedad en la que nadie tenga nada, todos dependan de papá estado, para todo, el pan, el agua, etc. manteniéndonos a todos en la más absoluta dependencia del estado. ¿ Les suena de algo Venezuela, Corea del norte, China…?
marxista total
¿…Como Jesús …..????????
Jesús no era marxista. El marxismo es ateo y por su origen satánico, se opone radicalmente contra la fe cristiana.
Los comunistas infiltrados en la Iglesia y buena parte de su jerarquía, están crucificando de nuevo a Jesús.
Stork, y no sólo por el ateismo. El marxismo es colectivista, mientras que el cristianismo apela a la responsabilidad y libertad de cada persona. Una filosofía colectivista, que sacrifica la dignidad humana individual en el diabólico altar del culto al «Estado-Partido», no casa con una filosofía basada en el respeto a la dignidad y libertad de cada persona, como es el cristianismo. Esa incompatibilidad ontológica y de base es algo que no quieren entender aquellos que confunden la caridad cristiana con la requisa coactiva redistribuidora a manos de un poder político coercitivo.
Jesucristo recorría pueblos SANANDO enfermos, predicando, y aparte es el Dueño absoluto junto con el Padre y El Espíritu Santo.
Médico de Verdad y Maestro.
Y en las parábolas (aunque referenciadas espiritualmente al Padre a Él mismo y obvio al Espíritu Santo), se habla de propietarios.
«Era un propietario que plantó una viña…», «Después que el dueño de la casa se levante y cierre la puerta…».
Obviamente desde la bondad de Dios. «¿No me es lícito a mí hacer lo que quiero en mis cosas? o ¿es malo tu ojo, porque yo soy bueno?»
El Papa habla del ..» …..destino universal de los bienes «, que es doctrina permanente de la Iglesia .
Alguno lo trata de marxista , otros como MJ y SC se hacen los burros ….o son burros ….
El Catecismo de la Iglesia Católica, en su punto 2403, dice con respecto al «destino universal de los bienes», que la promoción del bien común (mayúsculas para que se lea) EXIGE el respeto de la propiedad privada, de su derecho y de su ejercicio.
En estos tiempos de avances tremendos del Estado totalitario contra la libertad individual, que resultan evidentes en todo el mundo, es deplorable que B.ergo.glio abandone a la persona humana y a los fieles católicos a su suerte y no mencione una palabra al respecto.
Stork, su cita no es correcta. El art. 2043 dice que «…aunque la promoción del bien común exija el respeto de la propiedad privada, de su derecho y de su ejercicio…», el «…destino universal de los bienes continúa siendo primordial…». Primordial es algo principal, esencial o primero, entre otras cosas. Supongo que se ha confundido, por si acaso transcribo íntegro el texto del artículo: «El derecho a la propiedad privada, adquirida o recibida de modo justo, no anula la donación original de la tierra al conjunto de la humanidad. El destino universal de los bienes continúa siendo primordial, aunque la promoción del bien común exija el respeto de la propiedad privada, de su derecho y de su ejercicio.»
Lo dicho!:
Todo eso, finaliza diciendo que exige (=obliga, de ningún modo excluye, hace imprescindible) el respeto de la propiedad privada, de su derecho y de su ejercicio.
El designio de Dios al conjunto de la humanidad se ha concretado en el acceso a la propiedad privada. Está en cada uno ver qué hace con la misma, no lo decide ni un político marxista (que siempre dicta sobre la propiedad ajena y nunca la suya) ni un Estado totalitario.
Sigue equivocado señor. El artículo dice que aunque la promoción del bien común exiga la propiedad privada, el destino universal de los bienes continúa siendo primordial, es decir, esencial, primero y principal que la propiedad privada. Por el amor de Dios es solo cuestión de leer. Por eso este tema se trata en el punto I del artículo VII, de la segunda sección de la tercera parte del Catecismo, que se llama «el destino universal y la propiedad privada de los bienes». Justamente el artículo 2403 explica por qué el destino universal de los bienes es superior al derecho a la propiedad privada. Además, nada tiene que ver esto con el marxismo, que no establecía esta jerarquía sino que abolía la propiedad privada. El desgnio de Dios surge del Génesis 1, 26/29: Dios confió la tierra y sus recursos a la administración común de la humanidad para que tuviera cuidado de ellos, los dominara mediante su trabajo y se beneficiara de sus frutos (CIC 2402.) .
Se equivoca nuevamente, señor.
Busque en el diccionario el significado del verbo «exigir».
La promoción del bien común lo exige. Lo dice bien claro.
El último párrafo es bien claro en cuanto a que la violación de la propiedad privada, y la violación del derecho a la misma y su ejercicio, atenta contra el bien común, por lo que exige que esta sea respetada.
