«El ejemplo de Tomás Moro nos sugiere que ningún ambiente está excluido de la presencia de Cristo y que estamos llamados a transformar el mundo a través de la fe».
El cardenal Robert Sarah, ha escrito el prólogo de uno de los últimos libros de Homo Legens, Tomás Moro. La luz de la conciencia. El purpurado guineano destaca el importante papel de los laicos a la hora de testimoniar la fe, también en sectores como la política.
Les ofrecemos el escrito del cardenal Sarah:
Doy gracias al autor por haberme enviado amablemente su obra Tomás Moro. La luz de la conciencia. Al presentar este ensayo deseo, ante todo, felicitar su elección de estudiar la figura de un cristiano laico que en su tiempo ocupó cargos de enorme responsabilidad y los vivió a la luz de su fe en Cristo y en la Iglesia. El ejemplo de Tomás Moro nos sugiere que ningún ambiente está excluido de la presencia de Cristo y que estamos llamados a transformar el mundo a través de la fe. También la política es un lugar privilegiado para este testimonio.
A este respecto me gusta recordar el Concilio Vaticano II, que puso un gran énfasis en el papel de los laicos, los cuales pueden ser testigos de Cristo en el mundo. Tomás Moro fue un gran ejemplo para muchos otros a lo largo de la historia de la Iglesia. Hay que decir que esta tarea peculiarmente laical debe encontrar, también hoy, una expresión adecuada. La Iglesia no puede desarrollar plenamente su misión, que es también la de iluminar el mundo a través de la fe, sin la contribución fundamental de laicos debidamente formados y motivados.
Un segundo aspecto que me gustaría resaltar es la elección del tema de la conciencia. Demasiado a menudo una mentalidad individualista empuja a pensar que la conciencia se identifica con las convicciones del yo. Y son pocas las ocasiones en las que recordamos que la conciencia es, ante todo, un lugar de escucha. Para Tomás Moro esta escucha significó sacrificar su yo, su posición de poder, su vida y, diría también, la de su familia, para ser fiel a la verdad que Dios le manifestó. La raíz de su martirio es la fidelidad a la conciencia, en la que reconoció la voz de Dios. Por esto es santo.
Santo Tomás Moro es un maravilloso don de la Providencia a los responsables políticos y a toda la humanidad. Recuerda constantemente a todo hombre digno de este nombre que debe seguir siendo verdadero, honesto, fiel a Dios y al discernimiento íntimo de la propia conciencia.
Es lo que san Juan Pablo II quiso recordar al mundo cuando, hablando de santo Tomás Moro, declaró: «De la vida y del martirio de santo Tomás Moro brota un mensaje que a través de los siglos habla a los hombres de todos los tiempos de la inalienable dignidad de la conciencia, la cual, como recuerda el Concilio Vaticano II, «es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella» (Gaudium et spes, 16). Cuando el hombre y la mujer escuchan la llamada de la verdad, entonces la conciencia orienta con seguridad sus actos hacia el bien. Precisamente por el testimonio, ofrecido hasta el derramamiento de su sangre, de la primacía de la verdad sobre el poder, santo Tomás Moro es venerado como ejemplo imperecedero de coherencia moral»[1].
La conciencia no es solo el sentimiento individual inmediato, sino más bien una determinación íntima y fuerte a la que no podemos llegar si no es gracias a un largo trabajo de oración, de profundización, de reflexión y de búsqueda interior.
Mártir de la conciencia, Tomás Moro manifiesta de manera particularmente adecuada para nuestra época, tan reacia a cualquier conformismo, el sentido de la justicia y la fecundidad política, el sentido de la Tradición, de las costumbres y la moral.
Ojalá Tomás Moro pueda de verdad enseñar también al hombre de hoy a abrirse a esta voz de la verdad divina, porque solo esto permite al hombre respetar profundamente a su prójimo. Tomás Moro se convirtió en víctima del poder que aplasta a los débiles porque su conciencia le habló de la voluntad de Dios, que es voluntad de bien, nunca de mal.
Felicito al autor por esta importante obra y deseo que pueda ser motivo de reflexión y de profundización para sus lectores.
Cardenal Robert Sarah
[1] Juan Pablo II, Carta apostólica en forma de motu proprio para la proclamación de santo Tomás Moro como patrono de los gobernantes y de los políticos, 1. [Texto español disponible en: http://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/motu_proprio/documents/hf_jp-ii_motu-proprio_20001031_thomas-more.html].
Ayuda a Infovaticana a seguir informando
Habrá que comprar el libro por dos razones: porque parece muy interesante, y porque así ayudamos a Infovaticana en su loable labor al servicio de la Iglesia.
Yo creo que Sarah,no tiene pelos en la lengua y se anima a todo y mucho mas.No se mete con Amoris Leticia y con Francisco,porque no esta obsesionado con el error,sino enamorado del bien,en este caso,se concentro en la GRANDEZA de Tomas Moro.
Creo lo mismo
Necesitaria saber cuando Sarah dijo eso?Y si lo dijo,exactamente por que? a que se refirio.
Por supuesto que en la política se pueden servir los designios del Reino de los Cielos. Aconsejo al Cardenal Sarah, y a todos los que la presente vieren y entendieren que se lean el prólogo de la Ley de Principios Fundamentales del Movimiento de 1959 de la época de Franco y que lo comparen con los de ahora.
Creo que ya a lo dijeron también Pablo VI, que promovió la creación del partido demócrata cristiano en Italia, y el Papa Francisco, que dijo que «la política es una de las firmas más altas de caridad», cosa con la que estoy de acuerdo siempre que se promueva la clase media, que es lo ético, pues es la única en la que cabríamos todos, y además la única clase permeable a los valores cristianos, lo cual (promoción) solo hace la «extrema» derecha y el fascismo históricamente.
Fascismo no es nazismo (aunque lo quieren identificar), por lo criminal que tuvo el nazismo (aún así.mrnis que el comunismo), en lo político el nazismo si era fascismo