“Me parece una medida irracional, arbitraria y abusiva. No existe esa limitación para otras actividades. No es de recibo”, dijo el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, sobre la medida de la Junta de Castilla y León por la que se limita a 25 personas el aforo de los templos independientemente de su tamaño.
“Yo he hablado personalmente con el vicepresidente, Francisco Igea, y ha sido inconvencible. Él mismo me reconoció que la medida no es racional pero que lo que quiere es que la gente no salga de casa. Pues diga entonces que no salgamos de casa, pero no me ponga una medida irracional. Era la primera vez que hablaba con él y me pareció inconvencible”, señaló Iceta en una entrevista de ABC.
El prelado opinó sobre las restricciones provocadas por la pandemia. “Si usted me impide trabajar, tendrá que compensarme porque tengo que comer y pagar mis impuestos. Las ayudas directas son inexcusables ante las restricciones de poder trabajar”, aseguró Iceta.
El arzobispo de Burgos criticó la Ley de Eutanasia, que fue aprobada por el Congreso de los Diputados en diciembre. “La Ley de Eutanasia no ayuda a los pacientes terminales ni ayuda a sus familias. La medicina tiene por vocación curar, o al menos aliviar y siempre consolar y acompañar, pero ahora introduce un nuevo fin que es eliminar la vida del paciente, algo que es extraño y la antítesis de la medicina”, afirmó.
Y en cuanto a la Ley «Trans», Iceta asegura que “hace falta una legislación que, más allá de las ideologías, pueda ayudar a estas personas a tener un futuro positivo, esperanzado y que desarrolle todas sus cualidades”. “Son peregrinas algunas de las propuestas como que uno pueda ir al registro y cambiarse de sexo o que los padres queden excluidos de acompañar a sus hijos cuando toman conciencia de una situación delicada que genera dificultades”, señaló.
Según el arzobispo, el entendimiento entre los obispos y el Gobierno de España. “Con esas cuestiones, el entendimiento es muy complicado. Ha habido encuentros a nivel de educación que no han dado ningún fruto. Y con las otras dos leyes no ha habido ninguna reunión. Ese camino, a día de hoy, no tiene recorrido y me remito a los hechos”, afirmó Iceta a ABC.
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Pues que responda dando ordenes a sus sacerdotes de decir misas y confesar clandestinamente en almacenes, domicilios, sótanos o copas de pinos; al fin y al cabo, antes o después, visto el rumbo que llevan los acontecimientos, tendrá que hacerlo, pues cuanto antes ponga a punto la Iglesia de las catacumbas, mejor. El y el resto de los obispos.
Pues ya sabe qué hacer:
-Petición a Mañueco y Egea de los informes médicos y científicos de la medida. No los hay, luego
-Denuncia por prevaricación y arbitrariedad tanto de la Junta como del Tribunal Supremo de Castilla y León que validó la medidas a sabiendas de ello.
Como no creo que estas acciones sean muy útiles, hay otras:
-Denuncia de esos partidos con nombres y apellidos de sus dirigentes como anticristianos. Petición a los fieles de que no se les vote.
-Negarles cualquier colaboración.
-Pedir la disolución de La Cope o 13TV, que la propaganda se las pague ellos, no la Iglesia. Idem a sus periodistas, que les pague el sueldo ellos.
Lo demás son cachetes de monja ursulina.
Totalmente de acuerdo. Y además, hacer, como he dicho mas arriba, una red de culto y sacramentos clandestina, desligada de los templos.
¡Ah! y no tener prisa en reabrir los monumentos al turismo.
Aún hay jueces en Berlín…
Irracional, arbitrario y abusivo fue el cierre de los templos y la privación de los sacramentos entre marzo y abril del año pasado, por primera vez en la historia. Eso fue el fin de la Iglesia Católica, que ya nunca podrá exigir nada a nadie, sin que alguien le abofetee con la contradicción.
El año pasado la Iglesia dejó morir a decenas de miles de sus hijos en España, y a cientos de miles o millones por todo el mundo, sin querer administrarles los sacramentos, ni reconfortarlos espiritualmente. La Iglesia nos cerró las puertas y se desentendió de nuestra suerte. Incluso cuando muchos laicos suplicamos que los clérigos volvieran a administrarnos los sacramentos y que nos permitieran tratar a Jesús sacramentado, la respuesta de la Iglesia Católica fue un rotundo «NO». La Iglesia decidió que los sacramentos ya no eran necesarios para la salvación el día 14 de marzo de 2020.
En los hospitales de mi ciudad, Burgos, no faltó nunca un sacerdote a dar la extremaunción a los enfermos de COVID. Si se le llamaba, claro. Que muchas familias se desentendieron de ello por completo.
Belzunegui, la Iglesia, no Bergoglio. Lo decidieron los sucesores de los apóstoles, que son los representantes legales de la Iglesia. Y cuando los representantes legales de una persona jurídica actúan en nombre de la misma, legalmente la que actúa es la persona jurídica. Fue la Iglesia la que, por una cobardía inédita en veinte siglos, prefirió la salud física de su clero a la salud anímica de sus fieles.