«Una parte de la Iglesia que cree que la fe cristiana y el culto deben cambiar con los tiempos»

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«Cada vez hay más gente que añora un modo de vida que ha desaparecido casi por completo».

El Centro de Estudios Universitarios P. Leonardo Castellani, de Argentina, nos ofrece esta entrevista a Natalia Sanmartín Fenollera, a la que sin duda conocerán si siguen InfoVaticana, mujer que saltó a la fama por su novela «El despertar de la señorita Prim«, que tuvo un éxito enorme en ventas.

Si tuvieras que hacer una descripción breve del libro para aquellos que aún no lo han leído, ¿qué podrías decirles?

Antes de nada, muchísimas gracias por esas palabras tan cálidas y tan amables y por la oportunidad de hablar (¡de escribir!) con ustedes. Tengo mucho cariño a Argentina porque tengo muy buenos amigos argentinos, y porque he estado dos veces en el país (antes de escribir la Señorita Prim). Bueno, qué les diría. Supongo que les diría que es la historia de una mujer moderna y autosuficiente, llamada Prudencia Prim, y de un pequeño lugar llamado San Ireneo de Arnois, un pueblecito habitado por rebeldes que viven en guerra contra la modernidad. Pero también les contaría que es un cuento, un cuento sobre la búsqueda del paraíso perdido, sobre la añoranza del amor con mayúscula, sobre la nostalgia que todos sentimos antes o después en el corazón, y que no es otra cosa que el anhelo de Dios. Les diría que es una novela que habla de muchas cosas, de educación, de matrimonio, de arte, de la razón y el sentimiento, la tradición y la modernidad, de libros, de amistad, de sencillez y rebeldía, pero sobre todo les contaría que es una historia sobre la fe y la conversión, y sobre cómo a veces, muchas veces, hay que detenerse y mirar atrás para descubrir si uno ha tomado el rumbo correcto.

¿Qué inspiración ha tenido esta novela? ¿Surgió como una visión instantánea o la has ido desarrollando a medida que escribías la obra?

No recuerdo cómo surgió, pero sí cuándo y por qué surgió. Fue después de regresar a la fe y a la Iglesia, tras años de alejamiento, y de descubrir la liturgia tradicional, que para mí fue como una segunda conversión. Ese regreso cambió absolutamente mis puntos de vista sobre las cosas, no solo cambió mi corazón, sino también mi inteligencia, por decirlo así. Parte de ese proceso fueron las lecturas, buenas lecturas, lecturas religiosas, la Escritura, por supuesto, y algunos textos de patrística, no sistemáticos, sino sueltos y desordenados, pero que me fascinaron, y también ensayos contemporáneos ¬-autores como Chesterton y Lewis fueron muy importantes- y, sobre todo, Newman, que fue y sigue siendo capital para mí (También leí a Castellani, aunque me queda mucho por profundizar. Pero a él le debo, por ejemplo, el haber descubierto a Kierkegaard, a Kirkegor, como él escribía). En ese tiempo, que no fueron meses, sino unos años, comencé a sentir la necesidad de hablar de todas las cosas que me parecían importantes y de hacerlo de forma que pudiesen escucharlas incluso aquellos que no quieren escuchar. Quería hablar de cristianismo, escribir para cristianos, pero también para los que no lo son, para los que no conocen ya el cristianismo porque han nacido en un mundo mayoritariamente ateo, y para los que creen conocerlo, aunque muchas veces no sea realmente así. Quería destacar las contradicciones profundas de la modernidad y mostrar la belleza deslumbrante de la fe cristiana. Y para hacer eso escribí esta pequeña historia costumbrista, este cuento sobre un pueblecito de rebeldes tradicionales, y después lo llené de bizcochos y de chocolate para endulzar los cañones, es decir, las verdades fuertes. Al principio muy pocos vieron lo que había debajo del azúcar; pero poco a poco, con el boca a boca, el libro empezó a crecer.

Al libro lo leyeron muchísimas personas. De hecho, se encuentra traducido en varios idiomas. ¿Por qué crees que éste se ha transformado un best seller?

