Obispos de Extremadura: «No puede prohibirse la comunión en la boca»

Vatican Media
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Los obispos de Extremadura han enviado un mensaje a los fieles de las diócesis de esta región para «compartir las preocupaciones del momento presente», invitar a vivir este momento desde la «responsabilidad social y eclesial» e indicar algunas recomendaciones.

El comunicado dedica un capítulo importante a la santa misa. «Después de los meses en los que estuvieron cerrados los templos al culto público y de la posterior limitación de los aforos, ahora invitamos a todos a volver con alegría a la casa del Señor para encontrar en la Eucaristía y en los demás sacramentos el alimento de nuestra vida cristiana. No es prudente suplir, más allá del tiempo necesario, la participación personal en la liturgia eclesial con otros medios excepcionales, por ejemplo telemáticos», recomiendan los prelados.

Los obispos señalan que «hay que evitar restricciones arbitrarias o que se limiten los derechos de los fieles». En concreto mencionan la forma de comulgar: «por más que sea preferible la comunión en la mano por razón de la situación, no puede prohibirse la comunión en la boca, como ha ocurrido en algunas ocasiones, a veces incluso cuando el fiel estaba ya a punto de recibirla». «Confiamos al buen sentido pastoral de los sacerdotes que procuren fórmulas que permitan vivir con paz y sin tensión un momento como ése, de particular intensidad espiritual», alientan los obispos extremeños.

Les ofrecemos el mensaje completo de los obispos extremeños:

El arzobispo de Mérida-Badajoz, el obispo de Plasencia y el Administrador Diocesano de Coria-Cáceres decidimos, en nuestra reunión ordinaria de la Provincia Eclesiástica del pasado día 9 de octubre, enviar este Mensaje a las comunidades eclesiales y, en general, a los fieles de nuestras diócesis. Conscientes de que el Señor nos ha encargado el cuidado del pueblo de Dios, con particular esmero en las actuales circunstancias, además de hacer llegar a todos nuestro saludo de paz y de bien, queremos compartir las preocupaciones del momento presente, invitar a vivirlo desde la responsabilidad social y eclesial e indicar algunas recomendaciones que nos parecen necesarias en la actual situación. 

1. Somos vulnerables

Probablemente es la lección primera de esta crisis. No es que no lo supiéramos, pero la covid-19 nos ha hecho tomar conciencia de esta gran verdad de nuestra vida. No somos dioses, ni inmortales ni todopoderosos. Llevamos nuestra existencia en frágiles vasijas de barro que, al primer descuido, se caen y se rompen. Un virus, prácticamente invisible si no es a la lente del microscopio, puede acabar con millones de vidas humanas. 

Como consecuencia de ello, todos hemos experimentado desconcierto, desánimo, incertidumbre e incluso miedo. ¿Puede ser de otra manera cuando hemos sido visitados por este cortejo de desdichas: la enfermedad en cuanto tal, el dolor en las familias, la pobreza económica como consecuencia de la pérdida del trabajo y, finalmente, la misma muerte? 

La conciencia de nuestra vulnerabilidad, si es asumida con madurez humana y cristiana, ofrece la posibilidad de encarar las dificultades de una manera nueva, hasta el punto de que podemos hacer nuestras las palabras del apóstol Pablo: “cuando (reconozco que) soy débil, entonces soy fuerte” (2Corintios 12,10). Ojalá que nosotros podamos adquirir esta fortaleza interior para vivir el momento presente con plenitud de sentido. 

2. La comunidad cristiana, casa de comunión y solidaridad

Durante esta emergencia sanitaria hemos experimentado de forma palmaria que no podemos ni debemos vivir solos. Somos hermanos y estamos hechos para el encuentro y la comunión.

Hemos podido comprobar que las comunidades eclesiales son un espacio privilegiado para fortalecer, por una parte, la comunión hacia dentro y, por otra, el compromiso con las personas que están siendo más vulnerables en la actual situación de pandemia, creando una auténtica “cultura del encuentro”. 

