(Le Figaro)- En la nueva traducción holandesa del Infierno de Dante se elimina la referencia al profeta Mahoma con el fin de “no herir inútilmente”. A Christophe de Voogd le inquieta el triunfo de lo políticamente correcto, que afecta únicamente a la herencia cultural de Occidente.
Christophe de Voogd es historiador en el Instituto de Estudios Políticos de París, especialista en retorica política y en “costumbres del pasado”, autor de Histoire des Pays-Bas des origines à nos jours (Historia de Holanda de sus orígenes hasta hoy) (Ediciones Fayard).
En la nueva traducción holandesa del Infierno de Dante se elimina la referencia al profeta Mahoma con el fin de “no herir inútilmente”, según dice Courrier International. ¿Diría usted que hay una intención de censura?
La palabra “censura” es muy general y nos recuerda a la intervención de las autoridades religiosas o políticas en la historia de la literatura, y por lo tanto a una limitación venida de arriba sobre la libertad de creación. En este caso es la decisión del editor, un actor de la sociedad civil, que no está afectando a la expresividad de un autor vivo sino al patrimonio literario mismo de la cultura occidental a través de uno de sus libros fundamentales como es La Divina Comedia de Dante. Es una clara reescritura selectiva del pasado con tonos orwellianos. De hecho, se inscribe dentro de toda una serie de casos recientes en el cine, los libros, los programas escolares y universitarios: la aplicación de una cancel culture que proscribe todo lo que es susceptible de “ofender” a cualquier “sensibilidad”, en este caso la de los musulmanes que, de hecho, no lo han pedido.
Aclaremos, no obstante, que no se trata de una traducción (que hay recientes y excelentes tanto en Holanda como en Francia) sino de una adaptación para la juventud, especialidad de la muy reciente y muy pequeña editorial holandesa Blossom Books, que probablemente no esperaba tanta publicidad. De hecho la traductora/adaptadora no es en absoluto una especialista en italiano. Pero que este sea el segundo incidente que ocurre unas semanas después del rechazo de una traducción del poema de Amanda Gorman por una traductora blanca demuestra que la cultura woke se está propagando por Holanda. Observo -signo de los tiempos- que esto suscita más interés en Francia que las elecciones holandesas de la semana pasada.
Según usted, ¿cree que se trata de una renuncia necesaria en el contexto actual?
Su pregunta podría justificar la autocensura. Las amenazas que pesan sobre aquellos que se preguntan sobre el islam, de cerca o de lejos, o que denuncian el islamismo, ¿deberían llevarnos allí? Es el reto de la continuación de la tragedia de Samuel Paty: ¿llevará a una reacción firme de los partidarios de la libertad de expresión o, al contrario, al triunfo del nuevo políticamente correcto, por una combinación de miedo y cobardía? Y todavía hay más: toda esta agitación alrededor de la “sensibilidad” de unos u otros se basa en realidad en una profunda ignorancia literaria e histórica, cuyo aumento observo cada día.
Ignorancia primero de lo que es la literatura, que es una “ofensa” permanente a los prejuicios, a las comodidades y a los encierros de la autosegregación, puesto que es por definición la apertura a todo lo posible, la travesía imaginaria de los “círculos” concéntricos de la condición humana, “la apropiación”, como se dice hoy en día, por el autor y por el lector de destinos diferentes al suyo propio. Ignorancia, además, del texto de Dante, que envía a su Infierno una cantidad de papas y héroes, así como de homosexuales, que también deberían entonces pedir una depuración para “no sentirse heridos”. Y hacer de Dante un “islamófobo” hará reír a todos los que conocen los homenajes rendidos a Saladino o a Averroes en su poema. A lo que se añade la hipótesis, ciertamente controvertida, de que Dante se inspiró también en la escatología musulmana. Observo que, mucho más hábilmente, el papa Francisco acaba de saludar en el mismo momento (el del 700 aniversario de la muerte de Dante) a la Divina Comedia recordando, de paso, todos los homenajes de sus predecesores. Por último, este libro de gran inspiración esotérica, alimentado de toda la mitología antigua y de la espiritualidad cristiana, y que rebosa de detalles sobre la realidad política italiana de los años 1300, imposibilita, en su propia abundancia, cualquier lectura reductora y abre, desde hace siglos, la vía a multitud de interpretaciones.