No podría decirlo, porque yo no esperaba que ocurriese lo que ocurrió. Sabía que consolaría y animaría a alguna gente que vive su fe, incluso dentro de la iglesia, (especialmente dentro de la Iglesia) con dificultades e incomprensión, fundamentalmente los católicos tradicionales, fieles a la liturgia antigua, que es la que se celebra en la abadía de San Ireneo, y la que inspira toda la novela. Pero no imaginé que llegase a tantas personas y mucho menos que se publicase en tantos países. Creo que parte de lo que sucedió se debe a que cada vez hay más gente que añora un modo de vida que ha desaparecido casi por completo, más sencillo y más humano, pero también a esa nostalgia profunda que casi todos tenemos en el corazón de la que hablaba antes, que es inherente al ser humano y que tiene que ver con la búsqueda de Dios.

Un personaje esencial de la novela es El hombre del sillón. Podríamos decir que es él, aunque no el único, quien va llevando a Prim desde la oscuridad hacia la luz. ¿Por qué no le has puesto un nombre a este gran protagonista? ¿En la realidad, tiene nombre?

No tiene nombre, no, y la verdad es que no sé cómo se llama, por extraño que parezca (risas). Pero no hay un gran misterio en esa decisión, sino más bien un guiño personal. El libro está lleno de pistas y detalles sobre cosas que son importantes para mí, ya sean lecturas, pinturas o lugares, y esta es una de esas cosas. Hay una pequeña novela, escrita en 1901, que se llama Elizabeth y su jardín alemán, de Elizabeth Von Arnim, que releo cada verano porque tiene mucho encanto, especialmente para mujeres a las que les gustan las flores y los libros, como me ocurre a mí. La protagonista de la novela, que es la propia Von Arnim porque es semiautobiográfica, esta casada con un hombre al que llama El Hombre Airado…y no sabemos cómo se llama en realidad. Así que mi Hombre del Sillón es un homenaje personal a mis veranos con Elizabeth y su jardín alemán.

Se la puede caracterizar a la Señorita Prim como una nostálgica de una belleza que no conoció, inconsciente de su propia alma repleta de cosas buenas, pero que no satisfacen esa belleza anhelada. ¿Cómo podrías describir ese anhelo profundo del alma por la belleza? Ser consciente de la belleza, ¿significa, de algún modo, alcanzar cierto grado de felicidad?

Yo diría que sí y que no, exactamente por este orden. La belleza es uno de los atributos de Dios y las cosas bellas son bellas porque son un reflejo de Dios. Creo que fue Chesterton, que dice siempre las cosas de un modo incomparable, el que decía que mirar este mundo es como ver la espalda de Dios, no podemos verle cara a cara, pero le vemos reflejado en toda la belleza de la creación. Nuestra felicidad está en Dios, hemos sido hechos para él, por eso descubrir la belleza nos produce felicidad, porque nos lleva a Él, nos habla de Él. Pero no es una felicidad completa, siempre va a acompañada de nostalgia, porque a todos nos ocurre lo que cuenta San Agustín en sus Confesiones, que las cosas bellas nos hablan de Dios, pero también nos dicen que no son Dios. La felicidad que nos da la belleza en este mundo es incompleta, y así debe ser, porque si nos dejara satisfechos nos quedaríamos aquí, en la posada del camino; creeríamos que este es nuestro hogar, en lugar de ver el mundo como lo que es, una posada errante, un lugar para descansar y seguir caminando hacia donde debemos ir: hacia Dios.

¿Por qué el pueblo, donde vive la gente que ha escapado a la modernidad, lleva por nombre San Ireneo de Arnois? Hay allí un monasterio, una abadía, ¿qué importancia tiene la religión católica en el rescate de lo bello?