En los días más tristes y aciagos del confinamiento pudimos percibir como rayos de luz tantísimos gestos que nos llegaban de nuestros familiares y amigos y, al mismo tiempo, pudimos sentir también como hermanos a los sanitarios, a los miembros de las fuerzas del orden, a los transportistas y otros trabajadores, así como a los voluntarios afanados en cualquier tarea de servicio a los demás.

De esta forma, se dio la paradoja de que estábamos físicamente aislados pero espiritualmente conectados, sabiéndonos miembros de una comunidad.

Aprovechamos esta ocasión para reconocer y agradecer a todas las instituciones y grupos eclesiales que han generado diversas iniciativas de solidaridad. Caritas, los servicios asistenciales de las parroquias y otros muchos colectivos eclesiales han dado y siguen dando respuestas de una generosidad extrema en la atención a quienes más lo necesitan.

3. Volver a las iglesias con alegría

Después de los meses en los que estuvieron cerrados los templos al culto público y de la posterior limitación de los aforos, ahora invitamos a todos a volver con alegría a la casa del Señor para encontrar en la Eucaristía y en los demás sacramentos el alimento de nuestra vida cristiana. No es prudente suplir, más allá del tiempo necesario, la participación personal en la liturgia eclesial con otros medios excepcionales, por ejemplo telemáticos.

Por otra parte, hay que evitar restricciones arbitrarias o que se limiten los derechos de los fieles. En concreto, por más que sea preferible la comunión en la mano por razón de la situación, no puede prohibirse la comunión en la boca, como ha ocurrido en algunas ocasiones, a veces incluso cuando el fiel estaba ya a punto de recibirla. Confiamos al buen sentido pastoral de los sacerdotes que procuren fórmulas que permitan vivir con paz y sin tensión un momento como ése, de particular intensidad espiritual.

Queremos agradecer expresamente a los sacerdotes y a los fieles el esfuerzo realizado por adecuar los espacios litúrgicos y el comportamiento de todos a las indicaciones sanitarias, consiguiendo, de esta forma, celebraciones seguras, gozosas y bien dispuestas, como corresponde a la casa del Señor.

Esta misma voluntad de crear espacios seguros, serenos y fraternos es la que tiene que animar la organización de las catequesis y de otros encuentros pastorales, según las indicaciones ofrecidas a este respecto por nuestras diócesis. 

En el dinamismo al que nos invita el Papa en su encíclica Fratelli Tutti, especialmente en el capítulo segundo, animamos a que nuestras comunidades parroquiales sean oasis de misericordia, activas en la rehabilitación y el auxilio de nuestras ciudades y pueblos extremeños, incansables en la labor de incluir, integrar, levantar al caído, haciéndonos “próximos” de quien nos necesita.

4. Comportarse con responsabilidad

Metidos de lleno en lo que se ha dado en llamar “la segunda ola”, la evolución de la situación en estos últimos meses nos obliga a recordar a todos la responsabilidad con la que hemos de vivir la situación presente, procurando un comportamiento sensato, prudente pero sin miedo, capaz de encontrar los medios oportunos para cuidar la salud propia, pero también la de los hermanos. Y no sólo la salud física sino también la psicológica y la espiritual.

Así, por ejemplo, cuando se nos está hablando de la distancia social o  interpersonal, además del valor propiamente sanitario, este comportamiento supone un alto grado de responsabilidad, pues esa distancia no supone ruptura o separación sino, más bien, respeto y consideración al otro, de cuya salud y bienestar yo he de sentirme responsable. Este cuidado termina siendo una forma exquisita de caridad. Se crea, en fin, una cadena de cuidados, que empieza por uno mismo, sigue por los otros y termina en el cuidado de la entera creación, completando así el círculo de lo que el papa Francisco ha calificado, en su encíclica Laudato si’, como “ecología integral”.

Animamos, pues, al cumplimiento responsable de las normas dictadas por las autoridades sanitarias en su vocación de servicio a la sociedad y, en tal sentido, merecedoras del reconocimiento y gratitud de todos los ciudadanos, que esperan de ellas transparencia y unidad. Como ha recordado recientemente el papa Francisco en su encíclica Fratelli Tutti, “la grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo” (núm. 178). 

