El Papa: «El tiempo durante el que podemos acoger la redención es breve»

Vatican Media
|

La salvación no es automática, dijo el Papa, «la salvación es un don de amor, y como tal, ofrecido a la libertad humana». «Un amor sin libertad no es amor. Puede ser interés, puede ser miedo, muchas cosas. Pero el amor siempre es libre. Y, siendo libre, requiere una respuesta libre: requiere nuestra conversión», señaló.

«Esta es la conversión: cambiar de mentalidad y cambiar de vida, no seguir más los modelos del mundo, sino el de Dios, que es Jesús, como hizo Jesús y como Él nos enseñó. Es un cambio decisivo de visión y de actitud», explicó Francisco.

El pecado trajo al mundo una mentalidad que tiende a la afirmación de uno mismo contra los demás, e incluso contra Dios, indicó el Santo Padre. «Vemos lo que sucede con el engaño y la violencia: codicia, deseo de poder y no de servicio, guerras, explotación de la gente… Esta es la mentalidad del engaño, que ciertamente tiene su origen en el padre del engaño, el gran mentiroso, el diablo. Él es el padre de la mentira, así lo define Jesús», aseguró Su Santidad.

«Para cada uno de nosotros, el tiempo durante el que podemos acoger la redención es breve: es la duración de nuestra vida en este mundo. Es breve», advirtió. La vida es un don del infinito amor de Dios, «pero es también el tiempo de verificación de nuestro amor por Él». «Por eso, cada momento, cada instante de nuestra existencia es un tiempo precioso para amar a Dios y para amar al prójimo, y así entrar en la vida eterna», dijo.

Después del rezo del Ángelus, Francisco pidió oraciones por un sin techo que murió cerca del Vaticano el pasado 20 de enero.

«El pasado 20 de enero, a pocos metros de la Plaza de San Pedro, fue encontrado muerto a causa del frío un sintecho nigeriano de 46 años, llamado Edwin. Su historia se añade a la de otros muchos sintechos recientemente fallecidos en Roma en las mismas circunstancias dramáticas. Recemos por Edwin. Que nos sirva de advertencia lo que dijo San Gregorio Magno que, ante la muerte por frío de un mendigo, afirmó que ese día no se celebrarían Misas, porque era como el Viernes Santo. Pensemos en Edwin. Pensemos qué sintió este hombre, de 46 años, en el frío, ignorado por todos, abandonado, también por nosotros. Recemos por él».

Les ofrecemos las palabras del Papa, publicadas en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El pasaje evangélico de este domingo (cf. Mc 1,14-20) nos muestra el “paso del testigo” —por así decir— de Juan el Bautista a Jesús. Juan ha sido su precursor, le ha preparado el terreno y le ha preparado el camino: ahora Jesús puede iniciar su misión y anunciar la salvación ya presente: Él es la salvación. Su predicación se sintetiza en estas palabras: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el Evangelio» (v. 15). Simplemente. Jesús no usaba medias palabras. Es un mensaje que nos invita a reflexionar sobre dos temas esenciales: el tiempo y la conversión.

En este texto del evangelista Marcos, hay que entender el tiempo como la duración de la historia de la salvación realizada por Dios; por tanto, el tiempo “cumplido” es aquel en el que esta acción salvífica llega a su culmen, a su plena actuación: es el momento histórico en el que Dios ha enviado al Hijo al mundo y su Reino se ha hecho más “cercano” que nunca. Se ha cumplido el tiempo de la salvación porque ha llegado Jesús.

Sin embargo, la salvación no es automática; la salvación es un don de amor, y como tal, ofrecido a la libertad humana. Siempre, cuando se habla de amor, se habla de libertad. Un amor sin libertad no es amor. Puede ser interés, puede ser miedo, muchas cosas. Pero el amor siempre es libre. Y, siendo libre, requiere una respuesta libre: requiere nuestra conversión. Es decir, se trata de cambiar de mentalidad. Esta es la conversión: cambiar de mentalidad y cambiar de vida, no seguir más los modelos del mundo, sino el de Dios, que es Jesús, como hizo Jesús y como Él nos enseñó. Es un cambio decisivo de visión y de actitud. De hecho, el pecado —sobre todo el pecado de la mundanidad, que es como el aire, está por todas partes— trajo al mundo una mentalidad que tiende a la afirmación de uno mismo contra los demás, e incluso contra Dios. Esto es curioso: ¿cuál es tu identidad? Muchas veces sentimos que en el espíritu del mundo se expresa la propia identidad con términos “contra”. En el espíritu del mundo es difícil expresar la propia identidad con términos positivos y de salvación. Se hace contra los demás y contra Dios. Y  a este fin, la mentalidad del mundo, la mentalidad del pecado, no duda en usar el engaño y la violencia. El engaño y la violencia. Vemos lo que sucede con el engaño y la violencia: codicia, deseo de poder y no de servicio, guerras, explotación de la gente… Esta es la mentalidad del engaño, que ciertamente tiene su origen en el padre del engaño, el gran mentiroso, el diablo. Él es el padre de la mentira, así lo define Jesús.

