Batalla doctrinal en Almería

Por Diego Lanzas
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Y decía que habían enviado a Almería a un obispo coadjutor para arreglar el supuesto problema económico. No, a lo que le han enviado es a iniciar una batalla doctrinal. A las pruebas nos remitimos.

Claro que, en esa pugna, que como vamos a ver comenzaron en la misa de aterrizaje, el nuevo obispo coadjutor tiene, de inicio, las de perder. El obispo de Almería, monseñor Adolfo González Montes, que lo sigue siendo hasta que no llegue a la edad de 75 años, el próximo 13 de noviembre, es “Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Pontificia y Civil de Salamanca (1968). Cursó estudios de Doctorado por la Universidad Complutense de Madrid de 1979 a 1980. Es Doctor en Teología por la Universidad de Tubinga y obtuvo el doctorado en la Universidad Pontifica de Salamanca (1973-1977)”.

Además, de Catedrático de Teología Fundamental (1988-1997) de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamaca, consultor del Pontificio Consejo para la Unidad (Ciudad del Vaticano) y miembro de la “Societas Oecumenica Europea”.

Antonio Gómez Cantero  “obtuvo la licenciatura en Teología Sistemática-Bíblica en el Instituto Católico de París, en 1995”, no sabemos si con tesina o sin tesina.

Después que se hiciera publico un vídeo en el que Gómez Cantero arremetía contra las puntillas en un a charla a cofradías, en Almería se le conoce como el obispo anti-puntillas auque algunos dicen anti-pu… polillas.

El pasado 13 de marzo, en la misa de  inauguración del ministerio del obispo coadjutor, monseñor Adolfo González Montes, en una homilía que no tiene desperdicio, comenzó diciendo que “vivimos un momento privilegiado de la comunión eclesial en esta celebración, porque en ella, siendo el pan uno y uno el cáliz que elevamos, Cristo realiza en nosotros la unidad que suplicó al Padre para su Iglesia. Sólo siendo fieles a Cristo se nos otorgará la unidad deseada que sane los corazones y cierre las heridas de nuestras divisiones”.

Un poco más delante, lanzó el primer aviso. Se le entiende todo: “Quienes en la Iglesia –dijo monseñor González Montes- obran con hechos consumados, tratando de imponer la propia visión de las cosas, pierden toda credibilidad, y la misma esterilidad se produce cuando se reivindican derechos que no lo son contra la explícita voluntad de Cristo y no faltan quienes pretenden la modificación de la doctrina de la fe, incluso hallándose fuera de la Iglesia, pero parecen tener un manifiesto interés en que la Iglesia se acomode a la mentalidad difundida y programada desde los medios de comunicación que están a su servicio”.

Y si quieren un broche de oro, aquí lo tienen: “Los obispos como pastores de la grey no podemos dejarnos imponer la ideología del mundo, abdicando de nuestra función de guías y pastores, de maestros de la fe; como no podemos sucumbir a un silencio perturbador que pudiera dar a entender que sólo nos importa conservar intereses de supervivencia, porque estos intereses son del mundo”.

Ahora leamos algunas de las palabras finales que en esa misa dijo el nuevo obispo coadjutor de Almería, monseñor Antonio Gómez Cantero: “Tanto de párroco, como de obispo, he intentado adoptar la actitud de estar en medio de vosotros, como esos pastores que de niño veía en mi tierra de Carrión de los Condes, en la antigua Castilla La Vieja. Y observaba cómo, muchas veces, la inmovilidad del pastor, apoyado o semidormido en su bastón, hacía que las ovejas le empujaran y sacaran de su letargo, pues eran ellas las que, por necesidad, se acercaban a buscar nuevos pastos. Eso habéis sido para mí, aliento del Espíritu, que mueve a la Iglesia, la saca del inmovilismo y la provoca en las nuevas búsquedas. ¡Seamos testigos! este es el impulso vital de los primeros cristianos”.

Estemos tranquilos, porque como añadió en su intervención el nuevo coadjutor, “me esfuerzo para que las críticas no me remuevan, ni las alabanzas me conmuevan; en cambio, me dejo interrogar, por el diálogo y la corrección fraterna. Muchas veces el Señor nos pide andar sobre las aguas, como a Pedro. Estos pilares que construyo poco a poco, con tiempos de sequedad y también de pequeños vacíos, me hacen ser más libre, sin ataduras, ni a las cosas ni a las personas”.

¿Dos estilos, dos formas de pastoral? Bueno, que cada uno elija la suya y al final estamos en el supermercado.

Por Diego Lanzas