El Papa instituye la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Ancianos

Vatican Media
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Así lo anunció el Papa durante el ángelus de ayer: «Es importante que los abuelos se encuentren con sus nietos y que los nietos se encuentren con sus abuelos».

«El Espíritu Santo suscita aún hoy en los ancianos pensamientos y palabras de sabiduría: su voz es preciosa porque canta las alabanzas de Dios y guarda las raíces de los pueblos», comentó Francisco ayer tras el rezo del Ángelus en el Palacio Apostólico. «Nos recuerdan que la vejez es un regalo y que los abuelos son el eslabón entre las generaciones, para transmitir a los jóvenes experiencias de vida y de fe», añadió.

Su Santidad aseguró que a menudo se olvida a los abuelos y nosotros «olvidamos esta riqueza de preservar las raíces y transmitir». Por eso, el Santo Padre ha decidido instituir la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Ancianos, que se celebrará en toda la Iglesia cada año el cuarto domingo de julio, cerca de la fiesta de san Joaquín y santa Ana, «los “abuelos” de Jesús».

«Es importante que los abuelos se encuentren con sus nietos y que los nietos se encuentren con sus abuelos, porque —como dice el profeta Joel— los abuelos soñarán frente a sus nietos, tendrán ilusiones [grandes deseos], y los jóvenes, tomando fuerzas de sus abuelos, irán adelante, profetizarán», señaló el Papa.

Les ofrecemos las palabras del Papa, publicadas en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El pasaje evangélico de hoy (cf. Mc 1,21-28) relata un día típico del ministerio de Jesús, se trata concretamente de un sábado, día dedicado al descanso y la oración, la gente iba a la sinagoga. En la sinagoga de Cafarnaúm, Jesús lee y comenta las Escrituras. Su manera de hablar atrae a los presentes, que quedan asombrados porque demuestra una autoridad diferente a la de los escribas (v. 22). Además, Jesús se revela poderoso también en las obras. Así es, cuando un hombre en la sinagoga se vuelve contra él, llamándole el Santo de Dios, Jesús reconoce el espíritu maligno, le ordena que salga de ese hombre y lo expulsa (vv. 23-26).

Aquí vemos los dos elementos característicos de la acción de Jesús: la predicación y la obra taumatúrgica de curación: predica y cura. Ambos aspectos se destacan en el pasaje del evangelista Marcos, pero el que más sobresale es el de la predicación; el exorcismo se presenta para confirmar su “autoridad” singular y su enseñanza. Jesús predica con autoridad propia, como alguien que tiene una doctrina que procede de sí mismo, y no como los escribas que repetían tradiciones anteriores y leyes recibidas. Repetían palabras, palabras, palabras, solo palabras —como cantaba la gran Mina—. Eran así: solo palabras. En Jesús, en cambio, la palabra tiene autoridad, Jesús tiene autoridad. Y esto toca el corazón. La enseñanza de Jesús tiene la misma autoridad de Dios que habla; de hecho, con una sola orden libera fácilmente al poseído del maligno y lo cura. ¿Por qué? Porque su palabra obra lo que dice. Porque es el profeta definitivo. Pero, ¿por qué digo esto, qué es el profeta definitivo? Recordemos la promesa de Moisés. Dice Moisés: “Después de mí, más adelante, vendrá un profeta como yo —¡como yo!— que os enseñará” (cf. Dt 18,15). Moisés anuncia a Jesús como el profeta definitivo. Por eso [Jesús] no habla con autoridad humana, sino con autoridad divina, porque tiene el poder de ser el profeta definitivo, es decir, el Hijo de Dios que nos salva, nos sana a todos.