A todo ello se opone el mensaje de Jesús, que nos invita a reconocernos necesitados de Dios y de su gracia; a mantener una actitud equilibrada frente a los bienes terrenos; a ser acogedores y humildes con todos; a conocernos y realizarnos a nosotros mismos mediante el encuentro y el servicio a los demás. Para cada uno de nosotros, el tiempo durante el que podemos acoger la redención es breve: es la duración de nuestra vida en este mundo. Es breve. Quizá parezca larga… Yo recuerdo que una vez fui a impartir los Sacramentos, la Unción de los enfermos, a un anciano muy bueno, muy bueno y él en ese momento, antes de recibir la Eucaristía y la Unción de los Enfermos, me dijo esta frase: “La vida se me ha pasado volando”; como diciendo: yo creía que era eterna, pero… “la vida se me ha pasado volando”. Así sentimos nosotros, los ancianos, la vida que se fue. Se va. Y la vida es un don del infinito amor de Dios, pero es también el tiempo de verificación de nuestro amor por Él. Por eso, cada momento, cada instante de nuestra existencia es un tiempo precioso para amar a Dios y para amar al prójimo, y así entrar en la vida eterna.

La historia de nuestra vida tiene dos ritmos: uno, medible, hecho de horas, días, años; el otro, compuesto por las estaciones de nuestro desarrollo: nacimiento, infancia, adolescencia, madurez, vejez, muerte. Cada tiempo, cada fase, tiene un valor proprio y puede ser momento privilegiado de encuentro con el Señor. La fe nos ayuda a descubrir el significado espiritual de estos tiempos: cada uno de ellos contiene una llamada especial del Señor, a la que podemos dar una respuesta positiva o negativa. En el Evangelio vemos como respondieron Simón, Andrés, Santiago y Juan: eran hombres maduros, tenían su trabajo de pescadores, tenían la vida en familia… Y, sin embargo, cuando Jesús pasó y los llamó, «enseguida dejaron las redes y lo siguieron» (Mc 1,18).

Queridos hermanos y hermanas, estemos atentos y no dejemos pasar a Jesús sin recibirlo. San Agustín decía: “Tengo miedo de Dios cuando pasa”. ¿Miedo de qué? De no reconocerlo, de no verlo de no acogerlo.

Que la Virgen María nos ayude a vivir cada día, cada momento, como tiempo de salvación en el que el Señor pasa y nos llama a seguirlo, cada uno según su propia vida. Y nos ayude a convertirnos de la mentalidad del mundo, esa de las fantasías del mundo que son fuegos artificiales, a la del amor y del servicio.

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Este domingo está dedicado a la Palabra de Dios. Uno de los grandes dones de nuestro tiempo es el redescubrimiento de la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia, a todos los niveles. La Biblia nunca ha sido tan accesible a todos como hoy: en todas las lenguas y ahora también en los formatos audiovisuales y digitales. San Jerónimo, de quien he recordado hace poco el 16° centenario de la muerte, dice que quien ignora la Escritura ignora a Cristo (cfr. In Isaiam Prol.). Y viceversa, es Jesucristo, el Verbo hecho carne, muerto y resucitado, el que nos abre la mente a la comprensión de las Escrituras (cfr. Lc 24,45). Esto sucede especialmente en la Liturgia, pero también cuando rezamos solos o en grupo, especialmente con el Evangelio y con los Salmos. Doy las gracias a las parroquias y les animo en su esfuerzo constante por educar a la escucha de la Palabra de Dios. ¡Que nunca nos falte la alegría de sembrar el Evangelio! Y repito otra vez: tengamos la costumbre, tened la costumbre de llevar siempre un pequeño Evangelio en el bolsillo, en el bolso, para poderlo leer durante la jornada, al menos tres o cuatro versículos. El Evangelio siempre con nosotros.

El pasado 20 de enero, a pocos metros de la Plaza de San Pedro, fue encontrado muerto a causa del frío un sintecho nigeriano de 46 años, llamado Edwin. Su historia se añade a la de otros muchos sintechos recientemente fallecidos en Roma en las mismas circunstancias dramáticas. Recemos por Edwin. Que nos sirva de advertencia lo que dijo San Gregorio Magno que, ante la muerte por frío de un mendigo, afirmó que ese día no se celebrarían Misas, porque era como el Viernes Santo. Pensemos en Edwin. Pensemos qué sintió este hombre, de 46 años, en el frío, ignorado por todos, abandonado, también por nosotros. Recemos por él.