El pueblo se llama San Ireneo por San Ireneo de Lyon, que luchó contra las herejías, y fue un gran defensor de la verdad. Y Arnois porque es el nombre de una casa familiar de mis abuelos, en el campo, donde pasé muchos veranos de niña. Y sí, hay una abadía, que es el corazón espiritual del pueblo, y que pertenece a la orden de San Benito, que es una figura que tiene mucho que decirnos en este tiempo que estamos viviendo y que expresa muy bien el espíritu de la novela, que es el alejarse del ruido y del mundo para conservar la fe. No es una casualidad que en la época en que vivimos, de rechazo creciente a Dios y de una secularización tan agresiva, sea un tiempo especialmente estéril en cuanto a belleza se refiere. Todo el siglo XX y lo que llevamos de XXI expresa en su arte y su arquitectura lo que ocurre cuando el hombre se aleja de Dios. En ese sentido, el papel de los monasterios, de abadías como las de Le Barroux, Clear Creek, Norcia, fieles a su regla y a la liturgia tradicional, es seguir conservando esa belleza en este mundo cada vez más oscuro como una señal para caminar hacia Dios.

¿Qué es la modernidad en su aspecto más negativo de las relaciones humanas y en relación con Dios?

Yo diría que es la ilusión de que el hombre es una criatura autosuficiente, de que no necesita a Dios, de que la felicidad depende de uno mismo y consiste en una búsqueda creciente de autodeterminación, desarrollo técnico y satisfacción material. La creencia de que todo gira en torno al hombre, de que la felicidad es una cuestión de progreso y voluntad, y de que la humanidad avanza hacia una perfección material y moral cada vez mayor. Por supuesto es absolutamente falso, por eso hay tantas personas vacías y rotas, personas heridas que no encuentran sentido a sus vidas y cuyo dolor no se calma con la comodidad o la técnica, y por eso el mundo es cada vez más oscuro y más duro. Porque el hombre no está hecho para sí mismo ni para el mundo, está hecho para Dios, y solo puede encontrar su felicidad en Dios.

La Iglesia no escapa a este mal de la modernidad. Sin entrar en temas teológicos de fondo, ¿qué relación se podría hacer entre el rescate de la Belleza y la Liturgia Tradicional?

Sí, la iglesia está viviendo un proceso de secularización muy fuerte, paralelo al que vive el mundo y la cultura occidental, y mucho más grave. Vivimos una crisis profunda, inmersos en un mundo y una cultura que mayoritariamente ya no son cristianos y que rechazan explícitamente lo cristiano, una crisis que no es nueva, aunque ahora parezca acelerarse. Esa crisis ha abierto fugas de agua en la Iglesia y ha generado diferencias profundas y cada vez más explícitas, no solo en la doctrina, sino también en la liturgia, en el culto. Hay una parte de la Iglesia que cree que la fe cristiana y el culto deben cambiar con los tiempos, deben adaptarse poco a poco a esos cambios, abrirse, por decirlo así, al mundo. Y hay otra que sigue a la regla de San Vicente de Lerins, que enseñaba que los cristianos deben aferrarse a lo que siempre, en todas partes y por todos ha sido creído, a la fe de los apóstoles, que no cambia del mismo modo que no cambia Dios. El cardenal Newman advertía hace más de un siglo sobre ese fenómeno, sobre la capacidad del modernismo religioso, que es como él denominaba a esa infiltración, para adulterar y destruir progresivamente la fe. Yo creo que en la lucha contra ese proceso destructivo, la misa tradicional, con su enorme profundidad, su reverencia y su belleza, tiene un papel central, y creo que la restauración, si llega, llegará por y a través de ella.

¿Por qué Prudencia Prim decide viajar a Italia? Hay otros lugares bellísimos a donde podría haber viajado, sin embargo eligió Italia. ¿Tiene alguna connotación especial?

– Natalia: A mí me gusta mucho Italia, creo que es un país extraordinariamente lleno de belleza, no solo belleza natural, sino también de arte, de arte clásico y pagano tremendamente hermoso y, por supuesto, de arte cristiano; hay belleza por todas partes. Pero existe también una razón más profunda: San Benito y la vida monástica, ese tesoro que esconde la abadía de san Ireneo y que Prudencia solo comprende cuando se aleja de allí. Fui a Norcia, la cuna de San Benito, a escribir el final del libro; me senté en el mismo café en que la señorita Prim se sienta a desayunar; me alojé en el mismo hotel en que ella se alojó y bajé, como ella, a la cripta del monasterio de san Benedetto. Admiro la regla benedictina profundamente, admiro su sabiduría, su austeridad y su belleza, y tengo una relación muy especial con dos abadías benedictinas, tres en realidad, Clear Creek, en Oklahoma, fundada por discípulos de John Senior, y Le Barroux, con sus dos abadías, femenina y masculina, en el sur de Francia.