El segundo aspecto, el de las curaciones, muestra que la predicación de Cristo tiene como objetivo vencer el mal presente en el hombre y en el mundo. Su palabra apunta directamente contra el reino de Satanás, lo pone en crisis y lo hace retroceder, obligándolo a dejar el mundo. El poseído —ese hombre poseído, obseso—, tras la orden del Señor, es liberado y transformado en una nueva persona. Además, la predicación de Jesús pertenece a una lógica opuesta a la del mundo y del maligno: sus palabras se revelan como la alteración de un orden equivocado de las cosas. El diablo presente en el poseído, de hecho, grita cuando Jesús se acerca: «¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a arruinarnos?» (v. 24). Estas expresiones indican la total diferencia entre Jesús y Satanás: están en planos completamente diferentes; no hay nada en común entre ellos; son opuestos entre sí. Jesús, que tiene autoridad, que atrae a las personas con su autoridad, y también el profeta que libera, el profeta prometido que es el Hijo de Dios que sana. ¿Escuchamos las palabras autorizadas de Jesús? Siempre, no os olvidéis de llevar en el bolsillo o el bolso un pequeño Evangelio, para leerlo durante el día, para escuchar la palabra autorizada de Jesús. Y además, todos tenemos problemas, todos tenemos pecados, todos tenemos enfermedades espirituales. Pidamos a Jesús: “Jesús, tú eres el profeta, el Hijo de Dios, el que fue prometido para sanarnos. ¡Sáname!”. Pedir a Jesús la curación de nuestros pecados, de nuestros males.

La Virgen María guardó siempre en su corazón las palabras y los gestos de Jesús, y lo siguió con total disponibilidad y fidelidad. Que Ella nos ayude también a nosotros a escucharlo y seguirlo, para experimentar en nuestra vida los signos de su salvación.

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Pasado mañana, 2 de febrero, celebraremos la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, cuando Simeón y Ana, ambos ancianos, iluminados por el Espíritu Santo, reconocieron a Jesús como el Mesías. El Espíritu Santo suscita aún hoy en los ancianos pensamientos y palabras de sabiduría: su voz es preciosa porque canta las alabanzas de Dios y guarda las raíces de los pueblos. Nos recuerdan que la vejez es un regalo y que los abuelos son el eslabón entre las generaciones, para transmitir a los jóvenes experiencias de vida y de fe. A menudo se olvida a los abuelos y nosotros olvidamos esta riqueza de preservar las raíces y transmitir. Por eso he decidido instituir la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Ancianos, que se celebrará en toda la Iglesia cada año el cuarto domingo de julio, cerca de la fiesta de san Joaquín y santa Ana, los “abuelos” de Jesús. Es importante que los abuelos se encuentren con sus nietos y que los nietos se encuentren con sus abuelos, porque —como dice el profeta Joel— los abuelos soñarán frente a sus nietos, tendrán ilusiones [grandes deseos], y los jóvenes, tomando fuerzas de sus abuelos, irán adelante, profetizarán. Y precisamente el 2 de febrero es la fiesta del encuentro de abuelos con nietos.

Se celebra hoy el Día Mundial de la Lepra, iniciado hace más de sesenta años por Raoul Follereau y llevado adelante especialmente por las asociaciones inspiradas en su labor humanitaria. Expreso mi cercanía a quienes padecen esta enfermedad, y animo a los misioneros, agentes sanitarios y voluntarios comprometidos en su servicio. La pandemia ha confirmado lo necesario que es proteger el derecho a la salud de las personas más vulnerables: espero que los líderes de las naciones unan esfuerzos para curar a quienes padecen la enfermedad de Hansen y por su inclusión social.

Y saludo con cariño a los chicos y chicas de la Acción Católica de esta Diócesis de Roma —algunos de ellos están aquí—, reunidos de forma segura en las parroquias o conectados online, con motivo de la Caravana de la Paz. A pesar de la emergencia sanitaria, este año también, con la ayuda de padres y educadores y sacerdotes asistentes, han organizado esta maravillosa iniciativa. Siguen adelante con las iniciativas, ¡bien, muy bien! ¡Adelante, coraje! Sois estupendos, gracias. Y ahora escuchemos juntos el mensaje que algunos de ellos, aquí al lado, nos leerán en nombre de todos.

[Lectura del mensaje]

Normalmente, estos chicos traían globos para lanzarlos desde la ventana, pero hoy estamos encerrados aquí, no se puede hacer. ¡Pero el próximo año seguro que lo haréis!

