Francisco: “El mundo no es aún consciente de que migrar es un derecho humano”

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Emigrar -y no emigrar- es un derecho humano, ha dejado claro el Papa en el vuelo de regreso a Roma. La consecuencia inmediata e inevitable es que ningún país tiene el derecho de controlar sus fronteras.

“La migración es un derecho doble: el derecho a no migrar y el derecho a migrar”, ha declarado Su Santidad en la rueda de prensa en el vuelo de regreso tras su histórica visita a Irak. “Estas personas no tienen ninguno de los dos, porque no pueden emigrar, no saben cómo hacerlo. Y no pueden emigrar porque el mundo aún no ha tomado conciencia de que la migración es un derecho humano”.

Todo derecho supone necesariamente una obligación correspondiente. Así, el derecho humano de la migración presupone el deber de todo Estado a acoger a cualquier extranjero que quiera asentarse en su territorio, en cualquier número o condición. sin que puedan alegarse para restringirlo razones de ningún tipo. Eso es lo que pasa con los derechos humanos: no son dependientes de las circunstancias.

Para entender una declaración contundente de este género, lo más práctico es ponerse en los casos extremos que permite, a los que obliga. Si es un derecho humano, lo es para una persona, para diez, para cien o para cincuenta millones. O no es un verdadero derecho humano.

Pero incluso cuando Su Santidad lo ha definido como derecho humano -disculpen la reiteración, que es necesaria- y, por tanto, no sujeto a razones específicas para emigrar, ni a número o utilidad, Francisco introduce una ‘ventaja’ en este fenómeno.

Dice el Pontífice: “La otra vez un sociólogo italiano me dijo, hablando del invierno demográfico en Italia: dentro de cuarenta años tendremos que «importar» extranjeros para que trabajen y paguen las contribuciones de nuestras pensiones. Ustedes, los franceses, fueron más inteligentes, fueron adelante desde hace diez años con la ley que apoya a la familia, su nivel de crecimiento es muy grande”.

Da la sensación, oyendo estas palabras, de que el ‘invierno demográfico’ fuera como el estacional, es decir, un fenómeno que no puede evitarse y solo cabe protegerse contra sus consecuencias negativas. Es decir, que no vale la pena estudiar las causas de esta caída de la natalidad sin precedentes ni mencionar o sugerir soluciones para revertirla o desacelerarla. Actuar políticamente sobre las poblaciones nativas para que sea posible y atractivo tener una familia se da lado como si se tratara de una imposibilidad práctica, aunque haya sido la condición normal de la humanidad y sigue siéndolo precisamente en esos países de donde llegan mayoritariamente los inmigrantes.

Es, visto desde el otro lado, exactamente lo mismo que se aplica a las situaciones de conflicto enquistado y pobreza prevalentes en los países de partida: se da por hecho implícitamente que no se puede, realmente, promover un desarrollo o una convivencia pacífica que permita a la gente lo que más suele desear: desarrollar su vida entre los suyos, en la cultura que conoce y le es propia, en la población de la que se siente parte.

Para ambos problemas, desde luego, es más fácil promover la inmigración masiva, que es siempre un desgarro para el inmigrante y a menudo problemático para el país de acogida. Al menos, es más fácil para los poderes fácticos que no tienen el menor interés en que se resuelvan los tres problemas mencionados y que se van a beneficiar de una mano de obra acostumbrados a condiciones laborales y niveles salariales muy ventajosos para el empresario.

Concluye el Santo Padre: “Pero la migración se la vive como una invasión”. Mi pregunta es: ¿y qué si fuera una invasión? Si la migración es un derecho humano, inalienable e irrestringible, ¿cómo podría detenerse legítimamente?

Y sigue: “Ayer quise recibir después de la misa, porque él lo pidió, al padre de Alan Kurdi, este niño, que es un símbolo, Alan Kurdi es un símbolo”. Y tiene razón: es un símbolo, ‘creado’, hasta cierto punto, por los medios de comunicación. Uno solo tiene que rastrear los detalles del caso para advertir hasta qué punto es exactamente eso, un símbolo para cuya construcción se han expurgado cuidadosamente circunstancias que lo convierten en una realidad mucho más compleja.

