¿Qué está pasando en la diócesis de Ciudad Rodrigo?

|

Un importante sacerdote de la diócesis castellana lamenta que lleven dos años sin obispo.

La diócesis de Ciudad Rodrigo, la más pequeña de España, lleva dos años sin obispo -al anterior, Raúl Berzosa, el Papa le aceptó la renuncia en enero de 2019 con tan sólo 61 años- y actualmente tiene un Administrador Apostólico en Jesús García Burillo, emérito de Ávila.

Ante la ausencia de una decisión para con la diminuta diócesis, y ante los rumores de una posible disolución de la misma, Tomás Muñoz Porras, ex vicario general de la diócesis y párroco de San Andrés ha escrito una carta abierta en la que lamenta la situación.

Según el sacerdote, prolongar por dos años esta situación de tránsito «lesiona a la institución». «Dos años sin obispo y nadie dice nada, nadie da una razón, todo son rumores y solo rumores. Silencio en los ámbitos eclesiales y en los civiles. Es como si esta pequeña y amada Iglesia no tuviera voz ni defensa», lamenta el párroco mirobrigense.

Una Iglesia «requiere “su obispo”, así como el obispo requiere de “su Iglesia”; de modo que se produce entre ambos una unión esponsal, un vínculo de amor tan fuerte, que ambos se cuidan entre sí», asegura.

«¿Será que van a eliminar la Diócesis? Se preguntan algunos. ¿Será que la van a unir a Salamanca? Opinan  otros», señala el sacerdote. «¿Pero es posible, pensamos algunos, eliminar una Iglesia buena, hermosa y centenaria, en el silencio, en medio de un mar de rumores? ¿Será posible tomar la decisión más importante en la historia de la Iglesia Civitatense cuando se encuentra en la situación más triste y frágil, sin “su Obispo residencial”, sin el esposo y sin una sola palabra para sus hijos? ¿Sería este el respeto debido a la dignidad hacia una centenaria Iglesia Particular?», se pregunta.

Dicen los rumores, explica el sacerdote, «que va a desaparecer porque es pequeña, porque tiene pocos habitantes». Reconoce que la diócesis es pequeña, pobre y humilde; pero, ¿cómo es posible que la pequeñez, la pobreza y la humildad, que son una CLARA Y ABSOLUTA OPCIÓN PREFERENTE del Evangelio de nuestro Señor Jesús, sea ahora causa de males y desgracias para nosotros, sea causa de castigo para esta Iglesia y su tierra?», se pregunta el párroco.

«Y todo, en medio de un silencio que produce escalofrío. Un silencio denso que nos acompaña y nos envuelve», lamenta.

«Este silencio tan elocuente nos revela que a nuestra Iglesia Civitatense le falta un defensor que mire con ardor y firmeza por sus intereses. Y este defensor solo puede ser quien corresponde: “SU” OBISPO PROPIO, ESPOSO, PASTOR Y PADRE», afirma el ex vicario general de la diócesis.

Comunicado del sacerdote de Ciudad Rodrigo:

¡SURGERE, CIVITAS!

 

                                              “Morimos el día en el que guardamos

                                                Silencio ante las cosas que importan.”

Martin Luther King.

Hace dos años que la Iglesia Particular de Ciudad Rodrigo está sin su obispo residencial y, aunque está pastoralmente servida gracias a la presencia de Mons. D. Jesús García Burillo, Administrador Apostólico, no es la situación más propia y adecuada. Prolongar por dos años esta situación de tránsito, lesiona a la institución.

Un silencio profundo y prolongado se cierne en torno a esta pequeña Iglesia diocesana. Dos años sin obispo y nadie dice nada, nadie da una razón, todo son rumores y solo rumores. Silencio en los ámbitos eclesiales y en los civiles. Es como si esta pequeña y amada Iglesia no tuviera voz ni defensa.

Cuando repasamos la historia de nuestra Iglesia Civitatense, observamos que las mayores calamidades que ha sufrido se han producido cuando se encontraba sin Obispo residencial propio (en sede vacante o en Administración Apostólica). Porque una Iglesia requiere “su obispo”, así como el obispo requiere de “su Iglesia”; de modo que se produce entre ambos una unión esponsal, un vínculo de amor tan fuerte, que ambos se cuidan entre sí. Mirarán el uno por el otro para proteger y alentar a sus hijos, que somos nosotros: los fieles hijos de la Iglesia que peregrinan en estas tierras del oeste salmantino, junto a su Señor.

Ochocientos años de historia hacen de nuestra pequeña Iglesia una Gran Madre que ha mantenido vivo el EVANGELIO DEL SEÑOR en esta parte de los antiguos reinos de Castilla y de León. Y esta historia larga y hermosa le da una dignidad que cualquier hijo fiel de la Iglesia sabe y debe admirar y respetar.