5. Vivir la esperanza

La crisis actual puede ahondar una sutil especie de fatiga, que podríamos llamar “cansancio de la esperanza”, un cansancio paralizante que a veces pone en duda la viabilidad misma de la vida cristiana en el momento presente y hace que se instale un gris pragmatismo y comodidad en las comunidades y en los propios sacerdotes.

Creemos, sin embargo, que es la hora de todo lo contrario. Los Consejos pastorales parroquiales son un espacio privilegiado para buscar, entre todos, caminos audaces para revitalizar la tarea evangelizadora. Con esta crisis debería abrirse un tiempo nuevo. En su carta del día 31 de mayo a los sacerdotes de Roma el Santo Padre decía: 

“La fe nos permite una realista y creativa imaginación capaz de abandonar la lógica de la repetición, sustitución o conservación; nos invita a instaurar un tiempo siempre nuevo: el tiempo del Señor”.

Como “aviso para navegantes”, en su reciente encíclica Fratelli Tutti Francisco advierte: 

“Olvidamos rápidamente las lecciones de la historia, «maestra de vida». Pasada la crisis sanitaria, la peor reacción sería la de caer aún más en una fiebre consumista y en nuevas formas de autopreservación egoísta. Ojalá que al final ya no estén “los otros”, sino sólo un “nosotros”. Ojalá no se trate de otro episodio severo de la historia del que no hayamos sido capaces de aprender. Ojalá no nos olvidemos de los ancianos que murieron por falta de respiradores, en parte como resultado de sistemas de salud desmantelados año tras año. Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras que hemos creado” (núm. 35).

6. La mirada de la fe: una realidad nueva

No podemos terminar sin la invitación a poner nuestra confianza en el Señor, para “no afligirnos como personas sin esperanza” (1Tesalonicenses 4,13)

Los desterrados que volvían a Sion desde Babilonia, probablemente con más pena que gloria, esperaban signos y portentos como los que, según su tradición, habían acaecido en el éxodo, a la salida de Egipto. Por eso el profeta les tiene que advertir: “No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo”. En lugar de mirar hacia atrás, el Señor los invita a mirar adelante: “Mirad que realizo algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notáis?” (Isaías 43,18). ¿No será también la advertencia que el Señor nos hace aquí y ahora?

Por eso, confiamos en que, a pesar de los estragos de este maldito virus, podremos sentir real y cierto el anuncio del Señor: “Mira, yo hago nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21,5). Ese grito de victoria viene inmediatamente después de estas palabras: 

“Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto, ni dolor, porque lo primero ha desaparecido” (versículo 4).

Creemos que “para los que aman a Dios todo les sirve para el bien” (Romanos 8, 28), hasta el punto de que esperamos el “milagro” de que un virus tan inhumano termine por servirnos para ser más humanos y más hermanos.

No apoyamos, pues, nuestra esperanza en un fatuo cálculo de probabilidades ni en la estadística de los números. Nuestra esperanza está en Dios, en su amor, en su misericordia. A Él confiamos también a los científicos e investigadores que trabajan por encontrar una vacuna o una terapia eficaz, así como a los responsables políticos, económicos y sociales que buscan soluciones que mitiguen las secuencias negativas de la pandemia.

En estos meses hemos vuelto muchas veces nuestro recuerdo a Santa María de Guadalupe, patrona de Extremadura, “vida, dulzura y esperanza nuestra” para que nos muestre, una vez más, a Jesús, “fruto bendito de tu vientre. Amén”.

Con nuestro afecto y bendición.

✠ Celso Morga Iruzubieta
Arzobispo de Mérida-Badajoz

✠ José L. Retana Gozalo
Obispo de Plasencia

Diego Zambrano López
Administrador Diocesano de Coria-Cáceres

Badajoz/Cáceres/Plasencia, 19 de octubre de 2020,  fiesta de San Pedro de Alcántara, patrono de Extremadura.