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¿Qué lecturas le recomendarías a aquellos que, a partir de tu novela, sienten la necesidad de volver a lo simplemente esencial, a lo Eterno? ¿Crees posible la construcción material de un San Ireneo de Arnois, o piensas que es nada más (y nada menos) que un estado del alma?

Son dos preguntas muy diferentes… Respecto a la primera, creo que hay muchos autores para volver a lo esencial, cada uno tiene los suyos, porque lo importante es encontrar una voz que hable de corazón al corazón, cor ad cor loquitur. A mí me ocurre con los anglosajones, ya mencioné antes a Newman, Chesterton y Lewis, pero también podría añadir a Ronald Knox, a Hilaire Belloc, a Robert Hugh Benson y a Frank Sheed, que me resultó muy útil para hacerme una idea completa de la doctrina cristiana, recordarla y ordenarla. También tendría que añadir a dos franceses, Bruckberger y Péguy, y un danés, Kierkegaard. A todo eso me parece que hay que unir la literatura; eso lo traía, por decirlo así, ya de casa, porque siempre he leído mucho, muchos cuentos de hadas en mi infancia, y mucha literatura y poesía después. Tolkien, por ejemplo, es un consuelo muy grande en este tiempo. Y ya más tarde, a mí me ha ayudado mucho comenzar a rezar el breviario, cuando puedo, el breviario tradicional, con esos salmos terribles y hermosos que hablan del Señor de los Ejércitos y que la reforma eliminó por considerarlos demasiado intensos para el alma moderna…(no lo son para mí). Y respecto a la segunda pregunta, me parece que lo importante es vivir con espíritu de irenitas allá donde uno pueda o deba estar. Hay cristianos que tienen que estar en el mundo, la mayoría, y cristianos que pueden y deben alearse de él. Es una vieja decisión prudencial, y siempre ha sido así en la historia de la Iglesia. Para esos cristianos que no pueden irse del mundo, San Ireneo será efectivamente un estado del alma, mientras que para los otros, los que tienen la fortuna de poder irse a vivir a lugares más pequeños o agruparse en torno a abadías, como ocurre en Clear Creek, por ejemplo, puede ser una realidad. Pero para todos es una tarea hermosa y heroica, que solo puede hacerse con la gracia de Dios.

El P. Castellani en sus últimos tiempos firmaba sus artículos como “ermitaño urbano”. Nosotros, haciendo cierta analogía, podríamos decir que somos unos “irenitas urbanos”. ¿Tendrías algunas palabras finales para decirles a quienes nos sentimos de este modo?

Me parece que sentirse así es un signo de esperanza, de tener un corazón despierto y un alma cristiana. Es en realidad el estado de vida de todo cristiano, pero especialmente cuando vive en un mundo que le ha dado totalmente la espalda a Dios. Creo que es una buena señal sentirse extranjero, aunque no sea fácil, porque no lo es. Yo les diría que no están solos, queridos amigos de la Posada Errante, que hay mucha gente que vive su fe cristiana y la defiende contra el mundo, tal vez poca en relación a las multitudes, pero la suficiente como para sentirse acompañado. Hay muchas hogueras en el mundo encendidas por cristianos que se sienten así, que comparten la misma fe y los mismos anhelos e inquietudes que todos nosotros, y son hogueras que crecen. Newman dice en uno de sus sermones, o quizá en sus diarios, que Nuestra Señora está reclutando un ejército de almas para afrontar un ataque a la fe como no se ha visto nunca, y que de alguna forma Ella conecta esas almas. Es una idea profundamente hermosa y esperanzadora.

Antes de concluir la entrevista, queremos destacar que hace pocos días has publicado un nuevo cuento llamado Un cuento de Navidad para Le Barroux, ¿de qué se trata tu nueva obra?