Después de una primera reacción defensiva, la editorial ha decidido reintegrar el pasaje añadiendo una nota a pie de página. ¿Le parecen necesarias estas precauciones?
Si queremos terminar con una nota positiva, podemos alegrarnos de que una editorial menor haya querido proponer este texto canónico a las jóvenes generaciones, considerando por tanto que hay un tesoro por redescubrir ahí. Si el pasaje sobre Mahoma ha sido finalmente restablecido, solo podemos celebrarlo y, como para la cuestión de las estatuas y otros signos de nuestro patrimonio, una explicación -una “contextualización” como también se dice hoy en día- es muy útil para las generaciones que ya no tienen casi bagaje histórico y que, atrapadas en el presentismo de nuestra posmodernidad, ya no tienen la percepción de la diferencia de los tiempos.
Sigue siendo necesario supervisar de cerca la redacción de esta “contextualización”, que consiste a menudo en excusar a nuestros “pobres” predecesores de no haber alcanzado nuestra excelencia ética. Me preocupa que eso no esté poniendo en tela de juicio el anacronismo permanente que constituye la cultura woke, que observa y analiza el pasado, incluso el más lejano, con los valores actuales, podadera moral en mano. Y, más concretamente, el pasado de Occidente, porque curiosamente, nadie parece “ofenderse” ante la homofobia, el racismo o la misoginia presentes en otras culturas. A mis ojos esta selección es la señal de una empresa política y no científica, que proviene primero de los occidentales mismos, exclusivamente puesta en contra de todo lo que constituye el patrimonio occidental, en lo que se podría perfectamente llamar una forma de suicidio cultural. Que los estudios clásicos y el legado cristiano sean el objetivo especial en este momento en una civilización fundada, como lo decía Valéry, sobre los legados acumulados de “Atenas, Roma y Jerusalén”, es la prueba indudable. Sin embargo, es incuestionable que la Divina Comedia es una de las expresiones más simbólicas y completas de estos tres legados, magistralmente mezclados y reinterpretados por Dante.
Pero, de nuevo, me gustaría acabar con una nota positiva: constatamos que el restablecimiento del pasaje de Mahoma en la nueva adaptación holandesa, después del regreso –¡“contextualizado”, por supuesto!– de Lo que el viento se llevó en el catalogo de HBO, demuestra que las reacciones de la opinión pública tienen su repercusión. Al menos es la esperanza a la que me quiero aferrar. Salvo que los expertos woke no vengan a explicarnos que la división y el conflicto entre los “Güelfos blancos” y los “Güelfos negros”, en el que Dante tomó partido (que casi le cuesta la vida), tenían una dimensión racial evidente… ¡Tanto más cuanto que Dante tomó partido por los “blancos”!
Publicado por Aziliz Le Corre en Le Figaro.
Traducción de Verbum Caro para InfoVaticana.
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Cuidado por qué si toleramos la incorrección política por coherència tendremos que tolerar la blasfemia.
La incorrección política también nos puede dañar a los católicos.
¿Estáis dispuestos a aceptar también las consecuencias negativas?
No hay que confundir incorrección política con blasfemia. En el caso de la Divina Comedia poner a Mahoma en el i n f i e r n o no es blasfemar. Las ideas se han de poder expresar con respeto. Y los que consideramos que el juicio divino contra Mahoma puede probablemente haber sido de resultado fatal, no blasfemamos contra nadie, sino que actuamos con coherencia teológica, ya que Mahoma fundó una falsa religión, utilizó la violencia para expandirla, y en el Corán pide a sus seguidores que la empleen contra los que no somos de su religión. Con semejante historial ¿cómo podría haberse salvado?
Para ellos si es blasfemia e igual que se blasfema contra una cosa….
«Lo políticamente correcto» se ha visto que es «lo masónicamente correcto». A ver si hablamos claro