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Comentarios
16 comentarios en “Obispos de Extremadura: «No puede prohibirse la comunión en la boca»
  1. Ganas de crearles problemas a los curas buenos que están al pie del cañón….
    Estamos en una SITUACIÓN EXTRAORDINARIA y debemos echar mano de MEDIOS EXTRAIRDINARIOS…..
    Quien no lo entienda es que NO TIENE DOS DEDOS DE FRENTE…
    En fin…..

    1. De la misma manera que se cerraron Iglesias de marzo hasta a Mayo, sin ningún motivo sanitario, también algunos obispos han prohibido la comunion en la boca sin motivos sanitarios.
      El gobierno nunca pidió el cierre de Iglesias y muchos obispos lo hicieron, ¿por pánico, ignorancia, para quedar bien, etc? Ellos sabrán sus sinrazones.
      Hay varias declaraciones de médicos asegurando que la comunión en la boca no es más contagiosa que la mano. Ningún obispo se ha molestado es pedir un informe médico del asunto.

      Sabemos que el objetivo del maligno es abolir la Eucaristía, lo que no contábamos es la colaboración del clero. ¡Que lejos quedan aquellos mártires que preferían la muerte antes de dejar de asistir a Misa!!!

  2. El título de la noticia, y el extracto que contiene, me gustan
    Pero al leer el documento entero, ¡qué desilusión! ¡ Qué ideologizado! «Ancianos muertos x falta de respiradores, en parte debido a un sistema de salud que se desmantela año tras año… » » ..ese maldito virus»… No sabía que los obispos hablaran así. La parte de no negar la comunión en la boca, la única que se salva..

  3. Yo es que a lo mejor soy rara, no sé, pero es q no entiendo tanto problema con la forma de comulgar.
    No es cierto que en la misa somos transportados misticamente a aquella última cena q Jesús celebró antes del Calvario y q todos sus discípulos , de todo tiempo y lugar, estamos allí con los apóstoles ante Jesús? …no es cierto q en ese presente eterno de Dios q vivimos en la misa es Jesús mismo quien nos da el pan, q es su cuerpo?
    No es el sacerdote es Jesús quien nos da el pan en la misa, a unos en la boca a otros en la mano. Es que no es eso lo q vivimos en la misa? Así como también nos hacemos presentes en el calvario de Jesús, le acompañamos en el camino, somos la Verónica, el cireneo, las mujeres…no es esto así, o lo entiendo mal? No vivimos el encuentro con Jesús resucitado, como la Madalena, y cenamos con Él, cómo en Emaús? No es eso la misa?
    Es Jesús quien me da el pan y es el pan mismo.Me lo da en la boca o en la mano pq ha dado autoridad a la Iglesia para decidirlo.

  4. Yo es q igual soy rara, no sé, pero es q no entiendo tanto problema con la forma de comulgar.¿no es cierto q en la misa somos transportados místicamente a la última cena q Jesús celebró hace 2000años y q todos sus discípulos , de todo tiempo y lugar,estamos allí con los apóstoles,ante Jesús? ¿no es cierto q en ese presente eterno d Dios q vivimos en la misa es Jesús mismo quien nos da el pan, su cuerpo? no es el sacerdote es Jesús, ¿verdad?… cómo también sucede q nos hacemos presentes en el calvario de Jesús,le acompañamos en el camino,somos la Verónica, el Cireneo, las mujeres…¿no vivimos en la Eucaristía el encuentro con Jesús resucitado, cómo Madalena,y cenamos con Él cómo en Emaús? ¿no es eso la misa? ¿no es esa nuestra fe?…

    Es Jesús quien me da el pan ¿no? entonces?… Él nos lo da en la boca o en la mano pq ha dado autoridad a la Iglesia para decidirlo. Y ,si es él quien nos lo da ¿ qué problema tenemos?…

    O no es eso la misa?