 Pues bien, esta Iglesia nuestra lleva dos años sin “su” obispo. ¿Por qué? Nada se sabe. Todo son rumores, y si alguien sabe algo, no lo comunica, se mantiene en secreto.

Y todos nosotros guardando un largo y frio silencio, porque parece como si el silencio se apoderase de nuestra Diócesis.

¿Será que van a eliminar la Diócesis? Se preguntan algunos. ¿Será que la van a unir a Salamanca? Opinan  otros.

¿Pero es posible, pensamos algunos, eliminar una Iglesia buena, hermosa y centenaria, en el silencio, en medio de un mar de rumores? ¿Será posible tomar la decisión más importante en la historia de la Iglesia Civitatense cuando se encuentra en la situación más triste y frágil, sin “su Obispo residencial”, sin el esposo y sin una sola palabra para sus hijos? ¿Sería este el respeto debido a la dignidad hacia una centenaria Iglesia Particular?

Dicen los rumores que va a desaparecer porque es pequeña, porque tiene pocos habitantes (incluso en su discurso rebajan la población real de la diócesis), sin embargo más de un centenar de diócesis y Administraciones apostólicas tienen menos fieles que la nuestra. En todo caso, si esta fuera la única causa, aún estaríamos más asombrados, porque, en efecto, es una Diócesis pequeña, pobre y humilde. Sí, es cierto.

Pequeña, porque a lo largo de los siglos le han arrebatado sus territorios, la han desmembrado sin consideración, porque nunca fue fuerte ni poderosa.

Pobre, porque vivimos en el oeste del oeste de España, la zona más pobre y deprimida del país, en las tierras de la frontera.

Humilde, porque nunca fue “importante”, porque siempre es la última, la que no cuenta… pero no importa. No nos importa, porque debemos aceptarnos en la pequeñez.

Sin embargo, ¿cómo es posible que la pequeñez, la pobreza y la humildad, que son una CLARA Y ABSOLUTA OPCIÓN PREFERENTE del Evangelio de nuestro Señor Jesús, sea ahora causa de males y desgracias para nosotros, sea causa de castigo para esta Iglesia y su tierra? En estas tierras pobres, que se siguen empobreciendo en población (y en todo), ahora también le arrebatan instituciones “de vida” tan importantes y antiguas como la propia Diócesis.

Y todo, en medio de un silencio que produce escalofrío. Un silencio denso que nos acompaña y nos envuelve.

Hace dos años nuestra Iglesia Diocesana de Ciudad Rodrigo está en una frágil situación de orfandad, y este prolongado silencio nos revela, con certeza, que le falta quien le de voz, ante los responsables de la Conferencia Episcopal y de la Santa Sede de Roma. Darle voz para expresar y exponer sus inquietudes, sus problemas, sus gozos, sus planes pastorales de futuro y la vida diaria de sus hijos diseminados por todos sus pueblos.

Este silencio tan elocuente nos revela que a nuestra Iglesia Civitatense le falta un defensor que mire con ardor y firmeza por sus intereses. Y este defensor solo puede ser quien corresponde: “SU” OBISPO PROPIO, ESPOSO, PASTOR Y PADRE.

En medio de este “silencio ensordecedor”, junto a la Virgen querida de la Peña de Francia, a la que nos encomendamos todos, solo puedo decir:

                               ¡SURGERE, CIVITAS!

 

En Ciudad Rodrigo a 6 de Enero, en la Solemnidad de la Epifanía de Nuestro Señor del año 2021.

Tomás Muñoz Porras, sacerdote diocesano.

Ayuda a Infovaticana a seguir informando

Comentarios
4 comentarios en “¿Qué está pasando en la diócesis de Ciudad Rodrigo?
  1. Berzosa está trabajando en el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización y viviendo en el Colegio de Montserrat de via Giulia.

    Sinceramente, no veo mucho sentido a mantener toda la estructura que supone una diócesis para un territorio y población tan pequeña, únicamente por razones históricas. En Italia llevan ya dos o tres fusiones de diócesis, para centralizarlas en ciudades más grandes, lo cual no significa la desaparición de la iglesia o la vida parroquial del mundo rural, simplemente su reorganización o la optimización de personas y recursos. Lo cual es lógico, teniendo en cuenta que los recursos de la Iglesia son limitados.

  2. Está claro que esperan al relevo del actual Obispo de Salamanca, que ya ha presentado su renuncia al Papa, para nombrar un solo obispo para ambas diócesis.

  3. Juaco, le disculpo si no conoce la situación y no sabe de lo que habla. Pero, por favor explíqueme eso de que «no hay materia».
    Un saludo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 caracteres disponibles