A mí me resulta claro que es una condición «sine qua non». Dificilmente la calificaría de «secundaria» si su violación atenta contra el bien común.
La casuística viene después: que hay que adquirir tal propiedad y otras más en los alrededores porque por allí debe circular una autopista y por lo tanto el propietario debe vender, etc. Y mil ejemplos más.
Siempre dentro de lo razonable.
Yo no niego que haya un destino universal de los bienes, a ver si me entiende. Pero no puede ser a costa de atentar contra el bien común que exige el respeto a la propiedad privada.
Ud. puede pensar lo que quiera, pero la Iglesia sostiene que el destino universal de los bienes es primoridial respecto de la propiedad privada, y lo dice basada en el Génesis, que es palabra de Dios. Su criterio parece que no es compartido por Leon XIII, Pio XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II -no sé si alguna v lo dijo específicamente Benedicto XVI- y Francisco. Por otro lado le recomiendo que lea el art. 80 del compendio de Doctrina Social de la Iglesia: esa doctrina no es opinable, debe ser aceptada por los fieles católicos igual que la teologia moral, de onde deriva, así que me voy a corregir: Ud. en este tema -si es fiel católico- no puede pensar lo que quiera, debe aceptar lo que dice la Iglesia,. En lo que a mí respecta doy per terminada esta conversación, un poco de sordos.
Imposible, zzz, Jesús tenía una carpintería heredada de su padre y no tenemos ningún dato que indique que fuera de alquiler, por lo que es más que posible que le perteneciera, igual que San Pedro tenía, al menos, una barca. Las Ley Mosaica no prohibía la propiedad privada y en muchas parábolas aparecen propietarios. Una cosa es que alguien de deshaga de sus propiedades, como San Francisco o San Roque, y otra que no las tengan o que se las expropien para dar de comer a los pobres. Es más que posible que Jesús cediera su propiedad a alguien de su familia cuando empezó su ministerio a los 30 años.
El Señor Jesús en su ministerio publico recorría pueblos sanando enfermos, resucitando muertos! entre otras.
Como ser humano siempre laboró y como Dios, dueño absoluto junto al Padre y al Espíritu Santo.
«El obrero es digno de SU salario». Dijo.
Está en el aire.
Se difunde y propone en estos tiempos, de mil maneras.
Y forma parte del avance globalista totalitario, sobre los países y los ciudadanos.
La propiedad privada es garantía de la autonomía de la persona humana y una barrera frente al totalitarismo del Estado y buscarán los pretextos que sean para dejarnos inermes (ya en China comunista es así: si no haces lo que quiere el Estado, te quitan puntos hasta que te quitan la casa que te da el Estado y quedas en la calle).
El World Economic Forum (Foro de Davos) ya lo ha puesto sobre la mesa, descaradamente: «En 2030 (o sea para dentro de 9 años), no tendrás nada y serás feliz».
Es inútil discutir con comunistas, socialistas y otros «istas» de la mampostería. Para ellos todo es convenientemente secundario, Dios, Jesucristo, la vida, la religión católica, la moral católica, la justicia, las libertades individuales, el orden, la propiedad, el amor de Dios. Porque todo esto es un impedimento para que dominen. Así, tuvieron que infiltrarse en la Iglesia de Dios para corroerla desde dentro, llevando la podredumbre de sus sepulcros a la estructura de la Iglesia. Pero no pierdas esperando, el Espíritu Santo pronto los llamará a la conversión, y muchos pedirán perdón con sinceridad.
¡Bien por el Papa! Ha vuelto al Evangelio, abjurando del tercer pilar de la pagana civilización greco-romana, a saber, de la propiedad absoluta del derecho romano.
Sota, el Evangelio nunca se perdió. Hay quien lo oscurece o manipula, cada cierto tiempo, pero estar, siempre estuvo. Junto con la Tradición, naturalmente.
La propiedad es la madre de todos los derechos.
…blablablablablabla…
Si la propiedad privada es un derecho absoluto y no está sometida al fin de satisfacer (o como queramos decirlo) a toda la Humanidad, no entiendo las condenas de Jesús a los ricos, ni por qué Epulón estaba en el infierno, porque, según eso, no tenía ninguna obligación de alimentar a Lázaro. Habláis mucho de la “tradición”, pero, obviamente, la Escritura es la primera tradición.
Sota, nadie dice que sea «absoluto». Ningún derecho lo es. Incluso el principal de los derechos, la vida, admite la excepcionalidad tasada de la legítima defensa.
Nunca Cristo condenó la propiedad privada. Se condenó que la misma fuera divinizada, que sustituyera a Dios en el corazón del hombre.