    1. Tienes razón, por supuesto. Pero hay que reconocer que la comunión en la mano tiende a hacer perder el respeto. Y que el tema (que en rigor, si hubiera reverencia siempre, debería ser secundario, no digo que no) ha cobrado actualidad, polémica y virulencia por «culpa» de los que se han empeñado en obligar a comulgar con la mano, lo que choca a muchas personas.
      NO vale prohibir una cosa y luego decir que «no es tan importante». Si realmente es secundario cómo se haga, siempre que sea con reverencia, pues déjenlo como estaba. Pero desde antes del confinamiento, el tema estrella en todas las misas es «comulguen con la mano por favor». Los que le han dado protagonismo al asunto han sido ellos (los de prohibir, o ridiculizar, estigmatizar, la comunión en la boca)

    2. Cuánta divagación..
      Discúlpame, pero Jesús NO NOS DA
      NINGÚN PAN,ESE «PAN» ES ÉL MISMO,Y LO DA EL SACERDOTE.
      EL QUE COMULGA EN LA BOCA LO «RECIBE»COMO UN «DON»,se deja alimentar como un niño pequeño,el que comulga en la mano lo agarra,se lo coge como quien coge lo que le apetece o quiere cuando se le antoja algo.

      1. MARÍA,

        Que Jesús es el pan mismo lo sabemos todos, menudo descubrimiento! pero el sacerdote es la personificación sacramental del mismo Cristo.Actúa in persona Christi porque Jesucristo es el único Sumo y eterno sacerdote.
        Esto es fe católica, María, no divago.

        Al respecto de su opinión sobre la comunión en la mano, es sólo eso: una simple opinión. Paso de volver a darle vueltas al asunto. La Iglesia es columna y fundamento de la verdad y a ella me remito.Ya se lo he dicho otras veces, es suficiente para mí.

        Un saludo

        1. Y, respecto a la comunión en la mano , le repito también, usted no tiene autoridad alguna sobre la Iglesia, y oficial o no oficialmente la Iglesia permite la comunión en la mano y calificar esto de demoníaco es calificar a la Iglesia de lo mismo con lo cual debería tener cuidado no vaya a ser q esté pecando contra el Espíritu Santo puesto q la Iglesia es el cuerpo de Cristo y si el cuerpo de Cristo me permite comulgar en la mano calificar esta práctica de demoníaca es calificar al cuerpo de Cristo de lo mismo y eso, según Jesús mismo, es pecar contra el Espíritu.

          Si el cuerpo de Cristo me permite comulgar en la mano ¿quien es usted para contradecirle?

          Reflexione y no grite tanto,mujer.

        2. Mire María, con todos mis respetos, estoy hasta las narices de que me insulte comparándome con satanás.Preocúpese de buscar su santidad y déjeme q yo me preocupe de la mia.Por amor al prójimo no le contesto de otra manera pero sí le sugiero q vaya leyendo el pasaje bíblico del Fariseo y el publicano , que le hará mucho bien.

          Y aquí le dejo que no quiero ser ocasión de su tropiezo.

          Buenos días

        3. Señora ACS,no pierda los papeles,la paciencia también es una virtud a practicar,igual q la caridad,no ponga en mi boca cosas que yo no he dicho,yo no la comparo a usted con satanás,eso lo elucubra usted solita,yo comparo ACTOS,no su persona,entiende la diferencia??Que siempre se toma todo a lo personal,eso denota soberbia,no será por eso que aboga por la Comunión en la mano y no puede doblegar la rodilla ante Dios?
          Si usted siempre se ofende x algo será,a mi ya puede usted proferirme toda clase de insultos que jamás perderé ni la paciencia ni la caridad,así de segura estoy de la VERDAD que defiendo.
          Un saludo y que el Señor la ilumine,porque cuanta más luz deja uno entrar en el alma mejor se ve la suciedad de algunos de nuestros actos.

  5. Aparte, yo no estoy de acuerdo con que sea un tema secundario. Pero digo que, aun poniéndome en el lugar de quien opina así, la «culpa» de toda esta polémica es de los que han tomado la iniciativa de prohibir-ridiculizar a los comulgantes en la boca

  6. De nada le sirve al clero liberal defender que no se prohiba la comunión en la boca si al mismo tiempo no la quieren prohibir en la mano. Los conservadores abiertos a las novedades no son conservadores, son los tibios, ni frios ni calientes, ni modernistas del todo ni ortodoxos reales.

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