Dirijo un cordial saludo a todos los que estáis conectados a través de los medios de comunicación. Os deseo a todos un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

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Comentarios
9 comentarios en “El Papa instituye la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Ancianos
  1. La pertinacia es virtud cuando sirve para el bien, pero no así cuando favorece el mal. El Papa Francisco se mantiene constante en su silencio ante la ideología de género que está destruyendo la familia. En todo su pontificado no ha dicho ni una sola palabra de condena contra esta perversión y se limita a cositas que no sirven para nada salvo para disimular y contentar a sus partidarios.

    1. Asumiendo por supuesto el papel que tienen los abuelos en la familia y en la educación católica, cuando muchas veces son los últimos bastiones de la práctica religiosa, sin embargo considero que el Papa Francisco, con su decisión de anunciar la institución de una jornada más de entre las muchísimas que ya tiene el año, y en la forma de hacerlo, lo que está haciendo es volver a mirar hacia otro lado, y moverse en el terreno de lo fácil, de lo que no le compromete, de lo que no le hace quedar mal ante la sociedad, pero que no sirve para el bien de los hombres.

  2. Y por cierto, la segunda lectura de ayer hablaba del celibato. Considero que en un momento como el actual en que muchos en la Iglesia lo atacan, hubiera sido oportuno que el Santo Padre dijera algo para defenderlo. (Como bien hizo por ejemplo Pío IX con la encíclica «Qui pluribus»).

  3. En estos momentos, más que convocar una jornada de los ancianos, lo que hace falta es un discurso claro con argumentos que desmonten la ideología de género. Pero Francisco se niega a hacerlo, con lo que está dejando a las familias abandonadas en manos del totalitarismo del lgtbi.

  4. Está bonito que haya un reconocimiento a nuestros mayores, que el mundo ignora y desprecia tan a menudo, pobrecillos. Los mayores me inspiran tanta ternura…supongo que por su vulnerabilidad, por su indefensión a veces,por su impotencia en un mundo que tecnológicamente les ha superado y en el que se sienten perdidos; porque muchos viven en el olvido, en el desprecio o en la escasez. Pobrecillos, a veces tan solos, tan ignorados…tan pobres. Me inspiran tanta ternura que me alegro que al menos tengan un día en el calendario cristiano que les represente, que les recuerde, que les de un nombre: nuestros abuelos, nuestros abuelitos. Que tengan un lugar en nuestros días, uno de 365 , qué poquita cosa y para muchas será la única en la que sentirse reconocidos.

    Está bonito, sí! me gusta.

  5. jeje se nota que es Argentino el pope. Allí hay día del padre, día de la madre, día de los abuelos, día de los tíos, día del niño, día del estudiante, día de la secretaria, día del médico, día del odontólogo, etc etc «ad infinitum» ¿Cómo no se va a contagiar de ésta costumbre que lleva en las venas?

  6. Será la ocasión ideal para relanzar la campaña por el cardenalato del «Padre» Ángel, que lleva años celebrando esa jornada.
    Vistos algunos de los cardenalatos otorgados (no me gusta la palabra «crear» para referirse a eso), no me extrañaría lo más mínimo.
    Si así sucediese supongo que el «premiado» declinará semejante honor por la sencilla razón de que ya no podría lucir esa corbata roja que parece consustancial a su persona

    1. Lo del padre Ángel es una corbata cardenalicia o de empleado del banco demoníaco Santander. Posiblemente se le proponga la birreta junto al father Martin que ya viene haciendo méritos desde hace años.

  7. Me encantaría conocer los nombres reales de quienes escriben,son muy cobardes y se animan a decir tantas animaladas opq los protege el anonimato.Podrían decir las mismas cosas de manera educada.hablan mucho de antes del Concilio y son,ordinarios y groseros como después del Concilio(según uds)En Misa se deben comportar como ejemplares católicos y en sus casas deben ser unos borrachines,groseros y poco colaboradores…..sépanlo…….son obsesivos,monotemáticos

    Duc,yo soy argentina y no me parece mal celebrar estas cosas,mientras no celebren el día de los comentaristas irrespetuosos,está todo bien

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