El último grito de Black Lives Matter: “rezar” para odiar a los blancos

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(La Nuova Bussola/Giuliano Guzzo) Se llama Prayer of a Weary Black Woman (Oración de una mujer negra agotada) y está escrita por la teóloga protestante negra Chanequa Walker-Barnes: «Querido Dios, ayúdame a odiar a los blancos», su invocación central. Durante semanas la discusión ha sido acalorada, pero ni la autora de la «oración» ni la editora de la colección, la progresista Sarah Bessey, se han disculpado. Una muestra más de la cultura del odio que, sembrada por Black Lives Matter, criminaliza a los blancos y desprecia las raíces de Occidente.

El mes pasado, en las columnas del Neue Zürcher, el ensayista francés Pascal Bruckner lanzó una tesis decididamente fuerte: hoy en día «el hombre blanco es el nuevo Satán». Una posición que muchos han considerado como una exageración. Pues bien, pocos días después llegó la confirmación de que la exageración del intelectual francés no era tal: si acaso, era una profecía.

La confirmación en cuestión está en un texto aparentemente inocuo, una colección de meditaciones y «oraciones» que acaba de publicarse, A Rhythm of Prayer: A Collection of Meditations for Renewal (Convergent Books, 2021). De hecho, es difícil imaginar algo más pacífico que un libro de “oraciones”. Lástima que contenga una “oración”, por así decirlo, de las que te hacen estremecer todo el cuerpo. Se trata de Prayer of a Weary Black Woman (Oración de una mujer negra agotada), un escrito de Chanequa Walker-Barnes, una teóloga negra con formación metodista, baptista y evangélica, realmente impactante.

Esto es lo que escribe Walker-Barnes: «Querido Dios, ayúdame a odiar a los blancos. O al menos a querer odiarlos«. La llamada al odio contra los hombres blancos no termina aquí: «Al menos, quiero dejar de preocuparme por ellos, individual y colectivamente. Quiero dejar de preocuparme por sus almas descarriadas y racistas, dejar de creer que pueden ser mejores, que pueden dejar de ser racistas«.

Aparece bien claro que éstas son palabras llenas de odio y un perfecto cumplimiento de la advertencia de Bruckner con «el nuevo hombre blanco Satanás». Principalmente en el mundo evangélico, pero no sólo, esta «oración» y este libro llevan semanas dando que hablar. Y bastante. Además, basta con añadir algunos detalles para entender que, por desgracia, no estamos ante una broma de mal gusto. La editora del libro A Rhythm of Prayer es la escritora progresista Sarah Bessey, cristiana evangélica y autora de varios libros -como Jesus Feminist (Howard Books, 2013)- e intelectual convencida de que ser «cristiano y feminista» es un «don» que libera de «estereotipos» y ayuda a no «reducir a las personas a caricaturas». Cuando estalló la polémica, Bessey y los demás autores del libro defendieron a capa y espada a Walker-Barnes: «Su oración es hermosa y poderosa, basada en los Salmos de lamento y de ira». Increíblemente, la propia interesada explicó que no tenía intención de disculparse. «Escribí esas palabras en un momento determinado», declaró Walker-Barnes, «mi historia familiar está llena de traumas raciales».

Ahora bien, nadie duda aquí de la existencia y permanencia (sobre todo en una sociedad compleja como la estadounidense, marcada por fortísimas desigualdades) de tensiones y conflictos de matriz racial. Por el contrario, es probable que en el contexto europeo no se capten estas dinámicas en toda su gravedad, también desde el punto de vista histórico. Sin embargo, es imposible no leer en esa invocación, «Querido Dios, ayúdame a odiar a los blancos», algo horrible aunque, mirándolo bien, no sea accidental. Nos encontramos ante la enésima etapa de la «cultura de la cancelación» que, extendida bajo la presión del movimiento marxista Black Lives Matter, está degenerando en una verdadera criminalización del hombre blanco, al que se le atribuyen todos los crímenes reales o supuestos de sus antepasados. Desde este punto de vista, la bárbara demolición de estatuas y monumentos que presenciamos el verano pasado asume el marco de un siniestro ensayo general, una especie de calentamiento preparatorio para una temporada más amplia de conflicto social y odio.

En 2004, en diálogo con el filósofo Marcello Pera, el entonces cardenal Joseph Ratzinger señaló con el dedo a un Occidente que había llegado a despreciarse a sí mismo, a su historia y a todo lo que en él es objetivamente «grande y puro». La criminalización actual del hombre blanco como tal parece ser precisamente el fin de recorrido de ese desprecio que, denunciado a tiempo, debería haberse tomado en serio desde el principio. Después de todo, hoy podemos decirlo: el sueño de la razón genera monstruos antirracistas. Y no son menos peligrosos que los demás.

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Comentarios
10 comentarios en “El último grito de Black Lives Matter: “rezar” para odiar a los blancos
    1. Satanás odia a Dios, al hombre, a la Virgen… Satanás odia a Dios por haberlo desterrado de su presencia y haberlo arrojado al averno. Odia al hombre porque el Verbo se encarnó en él. Odia a la Virgen María porque ella es Reina de los Ángeles, Madre de Dios, Concebida sin pecado. En definitiva, la existencia de Satanás es un odio sin fin. Todo lo que es odio procede de Satanás, todo lo que es amor procede de Dios.

  1. Como el marxismo preconiza la lucha de clases, el BLM es una expresión de lucha de razas que atenta contra la estabilidad social y la paz, fomentando el pensamiento de la izquierda. Por eso, cuando el Papa y sus obispos afines aplauden el BLM, se hacen siervos del NOM anticatólico.

    1. Discurso de odio, delito de odio, no tienen que disculparse, deben ser procesadas, por discurso de odio, en EEUU, dónde tan fácilmente se denuncia, ¿nadie ha recurrido a los tribunales? Vaya manga de ingenuos.

  2. Pedazo de subnormales. Me cuesta creer que sean personas, aunque me llamen racista. Y no va por el color, que tengo un par de amigos africanos extraordinarios.

    1. …además que el odio es un pecado horrible y se opone radicalmente a Dios, que es Amor infinito.

      Esa teóloga NO es cristiana. Así de sencillo.

      El problema de estos tiempos es que cualquiera sale a presentarse como lo que no es, o afirma pertenecer a un grupo al cual en realidad se opone.

  3. Es la ley del embudo para la muy conocida compraventa de esclavos negros (entre 9 y 12 millones) esclavizados y vendidos por africanos (esto es algo que se oculta sistemáticamente) a europeos blancos en el comercio triangular Europa-África-América (de los que son descendientes los millones de negros, mulatos, etc. afroamericanos); frente a la silenciada trata intra-africana (14 millones), así como la árabo-musulmana (17 millones, que no dejó descendencia por vía masculina, ya que los varones eran castrados, operación en la que moría un 75%.
    Hay que añadir la piratería berberisca (más de 1 millón de europeos, Cervantes incluido) y la de otomanos y tártaros de Crimea en Europa oriental (“la cosecha de la estepa”, unos 2,5 millones [y no incluyo aquí el «tributo de sangre» = jenízaros]), la toma de Argel en 1830 supuso la liberación de la esclavitud para 122 esclavos europeos…

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