Y una de arena: “Se necesitan medidas urgentes para que la gente tenga trabajo en sus propios países y no deba emigrar. Y, después, medidas para salvaguardar el derecho a emigrar. Es verdad que cada país debe estudiar bien la capacidad de acogida porque no es sólo la capacidad de recibir y dejarlos en la playa. Es recibirlos, acompañarlos, hacerlos progresar e integrarlos. La integración de los migrantes es la clave”.

Entonces, si depende de la capacidad de un país para “recibirlos, acompañarlos, hacerlos progresar e integrarlos”, es decir, de condiciones económicas no al alcance de muchos, entonces no es un derecho humano.

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Comentarios
28 comentarios en “Francisco: “El mundo no es aún consciente de que migrar es un derecho humano”
  1. No sé si es un derecho humano como tal, pero desde luego en derecho, los derechos fundamentales, que son la positivización de los más relevantes de aquellos, no son ilimitados ni absolutos, salvo en su contenido esencial.
    El tema de la migración es lo suficientemente complejo como para despacharlo con afirmaciones y comentarios de unas cuantas líneas, si no se quiere incurrir en pura demagogia, claro.

  2. La verdad es que llevamos emigrando desde el principio de la humanidad.
    Primero como nómadas y luego una vez asentados para buscar algo mejor pero lo hemos hecho desde el principio.

  3. En su mensaje para la 97 Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado del año 2011, el Papa Benedicto XVI dijo justo lo contrario que ahora ha dicho el Papa Francisco, ya que el pontífice alemán afirmó: “Los Estados tienen el derecho de regular los flujos migratorios y defender sus fronteras.”

    1. En el Mensaje para la 99 Jornada, de 2013, el Santo Padre Benedicto XVI reiteró: “Cada Estado tiene el derecho de regular los flujos migratorios y adoptar medidas políticas dictadas por las exigencias generales del bien común.”
      La actual invasión musulmana que sufre en estos momentos Europa, no favorece el bien común, pues supone el reemplazo religioso que previsiblemente implicará persecución contra los cristianos cuando los musulmanes sean mayoría.
      Además, no hay economía que pueda resistir una invasión masiva y sin control.

  4. Los dos Papas tienen razón, gracias a Dios, los estados tienen que ayudar dice el papa emérito, y nuestro papa actual nos dice que cuando ya no hay solución hay que ayudar a estas personas, como Jesús siendo bebé, que se tuvo que ir a otro país, gracias a Dios que tenemos el evangelio como camino, verdad y vida, porque tenía hambre y me diste de comer…

    1. No podemos ser tan inocentes de creer que todos los migrantes son buenos.
      Los delitos y violaciones a mujeres se han multiplicado y no vienen familias, muchas veces vienen solo hombres jóvenes

        1. Por eso la emigración tiene que estar regulada. No sabemos quienes son, de donde vienen, que problemas traen con ellos, porque vienen o para que vienen. Seguro que hay muchos con buenas intenciones y ganas de trabajar. Pero tampoco podemos cerrar los ojos a la realidad de los problemas que se pueden generar, que ni son buenos para el que acoge ni para el que llega. Hay que regular la emigración y hacer cumplir las leyes y no dejar pasar a todo el que se brinca la verja. El «tenemos que acoger a todos» es un quijotismo buenista que nos puede llevar a la perdición.

    2. Creo que hay que discernir entre «Exilio político» y «Migración».

      La Sagrada Familia en Egipto no eran migrantes, eran exiliados políticos.
      Sabemos por qué se fueron a Egipto: eran blanco de una persecución mortsl por parte de su gobernante.
      Y la mejor demostración de que fueron exiliados y no migrantes, es que regresaron a su tierra ni bien el tirano y genocida Herodes murió.

      De no saber o no querer discernir esto, surgen enormes errores y conclusiones erróneas.

      Muchos de los que son calificados de migrantes son en realidad exiliados políticos. No querer ver esto, es no buscar la solución en el origen del problema.