– Natalia: Esta vez es realmente un cuento, y lo es también por la extensión, porque es muy breve, y porque lo escribí a petición de las benedictinas de Le Barroux, que me lo pidieron para leer en las dos abadías durante la fiesta de la Natividad. Es la historia de un niño que pide una señal a Dios durante tres largos años para saber si lo que su madre, que falleció entonces, le contó sobre la Navidad, el Cielo y Dios mismo es verdad. Y las señales comienzan a aparecer poco a poco, aunque él no puede verlas, porque están, por así decirlo, entretejidas con su propia vida, hasta que… ¡no digo más! Lo que traté de hacer con el cuento fue hablar, dentro de lo imposible que es hacerlo, sobre el lenguaje de Dios, sobre la sacramentalidad del mundo, sobre la idea de que Dios nos habla también a través de las cosas y de la realidad material.

Bueno Natalia, hasta aquí llega nuestro interrogatorio: ¡Jaja! Esperamos poder encontrarnos contigo alguna vez aquí, en Argentina, o allá, en nuestra querida Madre Patria.

No queremos dejar pasar esta oportunidad para decirte lo mucho que nos ha ayudado la lectura de El despertar de la señorita Prim. Ha sido un oasis en medio de un desierto, una sonrisa en este valle de lágrimas, una brújula que vuelve a marcarnos el norte, un barajar y dar de nuevo.

Gracias por tu generosa y desinteresada predisposición hacia nosotros. Esta Posada Errante está siempre abierta para conversar con amigos. Dios quiera que en el futuro podamos tener muchas charlas como estas, pero especialmente que podamos beber juntos de los grandes jarros de la Posada del Fin del Mundo.

Muchísimas gracias, de todo corazón, y quiera Dios que sea así.  Un abrazo muy fuerte para todos.

Entrevista realizada por el Centro de Estudios Universitarios P. Leonardo Castellani.

 

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Comentarios
31 comentarios en “«Una parte de la Iglesia que cree que la fe cristiana y el culto deben cambiar con los tiempos»
  1. La belleza habla de Dios. Así vemos por poner algún ejemplo, el arte románico y el gótico, o el canto gregoriano y la música sacra barroca. Sin embargo, la degradación espiritual del siglo XX y XXI, ha afectado la vida de la Iglesia (salvo honrosas excepciones), y las nuevas construcciones arquitectónicas y el simplismo de la liturgia, frecuentemente reflejan el enfriamiento del fervor religioso.

    1. Pues quedan dos cosas, amarnos unos a otros, y anunciar a JesuCristo hasta que vuelva. No existe otro nombre en el cual podamos salvarnos.

  2. me gusta salvar el mundo.

    yo soy como bill gates, que quiere cambiar el cambio climario inpediendo que la tierra se caliente, asi que yo voy a evitar el cambio de polos,¿como? pues muy sencillo haciendo carreteras ferricas es decir de hierro en el polo norte, estas atraen el polo ya que es polvo de hierro y atrae el polo a su posicion inpediendo que el polo norte salga de las carreteras ferricas por atraccion pues el polo norte es un iman que atrae el hierro.

    1. Y ese gates, financia a ignorantes que buscan abolir la enseñanza de matemáticas, diciendo que son racistas. Que se lo digan a las matemáticas afroamericanas: Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson, sin ellas los vuelos espaciales de la nasa, no se hubieran producido. Pero hay algunos ingenuos que creen que Guillermo Puertas, le interesa la humanidad, la única que le interesa es la suya.

  3. Así es, todo debe cambiar permanentemente y mejorar, para conocer cada vez más al Señor y enraizarnos en El. Cambiar para adaptarse al mundo cada vez más criminal y pirado, nunca jamás.

  4. Cristo fundó su Iglesia con tres elementos que Él mismo puso: unidad de autoridad, unidad de doctrina y unidad de culto.
    1.La unidad de autoridad es el p4p4 y la estructura es jerárquica y monárquica. Como lo puso Cristo así, no puede evolucionar a otro tipo de autoridad, como por ejemplo la colegialidad de los c1sm 4tic0s ortodoxos o la bicefalia actual del p4p4 y el p4p4 con el colegio de los obispos (=cvii).
    2. La unidad de doctrina consiste sólamente en la doctrina que conocemos por Tradición, siempre la misma y siempre igual y que está contenida en los concilios ecumenicos verdaderos, en los padres de la iglesia, en las encíclicas y bulas papales… Es ilícito cambiarla por otra doctrina nueva en nombre de la “obediencia a la autoridad pa pal”. Es el p4p4 el que debe primero obediencia a la Tradición.