Mañana por la tarde, en la Basílica de San Pablo Extramuros, celebraremos las Vísperas de la fiesta de la Conversión de San Pablo, como conclusión de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, junto con los representantes de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales. Os invito a uniros espiritualmente a nuestra oración.

Hoy es también la memoria de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas. Ayer fue difundido el Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, titulado “«Ven y lo verás» (Jn 1,46). Comunicar encontrando a las personas donde están y como son”. Exhorto a todos los periodistas y comunicadores a “ir y ver”, incluso allí donde nadie quiere ir, y a testimoniar la verdad.

Dirijo un cordial saludo a vosotros, los que estáis conectados a través de los medios de comunicación. Un recuerdo y una oración van a las familias que viven más dificultades en este periodo. ¡Ánimo, sigamos adelante! Oremos por estas familias y, en la medida de lo posible, estemos cerca de ellas.

Os deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

Ayuda a Infovaticana a seguir informando

Comentarios
14 comentarios en “El Papa: «El tiempo durante el que podemos acoger la redención es breve»
  1. Francisco todo lo carga sobre la santa misa. Culpa en sus discursos a los católicos y les exige que no vayan a misa. Muere un mendigo y nadie es responsable; ni sus adorados políticos, ni la sociedad que ensalza, ni la familia del mendigo: los únicos que tienen que pagar son los católicos y que cese su memorial del sacrificio del Señor. Blanco y en botella.

      1. Muy bien dicho Lector.
        Si hubiera que suspender la misa por cada muerte evitable nunca celebraríamos.
        Y además en tiempos de San Gregorio Magno no había 150 abortos diarios en la ciudad de Roma como ocurre ahora. (Por cierto, si San Gregorio fuera el Papa actual, estoy seguro que estaría condenando el aborto, cosa que se niega a hacer Francisco).

  2. «Rezad por mí». Juego de palabras polisémico a los que tan aficionados son los modernos jesuitas modernistas.

    Con esta expresión puede estar pidiendo que en las oraciones de los fieles, estos lo tengan presente.

    O puede estar pidiendo que lo hagan en su lugar, como cuando alguien pide ser sustituido en cualquier tarea, aduciendo imposibilidad, pereza o desgana.

    «No sé», que diría el ínclito.

  3. No soy profeta pero ya anuncié hace dos días que Francisco en sus palabras del domingo no diría ni una sola palabra de condena a la iniciativa de Biden sobre el aborto. Y acerté. Era previsible.

    1. Francisco nunca habla del aborto. No quiere hacerlo. Es de un cinismo incalificable que Francisco se niegue a defender a los millones de seres humanos que cada año son asesinados antes de nacer y en cambio se haga portavoz de Edwin.

  4. Es significativo que al obispo de El Paso que se unió al BLM el Papa le llamó para felicitarle, y en cambio a los activistas pro vida no les anima. Muere accidentalmente un inmigrante nigeriano en Roma, y enseguida lo saca a relucir, y en cambio cada día en el mundo asesinan a centenares de miles de seres humanos con el aborto, y Su Santidad guarda silencio.

  5. Es que para el jefe, no hay ninguna muerte en el aborto, hay «cancelación» de una vida. Ya lo dijo, es un tema «humano» que hay que esperar que los científicos decidan si hay vida no intrauterina.

  6. “todo niño que se anuncia en el vientre de una mujer es un regalo, que cambia la historia de una familia: de un padre y una madre, de abuelos y hermanos. Y este niño necesita ser bienvenido, amado y cuidado. ¡Siempre!».
    «Sólo dos frases nos ayudarán a entenderlo bien, dos preguntas. Primera pregunta: ¿es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema? Segunda pregunta: ¿Es lícito encargar un sicario para resolver un problema? A ustedes la respuesta. Este es el punto. No hay volcar sobre lo religioso sobre algo que concierne lo humano, ¿eh? No es lícito. Jamás, jamás, eliminar una vida humana ni encargar a un asesino a sueldo para resolver un problema”.
    Papa: la vida humana es inviolable, no a diagnóstico prenatal para abortar.

    Hay más textos del Papa condenando el aborto, espero que estos los sepan leer, para no seguir repartiendo falsedades.

    Urgentes acciones pastorales incisivas

    1. Perdón, Argia. El Pa pa utiliza la palabra » cancelar» en vez de «eliminar» Por favor, dirigirse al video de la entrevista y efectuar la traducción. Gracias

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 caracteres disponibles