El obispo de Denver responde al desafío alemán con una carta a sus colegas germanos

obispo de Denver
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No siempre iban a ser los sospechosos habituales. Esta vez es el obispo de Denver, en Colorado, el que en el más irreprochable espíritu de colegialidad se dirige en carta abierta al episcopado alemán. Y ya les adelanto que no es para solidarizarse con su ruptura de facto de la disciplina eclesial.

Lo que les pide, en definitiva, Samuel J. Aquila, obispo de Denver, a sus colegas y hermanos alemanes es que no se avergüencen del Evangelio ni olviden “el primer amor”. La carta, que pueden leer aquí, es larga pero no tiene desperdicio.

Aquila ve en el desafío alemán una caída en la vieja tentación de “adaptarse a los tiempos”, de traicionar el mensaje evangélico por el habitual medio de negar aquellas partes que más pueden ofender a los oídos del Mundo.

Todo sucesor de los Apóstoles debe resistir la tentación de imitar a los profetas insensatos que, siguiendo su propio espíritu, promovieron sus propias opiniones e ideas en tiempos de Ezequiel (cf. Ez 13, 3). Asimismo, todo sucesor de los Apóstoles debe rechazar la tentación de imitar a los profetas y sacerdotes del tiempo de Jeremías, que acomodaban su enseñanza a las preferencias del pueblo (Jr 5, 30-31)”.

A continuación analiza minuciosamente la actividad del sínodo alemán hasta la fecha, llamando la atención sobre las conclusiones y alarmas legítimas -la cuestión del encubrimiento de abusos sexuales clericales, por ejemplo-, separando cuidadosamente el trigo de la cizaña, así como lo que corresponde y lo que no corresponde a la autoridad exclusiva de la Iglesia nacional.

Profundiza luego Aquila en la naturaleza del Sacramento del Orden Sacerdotal, y especialmente de la cuestión del sacerdocio femenino, sobre el que dice que “las propuestas del Texto Fundamental se fundan en una visión parcial y tendenciosa del origen y la naturaleza del ministerio ordenado que se opone a la comprensión definitiva de la Iglesia sobre su propia institución por Cristo. De manera más profunda, el Camino Sinodal, aunque se presenta como anclado en el Concilio Vaticano II, interpreta sus documentos de manera selectiva y confusa para proponer visiones insostenibles acerca de la naturaleza de la Iglesia (Lumen gentium), de su relación con el mundo (Gaudium et spes), y de su fundación en la divina revelación (Dei Verbum); visiones imposibles de conjugar con

una lectura íntegra del Concilio. El resultado es una comprensión de la Iglesia en peligro de abandonar al Único que tiene «palabras de vida eterna» (Jn 6, 68)”.

El problema que detecta Aquila en el Texto Fundamental del sínodo alemán es una mala comprensión de la realidad eclesiológica. “En realidad, el Texto Fundamental parece evitar la discusión sobre la «enseñanza del Verbo Encarnado» hablando únicamente de «enseñanza de la Iglesia». La idea de que la Iglesia ha recibido del mismo Jesús enseñanzas específicas que ha de preservar ––lo que el Vaticano II denomina como “depósito de la fe” (Dei Verbum §10) o “depósito de la revelación” (Lumen gentium §25)–– no se encuentra por ningún sitio”.

El núcleo lo encuentra en la relación entre Iglesia y Mundo, un conflicto y un malentendido que ha lastrado la actividad de la Iglesia desde hace años y que ha llevado a muchos pastores a interpretar el acercamiento a las realidades mundanas y temporales que propone el Concilio con una rendición gradual a las modas ideológicas imperantes en cada momento.

Hemos de estar atentos a los «signos de los tiempos» y escuchar de manera comprensiva las muchas voces que nos hablan desde fuera de la comunión de la Iglesia. Al mismo tiempo, debemos permanecer confiados en nuestra convicción de que Cristo crucificado y resucitado es la única fuente de salvación. Él es «la clave, el centro y el fin de toda la historia humana» (Gaudium et spes §10). La Iglesia debe aceptar humildemente y responder penitentemente a los criticismos del mundo cuando no vive de acuerdo con su propia enseñanza, como en el caso del escándalo de los abusos sexuales. Con todo, también debe estar preparada para soportar el odio del mundo por su fidelidad a la Palabra de Dios. No debe conformarse al mundo sino servir como levadura en él (Gaudium et spes §40). Estamos en el mundo pero no somos del mundo. Somos enviados al mundo consagrados en la verdad por Jesús (Jn 15, 18-19; 17, 15-19)”.

Termina el obispo recordando a sus hermanos alemanes las doctrinas duras, difíciles, incompatibles con el tenor del siglo, que nuestro ‘primer amor’, Cristo, nos fuerza a predicar y defender. “¿Queremos hablar de la Cruz?¿Tenemos el valor de caminar en el camino de la

Cruz, soportando el odio del mundo por el mensaje del Evangelio?¿Atenderemos la llamada del Señor Jesús al arrepentimiento y tendremos la valentía de proclamarla en un mundo incrédulo?¿Estamos «no avergonzados del evangelio» (Rm 1, 16) y su oferta de liberación del pecado gracias a la muerte y resurrección de Cristo, o su oferta de una íntima relación con su Padre en el amor de su Espíritu Santo?¿Permaneceremos unidos a la viña, Cristo Jesús, y daremos fruto, o nos secaremos (Jn 15, 5-6)? “.

¿Hemos, como la iglesia en Éfeso a quien Jesús resucitado se dirige, abandonado el primer amor (cf. Ap 2, 4) ? Si es así, atendamos la exhortación y advertencia del Señor de los reyes de la tierra: «Date cuenta, pues, de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a tu conducta primera. Si no, iré donde ti y cambiaré de su lugar tu candelero, si no te arrepientes» (Ap 2, 5; cf. 1, 5). Hermano mío, recordemos a Cristo crucificado. Recordemos nuestro primer amor”.

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Comentarios
4 comentarios en “El obispo de Denver responde al desafío alemán con una carta a sus colegas germanos
  1. Que alegria, que el resto de obispos reaccionen, asi se ve que la Iglesia no está dormida, ni indiferente…
    Preciosa carta, ojala por lo menos algun obispo aleman de los del sinodo, reaccione, y que esto anime a otros obispos a escribirles cartas que sean como flechas mandadas a sus corrompidos corazones.
    ¡ No es al mundo a quién entregaron su vida, sino a Cristo !

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