    1. 3. La unidad de culto son los sacramentos de toda la vida, sus ritos de tradicion apostólica, no hay autoridad para sustituirlos por otros ritos creados nuevos. Es ilegal y está condenado. ¿Cómo va a poner Cristo los sacramentos sin indicar cómo tienen que ser los sacramentos?¿pero no aparecen en el antiguo testamento todos los ritos con todos los detalles? Ea, pues para el nuevo testamento que es mejor, también lo dijo y lo indicó y lo sabemos por Tradición, no hace falta que venga en la Biblia, la Biblia es posterior a la Tradición.

  5. Pero siempre quiere cambiarlo hacia posiciones mas cómodas, de menos esfuerzo. LLeva siendo asi desde hace 2000 años, cabe recordar a San Juan de la Cruz , al que encerraron sus compañeros monjes durante 8 meses en una celda precisamente por lo mismo.
    400 años despues el mundo volvió a la carga y esta vez lo consiguieron.

  6. Info con Mbm y el trup de progresistas y de vivos están conscientes de que están ayudando a los católicos a permanecer dentro del templo hasta que las naves y el atrio sean destruidos, están en la simulación de una oposición que no existe en la destrucción de la tradición y de la fe de siempre, en el apoyo indirecto y directo a un gobierno mundial de izquierda libertino y liberticida, el favorecer de manera indirecta el aborto y la eutanasia borrando comentarios y haciendo una oposición simulada y la esperanza de ellos está en poder formar parte de una nueva religión e Iglesia ecuménica mundial pero hasta ahora la Iglesia se ha transformado en un grupo de personas que carecen de una teología sería que lo único que tiene en un culto cambiante que apoya gobiernos de dictadores y que favorece a los malos si son poderosos aunque injustos si les permiten vivir, eso no es cristianismo sino tibieza y apostasía. Hay que tomar distancia.

    1. Más “quien persevere hasta el fin, ese se salvará”. No se nos dice el cómo, pero si cuánto. Importa, llegar al final manteniendo la fe.

  7. Cambiar se ha convertido en una moda y es algo pernicioso. Lo que hay que hacer es volver a Cristo y a la enseñanza de siempre que es inmutable.

    1. Pues en tiempos de Cristo, el Papa, los obispos y los sacerdotes se casaban. O sea que no es a los tiempos de Cristo a los que quieres volver.

  8. Amigo Belzunegui y demás amigos de Infovaticana: el episcopado ucraniano defiende la Fe. El viernes 26 de febrero, la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica Romana en Ucrania emitió un comunicado sobre la posición de algunos obispos alemanes con respecto a la bendición de las uniones homosexuales. En el documento firmado en nombre de los demás jerarcas ucranianos por el presidente en funciones del episcopado, el arzobispo de Lviv, Mieczysław Mokrzycki, leemos: “Recientemente, los medios de comunicación ucranianos y extranjeros informaron que algunos obispos alemanes (el cardenal Reinhard Marx de Munich, el obispo Peter Kohlgraf de Mainz, el obispo Ludger Schepers de Essen, el obispo Franz-Josef Bode de Osnabrück y el obispo Heinrich Timmerevers de Dresde) informaron oficialmente en favor de bendecir las parejas homosexuales.

  9. Esta noticia debe convertirse en fuente de pesar, dolor y confusión para muchos fieles católicos y cristianos de otras religiones, especialmente aquellos que, a pesar de las dificultades personales en este ámbito, se esfuerzan por ser fieles a las enseñanzas de la Iglesia. ¿Cómo deberíamos reaccionar ante noticias similares? “

  10. Más adelante en la declaración, los obispos ucranianos enumeran cuatro puntos a los que los católicos deben atenerse cuando se enfrentan a este tipo de situación.