Su defensa de la Tradición se acota a volver a Trento; algo irreal. De lo demás, no tienen ni la más mínima idea.
Y la Doctrina Social la ignoran – y muchos la desconocen- porque detestan cualquier cuestión «social». En esencia, son espiritualistas individualistas.
Su defensa de la Tradición se acota a volver a Trento; algo irreal. De lo demás, no tienen ni la más mínima idea.
Y la Doctrina Social la ignoran – y muchos la desconocen- porque detestan cualquier cuestión «social». En esencia, son espiritualistas individualistas.
Su defensa de la Tradición se acota a volver a Trento; algo irreal. De lo demás, no tienen ni la más mínima idea.
Y la Doctrina Social la ignoran – y muchos la desconocen- porque detestan cualquier cuestión «social». En esencia, son espiritualistas individualistas.
Su defensa de la Tradición se acota a volver a Trento; algo irreal. De lo demás, no tienen ni la más mínima idea.
Y la Doctrina Social la ignoran – y muchos la desconocen- porque detestan cualquier cuestión «social». En esencia, son espiritualistas individualistas.
Su defensa de la Tradición se acota a volver a Trento; algo irreal. De lo demás, no tienen ni la más mínima idea.
Y la Doctrina Social la ignoran – y muchos la desconocen- porque detestan cualquier cuestión «social». En esencia, son espiritualistas individualistas.
Su defensa de la Tradición se acota a volver a Trento; algo irreal. De lo demás, no tienen ni la más mínima idea.
Y la Doctrina Social la ignoran – y muchos la desconocen- porque detestan cualquier cuestión «social». En esencia, son espiritualistas individualistas.
Su defensa de la Tradición se acota a volver a Trento; algo irreal. De lo demás, no tienen ni la más mínima idea.
Y la Doctrina Social la ignoran – y muchos la desconocen- porque detestan cualquier cuestión «social». En esencia, son espiritualistas individualistas.
Su defensa de la Tradición se acota a volver a Trento; algo irreal. De lo demás, no tienen ni la más mínima idea.
Y la Doctrina Social la ignoran – y muchos la desconocen- porque detestan cualquier cuestión «social». En esencia, son espiritualistas individualistas.
Ostras! no se porque ha aparecido mi comentario 8 veces!
lo siento!
Sota de Bastos: No sé por qué no entiendes por qué Epulón se fue al Infierno porque la parábola lo dice muy claro, la cuestión es si está en el Infierno José de Arimatea, que también tenía propiedades (todo el mundo sabe que al menos tenía un huerto dónde enterró a Jesús). Si alguien hubiese tenido tal cosa y caritativamente nos hubiera cedido un trocito tal vez mis abuelos estarían allí en vez de desenterrados e incinerados por decisión del Ayuntamiento. Puede que en el lenguaje de Jesús los ricos no necesiten llamarse de una manera concreta, los administradores no salen muy bien parados en las parábolas y los políticos administran. Si el que parte y reparte se queda con la mejor parte los políticos son los ricos de este mundo tanto como los banqueros, los empresarios, etc…y si no mira la casa de Obama, la de Biden, etc…y díme de dónde han sacado el capital para comprarse esas cosas. Biden ha sido político toda su vida, no empresario.
Del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-20
En aquel tiempo se apareció Jesús y les dijo: Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien. Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.
El peronismo, partido polìtico que logrò el milagro (caso ùnico en el mundo, estudiado como tal en las facultades de economìa) de depauperar a un paìs riquìsimo como Argentina… Partido polìtico que hoy reina nuevamente en el paìs, y que defiende y se alìa con Cuba, Venezuela, Nicaragua… Y que hoy està finalizando su labor, combatiendo la agricultura y ganaderìa argentina, ùnica fuente de riqueza despuès de aniquilar otras, y teniendo un 50 % de pobres (en el paìs que con su producciòn agropecuaria puede alimenta a 400 millones de personas…) Medio paìs mantenido por medio de subsidios, sin trabajar, mientras la casta polìtica vive con grandes sueldos, que no han sido capaces de reducir ni siquiera como muestra de solidaridad con el resto del paìs al que por medio de la «cuarentena» màs larga e ineficiente del mundo, impiden trabajar…
Lo de que la propiedad privada es secundaria podría hacer reventar de risa a Soros, pero a lo mejor entristecería a un buen católico que tiene una casita. Yo me dirigiría a los interlocutores que deben oír eso, no a todos. Con eso estamos como los fariseos y los vinagrillos que deben ser los mismos que los que tienen mucha propiedad privada, es decir nosotros. Es evidente que eso hace daño a los que menos tienen, aunque tengan algo, y eso no está bien. Señala al que tiene alguna propiedad privada por pequeña que sea como si fuera el rico Epulón.