El cardenal Zen se une a las protestas: «¡Quitad esas manos sacrílegas de la casa común de todos los fieles!»

El cardenal Zen se une a las protestas: «¡Quitad esas manos sacrílegas de la casa común de todos los fieles!»

Ya son 5 los cardenales que muestran su indignación por la decisión de suprimir las misas individuales en San Pedro. A Sarah, Burke, Müller y Brandmüller se suma el cardenal chino Joseph Zen, quien ha enviado una carta pública al cardenal Sarah, apoyándole en la protesta que el purpurado africano envió al Pontífice.

«Si no fuera por las restricciones impuestas por el coronavirus cogería el primer vuelo para venir a Roma y arrodillarme delante de la puerta de Santa Marta hasta que el Santo Padre haga retirar el edicto», escribe el cardenal chino en la carta.

Celebrar una misa en San Pedro era de las cosas que «más fortalecía» la fe de Zen cada vez que iba a Roma, confiesa el purpurado. «Creo que son las misas que, en toda mi vida, celebré con más fervor y emoción, a veces con lágrimas rezando por nuestros mártires vivos en China», señala el arzobispo emérito de Hong Kong.

Y al finalizar realiza una advertencia: «Es el momento de reducir el poder excesivo de la Secretaría de Estado. ¡Quitad esas manos sacrílegas de la casa común de todos los fieles del mundo! Que se contenten con jugar a la diplomacia mundana con el padre de la mentira. ¡Que hagan de la Secretaría de Estado «una cueva de ladrones», pero dejad en paz al devoto pueblo de Dios!

Puede leer aquí la protesta del cardenal Sarah.

Carta completa del cardenal Zen

A Su Eminencia

Card. Robert Sarah

Querida Eminencia,

El dolor y la indignación invaden mi corazón al escuchar ciertas noticias increíbles: ¡¿han prohibido las misas privadas en San Pedro?!

Si no fuera por las restricciones impuestas por el coronavirus cogería el primer vuelo para venir a Roma y arrodillarme delante de la puerta de Santa Marta hasta que el Santo Padre haga retirar el edicto.

Era lo que más fortalecía mi fe cada vez que venía a Roma: exactamente a las siete en punto entraba en la sacristía (casi siempre me encontraba con el santo, el arzobispo y luego el cardenal Paolo Sardi), un joven sacerdote se adelanta y me ayuda a ponerme las vestiduras, luego me llevaban a un altar (en la Basílica o en las grutas no me importaba, ¡estábamos en la Basílica de San Pedro!). Creo que son las misas que, en toda mi vida, celebré con más fervor y emoción, a veces con lágrimas rezando por nuestros mártires vivos en China (ahora abandonados y empujados al seno de la iglesia cismática por la «Santa Sede» [así se presentaba ese documento de junio de 2020 sin firmas y sin la revisión de la Congregación para la Doctrina]).

Es el momento de reducir el poder excesivo de la Secretaría de Estado. ¡Quitad las manos sacrílegas de la casa común de todos los fieles del mundo! Que se contenten con jugar a la diplomacia mundana con el padre de la mentira. ¡Que hagan de la Secretaría de Estado «una cueva de ladrones», pero dejad en paz al devoto pueblo de Dios!

“¡Era de noche!” (Juan 13:30)

Su hermano

Joseph Zen, SDB

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