    Primero: guardar con celo el depósito de fe que la Iglesia recibió de los Apóstoles y ha conservado hasta el día de hoy. Dentro de este depósito, tanto en la Sagrada Escritura como en la Tradición de la Iglesia, no caben puntos de vista como los presentados por los obispos alemanes antes mencionados.

    En segundo lugar, conviene recordar que, según la enseñanza cristiana, los actos homosexuales son pecaminosos y privan al hombre de la gracia santificante.

  11. Tercero: conviene recordar la enseñanza oficial de la Iglesia sobre los proyectos para legalizar las relaciones entre personas del mismo sexo, expresada en el documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe de 2003, firmado por Juan Pablo II y el Cardenal Joseph Ratzinger. En el mencionado documento del Vaticano leemos:

    “La Iglesia enseña que el respeto por los homosexuales no debe conducir bajo ninguna circunstancia a la aprobación del comportamiento homosexual o la legalización de las relaciones homosexuales. El bien común requiere que las leyes reconozcan, promuevan y protejan el matrimonio como base de la familia, primera célula de la sociedad “.

    Cuarto: siguiendo el ejemplo de Jesús, condene el pecado, pero mantenga su corazón abierto al pecador. Las personas que luchan con sus tendencias homosexuales deben recibir respeto y apoyo: espiritual, pastoral y, si es necesario, también psicológico.

  12. Finalmente, los obispos recuerdan las palabras de S. Pablo de la Carta a los Efesios:

    “Porque no luchamos contra sangre y carne, sino contra los Señores, contra los Poderes, contra los gobernantes del mundo de estas tinieblas, contra las fuerzas espirituales del mal en los lugares celestiales”.

    Los obispos ucranianos señalan que en el mundo de hoy hay una gran guerra espiritual, cuyo juego es la santidad de las familias cristianas. Concluyen su declaración con una apelación:

    “Por eso les animamos a orar por la Iglesia en Alemania y sus jerarcas, que están bajo una fuerte presión ideológica, para superar las dificultades con coraje y para guardar el tesoro de la fe sin concesiones”.

  13. Son obispos muy valientes que no gustan a algunos. Por eso tiene tanto mérito lo que hacen frente al silencio y la complicidad de muchos y el apoyo de otros.

  14. Ciertamente, Belzunegui. Es ‘volver a casa’. Al menos es mi percepción desde que lo descubrí y me atreví a seguir ese camino.

    La fé cristiana y el culto no se adapta a los tiempos, sino que con el tiempo profundiza en las fuentes de la Salvación, sin desdecirse nunca.

  15. Conviene aclarar:

    Aquella parte de la Iglesia que cree que la fe cristiana debe cambiar con el tiempo, automáticamente ha dejado de ser parte de la Iglesia.

  16. Las ideas que dejo en las redes sociales se las venden a los comerciantes, y que hacen con ellas, pues negocios, esto me recuerda a jesus que echo del templo a los comerciantes, las ideas de Dios no son para comerciar con ellas son para salvar el mundo sin pedir nada a cambio,

  17. Es increíble como quieren cambiar a la Iglesia Católica.
    Están tratando de ir contra los Sacramentos ( instituidos por nuestro Señor Jesucristo ) de la religión católica, qué es lo que nos distingue de los demás, Y una vez que lo logren, seremos como los protestantes sin Dios ni ley.
    Pero tenemos que mantenernos firmes haciendo mucha oración y ayuno.
    Si Ignacio de Loyola viviera hoy, se caería de espaldas viendo a la gran mayoría de jesuitas actuales, Con una doctrina diferente por la que lucho. Que Dios nos coja confesados.

  18. La cuestión es que la fe cristiana ya cambió desde el siglo IV, incoporando a martillazos la fiolosofía griega y el derecho romano, y lo que está pasando desde hace dos siglos es que se está eliminando estas incrustaciones y volviendo al Evangelio, y hay muchos que se resisten.

  19. Pues en tiempos de Cristo, el Papa, los obispos y los sacerdotes se casaban. O sea que no es a los tiempos de Cristo a los que quieres volver.

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