  5. El Papa de Roma debería conocer de primera mano las tasas de desempleo de países acogedores de migrantes como España, Italia o Grecia antes de hablar con tanta ligereza de estos temas. España tiene 6 millones de desempleados. Los conflictos sociales y de convivencia que puede llegar a generar un fenómeno migratorio sin control racionalmente son bastante previsibles.
    “Pero la migración se la vive como una invasión”. Mi pregunta es: ¿y qué si fuera una invasión? Si la migración es un derecho humano, inalienable e irrestringible, ¿cómo podría detenerse legítimamente?
    ¿Y qué si fuera una invasión? Es un derecho absoluto para el Papa. ¿Entonces qué sentido tienen las fronteras y los estados nacionales? ¿Qué sentido tiene que tenga una determinada nacionalidad si el extranjero va a tener los mismos derechos que yo? ¿Qué sentido tiene que mis bisabuelos y abuelos hayan trabajo y se hayan sacrificado en un país si un extranjero llega y tiene los mismos derechos?

    1. Estoy a favor de que los extranjeros tengan los mismos derechos que un nativo y ejercer la caridad cristiana con los emigrantes. Pero creo que el emigrante no tiene el derecho a residir en un país que no es el suyo si las autoridades no se lo permiten por cuestiones administrativas y de preservación de la convivencia. Eso no quita que debamos ser solidarios siempre con las personas que lo pasan mal, con los límites que la propia naturaleza o las circunstancias nos imponen. Es más rentable apoyar y hacer crecer a esos países en origen y no demonizar siempre a los países de destino como insolidarios. Sobre todo cuando en Europa conocemos bastante bien los problemas de convivencia que ha causado la migración en muchos barrios. No merece la pena enumerarlos.

  6. Algunos curas no solo no se oponen a la inmigración masiva sino que tienen oenegés desde las cuales usan los mismos argumentos pontificios y encima te llaman racista y voxero si no los compartes. A mí me ha llegado a llamar uno ultracavernícola y se supone que es un sacerdote aunque no lo parece. Más bien un activista. En sus homilías habla de esto y de la ecología y la madre naturaleza y la contaminación y el cambio climático.

  7. Y él no es consciente que las migraciones sin control son imposibles de sostener habiendo estados. Para rematar la jugada debería decir que no existe derecho a pertenecer a nación alguna y hacer de la nacionalidad un pecado. De esta manera el globalismo será perfecto: cualquier religión, cualquier patria pero no cualquier patrimonio porque es imposible que todos tengamos el de Soros. Eso debe de ser la segunda parte de la primera parte.

  8. ¿Algún día se pronunciará sobre los deberes de los migrantes?
    Por ejemplo:
    1) ser leales y fieles al país que los acoge;
    2) respetar y hacer respetar a rajatabla la idiosincrasia del pueblo que los acoge.

    Habría más para citar.
    Esperen sentados a que alguien lo diga.

    1. …..hasta que okupen tu barrio, tu casa, y te impongan sus leyes y supersticiones, y te maten si no pasas por el aro: finos son….

      La ignorancia y la mala fe…. la tuya…. se te van a pasar muy rápido a la sombrita del Islam….

  9. Cuándo le hablará a los gobiernos tiranos, dictadores, corruptos, etc; los verdaderos culpables de las migraciones.? Europa para los musulmanes; parece ser su propósito.

  10. Yo no sé si emigrar es un derecho humano o no, pero sí sé que los pueblos tienen derecho de decit quien entra y quien no en su territorio. Y, en este caso, sólo sí es sí, Si entras a la fuerza en un país, lo que eres es un invasor y el pueblo tiene no sólo el derecho, sino el deber de expulsarte.

  11. Es discurso marxista definiendo nuevos opresores y oprimidos artificiales, como en el ecologismo, el feminismo y similares. Y se trata, como siempre, de un sofisma, una falsedad disfrazada.

    Emigrar (no utilicemos «migrar» y hablemos español) no es un derecho humano. Es una necesidad impuesta por muchas circunstancias, generalmente adversas. El derecho es más bien el «no tener que emigrar».

    Y puestos a emigrar, los católicos deberíamos emigrar de la jurisdicción de Berg y volver a la jurisdicción de Jesucristo y su Iglesia, diametralmente distinta ya a los shows de Berg.

    O, puestos a aplicar el «derecho a no emigrar»….. quizás sobra más de uno en el Vaticano…

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